Aprendiendo a mamar tu vergota
Comencé por juntar mucha saliva y escupir la cabeza, ¡oh! ¡Tus ojos de deseo eran tan lujuriosos! ¡Tan excitantes! Con mis manos comencé a mojarla toda, te di unas jaladas bien húmedas, subía y bajaba con presión y ritmo en ella, pude sentir como se te hinchó más, ...