De amiga a esclava (1): La entrega
Muy despacio fui quitando su ropa interior, sin dejar de observar su rostro agitado. Pasé mi lengua desde su vagina hasta su clítoris y soltó un jadeo. No tenía prisa: quería que disfrutara cada sensación. Seguí trabajando con mi lengua, despacio, constante. Después, añadí un dedo a la caricia; sus jadeos crecieron en número y ...