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Mi hija me sedujo y no me resistí
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Después del divorcio el contacto con mis hijos se fue enfriando al punto de que nuestras conversaciones telefónicas se limitaban a cortas palabras de saludo y en forma esporádica. Así que cuando Karina me puso al tanto de sus planes de que pasaría el fin de semana en mi casa, quede en estado de shock, del cual tarde varios minutos en recuperarme. Karina llego acompañada de dos hermosas hijas, Vicky (de Victoria) de 6 y Laura de 4 años, las cuales solo conocía por fotos. Las niñas se adaptaron rápidamente al ambiente, más sabiendo de antemano que la playa estaba a solo 50 metros de la casa.

Karina se cambió de ropa, poniéndose un despampanante bikini amarillo que contrastaba con su piel morena, mostrando en todo su esplendor su voluptuosa figura, había aumentado unos kilitos desde la última vez que nos vimos, los cuales le sentaban de maravilla. Debido a que era temporada alta o de vacaciones, la afluencia de personas para ser un día viernes en la tarde era masiva, sobre todo de mujeres luciendo sus diminutos trajes de baño, dejando todo o casi todo a la vista y muy poco a la imaginación.

Yo caminaba llevando de la mano a Vicky, entre ambos había surgido una sorprendente y rápida identificación, algo que dejo más que admirada a mi hija, ya que la niña era poco dada a demostrar sus simpatías por alguien, detrás venían Karina y Laura. La verdad es que después de casi 10 años viviendo solo, había adquirido ciertas costumbres y una de ellas era el ir catalogando los culos femeninos, mofletudos, caídos, manzanitas, etc., cosa que no pasó desapercibida para mi hija, quien espero el momento adecuado para reclamármelo.

Ya instalados bajo la protección de un toldo alquilado, Karina se recostó boca abajo, dejando su espalda, sus muslos y por supuesto sus ampulosas nalgas para que recibieran la caricia de la luz del sol, yo por mi parte jugaba con las niñas a la orilla de la playa, sin dejar de observar las distintas y variadas presentaciones de nalgas femeninas, aunque había más de un par, más dignas de lástima que de admiración, bueno nadie es perfecto, cuando volvimos mi hija charlaba animadamente con un par de damas, serian cerca de las 6 cuando comenzamos a recoger nuestras cosas.

-Papá te voy a decir una cosa y espero no lo tomes a mal

-Tú dirás.

-Si quieres ver un culo… tienes mi permiso para morbosear el mío… sin poner esa cara de yo no fui, que desde que llegamos no has dejado ni un segundo… y yo pasando pena por partida doble, si doble… por un lado las mujeres, mirándome con lastima ya que piensan y con razón que tu no me respetas eso sin contar con las niñas… por otro lado los hombres que no entienden que estando con una hembra como yo estés mirando otras mujeres.

-Está bien… tienes toda la razón para estar molesta, disculpa no era mi intención… cálmate ahora hablo yo y tu oyes… es verdad, la discreción no es una de mis virtudes y tratare en lo posible de ser más discreto, pero en lo referente a que te vea a ti, ahí te pelaste, tu culo no cuenta, así que ubícate… aquí hay bastantes hombres que pueden admirar tu hermoso culo sin necesidad de que me incluyas.

De camino a casa me cuide de seguir admirando los atributos de otras féminas, por dos motivos primero le había dado mi palabra a mi hija y el segundo porque ella prácticamente se guindó de mi único brazo libre, la continua fricción de sus redondas y duras tetas contra mi antebrazo, amén del roce de nuestros muslos al caminar. El que nos viera, se llevarían la falsa impresión de que éramos cualquier cosa menos padre-hija. En un momento Karina paso su mano por mi cintura, mientras que con la otra guío mi brazo izquierdo posándolo sobre sus hombros.

Al llegar a casa me encontré con la ingrata sorpresa que nos esperaban sentados en el pequeño jardín, mi querida y nunca bien olvidada “ex” y Juan mi yerno. Mire seriamente a Karina mientras rompía el fuerte abrazo, que aún mantenía unidos nuestros cuerpos. Karina me miraba muy sorprendida por la brusquedad de mi acción.

-Tranquilo papá, Juan no se va a quedar…

-Si mi molestia no es él, por mí que se quede todo el tiempo que quiera… quien invito a tu mamá.

