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Creí que había violado a mi cuñada hasta que volvió por más

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Por esa época vivíamos en la casa de mis suegros y ese día mi esposa tenía turno de noche en la fábrica, yo no sabía que cuando mi esposa y yo no estábamos en casa, mi cuñada Maritza quien era la menor de todas y la consentida de mi mujer se quedaba en nuestro cuarto para pasar la noche, ya que ahí podía ver televisión y podía dormir más cómoda que en su propio cuarto que compartía con Consuelo, su otra hermana y quien se adueñaba de todo, como lo hacen las hermanas mayores y veía lo que quería y no dejaba que mi cuñadita menor viera sus películas y muchas veces ni siquiera la dejaba dormir.

Yo vine a enterarme hasta esa noche que llegué de una de las presentaciones que yo realizo con mi banda de rock en algún bar de Bogotá.

Esa noche, a diferencia de otras, después de la presentación no me quede en el apartamento de mi amigo Wilmer, sino que mi amigo Ernesto quien de puro milagro fue a verme junto con su deliciosa esposa Johana y otros amigos, se ofrecieron a traerme en carro hasta mi casa, invitación que yo no pude reusar ya que igual que mi amigo Ernesto, mi casa quedaba fuera de la ciudad, de hecho vivíamos en el mismo pueblo, y motivo por el cual me veía obligado a pasar la noche en la casa de mi amigo Wilmer

Yo llegue como a la una de la mañana, bastante cansado, así que deje mi instrumento en la sala y entré a mi cuarto donde me lleve la agradable sorpresa de encontrarme con mi cuñada Maritza en mi cama, ella, mi favorita de todas mis cuñadas se sorprendió al verme, sin embargo por la confianza que me tenía me pidió el favor que la dejara terminar de ver su película antes de volver a su cuarto con su hermana.

Yo le dije:

—Claro que sí, termínala de ver mientras yo me ducho y me quito este cansancio.

Saque de mi cajón una pantaloneta y una camisa, me entre a la ducha y me di un refrescante baño de agua caliente que me relajó y sin saberlo me preparo para lo que venía.

Tan pronto salí de la ducha, ya un poco excitado, entré a mi cuarto y me di cuenta que a pesar que la película de mi cuñada ya se había acabado ella seguía acostada en mi cama, tapada hasta el cuello como queriendo ocultar algo.

En ese momento yo vi que no estaba viendo nada interesante, así que me acerque al televisor y puse uno de esos canales que a esa hora pasan películas eróticas y me senté en un sillón que había al lado de mi cama, el solo hecho de saber que mi cuñada estaba acostada en mi cama me excito mucho, mientras que en medio del silencio mi cuñada, quien en ese momento era la dueña del control remoto, cambio de canal.

Yo me levante rápidamente y volví a poner mi canal, pero mi cuñada volvió a sintonizar otro, entonces yo le dije:

—por favor déjame ver mi película.

Y ella me dijo:

—No cuñado que se va poner a ver esas cochinadas.

Yo le dije

—Dame el control.

Ella me dijo como en un tono juguetón.

—No señor.

Yo me abalance sobre ella para quitarle el control remoto y poder ver mi película, pero antes que yo la alcanzara ella de un salto salió de mi cama y empezó a correr por mi cuarto, sin acordarse que lo único que llevaba puesto era uno de esos pantis cacheteros con transparencia que delineaba muy bien sus grandes caderas y sus hermosas nalgas y que dejaba entre ver una vagina grande y carnosa y una camisa que acentuaba sus grandes senos y que yo ya me había dado cuenta desde hace tiempo que ella utilizaba para dormir.

Yo la conocía desde los 14 años como la niña gorda de la casa, su aparente obesidad era la causante de su poca autoestima y de la burla de sus esbeltas hermanas que utilizaban esto para humillarla cada vez que peleaban, sin embargo, 5 años más tarde, después de su desarrollo, era toda una mujer, alta, de cabello negro ondulado, de unos hermosos y grandes senos, una pequeña cintura y unos gruesos y largos muslos, era dueña de un cuerpo voluptuoso que contrastaba con su carita de niña inocente.

Por supuesto que yo me quede pasmado con semejante cuerpazo que por varios años ella había ocultado debajo de su uniforme de colegio y que ahora a solas en mi habitación, sin quererlo me lo exhibía de forma inocente, provocándome una enorme erección de la cual ella se dio cuenta y sé que también se dio cuenta de la forma en que yo la miraba.

