Ana, esa buena vecina
Había interrumpido mis ensoñaciones de la mejor forma posible; se había dejado caer hasta el suelo y con dulzura estaba deleitándome con la mejor de las mamadas que pudiera imaginar, lamia el capullo como una piruleta mientras que con sus delicadas manos sujetaba el tronco moviéndolas lentamente como si fuera una reliquia que no quis...