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Mi fetiche, mi perdición
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Hola, como están, espero que les guste lo que les voy a contar en adelante, es la primera vez que narro lo que me sucedió y necesito contarlo y no sabía a quién.

Resulta que, con un primo, que hacía mucho que no nos veíamos y a partir de unas fiestas comenzamos a frecuentarnos, y una noche que tomamos mucho los dos, sucedió algo que hasta hoy tengo en mi conciencia presente.

Mi gran fetiche son los pies de las mujeres y por ahí mismo, caí en la trampa de mi primo, una noche que nos vinimos los dos a casa, le dije que ya venía y me fui a bañar. Al regresar nos sentamos en unas sillas con lugar para apoyar los brazos, y yo acerque otra silla y puse mis pies en el apoyabrazos, y ahí fue donde comenzó todo.

Sin pensarlo mis pies quedaron a merced del paso de él, al principio no fue problema, pero a medida que tomábamos, se fue haciendo paso obligado hacia el baño, y al regresar si o si, debía pasar al lado de mis pies y correrse para no tocármelos, pasaron varias veces y en una de ellas, se refriega su pene en mis pies, y nos reímos por lo que hizo, al pasar de nuevo, vuelve a pasar refregándose en mis pies yo no hice nada por sacarlos, al contrario, los deje ahí, para que él se refregara sin problemas.

Pasaron dos o tres veces más, hasta que decidió tocármelos y se dio cuenta que eran por de más suaves, y me dice asombrado, primo, que suaves sus pies, parecen de una mujer, y comenzó a acariciármelos, yo no hice nada por quitárselos y el siguió tocándome mis pies cada vez más suave y más suave y diciendo que eran los más lindos que había tocado y los deje que siga haciéndome caricias.

Hasta que veo que se sienta en la silla que yo tenía de frente donde ponía yo mis pies en él apoya brazo y se pone mis pies en sus piernas ya sentado y comenzó a tocarme de una forma diferente y a excitarse con mis pies en sus manos y yo sentir las caricias de otra forma, siguió así por un rato y viendo que yo no se los quitaba, aprovecho y se bajó el cierre del pantalón y metió uno de mis pies dentro de suyo, y yo sentí su verga en piel sobre mi pie, y no hice nada por sacarlo, entonces el, al ver que todo seguía bien, se refregó más y más mi pie sobre su verga hasta que yo seguí su ritmo y se lo fregaba, en seguida, se desprendió el botón de su pantalón y se lo bajo, dejando su verga súper hinchada al aire y tomo mi otro pie y se los refregó a los dos, yo sin decir nada o hacer nada, seguí su juego y ahí comenzó todo, mi fetiche, mi perdición.

Sin mediar palabras entre los dos, solo con la mirada de picardía, seguimos por un buen rato jugando así, hasta que necesitamos hielo, y él fue en su búsqueda, me bajos los pies, y se dirigió a la heladera, saco los hielos y volvió a sentarse en la misma silla y me tomo por los pies y me puso de vuelta a que siga refregando mis pies en su verga, y nos reíamos los dos, como si fuera una jugarreta de chicos.

En un momento siento que me toma los pies y empieza a hacerse una buena paja con mis pies, y lo veía que gozaba de una manera que sentí que lo estaba complaciendo de una manera que jamás imaginé y no se los quite, deja que siguiera con su masturbación y ya empezaba a sentirme diferente yo.

Esa mañana se fue sin haber acabado, pero me dijo que fue una buena noche y sonriendo en forma picara, me dijo que volvería por mas, no les preste atención a sus dichos, hasta la semana siguiente cundo me mandó un mensaje a las seis de la mañana preguntando si podía venir a mi casa, pensado en lo que paso le dije que sí, esperando que el haga lo mismo que la última vez sin decirle nada por supuesto a él.

Al llegar a casa me pregunto si me había gustado lo del otro día, y le dije que sí, que lo había tomado como una cosa pasajera, pero divertida, y sin mediar palabras me pidió mis pies de nuevo, y al verlo tan convencido, le dije que esperara y me fui a lavarlos para que los tuviera limpios y así pueda hacer lo que quería, al regresar, él ya tenía su verga lista esperando mis pies y me los tomo y se los puso y empezó a refregarse sin ningún problema, yo no decía nada y seguí su ritmo de y empezamos a tomar unos tragos mientras mis pies le refregaban su gran pero gran verga, y escuchamos música y hablamos como si nada, mientras yo le refregaba mis pies en su verga, se levantaba a buscar hielo o a ir al baño y cuando regresaba tomaba mis pies y se los volvía a poner para que siga con la refregada.

Y así pasaron varios fines de semanas hasta que un día, viendo una película porno, vimos que una mujer, le refregaba sus pies a dos, y después termino entregándole el culo y mi primo dijo, mire primo, esa mujer termino entregando el culo a los dos amigos, que le parece si me presta el culo también, insistió tanto que después de varias idas y venidas, termine sentándome en su verga culo pila para que sea como él quería, y se reía de verme sentado encima suyo mientras el refregaba su verga en mis nalgas intentando metérmelo.

Al ver que en la película la mujer después les chupo la verga a cada uno, le dije, eso ni se te ocurra, solamente si rio y siguió refregándose en mi culo y diciendo que era cuestión de tiempo y así fue, en la próxima visita que me hizo, termine chupándole la verga a la mejor forma que podía, y se reía diciéndome, te acordar que me decías que eso ni se me ocurra, y yo lo miraba con la boca llena de su verga y le hacía saber que así era, y no paraba de reírse y me hacía unas arremetidas que hacían dar arcadas terribles diciendo que sin arcadas no es una buena chupada, así que mi fetiche por los pies de las mujeres, terminaron siendo mi condena.

Al tiempo, recibía mensajes de él que decían, hola primo, hay unos pies, ya voy, vaya preparando ese culito y la boca que estoy en camino, y así no mas era, me daba un baño y me cepillaba los dientes para él.

Era todo hasta que me pidió ir a la cama y me pidió que le entregue el culo, me acostó boca abajo y me puso unos almohadones levantando mi culo de una manera que quedaba súper abierto y el intentaba meterme su verga, yo sentía la presión de la entrada pero no lo dejaba porque no se ponía preservativo, y él me decía que quería que sienta cuando iba a acabar dentro mío así sentía su leche y así me podía considerar suyo, yo le decía, que sin preservativo no le iba a dejar entrar, pero que si me consideraba de él, porque otro no había y solo hacia todas esas cosas con él, sin tener la más mínima idea porque me había entregado a sus juegos, pero que me gustaban puedo decirles que cada vez más y más.

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