Nuevos relatos publicados: 13

Mi hermanastro y yo (Séptima parte)

  • 8
  • 19.035
  • 9,50 (28 Val.)
  • 0

Era un viernes en la noche cuando todo salió a la luz. Sebastián me había ido a recoger a la universidad, ese día había salido a las 7:00 PM ya que tenía un proyecto que presentar, cuando llegó y me subí al auto simplemente me abalancé sobre él dándole un apasionado beso, y con eso nos dirigimos a nuestra casa. Cuando llegamos Sebas ya había dejado listo la cena y me había dicho que me fuera a tomar una ducha mientras nos servía la comida, subí a su (nuestra) habitación y entré al baño junto con un conjunto de pijama de shorts súper cortitos y una blusa muy fina y apretada. Entré a la ducha completamente desnuda abriendo la regadera ajustando la temperatura del agua, cuando por fin el agua estaba perfecta metí mi desnudo cuerpo al agua tomando el jabón, sentía cómo el jabón iba recorriendo suavemente mi cuerpo y el cómo el agua rozaba mi piel. Cuando ya había terminado de ducharme, me sequé con una toalla y me vestí.

—Mmmm... huele delicioso —dije, mientras bajaba las escaleras.

—Sí, ya está servido. Ven, siéntate.

Me senté frente a él en la mesa sintiendo mi estómago rugir, nos miramos sonrientes y empezamos a devorar la comida; una carne a término medio a la mantequilla con espárragos en salsa de queso y puré de papas acompañado de un buen vino, al terminar de cenar nos sentamos por un momento en la sala con una buena sesión de cariñitos muy apasionados, en verdad no podíamos separarnos.

—Aún estoy esperando el postre... —estaba ansiosa de meterme a nuestra cama perfectamente tendida y deshacerlo con nuestros cuerpos apasionadamente.

—Eres muy impaciente, ¿lo sabías? —Sebas estaba sonriente, sabía lo que yo quería y eso era lo que me iba a dar.

—Ya me conoces, soy tu querida hermanita... hermaniiito.

—Uuufff... ¿sabes que me encanta que me llames así?

Y claro que lo sabía, había sido lo primero que me había dicho cuando fue nuestra primera vez juntos. Estaba en los fuertes brazos de Sebas subiendo a nuestra habitación, siempre imaginaba a nosotros dos como recién casados y muy enamorados cruzando el umbral de la puerta, entramos y fuimos directamente a la cama, estaba acostada boca arriba con Sebas encima mío besando fuertemente mis labios bajando por el cuello y poco a poco iba despojándonos de nuestras prendas. Algo me decía que esto no iba a ser igual que todas las veces en las que teníamos sexo y la razón sería todo por mí, no quería que Sebas sólo se preocupara por mi placer... quería que él también sintiera más placer de lo que normalmente sentiría.

Poco a poco me iba sentando haciendo que él me imitara y unirnos en un caliente y pegajoso beso, envolvía su lengua con la mía, desde siempre me encantaba sentir el roce de nuestras lenguas, era muy excitante. Estaba sobre él montándolo con nuestros cuerpos desnudos y su pene golpeando mis labios vaginales que poco a poco se iba humedeciendo más y más, era algo inevitable, subía y bajaba mis caderas para que pudiera sentir mejor su erección que prácticamente estaba empapado con mis jugos, ya pronto la cama tendría un enorme charco por lo mojada que estaba, sus manos hábiles no tardaron en comenzar a acariciar mis senos, mientras una mano iba amasando, la otra daba pequeños pellizcos que me hacían retorcer de placer. Sentí que era suficiente, así que bajé poco a poco hasta su gran pene y metiéndolo a la boca que estaba muy húmeda también producto del beso.

—Aaaah... tu pene siempre está tan delicioso, hermanito —dije, mientras le miraba a los ojos— aún me encanta este líquido preseminal que sabe taaan bien, también amo la sensación de lamer el tronco de tu pene y sentir tus deliciosas y brotadas venas —chupaba cada centímetro de su tronco ya que sabía que eso era su punto sensible— mmmnh... realmente se siente tan bien cuando lo recorro con los labios, sintiendo tu duro pene entrando por mi boca —dicho esto, comencé a chuparle más fuerte sintiendo que ya estaba a punto de correrse y dejé que un gran chorro de espeso semen disparara directo a mi garganta.

—¡Esto fue lo mejor que he sentido en toda mi vida! —exclamó, estaba claro de que Sebas estaba confundido, pero no preguntó ni comentó nada cuando me vio que aún estaba arrodillada en la cama con mis brazos apoyando como una especie de posición en cuatro, con mis ojos aun viéndolo y con la boca semi-abierta.

