Ser la jefa nunca fue tan sucio. O tan delicioso
—Ese día, tú ya me imaginabas así, ¿verdad? Asintió. Lo sentí temblar. Sacó su verga con manos torpes y la frotó contra mi humedad por encima de mi ropa interior. Empapada. Preparada. Me hice a un lado las bragas y lo guie para que me penetrara. Lento al principio, como si no creyera que eso estaba ocurriendo. Luego más profund...