Nuevos relatos publicados: 9

Una para todos (Tercera parte)

  • 19
  • 22.559
  • 9,62 (26 Val.)
  • 0

Por la mañana del sábado y sabiendo que sus padres habían salido, Daniel espero a ver pasar a Fernanda rumbo al baño. En cuanto escucho el chorro de agua puso manos a la obra. Su teléfono estaba cargado al máximo y su verga estaba tan dura que le dolía.

Cuando Fernanda salió de la ducha encontró a su hermano parado en la puerta.

—¿Y ahora tu que quieres?

—…

Sin decir nada, Daniel le puso la pantalla de su teléfono enfrente. Fotos en días distintos de ella y su hermano mayor Carlos saliendo del Hotel.

—¿Y eso que? ¿Ya no puedo subirme al auto de mi hermano?

Luego puso un video, su padre saliendo de su cuarto en medio de la noche. Fernanda recordaba perfectamente cada momento, sin embargo lo negó.

—¡Estas loco!

Daniel se metió el teléfono en la bolsa de su pijama y jalo la toalla que cubría a Fernanda, su hermoso cuerpo desnudo quedó al descubierto. Y los dos se quedaron inmóviles por un instante.

—¿Que te pasa? ¿Que haces?

—Ya sabía que eras bien pinche…

—¡CÁLLATE!

Una bofetada le volteó la cara a Daniel que de inmediato desató su furia y la tomó por el pelo para obligarla a ponerse de rodillas. Aunque quería zafarse, ya estaba aprisionada por las piernas de Daniel que se bajaba el pantalón dejando expuesto su pene.

—¡Mamamela!

—¿Estas loco… imbécil?

—¡MAMAMELA!

—¡que no… suéltame!

—¡Abre la puta boca carajo!

—¡No seas idiota!

La verga dura de Daniel chocaba contra la cara de Fernanda. Que aún trataba de parar a su hermano, aunque también sabía que tenía suficiente evidencia para hacerle pasar un mal rato con su madre. Tomó aire y se calmó un poco. Solo tenía una salida.

—Ok, bueno… cálmate ya. Pero… si te la chupo… solo esta vez… borras esas cosas. ¡TODO!

Daniel puso el teléfono frente a ella y eliminó el primer video. Luego se detuvo y la miró hasta que ella entendió. Tomó con la mano su verga y la coloco sobre sus labios.

—Solo esta vez, no me vuelvas a pedir esto nunca. ¿Me oíste?

—¡Cállate y abre la boca!

En cuanto los labios de Fernanda se separaron, Daniel metió su verga hasta el fondo. Fernanda tenía que detener un poco a su hermano o terminaría asfixiada. Pero él le jalaba el cabello para no dejarla tomar ni un respiro. Con los ojos cerrados ella recibía la verga de su hermano menor. Y en cuanto pudo ver un poco, miro el teléfono de su hermano frente a ella. La estaba grabando.

—¡GGgnogg! Graggghhbs!

Movía la cabeza para que Daniel entendiera, pero él no tenía intenciones de parar en nada. Luego sacó su verga y le jalo el pelo con más fuerza a Fernanda. Estaba siendo abusada por la boca. La baba le escurría sin control cada que la verga de su hermano salía un poco de ella. Y sentía como crecía la excitación de Daniel. Hasta que el saco su verga y ya no soportaba ni un segundo más.

—No Daniel… ¿que vas a hacer? ¡No! ¡No!

—¡Levanta la cara!

—¡No mames no! ¡No quiero!

—¡Cállate!

En cuanto sintió el primer chorro de semen en su cara, Fernanda cerró los ojos. Un par de chorros más le ensuciaron el rostro. Solo pudo abrir un ojo, el otro estaba cubierto de semen. Daniel seguía grabando.

—¿Ya estas contento? Ahora borra todo eso y olvídate que esto pasó.

—¿olvidar?

Daniel salió del baño carcajeándose y azoto la puerta. Cuando Fernanda se puso de pie pudo ver en el espejo que incluso el pelo lo tenía lleno de semen. Se enjuago nuevamente y se fue a su cuarto.