-Yo solo le comente que vendría con las niñas…

-Karina, por favor, que yo no chupo el dedo… tu siempre andas manipulando, así que como tú la invitaste… le dices que se vaya o lo hago yo, tu escoges pero de que se va, se va, entendiste…

-Ya va… dame unos segundos… déjame primero hablar con ella.

Luego de los saludos, pasamos al interior de la casa, la situación era bastante incomoda, ya que la frialdad al responder el saludo no pasó desapercibido por Juan, quien rápidamente trato de explicarme la situación. Su familia estaba alojada en una pensión situada a varias calles, pero por motivos ajenos a su voluntad, la familia que estaba alojada y que tenía que desocupar las habitaciones habían sufrido un accidente, así que las cosas se habían complicado, Karina se acordó que yo vivía cerca y se vino con las niñas, solucionando así parte del problema, pero la llegada de Olga complicó más el panorama. Entre Juan y Karina rogaron para que dejara a Olga dormir en casa ese fin de semana, que para el lunes ellos confiaban que todo estaría solucionado, yo les sugerí un cambio, otro familiar por mi ex, mi hija con algo de vergüenza me confeso que la familia de su esposo no las tenía todas con ella por su forma de ser, a regañadientes acepte, poniendo mis condiciones, las cuales fueron aceptadas por ambos.

Juan a los pocos minutos se despidió dándome las gracias, prometiendo venir al día siguiente para llevarse a su familia, yo le dije que Karina y las niñas se podían quedar todo el tiempo que quisieran pero a la bestia la quería fuera bien temprano. Después de cenar nos sentamos en la sala, Olga para variar comenzó con sus mordaces comentarios sobre cómo estaba decorada la casa, yo trate en lo posible en ignorar sus ironías sobre mi buen gusto. Karina estaba sentada como era su costumbre desde pequeña con una pierna sobre el apoya-brazo, por supuesto que debido a la negligente postura de sus piernas, gran parte de sus muslos quedaban a la vista y quizás haciendo un pequeño esfuerzo podía ver sus pantaletas.

-Karina acomódate que estas enseñando las pantaletas –dijo Olga

-Ni que fuera la primera vez… total bastante que me las vio antes del divorcio –respondió Karina sin variar de posición.

-Si pero en esa época eras una chiquilla malcriada –intervine, ya que por experiencia ya sabía el final de su discusión y lo que menos quería era pelea madre-hija.

Karina volteo a verme y tal vez comprendiendo mi intención se acomodó en el asiento, pero Olga no se dio por vencida, así que volvió a enfilar sus bacterias contra el decorado, ella es un ser de pocas ideas pero fijas y la que tenía en mente era verme disgustado, nuevamente mire a mi hija señalándola con el dedo índice en forma acusadora. Karina se paró como un rayo, casi arrastro a su madre fuera de la estancia, quien sorprendida casi no opuso resistencia, pasaron varios minutos hasta que volvieron a entrar, que le dijo, no sé y tampoco viene al caso, pero de que la tranquilizo, la tranquilizo. Karina se volvió a sentar displicentemente, mostrándome descaramente las pantaletas, en sus labios se dibujaba una sonrisa, Olga alterno su mirada de las piernas de su hija a mi rostro, quedándose callada.

Ya las niñas se habían quedado dormidas en el cuarto de huéspedes, cuando Olga insinúo donde dormiría ella, por toda respuesta le señale el sofá donde estaba sentada.

-Karina tu sabes que yo tengo problemas en la espalda…

-Bueno, duerme con las niñas… la cama es bastante grande…

-Y tú donde vas a dormir –dijo Olga

-En la cama del dueño de la casa –dijo Karina mientras soltaba una alegre carcajada

-Yo que tu no estaría tan segura de ello -dije mientras me ponía en pie

-Y porque no puedo dormir contigo, dame una buena razón… total eres mi papá

-Karina… por mi puedes dormir donde tú quieras eso sí… a la primera patada te saco del cuarto -dije mientras le tendía la mano en clara señal de invitación.

Olga se levantó como un rayo para protestar, pero la severa mirada de Karina la paro en seco, dio media vuelta saliendo con paso rápido de la sala. Siguiendo mi ancestral costumbre me di una rápida ducha, me cambie de ropa, acostándome casi enseguida, a los pocos minutos entro Karina, vestía un pijama de algodón bastante conservador.

-Papá tú sigues durmiendo en interiores

-Por supuesto y más viviendo aquí, donde el calor a veces es insoportable, porque preguntas.