Cuando ella cayó en cuenta de esto corrió nuevamente para mi cama, se acostó bocabajo y puso el control remoto debajo suyo para que yo no se lo pudiera quitar mientras intentaba taparse nuevamente con la cobija, pero yo la alcancé y evité que cumpliera con su cometido y sin ninguna otra intensión más que la de quitarle el control remoto empecé a manosearla y a tocarle los senos.

Poco a poco en medio de este juego me deje llevar por mi excitación y empecé a moverme encima de ella como si la estuviera penetrando, haciéndole sentir toda mi erección en medio de sus hermosas y grandes nalgas mientras que ella intentaba detenerme poniendo sus manos en su cola e inevitablemente sintiendo mi vergota en sus manos al mismo tiempo que me decía:

—¡no Cesar no haga eso!

Pero yo ya no me podía detener, entonces ella en un intento de parar todo esto, se dio la vuelta para oponer resistencia de frente, pero lo que logró fue que yo me metiera de cabeza entre sus piernas y empezara a chupar su provocativa y grande vagina por encima de su panti, ella puso sus manos como tratando de detenerme, pero mi ímpetu era tal que ella no lo podía evitar mientras yo me comía su vagina por encima de su ropa.

Poco a poco sus negativas se fueron confundiendo con unos gemidos que lo único que hacían era excitarme mucho más, entonces, mientras chupaba su cuquita por encima de su panti, metí mis manos bajo su camisa y empecé a manosearle sus grandes, firmes y suaves senos, así que ella ya no sabía si evitar que se la chupara, o que la manoseara, mientras que en medio de unos pequeños gemidos me decía:

—¡no cesar aj, aj, aj no haga eso!

Después de esto tomé el control de la situación y en un rápido movimiento y con algo de complicidad de mi cuñada, le quite su panti y lo tire por ahí, después me acosté encima de ella y empecé a besarle los senos mientras que metía mis dedos en su enorme, mojada y peluda vagina.

Ahí si fue que sus gemidos se incrementaron y a pesar de todo esto, su carita de niña continuaba diciéndome que no, pero con su cuerpo de mujer me decía que sí.

Yo me la quería comer toda, así que rápidamente baje con mi boca por su vientre, pasando por sus grandes y hermosas caderas y llegando hasta sus muslos, los cuales eran grandes y largos, empecé a besarla por la parte interna de sus muslos desde las rodillas hasta su entrepierna, como anunciándole lo que venía.

Primero su muslo derecho, después su muslo izquierdo mientras que desde donde yo estaba se podía ver como sus fluidos vaginales ya afloraban.

En medio de todo, sin oponer tanta resistencia y con su voz ya excitada ella me decía:

—no cuñado, no más por favor.

Aferrándome a sus grandes muslos me metí de cabeza entre sus piernas y empecé a chuparle su enorme vagina mientras acariciaba sus grandes muslos.

Su abundante vello púbico me excitaba mucho porque me daba a entender que a pesar de su carita inocente, ya no era una niña, que ella ya era toda una mujer y que muy seguramente mi pene cabía perfectamente en esa cuquita mojada y caliente.

En ese momento ella se entregó por completo al placer que yo le estaba proporcionando, mientras yo pasaba mi lengua por su clítoris y le metía mi lengua en su vagina, entonces abrió sus piernas de par en par dejándome ver que además de su vagina, su esfínter anal también necesitaba de toda mi atención, fue ahí cuando empecé a lamer y a meter mi lengua en su cola, ya no hubo marcha atrás, ella necesitaba que yo le hiciera el amor.

Ella me provocaba tanto morbo que yo no sabía cómo manosearla, mientras yo me comía su clítoris y metía mis dedos en su vagina, también estiraba mis brazos y le acariciaba los senos al mismo tiempo que hundía mi cara en una mar de vellos y de fluidos vaginales.

Después, aprovechando todo el fluido vaginal que escurría, empecé a meter un dedo en su colita mientas que ella arqueaba su espalda y ponía sus manos en mi cabeza empujándome duro contra su vagina, como masturbándose con mi cara, tenía sus ojos cerrados y se lamia los labios.

Rápidamente sus movimientos se fueron incrementando y tomándome del cabello empezó a frotar mi cara contra su vagina de una forma desesperada.

Arqueando su espalda y meneando su cabeza se vino en un orgasmo muy intenso y húmedo en medio de pequeños gemidos que no podía reprimir justo en el momento en que yo ya tenía metidos tres dedos hasta el fondo de su colita

Sin más espera, me puse a la altura de su cara y entre sus piernas me quite la pantaloneta y la camisa y como entre un tuvo, mi pene erecto y muy duro, entro de forma natural por su vagina empapada en jugos vaginales, en medio de un gran quejido de mi cuñada, mientras yo me movía lentamente, se lo metía y se lo sacaba todo para que sintiera cada centímetro de mi pene dentro de ella.

