Nuevos relatos publicados: 13

Cartas homoeróticas (VII): De Mikel a Janpaul

  • 5
  • 5.566
  • 9,80 (5 Val.)
  • 0

Querido Janpaul:

Sigues contándome cosas que recuerdo al hilo de tu narración y a ratos me caliento y por momentos me río a carcajada abierta, como ayer que me sorprendí a mí mismo leyendo tu última carta por cuarta vez y agarrándome de mis pelotas, ¿que yo podía parar? Tenía un ataque de risa tan fuerte que me eché un pedo y al tirarme hacia atrás dobla mi silla y suerte que me caí encima de los pies de la cama, pero la silla se fue rodando por todo el parquet hasta dar con la puerta, ¡menudo estruendo! Tanto fue así que mi madre llamó a mi puerta, no pude contestarle y entró, pillándome en pelotas, con los hombros sobre la cama y el resto de mi cuerpo estirado sobre el suelo, me di con todo el culo en el piso. Me vio, se asustó de mi caída, vino a recogerme y me vio lo empalmado que estaba y me preguntó si podía levantarme. Solo de pensar qué le iba a decir, mi erección creció y creció hasta ponerse en vertical pegada a mi ombligo. Se salió.

Cuando llegué al salón me dijo: «Ya estabas leyendo las cartas de Janpaul». Le contesté: ¿Tú que piensas? Me dijo: «Que sois dos pájaros de mucho cuidado, y a mí no puedes engañarme, lo amas ¿verdad?» No me salían las palabras, con la cabeza le dije que sí. Entonces escuché: «Cuando acabes el semestre te vas a Madrid». Me volví y estaba hablando mi Padre desde la puerta del salón. Me abracé a él y tuvo que venir mi madre a separarnos, diciendo que ella también tenía derecho a un abrazo y un beso. Mi padre, fíjate bien, mi padre bendiciendo lo nuestro, y yo pensando que era un homófobo de los cojones. Gracias, he de decirlo, esto es por estar sacando mejores calificaciones ahora; ahora sí que estoy lleno de paz contigo dentro de mi corazón. Pienso que es eso lo que ha convencido a mi padre.

Al hilo de escribir esta carta con mi puñetera letra, se me ocurre pensar si sería mejor hacerlo por correo electrónico, pero también pienso que tú no quieres para que tengamos más próximo el contacto y es cierto porque cuando recibo tu carta la beso mil veces, me la paso por el corazón y por... mis huevos como si fueras tú. ¡Cuánto he perdido no queriéndote contestar! No sabes lo que me arrepiento de todo eso.

Me he calentado y como lo sabía tenía ya preparado mi papel cartulina de color de rosa. Me acabo de masturbar sobre él y lo voy a doblar te lo mandaré en la carta ya seco para que no ensucie el resto, me alegraré no sabes cuánto si tú me mandas tu esperma, lo voy a conservar como mi frasco de perfume para olerlo en días de fiesta.

No vayas a pensar que me ha salido, es preparado y lo voy a hacer más veces para tu solaz, placer y disfrute, pero te mandaré más, pues no tiene sentido que en tanto tiempo no tengamos placeres nuestros.

También te he preparado para otra carta otras sorpresas, permíteme que lo llame así.

El otro día hubo una fiesta de tipo vecinal, ellos decía fiesta de familias, motivo por el cual acudí, pero me dijo mi madre que fuera con mucho cuidado que las mujeres de ahora son muy atrevidas. Lo entendí a medias y no sabía hasta dónde eran todos de atrevidos. Me pareció que negarme de entrada era como un insulto, pero yo no hice ni el mínimo caso.

El asunto es que ya a medianoche comenzó la fiesta de adultos y una muchacha que yo no conocía entabló conversación conmigo y me animó a ir a su dúplex que era adecuado. Laurraine, la hija de los anfitriones, me tomó del brazo y me llevó por el pasillo a lo que vino a ser su dormitorio o habitación de su puterío. La seguí, pues me llevaba amarrado. Me hizo desnudarme y tampoco me parecía importarle tanto hasta que se desvistió quedándose hermosamente desnuda; no me atrajo, pero por un momento me pareció un ángel. Se me acercó y quería abrazarme. No me dejé, pero parecía tener más fuerza que yo, así que me rendí y me dejé abrazar y besar, pero mi cabeza estaba fuera de eso, me hizo agachar para que lamiera o besara su coño y, ¡joder!, me dio lástima la puta hembra y recogí mi ropa para salirme, en eso que venía mi madre, me vio muy enfadado y me ayudó a vestirme para que me fuera a casa. Ella se vino enseguida también, solo mi padre se quedó para quedar bien con ellos.

No pude, no pude hacer nada, no puedo hacer nada, te necesito tanto…

A los dos días, me encontré en el buzón un sobre y dentro un papel que decía «PUTO MARICÓN DE MIERDA». ¿Sabes qué? No me he sentido agraviado, sino fiel a ti y es eso lo que de verdad me alegra. Lo peor vino después. Se me olvidó el papel en la mesa del salón y lo vio mi padre. Llamó al padre de la chica y a la chica en la Comisaría y ante al Comisario Álvarez, amigo de mi padre desde la niñez, le dijo a la niña que prefería «un puto maricón de mierda que una mierda puta como tú» y a su padre le dijo: «cuida de tu hija si no quieres que duerma cada noche con un chico y tener un nieto prematuro y sin padre».

Lo que más me alegra es que mis padres estén a favor de mi relación contigo que otra cosa. Si estuvieras aquí en carne y hueso te besaría todo tu cuerpo pulgada a pulgada, deteniéndome en esos lugares que sólo yo conozco que te gusta más y te da mayor placer.

De nuevo quiero reiterarte que te quiero y deseo verte pronto,

tuyo siempre,

Mikel

(9,80)