-Es que… bueno a mí también me gusta dormir así… tu no tendrías problema si duermo solamente en pantaletas…

-Problemas, lo que se llama problemas no, pero no sería correcto… además conociendo a tu mamá es capaz de despertar a Vicky… y si la niña te ve… Olga tendría para formar un escándalo… mejor déjate de vainas…

Karina por toda respuesta se levantó, cerrando la puerta con seguro, luego con la mayor tranquilidad se despojó de la blusa, quedando en brassiere, después se quitó las pantalonetas. Karina quedo solamente en sostén y pantaletas un sugestivo conjunto azul, semitransparente, la sugerente panty era de un atractivo muy sexy, sobre todo por los lacitos a los costados, ya que si uno los soltaba, la pequeña prenda caería irremediablemente a sus pies. Karina sin mucha ceremonia se despojó del pequeño sostén, dejando sus turgentes tetas al aire, los hermosos pezones oscuros cubrían una buena superficie.

-Viste que no hay problemas… total no estoy enseñando más de lo que viste esta tarde en la playa.

-Solo que esta tarde… tenías puesto el sujetador del bikini…

-Que bolas… papá tu amiguito se paró… desde cuando no ves un buen par de tetas

-No… lo que pasa… como te explico… déjalo así… mejor apaga la luz y vamos a dormir

-Si ya se, lo que vas a decir… que una cosa es tu mente y otra tu cuerpo… que son cosas involuntarias y bla bla

-Algo parecido, pero mejor vamos a dormir…

Karina continuaba allí a mi lado solamente en pantaletas, negándose a apagar la luz, mostrándome su cuerpo, como si fuera algo natural, el ajustado slip comprimía mi erecto pene, causándome una enorme molestia, sin pensarlo mucho me levante entre al baño que estaba dentro de la alcoba, rápidamente me quite los interiores, me puse nuevamente los pantalones, espere unos minutos a que mi erección se bajara un poco. Karina continuaba en la misma posición, tratando de no verla mucho me acosté dándole la espalda. Karina era terca como su madre y cuando se empecinaba en algo, no se quedaba tranquila hasta lograr su objetivo.

Karina comenzó a pasarme su mano por mi espalda en lentas y arrulladoras caricias, el sutil roce de sus dedos sobre mi piel, estaba enervando mis sentidos, casi inconscientemente fui virando mi cuerpo hasta quedar boca arriba, la carpa que se formaba en el pantalón era la prueba más que evidente del estado de excitación en el cual estaba inmerso. La mano de Karina ahora acariciaba mi vientre, sus ampulosos pechos estaban en pleno contacto con mi antebrazo, estaba siendo seducido por mi propia hija. A mi mente volvieron como por encanto aquellos adormecidos recuerdos, cuando comenzó a mostrarme sus pantaletas al sentarse, sus provocativos abrazos, sus preguntas de doble sentido, sus continuos e incitantes restregones con sus duras nalgas, toda una odisea de la que logre salir ileso.

Lentamente gire hasta quedar los dos frente a frente, ahora era yo quien acariciaba suavemente su angulosa cintura, deteniendo mis dedos sobre el pequeño lazo que sujetaba sus delicadas pantaletas, ella me miraba fijamente mientras su mano derecha se movía algo inquieta muy cerca de mi pene.

-Karina que pasa si suelto este lacito

-Pues… lo más seguro es que te pida que sueltes el otro.

-Tú no te cansas de provocarme… a veces pienso que tu mamá tiene razón, que estas medio loquita.

-Tu, dándole la razón a mamá…

-Pues sí… aunque a veces a ti te gusta provocarme…

-Y quien dice que es solo provocación… hay que ver… a tus 50 y pico de años y todavía no conoces a las mujeres… tú crees que nosotras andamos de regalía y nos insinuamos ante el primer hombre que se nos para al frente, no, no señor.

-Bueno, en lo referente a las mujeres… no sé, pero en donde no voy a discutir es que de verdad no conozco a mi hija

-Tu acaso creías, que yo te abrazaba, que te mostraba mis pechitos, te hacia preguntas sobre el amor, te enseñaba las pantaletas de una y mil forma diferentes por tan solo provocarte… si no lo único que falto fue quitármelas y ponerte en la cara mi pochonguita, para ver si te fijabas en mi… la verdad es que eras bien… distraído por decir lo menos.