En cuanto entro, vio varias notificaciones en su teléfono. Su hermano Carlos le mandaba besos y le recordaba lo rico que la habían pasado un día antes. Su padre le decía que ya quería que fuera de noche para hacerla su puta. Su novio le mandaba besos. Pero del número de Daniel llegó un video. Con un mensaje claro.

“Apenas comenzamos”

La escena completa de la mamada que le acababa de dar. A Fernanda siempre le encanto que la grabaran. Y al ver los chorros de semen de su hermano cayendo en su rostro, se humedeció de inmediato. Aún estaba desnuda así que abrió las piernas y comenzó a masturbarse, repitió el video una y otra para hasta que logró un orgasmo. Otro mensaje en su celular le recordó que tenía una cita para comer con su novio Ricardo que veinte minutos después la esperaba en la puerta con su clásica playera de los Rolling Stones.

Ricardo manejaba el carro de sus padres y tenía su clásica risa tonta en la cara. Ella seguía caliente y vestía una falda muy pequeña, que al subir al auto apenas y le tapaba un poco. Y su novio no le quitaba la vista de encima.

—Méteme la mano!

—¡¿QUÉ?!

—Quiero que me toques la panocha.

Cuando Ricardo metió su mano bajo la falda, las piernas de Fernanda se abrieron, pudo sentir que no traía nada bajo la falda y en cambio, ella estaba ya empapada. Maniobraba para hacer los cambios de velocidad si dejar de meterle mano.

—Metete ahí.

—¿Donde?

—Ahí, al estacionamiento.

Sin dudar entro al estacionamiento de un centro comercial sobre insurgentes. Y en cuanto apago el motor Fernanda buscó en el pantalón de Ricardo su dulce favorito. La verga se asomó, ella la hizo desaparecer en su boca. Se escuchaban los gemidos de él, enloquecido por el gozo y a punto de estallar. La verga le hervía. Y la boca de ella no dejaba de salivar. Cuando se sacó la verga de la boca y se montó sobre él. Vio a una pareja bajar de su carro a un costado y mirarla fijamente con desaprobación. Cosa que le hizo hervir la sangre y al caer sobre la verga de su novio. Fernanda se retorcía frenética e incontrolablemente. Ni siquiera sintió cuando su novio se vino dentro de ella. Siguió hasta conseguir un buen orgasmo. Solo entonces percibió la presencia del vigilante de la plaza comercial. Ricardo pasó de estar extasiado a esta aterrado.

—¡Ya nos vamos! ¡Ya nos vamos!

—¿Se te paro papi?

—No le haga caso, ya nos vamos oficial.

Mientras se alejaban, Fernanda le sostenía la mirada y se sobaba la panochita con residuos de semen, para el vigilante Ricardo no existía. Estaba fascinado con el espectáculo que Fernanda le ofrecía. Y Fernanda le guiñaba el ojo y no paraba de mandarle besos. Ya en la Avenida, el teléfono de Fernanda sonó. Era Carlos su hermano.

—Quiero verte. ¿Puedes hoy?

—Si, ahorita mi novio me acerca y te veo donde siempre.

—En la noche…

—En media hora está bien bye.

La cara de Ricardo estaba desencajada, no entendía. Seguía manejando con el pene al aire, cada vez más flácido.

—¿Si vamos a ir a comer?

—Perdón amor, pero tengo unas cosas que hacer con mi hermano. Me dejas en metro villa de Cortez por favorcito!

—Pero… pensé que… además mírate.

Era obvio que su atuendo dejaba poco a la imaginación y el metro no era lo más adecuado para aquella minifalda y la blusa escotada.

—Gracias.

Subió el volumen a la radio y en cuanto llegaron ella le dio un beso y se bajó del auto. El tráfico no le dejó otra opción que arrancar su auto y dejar atrás a su novia. Fernanda entro al hotel y una vez que se instaló le mando mensaje a su hermano.

“Habitación 403 te quedan 25 minutos o me voy”.

