La confidencia
Daniel me cabalgó en el piso y de pie, y de las muchas formas, escogió acabar de perrito. Cuando los huesos crujían por las embestidas del gancho fabuloso. Los aplausos de las pieles sonaron mucho más rápido en la desolación de la pieza a estrenar, y en un atisbo de cordura le rogué que acabara afuera de la cueva que...