En ese momento ella había dejado de luchar por el control remoto y en un intento de luchar por el control de su cuerpo me dijo entre gemidos:

—¡ay Cesar ya no más! y ahora ¿qué le voy a decir a mi novio?

A lo cual yo le conteste:

—Pues le dices que fue una violación.

Decirle eso, fue como haberle prendido el turbo a mi cuñada, tal vez ella tenía algún fetiche con eso, no sé, pero si antes se había entregado por completo, esta vez abrió sus piernas de par en par dándome todo el permiso para que la penetrara, así que ella no pudo hacer más que dejarme entrar y dejar que yo, el esposo de su hermana mayor, le pegara tremenda culeada.

Yo me sentía como un depredador que se comía a su indefensa presa, mientras ella con sus ojitos cerrados me rodeaba con sus enormes muslos y me abrazaba con sus tiernos brazos al tiempo que yo le daba verga por su deliciosa vagina mientras le daba besos en la boca, mordisquitos en sus pezones, acariciaba sus largos y gruesos muslos y pasaba mi mano por su vagina solo para sentir como mi pene entraba y salía de su cuquita y para explorar de vez en cuando su ya empapado esfínter anal

Cada cosa que yo hacia la excitaba mucho, al parecer no tenía mucha experiencia en el sexo, a pesar que su novio la invitaba a salir a cada rato, sin embargo aprovechaba yo esta situación para volverla loca de excitación.

Ella me tomo fuertemente de las nalgas empujándome hacia ella, como pidiéndome más, mientras los chasquidos que salían desde su vagina, se confundían con el palmoteo de nuestras pieles chochando, y sus gemíos llenaban mi habitación a pesar que ella se reprimía para que no nos escucharan en toda la casa.

Cuando ya llego la hora de venirme, me apoyé en mis puños y empecé a darle más duro, sus grandes senos se movían al ritmo de mis envestidas, mientras ella se mordía sus labios hinchados, su carita de adolescente excitada me hacían sentir como una bestia carnal que destazaba a su pequeña presa, sutilmente le anuncié que ya me iba a venir mientras que ella con un movimiento de su cabeza me dijo que si, así que entre gemidos nos vinimos en un gran orgasmo húmedo y delicioso, pero por nuestro bien, en medio de lo posible tuvimos un orgasmo silencioso.

Yo no podía parar de eyacular, yo sentía como si litros y litros de semen salieran de mí y quedaran en la vagina de mi cuñada quién aún seguía revolcándose de placer debajo de mí con sus piernas abiertas de par en par aferrándose fuertemente a mi espalda disfrutando de los espasmos de mi pene derramando gran cantidad de semen entre su vagina.

Mientras ella terminaba de sentir su orgasmo, yo me quede dentro de ella hasta que sintiera el último espasmo de mi pene.

Después del éxtasis, nos quedamos acostados uno al lado del otro, en un profundo silencio, escuchando solo nuestras respiraciones agitadas, mientras yo sentía la sudorosa piel de sus caderas junto a la mía y meditábamos lo que acababa de pasar.

Rato después, ella lentamente se levantó y empezó a buscar sus pantis, los cuales yo no sabía en donde habían quedado, evitándome y haciendo como que yo no existía buscaba por toda la habitación pero no los veía, al darme cuenta yo de la situación y para demostrarle que había sido algo fortuito también me levanté a ayudarle a buscar y en ese preciso momento mi cuñada se agacho para buscarlos debajo de la cama, literalmente se puso en cuatro para poderlos encontrar.

Ahí estaba yo viendo a mi cuñada desnuda de la cintura para abajo, gateando por toda mi habitación buscando sus cuquitos para poder salir del cuarto con algo de dignidad, lo cual me provoco nuevamente una gran erección y me motivó a simular que también se los iba a ayudar a buscar solo con la intención de ver este espectáculo más de cerca

Cuando por fin los encontró debajo del armario, muy al fondo, se agacho más para poderlos alcanzar y ahí fue cuando no pude más, y aprovechando esta nueva posición me hice detrás de ella con la intensión de hacerle el amor otra vez.

Ella me dijo en un tono imperativo:

—No más cuñado, esto no va a suceder otra vez.

Haciendo un esfuerzo por alcanzar sus pantis se estiró nuevamente respingando nuevamente su colita y despertando en mí los más bajos pensamientos.

Yo intente tocarla nuevamente pero ella se resistió fuertemente y me dijo:

—¡no más!