Se dio un baño y sacó de su bolso una tanga que hacía juego con su sujetador. Luego quito el seguro de la puerta y se empinó sobre la cama. Le quedaban cinco minutos a Carlos para llegar. En tres minutos se escuchó la manija de la puerta. Cerró los ojos y en cuanto sintió la barba rasposa sobre sus nalgas supo que era su hermano mayor.

—Por poco y no llegas.

—¿Te hubieras marchado?

—¡Ni loca!

—Lo sabía putita.

La cara de Carlos se perdió entre las nalgas de Fernanda y su lengua se hundió y recorrió desde el clítoris hasta el ano. Provocando que la piel de ella se erizara. Y unos pequeños gemidos inundarán la habitación.

—Méteme la verga

—No chiquita, primero póngase a mamar.

La jalo hasta el borde de la cama y le metió la verga hasta el fondo. Ella estaba boca abajo y apenas se podía mover, la cabeza le colgaba en el borde de la cam, Carlos metía y sacaba su verga de la boca a placer mientras admiraba el hermoso culo de su hermana que seguía intentando meter más y más a su boca.

—¿Te gusta que te haga mi perra?

—...

—Tragas verga como una puta hermanita!

—Mmm

—¿te vas a tragar mi semen?

—ammmjjjumm!

Saco su verga y la giro hasta que sus piernas se recargaron sobre sus hombros, luego hundió su verga y Fernanda dio un gemido que debió escucharse hasta la avenida.

—Si dame duro! Soy tu perra! Méteme la verga cabron!

—Me encantas cabrona!

—¿Me muevo mejor que tu esposa?

—Eres la mejor puta que allá probado en mi vida Fernandita.

La giro y Fernanda quedó empinada, apuntó bien y metió su verga en ella.

—Siiii! Soy tu puta cógeme! Dame dame!

—¡Que pinche delicia es tenerte así!

—¡Méteme tu vergota!

Fernanda se empinó aún más y con sus manos separó sus nalgas, estaba teniendo un gran orgasmo y Carlos estaba a punto de terminar. Así que la jalo hasta el piso y metió su verga en la boca de Fernanda para que todo su semen entrara en su boca. Ella succionaba y seguía mamando.

—Trágate toda la leche putita!

—mmmm

—Ahora enséñame tu boca!

—haaaaa!

Fernanda abrió su boca para mostrarle que no quedaba ni una gota en su boca y luego siguió mamándole la verga un rato.

—Quisiera quedarme todo el día aquí, pero deje a mi mujercita sola en una fiesta.

—¿Te saliste de la fiesta?

—Larga historia, me voy. ¿Te pido un taxi?

—No, le llamó a papa para que pase por mi.

—¿AQUÍ?

—Obvio no menso. Lo espero en el metro.

—¿Segura?

—Si, ya vete o te roban a tu Mujer.

Tardo un rato dándose un largo baño, ya le había hablado a su padre estaba a más de una hora de camino. Bajo y lo espero sobre la avenid Tlalpan, que es conocida por ofrecer sexoservicio. Una docena de autos bajaron su velocidad para admirar el hermoso cuerpo de Fernanda.

—¡¿De a cómo mamacita?!

—Ven súbete güera!

Por suerte o para mala suerte, porque ella lo estaba disfrutando. Llegó su padre y con la misma cara de asombro miró el vestuario diminuto de su hija.

—¡¿Qué haces acá y vestida así?! ¿Estas loca?

—Pues nada, larga historia.

La mirada de papá en sus piernas le agradaba. Sabía que debajo de ese pantalón tenía ya la verga dura. Y ella jugaba con él, separaba las piernas y se asomaba por la ventanilla para dejarle ver de más.

—Ya deja de hacer eso, vamos a chocar chingada madre Fernanda!

—¿Y dónde dejaste a mamá?

—Se fue al súper, Sabes que los sábados es feliz haciendo filas interminables para pagar la despensa.

—¿Y la dejaste sola?

—Ya sabes que odio las colas

—La mía no, te he sentido muy animado en mi colita pa’

La sonrisa cómplice de papá les hizo recordar las noches pasadas y el sexo a hurtadillas que tenían en casa. Cuando llegaron a casa, se aseguraron de que nadie estuviera en casa. Luego Fernanda lo llevó de la mano hasta su habitación y lo sentó en la cama.

