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Prima con regla, culo dispuesto
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Estábamos de vacaciones, toda la familia, excepto yo y la prima de mi esposa, habían salido a pasar la tarde visitando a unos parientes en balneario cercano. Por no tener nada para matar el tiempo se me ocurrió ponerme a leer las noticias en la notebook, y por esas cosas del ocio curioso entré en un sitio de relatos eróticos.

Me entretenía leyendo un relato, testimonial, precisamente era un relato intrafamiliar, que describía situaciones de sexo explícito. Abstraído en la lectura, no reparé en la presencia de mi prima, también había sentido curiosidad por alguna foto de contenido porno que ilustraba el relato en cuestión, de tal modo que percibí su presencia por su perfume.

La primera reacción, acto reflejo de ser pescado infraganti, fue intentar cerrar la tapa de compu…

– No, primito, no, sigamos leyendo, está interesante, muy…

La sonrisa cómplice obvia el intento de justificarme, la sonrisa otorga el placer de seguir leyendo.

– También me gusta la lectura erótica. Lo hago a escondidas cuando mi novio no está.

Sin decir nada seguimos leyendo en silencio, ella apoyada sobre mi hombro, esparciendo el aroma de su compañía, me excita y seduce mucho más que el relato que motivó el acercamiento.

Llegamos al fin del relato, súper explícito en describir con lujo de detalles los momentos del sexo entre cuñados. Nos quedamos calladitos, esperando quien sería el primero en decir palabra. Haber compartido una lectura de ese tenor había generado un grado de cómplice intimidad jamás imaginado.

Como para salir del incómodo desierto de palabras, propuse:

– Nos tomamos unas cervezas?

– Dale!, qué bueno. Ufff, con estos calores… de la lectura, qué bueno!

– Che, fue para tanto?!

– Y… sí, con tanto detalle minucioso y que!… estamos… digo estoy… sola, es decir… sin mi novio. Ejemm…

La explicación no explicó, más bien quedó enredada en la telaraña de querer salir pero terminó más enredada.

– Bueno… eso. Es tan raro que me pase?

– Nena, no dije nada, solo escucho, vos decís todo.

– Todo qué? Solo eso… algo que suele pasar, el calor del verano, la lectura, vos, qué sé yo… Bueno eso…

– Nada que justificar, nadie te pide que expliques lo innecesario.

Esa lectura furtiva fue el precursor, la curiosidad por el erotismo, Marce develó sus necesidades insatisfechas, también las mías, una semana si sexo. Dos necesidades y tiempo disponible, concurso ideal para disfrutar de este recreo, el sexo está latiendo en las intenciones, solo hace falta dejarnos llevar.

Dos palabras y tres miradas explicaban todo, las cervezas invitan al brindis, la cercanía a confraternizar, el abrazo a la caricia atrevida, los gemidos señalan la orden de comenzar la función. La primita es una joven, alta, piel muy blanca, cabello muy negro, levemente caderona, cola respingona, pechos no tan grandes pero muy turgentes, areola pequeña y pezones sabrosamente rosados.

Descalza, embutida en el short “come trapo” (calce profundo) y escueto top, descalza es toda tentación, sienta ahorcajada sobre mí, agitando sus temibles pechos, sin perderse un solo gesto, levanta el top, despacio hasta que las turgentes carnes van asomando, la parte baja de los senos, más lento aun, descubre aréola y pezones! Conoce mi pasión por sus senos, los agita como juguetes frente a un niño, alterna ponerme los pezones en la boca, moviéndolos, abriendo mis labios para incitar a saquear el placer atesorado en sus mamas.

Con golosa fruición comencé a mamar el fetiche que Marce exprime para su glotón, los gemidos potencian la mamada, el torbellino de sensaciones nos succiona hasta el núcleo central del deseo. Perdemos contacto con la realidad, descontrolado en ampulosas mamadas eleva la excitación a tope, el sexo de la muchacha se mueve al compás de las mamadas, apretándome la verga, ésta responde tomando tensión y posición de combate, presionando desde su encierro sometido a la fricción de su raja.

Mamada desordenada, altera y convulsiona sus emociones, turba los sentidos, sacude su cuerpo agita el entendimiento y perturba la razón cuando el primer atisbo de orgasmo electriza y sensibiliza sus músculos, temblor y agitación recorren su frágil cuerpo, sostengo entre mis brazos para evitar el naufragio en las agitadas aguas de la convulsión, exaltada devenida en orgasmo compulsivo.

Pude sentir entre mis brazos transitar el orgasmo, entregarse al éxtasis y regalarme la incomparable emoción de disfrutar su clímax, tomada de mi cuello, comiendo mi boca, sorbiendo mis besos. Habría que crear palabras nuevas para nombrar las sensaciones que la joven experimentó en mis brazos, de ahí en más fue una clara y explícita de incondicional y agradecido afecto.