Sin pensar en las consecuencias de mis incestuosas acciones, tire de una de las trencillas deshaciendo el pequeño lazo, simultáneamente a que la pequeña prenda dejaba ver claramente los fraternales labios vaginales, Karina tomo entre sus dedos el glande acariciándolo suavemente, nuestros labios se unieron en suave y lascivo beso. A mis manos les faltaba tiempo para recorrer el cuerpo desnudo de mi hija, ella no se quedaba atrás en corresponder mis caricias, los labios permanecían unidos mientras las lenguas eternizaban su impúdica guerra.

En un momento determinado quede de espaldas sobre la cama con Karina sentada a horcajadas sobre mí, el glande rozaba los abiertos labios vaginales, con un suave pero enérgico movimiento de cintura, la fraternal vagina engullo lentamente la erecta verga. Era y fue indescriptible la divina sensación de penetración, sentir como mi pene se abría paso entre las sensibles entrañas, experimentar como las flexibles y húmedas mucosas cedían ante presencia del erecto invitado, para seguidamente cobijarlo brindándole una cálida envoltura, el desplazamiento de su cintura con rítmicos y lentos movimientos, la candencia de subí-baja, de lado, hacia delante, hacia atrás, rayaban en la perfección. Sus grandiosas tetas se desplazaban al son impuesto por la cimbreante cadera, el cuerpo de Karina tenía tres puntos de apoyo para mantener el equilibrio, sus manos sobre mi pecho y mi estaca incrustada al máximo en la pringada y complaciente vagina.

Karina tomo entre sus dedos uno de sus pechos, guiándolo con extremada lentitud hacia mi cara, colocando el epicúreo y erecto pezón entre mis labios, al cual chupe con verdaderas ganas, luego realizo la misma operación con la otra teta, mis manos se habían apoderado de aquellas magnificas bolas de carne que conformaban el trasero de mi hija ayudándola en su movimiento de subí-baja, a la vez que trataban explorar el arrugado y oscuro agujero anal. Los músculos de todo mi cuerpo comenzaban a tensarse en clara señal de que el orgasmo se acercaba, la rigidez de mi abdomen casi me impedía el continuo martilleo de pene en su vagina, los dedos de mi mano se aferraban con fuerzas a nalgas de mi hija, tratando en vano que detuviera su lascivo movimiento de cintura. Por el orificio de la uretra, el glande expelía gruesas gotas de semen que bañaban las agradecidas interioridades de la cuca de mi hija. Karina al sentir la abundante eyaculación, abrió sus sensuales párpados, mirándome fijamente a los ojos, sonrío, mientras recostaba suavemente su cabeza sobre mi pecho.

Karina sin variar de posición, permanecía quieta, el único movimiento lo ejecutaba internamente, sus músculos vaginales trabajaban afanosamente, una delicada actividad masajeadora asediaba mi perceptivo glande, era la primera vez que una mujer me obsequiaba una fricción post-coital, mi hija ponía a prueba toda su sapiencia en aquellos amasamientos, logrando que en pocos minutos mi verga comenzará a erectarse nuevamente, su desplazamiento sobre mi estaca era más enérgico, sus rodillas ahora apretaban mi cintura, sus largos dedos se aferraban con furia sobre mis adoloridos hombros, su cabeza semienterrada en mi cuello, su respiración agitada, la piel brillante por la acción del sudor eran claros indicios que era su turno, que estaba a punto de explotar en un grandioso y placentero orgasmo.

Ahora fui yo quien continué bombeando de manera inmisericorde, Karina cual muñeca de trapo se dejaba hacer, limitándose a gemir por lo bajo, hasta que alcance a eyacular mi carga seminal por segunda vez esa noche, era la primera vez en mi vida que echaba dos sin sacarlo, realmente una proeza, de donde saque fuerzas no lo sé, o si lo sé, tal vez el morbo de coger con mi hija me dio la resistencia necesaria, continuábamos abrazados, Karina parecía cómoda sobre mi cuerpo y horcajadas, a mí su peso no me molestaba para nada.

-Papá te voy a confesar algo y no me vayas a poner pretencioso… realmente valió la pena esperar estos 11 años por este polvo.

-El que debe dar las gracias soy yo, no todos los días se consigue uno con una mujer como tú en la cama… lástima que seas mi hija, porque de lo contrario…

-Ya que estamos en una de confidencias te diré algo si no te hubieras ido de la casa sin avisar… serias tú y no Juan el padre de esas hermosas niñas.

-Olvídate de eso… total nunca iba a suceder.

-No estés tan seguro… ahora de lo si puedes estar súper seguro es que no habrá fuerza en el mundo que me saque de esta cama durante el fin de semana.