—¿Que me vas a hacer niña?

—Hacerte feliz

—Podría llegar tu madre en cualquier momento.

—Sabes que se tarda horas y además aprovecha para tomarse un café con sus amigas. Relájate.

Cuando le bajo el pantalón, la enorme verga de papá salió erigida como un mástil. Ambos sonrieron. Pero Fernanda ya estaba llena de poder. Sabía que controlaba cualquier situación. Comenzó a chupar la punta de la verga y clavó sus ojos en los ojos de su padre. La verga entraba y salía de su boca y ella casi ni parpadeaba, además le encantaba ver la cara de su padre contener el aliento y soltarlo resoplando.

—Me gusta verte con mi verga en la boca.

—Me gusta tener tu vergota en mi boca, soy tu putita papito. Obedezco.

—Vamos abre bien la boca, quiero que te llegue hasta la garganta.

—haaaagggg!

La verga entraba y las pelotas de don Antonio chocaban con el mentón de Fernanda que aunque tenía la boca llena, seguía mirando fijamente a papá.

—¡HOLA, YA LLEGUE! ¡¿Estas en tu cuarto Fernanda?!

—¡SIIII!

—¿Y tu papá esta?

—No lo he visto he!

Fernanda seguía mamando y Don Antonio contenía cualquier ruido que pudiera emitir. Escucho la voz detrás de la puerta.

—Me dijo que iba a recogerte, algo así.

—No ma’ yo estaba con mi novio.

—Seguro se fue con sus amigotes.

—Haaaag mmm si, seguro al dominó.

—¿Estas bien? Te escuchas ronca, te vas a enfermar.

La risa pícara de Fernanda mataba de angustia a su padre, que le hacía señas de que ya se callara.

—Un poco, seguro se me pasa ma’

—Ahorita te hago un té mi niña.

En cuanto escucho que se alejaba, Fernanda se trepó sobre su padre y se ensartó. Ahora no gritaban, todo se lo susurraban al oído.

—Estas loca Fernanda.

—No me digas así, trátame como puta.

—¡Te voy a coger como la perra que eres re cabrona hija de la chingada!

—Si papito dime más!!!

—Vas a ser mi puta mientras respire, esa cola es mía, eres mi putita!

“YA ESTÁ TU TÉ MIJITA”

Pegaron un brinco y como pudo se acomodó la falta, su papá se paró y se colocó tras la puerta. Fernanda abrió un poco, recibió la taza y le sonrió a mamá.

—Gracias ma

Cerró de inmediato.

—¡Abre las ventanas para que se ventile. Huele muy feo hijita!

—Si ma’ Tranquila. Hoy dejó bien limpio todo.

Papá le hacía señas para que cerrara la puerta. Pero a ella le excitaba esa adrenalina. En cuanto sonó el seguro de la puerta su padre la empujó hasta la cama hasta déjala empinada, levantó su falda sobre su espalda. En cuanto sintió el ano de su hija, empujó hasta penetrarla, le encantaba sentirse dentro de esa colita apretada.

—Si papi! hazme tu perra!

—Este culo me vuelve loco cabrona! Levanta esas nalgas que quiero verte bien empinada.

—Si papi soy tu perrita!

—¡ESO! ¡Que rica colita!

La pasión los envolvió, ya sonaba el choque sus nalgas contra papá. Y los gemidos de Fernanda crecían.

—¿te sientes bien hija? escuche ruido, ¿no rompiste mi taza verdad?

—No ma’ me voy a dormir un rato haaaa haaaaay!

—Abre y te tomó la temperatura.

Don Antonio no paraba y solo movía la cabeza esperando que su esposa se fuera de una buena vez. Pero insistía, los ruidos no eran normales.

—Si me siento mal te aviso ma’ me duermo un rato.

—¡es que también siempre andas toda destapada! ¿No andabas con esa falda por la calle verdad?

—¡No ma’!

—¡Tanto tipo vulgar!