Cuando volvió a insistir en alcanzar su ropa interior quedo en una posición en la cual yo podía ver ese divino tesoro que mis dedos habían estado dilatando, encerrado en medio de esas dos hermosas y grandes nalgas, me encantaba ver esos pelitos que rodeaban su orificio, así que no me aguante la tentación y le di una mordida en uno de sus glúteos muy cerca de su esfínter anal y provocando en mi cuñada un delicioso gemido que me invitó a seguirle estimulando su colita.

Empecé a manosear sus grandes senos y a meter mis dedos en su colita mientras ella me preguntaba.

—¿Por qué hace eso cuñado?

Yo le conteste:

—qué pena cuñada pero es que usted esta muuuy buena.

Y acertando nuevamente dándome cuenta que a mi cuñada le gustaba que le hablaran sucio me deje poseer nuevamente por el animal que llevo dentro y aprovechando la actitud sumisa de mi cuñada la penetre por detrás con la intensión de hacerle el amor ahora de perrito.

Mi cuñada no pudo decir más que:

—aj, aj, aj, aj.

Yo desde atrás solo podía disfrutar de la hermosa visual de sus hermosas nalgotas y su pequeña cintura, mientras le acariciaba los senos e incluso metía mis dedos en su cola, ya que esta se abría como invitándome a entrar, al tiempo que ella desde adelante me miraba como preguntándose, que era lo que yo le hacía.

Estábamos en pleno acto cuando se escucha salir a alguien de algún cuarto, sus pasos se acercan a mi habitación así que tuve que bajar el ritmo de mis envestidas, después entraron a la cocina y abrieron la nevera para buscar algo de comer seguramente.

Yo, aprovechando la distracción, me salí de la vagina de mi cuñada y se lo metí por su dilatado ano, a lo que ella respondió en voz baja y bastante angustiada.

—¡Cesar me lo estas metiendo por la cola!

Como si no se hubiera dado cuenta de mis intenciones desde el principio, mi cuñada me volvió a decir esta vez con un acento como de dolor y en voz baja:

—¡espere que me lo está metiendo por la cola!

Yo seguí con mis movimientos como si ella no me hubiera dicho nada y cada vez se lo metía más profundo, así que ella empezó a emitir unos pequeños gemidos más agudos de los que hacía antes, eran como de dolor y placer.

Al rato la persona que andaba por ahí entro nuevamente a su cuarto y mi cuñada se relajó un poco más, permitiendo que mi pene entrara aún más profundo en su cola.

Para mí era espectacular ver como mi pene salía y entraba de la hermosísima cola de mi cuñada y también ver como los pelitos que rodeaban su hoyito se hundían al tiempo con mi pene mientras ella me intentaba decir que por ahí no.

Con el tiempo, su colita se dilató más y ya mi pene entraba y salía más fácil, y mi cuñada lo disfrutaba mucho más.

Con el tiempo fuimos cogiendo ritmo y le fui dando cada vez más duro, ella en ese instante pego su carita contra la alfombra como resignándose a entregarme su culo de una forma sumisa y complaciente mientras yo como un depredador sexual disfrutaba de los majares que mi cuñada me entregaba.

Ella misma se enderezo, se quitó la camisa, y se apoyó en mi cama, dejando sus enorme tetas en las sabanas y sus rodillas en el piso con el fin de estar más cómoda, mientras yo se lo hundía por el culo con todo y pelos, ella cerraba sus puños agarrando fuertemente mis sabanas.

Ya no me aguanté más y sin importarme si le dolía o no, empecé a machacarle ese culo con total desenfreno mientras sus gemidos combinados con griticos de dolor empezaban nuevamente a llenar toda mi habitación, sin embargo cuando vi su carita de dolor, algo pasó por mi mente y pensé:

—¿que estoy haciendo?, ¿será que la estoy lastimando?, ¿Qué tal que a ella no le esté gustando esto y después me meta en problemas?

Entonces me paso un frio por todo el cuerpo del solo hecho de pensar que estaba violando a mi cuñada, en ese momento me detuve, mire al cielo y después al frente, estaba dispuesto a detener todo para no agrandar el problema, sin embargo esto fue algo que mi cuñada Maritza interpretó de otra forma y al ver que yo no me movía, empezó a moverse ella contra mí, ella solita, en cuatro, totalmente desnuda se estaba enculando por su propia voluntad y al parecer estaba disfrutando de mi pene dentro de su ano porque dejaba salir sus gemidos sin ningún pudor y con el tiempo subió el ritmo de sus movimientos hasta que literalmente me cogió a culazos.