– Me hiciste la mujer más feliz. No sabía que tanto lo necesitaba, ahora soy toda tuya. Te pertenezco!

Tamaña declaración es siempre una fantasía, ahora esta preciosa joven se me está regalando, ofreciendo sus frutos en flor. Se dejó reclinar sobre el sillón, ojos cerrados, le comí la boca, el cuello, nuevamente los pechos, mis manos son tentáculos que aprietan y exploran zonas ocultas, los dedos indiscretos comienzan a reptar debajo del elástico de la bombacha, frena mi mano…

– No, ahí no primo, estos días no se puede… -silenciosa decepción – No.., por ahora, pero… si no tienes problema en ir por la otra puertita?… –notó el cambio, sonríe – Puedes venir a visitarme por atrás?…

Fue una pregunta retórica, los gestos de este hombre pasaron de la decepción al encanto por la invitación, sobre todo que soy obsesivo por el sexo anal.

Se arrodilló entre mis piernas, libertó la verga injustamente encarcelada, saludó con alegre lamida, comenzó a saborear los primeros jugos por haber estado frotándolo en el meneo de su sexo, tomado en sus manos, comienza a frotarlo, haciendo una paja con poca habilidad pero mucho sentimiento, lo cobija en su boca, mamando con fruición. Acelera la fricción manual, mis jadeos y los latidos de indican que de seguir con ese tratamiento llegaría pronto al final.

Con precisión de cirujano, dejó de lamer, apretó la base del pene, frenando el atisbo de eyaculación, no quería perderse tan pronto la energía del macho, la necesita íntegra en su “colectora”. Frenó justo a tiempo, lamidas y masajes conservan la óptima erección.

Se puso de pie, abrazo contenedor, el beso preludio de concretar la promesa, gira apoyándose sobre la mesa de la cocina, los brazos y pechos sobre el mármol, sacando la colita hacia atrás, invita a ser tomada; arrastré el short y la bombacha en un movimiento, las piernas lucen esbeltas y las nalgas exultantes desafían ser tomadas con todos los honores.

Las caricias anticipan la codicia de los besos, abriendo los cantos muestran el sexo con depilación a cero, el hilo del tampón emerge entre los labios vaginales, el ano redondo como una “O” fruncido ante el misterio por descubrir cómo será recibir el grosor de mi verga. La voluntad pasional de ofréceme esta alternativa no obvia el pedido de ser cuidadoso, que se lo unte con crema que había traído.

Entendía el código del sexo anal, bien tendida sobre la mesa, abrió los cantos, giró para observar en mis ojos el brillo de la codicia por poseerla.

– Con cuidado, la tienes gruesa, debe doler, con cuidado.

Sostenía las cachas, suave encremé los bordes del anillo anal, suave para calmar la expectativa, beso en la nalga y el índice lleva la crema al borde interior, entrando y saliendo, luego con el mayor abren el espacio, entrando y saliendo, girando en distintas posiciones, haciendo lugar para la verga que sacudo en mi mano derecha. Transcurrido esos interminables momentos de la previa, reemplazo los dedos por el atrevido ariete que pongo a presionar sobre el anillo, siento la tensión muscular, el acto reflejos de fruncirlo. Empujo, despacio, caricia y susurros para calmar la inquietud del instante previo a ser atravesada por mi carne.

– Shhhhh, tranqui bebé, voy a ser suave, me gustas mucho…

Tomada de la cadera me impulso, empujo, la cabeza atravesó la carne, se adentra despacio, la crema propicia deslizarse forzando la estrechez anal. Jadea, reprime los gemidos para que pueda entrar todo de una vez. A tope, todo dentro, le doy tiempo para recuperarse, moverme despacio, entrando y saliendo al máximo, penetrando intenso pero cuidadoso.

Mi cuerpo cubriendo su espalda, los pechos contenidos en mis manos, la pelvis bien apretada, los testículos balanceándose hasta tocar la vulva. No cesa de jadear, los gemidos van tomando más intensidad, la excitación la conmueve y contagia la pasión, ser dueño de su ano joven y casi sin uso llena el ego de cualquier macho maduro.

Asido de los hombros es tiempo de hacerle sentir el rigor de la potencia del macho que está haciéndose dueño de su culito; penetrada en profundidad y contundencia, empujando y apretando sus hombros bombeo moviéndome con vehemencia. Contagio la efervescencia de la calentura, se deja llevar en el entusiasmo de su hombre, los jadeos aúnan para el dueto erótico.

La inminencia de la venida imprime el rigor y contundencia de apretarme con fuerza de sus hombros, empujar con inusitada energía, golpes de verga profundos me van llevando al límite de mis fuerzas. El fuerte golpe de pelvis anticipa el profuso chorro de semen. Bramidos propios de un toro salvaje coronan la primera descarga seminal, los siguientes terminan por vaciar la tensión acumulada, estremecerla por la contundencia de cojida.