—Y eso que aún no termina... —me acerqué un poco más a donde él estaba— tendré la boca relajada y luego tú me lo meterás todo, hermanito —dicho esto, noté cómo su pene iba recuperando forma y volvía a ser tan duro como la roca, su rostro se volvió oscuro y su respiración se aceleraba. Sí, así es. Ahora solté a la bestia que tanto quería contener para "no lastimarme". Sentí cómo me iba tomando la cabeza con sus dos manos dirigiendo poco a poco mi boca a su pene cuando de repente me penetró salvajemente la boca causando que me diera una arcada, pero lo aguanté sintiendo cómo algunas lágrimas salían de mis ojos.

—¿Cómo se siente, hermanita? Lo tienes todo adentro —eso era verdad, nunca había estado completamente dentro de mi boca— y ahora lo sacaré lentamente y vuelvo a penetrarte completamente hasta el fondo —sus movimientos eran bruscos, pero me gustaba ya que sentía cómo poco a poco mi vagina comenzaba a llegar a su orgasmo— ¿Te gusta esto, verdad? Puedo ver que ya has llegado a correrte —definitivamente así era, sentía cada estocada que me daba a mi garganta, mi lengua recorría internamente todo su pene cada vez que me iba penetrando y cada vez era más fuerte hasta que se salió de mi boca— esto aún no ha acabado, hermanita —dijo con un gruñido. Para este punto mi vagina ya era una catarata chorreando de mis jugos y con fuertes cosquilleos que me decían que lo necesitaba dentro de ella, aún estaba en posición de cuatro, pero esta vez mi cabeza estaba apoyado en la cama mojada por mi saliva y sus fluidos.

—Mmmmh... ya no puedo aguantarlo más... aaah... aaah... aaah, ahora mi vagina está loca por tenerte dentro... —y con una sonrisa en el rostro tomó con sus dedos mis labios vaginales haciendo que se abran.

—Ooooh... veo que estás muy ansiosa —dicho esto, me penetró profundamente llegando hasta el fondo. Sus movimientos eran salvajes, sus manos tomaban de mis caderas haciendo que las embestidas tuvieran más fuerza, esa sensación de placer era de otro universo, estaba tan mojada que el mete y saca era delicioso, mis paredes vaginales se contraían abrazando su pene, sintiendo el calor que nos causábamos mutuamente y sentía que poco a poco iba perdiendo mis sentidos— uuuuuh siiiiii... córrete todo lo que tú quieras hermanita...

—¡Aaaah! He estado corriéndome desde hace un rato, pero tú aún no has parado...

—¡Ya estoy a punto de correrme dentro de tu vagina, hermanita!

—¡Y yo voy a tener un enorme orgasmo ahoraaa! —siento cómo mi vagina expulsa más fluidos mientras Sebas me disparaba chorros enormes de semen dentro de mí, por suerte usaba anticonceptivos o hubiera quedado bien embarazada. Estaba completamente perdida, solo podía sentir mi entrepierna latir. Poco a poco Sebas iba saliendo de mí haciendo que parte de su semen comenzara a salir de mi vagina, se acostó a mi lado y yo me acosté en su pecho uniéndonos con un profundo beso.

En eso, escuchamos un grito ensordecedor, no habíamos reaccionado hasta que vimos la figura de nuestros padres en el umbral de la puerta, el grito era de mamá, los dos tenía una mirada llena de horror mezclado de ira, mamá tenía los ojos abiertos como platos mientras se tapaba la boca horrorizada y papá nos miraba con furia apretando los dientes. Apenas nos habíamos recuperado de nuestro ejercicio físico cuando mamá nos sacó halando de la cama, yo estaba cubierta con una colcha y Sebas con una sábana, aún se notaba los charcos que se había formado en la cama fruto de nuestro apasionado encuentro sexual, toda la imagen estaba completamente mal.

No nos dijeron nada, mamá se dio la media vuelta y fue a su habitación, papá imitó lo mismo. Sebas y yo nos quedamos en un profundo silencio, se sentía un frío inexistente, comencé a llorar desesperadamente, tenía miedo que nos separaran, tenía miedo perderlo todo; a mi madre, a mis padrastro que era más que un padre para mí y a Sebas, el hombre que tanto amo. Sebas me tomó en sus brazos y me apretó junto a su pecho, estaba llorando también, teníamos los mismos temores y no sabíamos qué nos esperará en el futuro.

**********************

(Hola a mis queridos lectores, espero que hayan disfrutado esta 7° entrega y si no han leídos los otros capítulos anteriores, pues les invito a que revisen en mi perfil para que puedan ponerse al día, este final es un tanto triste y dramático, lo sé, pero habrá más que contar... muchas gracias de antemano.

Ya saben, para cualquier duda, inquietud o pregunta pueden escribirme a: [email protected].

(9,50)