-Estás loca… que piensas hacer con las niñas…

-Mañana las mando con Juan para que pasen el día y nosotros nos quedamos en la cama, ya que no pienso pasar otros 11 años sin hacer el amor contigo.

-Cielito estas loquita, ok te reconozco que eres única en la cama, como amante eres perfecta, pero no te olvides que eres mi hija, lo que acaba de pasar bueno… paso, de ahí a otra cosa… la verdad es imposible…

-En la vida no hay nada imposible… si ya dimos un paso, pues demos el otro y listo… además Juan está allí, es gracias a las circunstancias…

-Cariño vamos a dormir… mañana cuando estemos solos… hablamos con calma.

Karina no quedo muy conforme, pero aun así se quedó callada, conociendo lo tozuda que es mi hija, sabía que estaba planeando algo, la abrace cuando me dio la espalda, mi pecho contra su dorso, mis manos jugaban con sus pomposas tetas, mi pene rozaba provocativamente sus amplias nalgas, la lujuria se apoderaba de mis pensamientos, cuando tuve una buena erección, busque colocar mi verga entre sus esplendorosas posaderas.

-Papá, cuidado con lo que haces… si vas a dejar entre las nalgas vale, pero…

-Tranquila… una pregunta nada más, tu nunca…

-Jamás… a ningún hombre le he permitido que me toque el hueco del culo… bueno esta noche a ti… claro tu eres distinto… bueno una vez a una compañera de clases, por una apuesta la cual yo gane

-Aja… mira pues a la carajita…

-No vayas pensar cosas que no son… paso lo siguiente, ella era buena estudiante y me caía súper pesada, entonces una tarde hicimos una apuesta que si yo sacaba mejor nota que ella en el próximo examen me tenía que lamer el culo un buen rato… llego el día, Laura se sentaba dos puestos por delante en la fila, a medio examen me levante a preguntar sobre una duda, me fije en su hoja y la tenía a medio contestar, la muy perra quería reprobar, en el fondo sentí unos sentimientos muy confusos, por un lado me alegraba, la tendría lamiendo mi culo y por otro lado estaría yo cayendo en mi propia trampa, a la final María me dio la única y mejor lamida de culo en toda mi vida, con decirte que me hizo acabar como 3 veces.

El relato de Karina me termino de excitar, inconscientemente trataba de empujar mi pene entre las frondosas nalgas, Karina aguantaba los suaves embates sin protestar pero tampoco colaboraba impidiendo mi avance, luego tomando entre sus dedos el glande, abre sus muslos, guiando el pene hacia la abierta vagina.

-Papá si te portas bien, a lo mejor… quien sabe y te conviertes en el primero…

Como toda respuesta mi embestidas aumentaron la velocidad y la profundidad, Karina en respuesta a mi ataque levanto un poco la grupa ofreciéndome un mejor ángulo de penetración, con la única mano libre que tenía acariciaba levemente su hinchado clítoris, masturbándola mientras ella se pellizcaba los erectos pezones, fue un coito brusco, pleno y rápido, nos quedamos dormidos así, desnudos y abrazados.

El lunes cuando Karina se marchó junto con su mama y sus hijas, quede desolado, vacío por dentro, mi vida se iba en ese auto, ella por el contrario iba feliz, radiante como la luz del sol, pasaron cerca de 6 meses sin tener noticias de Karina, la resignación se había adueñado de mi vida, una tarde mientras preparaba algo de comer, los continuos timbrazos me sacaron de la modorra que da la rutina, con ganas de decirle cuatro cosas a la persona que tocaba de manera insistente el timbre, cuando abrí la puerta me encontré con la agradable sorpresa de Karina con Laura en sus brazos y Vicky parada a su lado, todas sonreían, no paso ni un segundo y ya estábamos todos confundidos en un solo abrazo, desde el carro nos veía Juan con cara de tristeza, luego nos hizo un gesto de despedida, alejándose poco a poco.

-Papá aquí estoy de nuevo…

-Cuantos días, fue lo único que atine a preguntar…

-Te informo dos cosas, primero no deje que pasaran 11 años, segundo aquí vamos a estar hasta que salga el divorcio y si es tu deseo viviremos toda la vida…

Sin importarme que nos vieran las niñas la abrace besándola en los labios, ella correspondió apasionadamente la caricia, luego la ayude con el equipaje, han pasado 3 años, somos una familia feliz, la niñas ven con naturalidad que su madre duerma conmigo y lo mejor es que han entendido que lo que pase en casa… en casa se debe quedar.

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