Nuevos relatos publicados: 0

Limerick School (Episodio 2)

  • 11
  • 8.194
  • 8,25 (16 Val.)
  • 0

Desperté con un leve dolor en mi glande. Contemplé a mi esposa y me dio un poco de pena. Ya no me atraía tanto como antes, pero era buena. Decidí que en el día de hoy, iba a concentrarme en hacer un buen trabajo y nada más. Tengo que guardarme la verga en los pantalones y bancármela como un hombre decente. Sentí que solo con mi débil voluntad, no iba a poder lograrlo. Tuve una idea. Fui al baño y me estire la verga hacia abajo. Agarré unas vendas del botiquín y me vende la verga contra mi pierna. En el caso que alguna situación me ponga muy caliente, la erección iba a ocurrir a lo largo de mi pierna y no se notaría. Al menos espero que Marcia no lo note y no me busque para chupármela. Me vendé fuertemente y fui al colegio.

Se me hacía un poco difícil caminar, tenía que renguear un poco. Si alguien me pregunta podría decir que me caí y me golpeé la pierna o algo así. No tuve en cuenta que el movimiento de mis piernas y la venda me realizaban cierta masturbación. Mientras mi verga no estuviera erecta, supongo que eso no sería un peligro. El día estaba muy caluroso, y eso me generaba más incomodidad. Empecé a dudar de mi idea, esto iba a terminar mal. Ingresando al colegio veo a algunas de las chicas sentadas en las escaleras esperando a que abra. Una de ellas era la terrible pendeja de último año, que era más alta que yo y tenía unas tetas que se desbordaban de su camisa. Tenía una pollera cortísima y su camisa más desabrochada de lo habitual. Pude ver con facilidad toda la carne de sus muslos y un poco del pliegue de su culo, estaba sentada de una manera muy descuidada. Dios mío. Mi verga de a poco empezó a reaccionar, sentí unos cosquilleos.

Continué caminando y al pasar a su lado no pude evitar mirarle las tetas. Eran increíbles, firmes y enormes. Tuve que caminar más lento, la venda había empezado a masturbarme. No pude dejar de mirarla y ella finalmente levanto su cabeza y mi miró a los ojos. Yo estaba totalmente ruborizado. Su mirada se tornó libidinosa y se mordió el labio inferior. Verla desde arriba, con esas tetas y sus ojazos verdes, me hizo poner muy caliente, quería sacar mi verga y metérsela en la boca. Pero no. Basta. Ni siquiera había entrado al colegio y ya estaba así.

Caminé rápidamente entregándome a la masturbación que me propiciaba la venda. Debía ir rápidamente al baño y hacerme la paja sin que Marcia me viera. Miré para todos lados y al parecer no había nadie. Apresuré mi marcha y escuché.

-¡Martín! Qué bueno que llegaste, vení un momento a mi oficina.

Me doy vuelta y veo la silueta de la directora metiéndose a su oficina. Me pareció divisar mucha piel, al parecer por el calor, estaba con muy poca ropa. Con miedo, camine lentamente y me asome desde la puerta. Allí estaba Susana, la directora. Tenía una musculosa extremadamente escotada y una pollera larga. Se estaba sentando en su escritorio donde se encontraba su computadora.

-Vení, acércate, ¿vos sabes de Excel?

Tendría que haber dicho que no. Pero sí, sabía bastante. Ella se mantuvo sentada y me puse atrás de ella hacia un costado. Tenía una visión perfecta de ese océano de carne blanca que eran sus tetas. Podía ver sus venas celestes esparcidas y la sombra de sus pezones. Empecé a traspirar. Mi verga empezó a crecer y a ponerse muy caliente. Me preguntó sobre algunas operaciones básicas de base de datos. Intenté explicarle y ella no lograba comprenderme. En cada movimiento sus tetas generaban olas que las recorrían por completo. Tuve la terrible idea de decirle

-Si querés lo hago yo, te pido el asiento.

Me dijo que no hay problema y su majestuoso cuerpo se elevó. Yo me senté y ocurrió lo que de alguna manera estaba esperando. Ella acercó su cara hacia el monitor y me apoyo sus monstruosas tetas sobre mi hombro. Era evidente que no tenía en cuenta del todo las dimensiones de su cuerpo. Mi excitación estaba llegando a un límite. Sentir toda esa carne suave y caliente sobre mí me llevó a una sobredosis de placer. Empecé a sudar mucho. Mi visión se empezó a poner borrosa. Temblé y perdí la conciencia. Vi estrellas y luego todo negro.

Me desperté en una camilla. Tenía la ropa puesta, pero estaba sin zapatos. Mi camisa estaba desabrochada. Vi a Marcia en el fondo de la habitación. Su cara mostraba preocupación. Trate de recomponerme y ella me pidió que me quede allí recostado.

-Ahora viene la enfermera.

Estaba en la enfermería del colegio y Marcia me comentó que el personal de mantenimiento me trajo hasta aquí. Por suerte conservaba mis pantalones. Tenía que sacarme esa venda llena de transpiración y liquido preseminal. Solo debía pasar el examen de la enfermera.

La puerta se abrió y mi corazón se detuvo. Entró a la sala una chica de unos veinticinco años que era una versión más joven de la directora. Era más delgada, el pelo largo y las mismas tetas impresionantes. Su uniforme estaba haciendo un esfuerzo terrible para contener esas tremendas ubres. Ella era mucho más hermosa y más delgada, haciendo que sus tetas resalten aún más. Marcia me vio y comenzó a reírse, rápidamente clavó su mirada en mi verga.