Empotrado en su ano, permanecí latiendo calentura, transmitiendo la pasión traducida en caliente leche vertida en el fondo del ano de la muchacha.

Retirado del prieto estuche anal, con las piernas temblando por la explosiva energía generada en los instantes previos a la eyaculación. El agradecido beso coronó la tremenda emoción del disfrute compartido.

– Llévame al baño, necesito higienizarme, me tiemblan las piernas.

El chorro de agua fue el bálsamo que calmó el ardor producido por la intensidad del acto, aprovechó para cambiar el tampón antes de colocarse el short y volver a la sala, una refrescante cerveza calmó los ánimos y sedó los latidos del ano de Marce.

El relax puso en orden las emociones propias del desenfreno, el acercamiento físico transmite emociones compartidas, sensaciones y deseos nunca expresados, la relación había creado los puentes del contacto íntimo que trasciende los de la carne, confiesa que su novio no es como yo, menos expresivo y dado al sexo, tu está con toda la pimienta que una mujer con tantas ganas necesitaría. – Qué afortunada debe ser mi prima teniendo tanto sexo.

– No te lo creas no es tan así

– Uffff, Dios le da pan a quien no tiene dientes…

– Maso, digamos que es algo así. Vos en cambio sos una fiera.

– Seguro que sí, lástima que solo nos vemos cada mucho tiempo, y vivir lejos se nos complicaría.

– Sí, lástima y con lo mucho que me gusta tu culito. Has visto que no era tan doloroso.

– Ja! No te lo creas, me lo dejaste latiendo, eso que pude relajarme bastante, pero me dolió. Si no fuera por esa molestia casi estaba llegando al orgasmo.

– Sí? Qué bueno. Te faltó poco. Y si… lo intentamos nuevamente tal vez…

– Estaría no? Pero esto que estamos haciendo está mal no?

– Sí muy mal, pero cuánto nos gusta…

– Entonces podemos repetirlo, a ver si ahora que puedes demorarte más y tan lubricado con tu lechita tal vez pueda llegar. Primito puedes romperme el culo otra vez?

Ni alcancé a responder que me llevó a su dormitorio, sentada bajo mi short, una breve mamada bastó para ponerme en condiciones de hacerle el amor anal. – Hmmm, sabe a jabón. Vamos! No me aguanto más, cógeme!!!

Tendida boca abajo, almohada bajo el vientre, abriendo los cantos con las manos me provocó para que no demore, que tampoco tenemos todo el día, que la monte de una vez. Menos preparación y más calentura fueron los instantes previos, envión suave pero continuado entré todo en su ano, la leche contenida servía de lubricante, la penetración podía ser con la velocidad y profundidad como si fuera la vagina.

Penetro más fácil pero igual de apretadito el esfínter me hace disfrutar del fragor en la intrusión, metisaca alternando momentos de violencia con la suavidad, variando la intensidad le permito ir creando su propio clima erótico, fomentando los estímulos que la lleven al placer completo.

Pidió ponerla de espaldas, conmigo entre sus piernas, elevarlas sobre mis hombros, exponerse al macho, decía que en esta postura podía sentirme con todo el rigor del macho, al mismo tiempo tocarse y acariciar el clítoris, sentir mi mano sobre la suya guiando en el tocamiento. Los jadeos de la muchacha se diluyen en gemidos cada vez más profundos, el rostro sufre la transfiguración de quien transita tremenda calentura.

Los calores subidos a las mejillas, la boca reseca, y la mirada perdida son los indicios de estar abrasada en los calores del orgasmo a punto de estallarle entre las manos por la fricción frenética del clítoris. Quiero sumarme a la urgencia de sus necesidades fisiológicas del éxtasis, comienzo el “pistoleo” frenético, urgido para llegar con mi eyaculación sobre los gemidos triunfales del orgasmo.

No fue al unísono, pero sí dentro de los límites de la emoción de su orgasmo que llegué a eyacular. La estimulante descarga de semen sirvió para prolongar el orgasmo que la embarga, que la confunde y lleva al séptimo cielo.

Quedé velando la agitación de su éxtasis, disfrutando esos mágicos momentos, compartiendo el clímax que nos revitaliza emocionalmente.

Salirme del ano de Marce fue abandonar el paraíso que me ha cobijado durante las últimas dos horas de placer inusitado.

Creo que debo recorrer muchos momentos en el inventario de mi vida sexual para encontrar alguno comparable con éstos.

Para cuando regresó el resto de la familia todo estaba en orden, sin señales de la tremenda sesión de sexo, solo los rastros de latidos en el ano de Marce no había otros rastros tangibles.

En lo que quedó del verano no hubo más tiempo que unas mamadas de senos y alguna fugaz sesión de sexo oral para bendecir la boca de la muchacha con el semen de su primo.

Te ha pasado? [email protected] me gustaría saber de ti.

Nazareno Cruz

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