—¡me voy a dormir ma’ bye!

Don Antonio con fastidio se tumbó sobre la cama, y Fernanda se subió sobre el y mientras sus caderas se movía, aprovechaba para besar el pecho lleno de vello de su padre.

—¡Si te enfermas te voy a tener que inyectar mijita!

—Jajaja no mamá, inyecciones no ja ja ja!

—Voy a preparar la cena.

—Si mamá siii siiii asiii

—¡Estas muy rara niña!

Por fin su parte la tomó de las caderas y la hizo rebotar sobre su verga.

—Ahora si ya muévete chingada medre.

—¿Todavía la amas?

—¡CÁLLATE Y MUEVE EL CULO PERRA!

Como si le hubieran encendido un botón, Fernanda comenzó a ir y venir sobre su padre. El ruido de la cama era incontrolable, así como el deseo de acabar de Don Antonio. La aventó a un lado y se contorsiono para poder vaciarle la leche en su cara. Por lo visto su rostro se convirtió en un depósito de semen.

—Hay hija de puta! Que riiiico!

—Cállate pa’ te va oír!

—Que bonita mi niña llena de leche!

—¡me encanta!

La cara de Fernanda estaba llena de semen y aun así seguía con la mirada a su pare que se vestía y salía por la ventana al patio. Ella sacó su teléfono y se tomó una selfie. Con la leche de papá.

—¿AHO ESTÁ TU PAPÁ? ¡CLARITO ESCUCHÉ SU VOZ!

—Mamá, ya alucinas. ¿No será que la enferma eres tú?

—¿que yo que amor?

—Mira, ya llegó. ¿dónde andabas? Ven a cenar mijita y despierta a tu hermano que se quedó dormido en el estudio.

El estudio, era un cuarto de servicio al final del pasillo con un escritorio y una computadora. Moderna hace veinte años. Y era también donde su pare guardaba su colección de porno. Revistas, películas en Beta, VHS y DVD. Y era el rincón favorito de Daniel. Pasaba horas mirando las viejas películas porno. También se supone que nadie sabía nada de todo ese archivo de entretenimiento.

Fue la típica cena de sábado, pero a diferencia de otros sábados, Fernanda decidió quedarse en casa, estaba exhausta y solo quería a descansar. Así que se puso su pijama y el sueño la venció en un momento. Hasta que sintió que alguien le amordazaba la boca. Un terror indescriptible la giro invadió hasta que escuchó la voz de su hermanito Daniel.

—No hagas ruido hermanita. Mamá y papá siguen viendo la tele en la sala.

Y aunque quisiera, la mordaza le impedía hablar o pedir auxilio. Quiso moverse pero se dio cuenta de que sus manos estaban atadas tras su espalda. Los dedos de Daniel entraban en sus agujeros, de manera brusca, usándola, agarrándola como si fuera bola de boliche. Aunque le dolía, le gustaba. Y quería decírselo a Daniel, pero no podía. Así que levantó bien sus nalgas. Que se enterara que aquella brutalidad le fascinaba.

—¿Te gusta verdad puta?

—Ujuumm!

Fernanda asentía y movía su culo, mientras su hermano metía de a dos y hasta tres dedos en sus agujeros.

—Te voy a quitar la mordaza y me vas a mamar la verga, ¿Entendiste?

—UJUUMMM!

En cuanto pudo, jalo varias bocanadas de aire, luego sonrió y lo miro.

—Te la voy a mamar pero sigue, eso qué haces con los dedos me gusta.

—Eres la más puta Fer!

En cuanto sintió que la saliva de su hermana envolvía su verga, no dudo y abrió sus nalgas para meter con más fuerza sus dedos. Ella pujaba, pero no se sacaba la verga de su boca. Después del día tan agitado, la mandíbula ya le dolía un poco. Pero su panochita era la que a base de tanta fricción estaba ya un poco rozada. Paro aun así, es ese momento ella se había convertido en la puta de su hermanito y no tenía planes de parar. La saliva le escurría por los lados de la boca. Para entonces ya sus ojos buscaban al dueño de cada verga que pasara por ahí. En cambio Daniel con los ojos cerrados y retorciéndose seguía entrando y saliendo de la insaciable boca de Fernanda. Al igual que sus dedos hurgaban con furia en sus agujeros.

