Hija de las calles
A la mulata debía gustarle la tortilla española, o tal vez era generosa como yo, por eso empezó a acariciarme y a desnudarme olvidando por completo a nuestro común hombre. Estaba tan salida que comprendí en un segundo que una nueva experiencia se habría para mí. Me dejó en pelotas mientras nos revolcábamos juguetonas sobre las s�...