Dejándome llevar por los instintos primitivos de mi cuñada y que fácilmente me había contagiado, la tome de sus hermosas caderas y le empecé a dar duro por ese culo, mientras toda su piel se sacudía al ritmo de nuestros movimientos, sus gemidos se aumentaron y nuevamente nos olvidamos del mundo entero.

Como dándome la aprobación con su mirada empecé a decirle cosas como.

—Maritza usted culea muy rico.

—Maritza que cola tan deliciosa tienes.

Hasta que con una sacudida brusca, ella me indico que estaba teniendo tremendo orgasmo mientras que yo descontroladamente le llenaba de semen su conducto anal.

En medio de respiraciones agitadas y de pieles sudorosas me salí lentamente de la cola de mi cuñada y ambos nos acostamos en la cama para descansar del orgasmo y ella para descansar del dolor y del orgasmo mientras que al relajar su mano dejo caer los pantis que tanto había estado buscando debajo del armario.

Después de descansar y de normalizar su respiración, se puso su camisa y su bonito panti y como indignada, salió para su cuarto.

Esa noche dormí profundo, pero los siguientes 30 días fueron una pesadilla, mi cuñada no me hablaba y mi esposa estaba muy rara con migo, igual que mi suegra, yo solo esperaba a que se destapara el escándalo y a ver si Maritza había quedado embarazada o si me iba a denunciar o algo así, yo me imaginaba en la cárcel e incluso perdiendo a mi familia.

Una sábado en la mañana como siempre llegue del trabajo como a las 7 am, me despedí de mi esposa Anet quien salía a trabajar, entré a la ducha a bañarme todo el sudor del trabajo y salí envuelto en mi toalla, dispuesto a dormir de día, algo que para mí era casi imposible por todo el ruido que había en la casa y por el calor que hace de día, por eso yo dormía desnudo y apenas tapado con una sábana.

De camino a mi cuarto, me cruce con Maritza quien estaba esperando que yo saliera del baño y quién también salía envuelta en su toalla pero para bañarse, yo caminé algo triste hasta mi cuarto, cerré la puerta y me metí debajo de la sabana como de costumbre.

En el primer piso se escuchaba a mi suegro quien era mecánico trabajar con sus herramientas y se escuchaba a mi suegra lavar los trastes para preparar el desayuno.

Cuando por fin me estaba cogiendo el sueño, me despertó el ruido de la puerta de mi cuarto y veo entrar envuelta en su toalla a mi cuñada Maritza, quien antes de entrar, miró para todos lados para ver que nadie la estuviera viendo, puso su dedo en la boca como haciendo una señal de silencio, dejó caer su toalla dejándome ver nuevamente su voluptuoso cuerpo desnudo mientras que rápidamente me quitó la sabana y se dispuso a hacerme un delicioso sexo oral.

Aunque Maritza se esmeraba, no me lo mamaba mejor que su hermana Paola, pero me tenía muy excitado

Cuando yo ya estaba muy erecto ella se levantó e inmediatamente me rodeo con sus piernas y se sentó sobre mi pene, se penetró ella solita y empezó a cabalgar sobre mí.

Arqueaba su espalda mostrándome sus grandes senos, y meneaba su peluda vagina sobre mí como mostrándomela y como queriéndome decir:

—mira lo que te estas comiendo cuñado.

Su carita de morbo y la forma en que me miraba me volvían loco, así que yo también incremente mis movimientos pélvicos para ayudarle, entre tanto ella me decía:

—¡te siento en mi estómago!

En ese instante se escuchó el grito de mi suegra diciendo:

—Maritza ya llego Oscar.

Esta situación la excito bastante lo cual provoco que incrementara sus movimientos y al mismo tiempo sus deliciosos gemidos.

Mientras Oscar esperaba en la piso de abajo yo le hacia el amor a su novia en el segundo piso mientras que ella como sin importarle nada seguía sacudiéndose de placer, cabalgando sobre mi pene mientras sin dejar de moverse le contestaba a mi suegra con otro grito:

—dígale que ya bajo.

Y como si nada continuamos haciendo el amor hasta que llegamos al punto de excitación que nos obligó a venirnos en un muy jugoso y ruidoso orgasmo que no se escuchó más gracias al ruido del taladro de mi suegro.

Yo terminé de eyacular en su vagina y al poco tiempo, rápidamente ella se levantó sin importar que aún escurriera semen entre sus piernas, se envolvió en su toalla y se metió en el baño a darse una ducha y a prepararse para salir con su novio a celebrar su primer aniversario.

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