—¿Te encanta ser usada verdaaad?

—¡uuuumm!

Cuando sintió que se venía, por fin sacó su verga y aventó a su hermana, que con las manos atadas quedó de lado. La imagen de sus largas piernas le parecía hermoso. Pero la panochita expuesta era irresistible, y metió su cara entre las nalgas de Fernanda buscado su sabor.

—siii! Chúpala hermanito! Mete tu lengua!

El susurro de su hermana lo impulsaba a seguir chupando, y el sabor era exquisito. Con ambas manos separaba sus nalgas, tratando de hundir más su cara y de que su lengua entrara más.

—Sisisisi! Que rico! Haa!

—Ahora te voy a meter la verga cabrona!

Al tener las manos atadas en la espalda, cuando se acomodó, su cara quedó hundida en su cama y su espectacular culo bien empinado quedó tan arriba que Daniel tuvo que subirse a la cama para poder meter su verga.

“TOC TOC”

Justo cuando la punta de su verga entro en ella, alguien tocó la puerta.

—¡Fer! ¡Feeeer! ¡Abre mi amor!

Era la voz de papá, que quería un poco más. En silencio escuchaban como la manija de la puerta se movía, pero no se abría. Daniel había tenido el cuidado de poner el seguro.

—¡Feeeer! ¡¿Estas dormida?!

Unos segundos después se escuchaban los pasó alejarse de la puerta y al mismo tiempo resbalaba la verga de Daniel al fondo de Fernanda que contuvo sus ganas de gemir, por el temor a que su padre los escuchara. Pero el golpeteo de su hermano chocando contra su culo delataría cualquier cosa, cerró los ojos y se dedicó a disfrutar. Inconscientemente mordía sus sábanas. Cada vez con más fuerza, pues su hermano iba cada vez con más fuerza contra ella. Y los gemidos aunque contenidos, se podían escuchar en su habitación y en los pasillos de la casa. Ahora si era imposible que Daniel contuviera sus ansias.

—¡Ya me voy a venir!

—¡¿EN MI CARITA?!

—¿Quiere que te embarre la jeta?

—siii! Quiero mi carita bien sucia siii?

La aventó y apuntó su verga sobre su cara, apenas y pudo hacer a un lado su cabello, y los chorros de semen ya buscaban acomodo. Fernanda con la boca abierta y la lengua de fuera disfrutaba de la sensación de calor en su rostro. Como pudo, abrió un poco los ojos, para ver a su hermano exprimir su verga sobre ella y buscó la verga para seguir chupando.

—haaaa! Haaaa!

—¿Ahora no me grabaste?

—No, ¿pero no será la última vez o si?

—No, hazme tu puta cuando quieras hermanito!

La desató y Fernanda jalo todo el semen de su cara para comerlos. Y su hermano la veía fascinado. Ella en verdad saboreaba cada porción de leche.

“TOC TOC”

De nuevo llamaban a la puerta.

—shhh!

Con el mismo dedo que juntaba el semen de su cara, Fernanda le hizo la seña de que guardara silencio. No movían ni un solo músculo.

—¡Feeer! ¡Feeeeer!

Cuando escucharon de nuevo que papá se alejaba, Fernanda se acomodó bajo las sábanas y le hizo espacio a Daniel. Abrazados se perdieron hasta quedarse dormidos. A la mañana siguiente, Fernanda amaneció sola, con el olor a semen en su cara. Y la vagina rozada. Pero la sonrisa en su rostro dejaba de lado cualquier estrago del día anterior. Decidió tomar un baño y desayunar. Se moría de hambre.

Al salir de su habitación se encontró con su papá y sus dos hermanos sentados en la sala. Con una seriedad catastrófica. Siguió de largo y con una angustia inexplicable se dio un baño caliente y decidió salió a enfrentar lo que fuera que viniera.

No sabía lo que le esperaba...

(9,62)