-¿Que anda pasando? Yo sabía que mi mamá tenia levante, pero tampoco para hacerlos desmayar. Me dijo la enfermera.

Marcia fue hacia la puerta y con una sonrisa picarona puso la traba.

-Yo ya sé de donde viene el problema. Dijo Marcia. Ambas se miraron con complicidad y me di cuenta de lo que se venía. Marcia se puso detrás de Maite, la enfermera y le apretó las tetas.

-Martín es un enfermo por las tetas, no pudo con las de tu vieja.

-¿Ah sí? dijo Maite mientras Marcia le apretaba las tetas. Mirándome la verga preguntó -¿Y qué pasa que conmigo no se calienta?

Yo no podía más, empecé a perder conciencia, y trate de quitarme los pantalones pero no tenía las fuerzas. Las chicas se dieron cuenta que yo estaba descompensándome y con rapidez empezaron a sacarme los pantalones.

-¿Que mierda es esto Martín? Exclamó Marcia y entre las dos sacaron la venda.

-Nunca más vuelvas a hacer esto, estás loco.

Sacaron con totalidad la venda y mi verga estaba casi morada, totalmente dura, se había puesto enorme.

-A la mierda. Dijo Maite. -Ay Martin, no podes andar así, de verdad que te puede hacer muy mal.

Mientras me hablaba, Maite y Marcia usaban sus dos manos para acariciarme la verga y las bolas.

-Mira el tamaño que tienen estas bolas, esto está por estallar. Me dijo Maite y seriamente me miro a los ojos. Acercó su cara y me dijo con voz sensual. Hay que ordeñarte hasta deslecharte por completo.

Me hicieron sacarme toda la ropa y pararme. Incline mi torso hacia adelante y apoye mis manos sobre una silla. Maite trajo un banquito y se sentó bien al lado de mi verga. Lleno sus manos de un lubricante.

-¿Me puedo quedar a mirar? Dijo Marcia.

Yo gire mi cabeza para verla y me di cuenta que tenía puesta una pollera muy cortita. También vi como su verga erecta se asomaba.

-Obvio que si Marcia. Dijo Maite que no sacaba sus ojos de mi verga.

Así como se ordeña una vaca, Maite empezó a pajearme. Lo hacía con firmeza y lentitud, yo empecé a gemir, no quise contenerlo. Su mano subía y bajaba realizando giros. Vi como con su otra mano empezó a acariciarse las tetas. Marcia había corrido su bombacha y liberado su enorme verga. También empezó a pajearse al ritmo que me pajeaba Maite. Maite empezó a subir la velocidad y yo ya estaba listo para explotar. Maite se dio cuenta y concentró su mano en mi glande. Empecé a gritar, estaba por acabar. Vi como Marcia su puso bajo mi verga y apoyo su lengua extendida sobre mi glande, Maite subió su mano y pajeaba con fuerza y rapidez todo mi tronco. Con un intenso gemido que me resulto interminable, liberé numerosos chorros de leche espesa. Marcia quiso meter toda la leche en su boca, pero no pudo, le rebalsaba y algunos chorros cayeron en sus tetas. Empezó a tomar el semen de manera desesperada mientras se seguía pajeando.

-Marcia tráeme ya esa vergota para acá. Le dijo Maite.

Marcia puso sus dos manos sobre la cabeza de Maite y movió sus caderas cogiéndole la boca. A todo esto Maite nunca me soltó la verga. Marcia aumentó su velocidad hasta acabar en la boca de la excitada enfermera. Maite abrió su boca y deja chorrear el semen de Marcia sobre sus tetas.

Me levanté y me senté sobre un sillón. No lograba estar parado. Mi verga aún seguía durísima, sentía que esto no me había aliviado, al contrario estaba más caliente que nunca. Marcia se puso en cuatro y se me acercó gateando. Bajó mi verga erecta con su mano y la puso en su boca. Luego volvió a su posición y empezó a moverse chupándome la pija únicamente con su boca. Sus movimientos orales eran de mamada, sentía que la estaba alimentando como una vaca alimenta a sus terneros. Maite se acostó en el piso y puso su cabeza entre las piernas de Marcia mirando hacia arriba. Colocó la verga de Marcia en su boca y agarrándose las tetas se puso a mamar. La verdad que el cuadro que estábamos representando era hermoso. Marcia se movía lentamente, lo estábamos disfrutando muchísimo. Vi como Maite empezó a tocarse la entrepierna. Yo estaba totalmente relajado, me recosté hacia atrás y cerré los ojos.

Era imposible no desear esto. Quisiera que me chupen la pija durante toda mi vida, todo el tiempo. Y de repente sentí algo, como una pieza de un rompecabezas que encajaba. Oh Dios. Marcia no quiere otra cosa que chuparme la pija. Vivir con ella sería un sueño cumplido. Así mi mente divagaba mientras gozaba como nunca con la impresionante chupada de pija de Marcia. Me tire un poco para adelante y le vi la cara. Sus ojos cerrados, su cara de placer, ella realmente lo estaba disfrutando. Comencé a acariciar su cara suavemente. Ella abrió los ojos y me miro con intensidad. Me pareció una imagen muy hermosa. Eyaculé mientras nos mirábamos fijamente. Ella succiono como una mamadera y se tragó todo sin pestañear. Algo cambió. Marcia bajó su cabeza y tiro su cuerpo hacia abajo. Acabo en la boca de Maite mientras ella le agarraba el culo con sus dos manos.

Sacamos servilletas y nos pusimos a limpiarnos. Me sentía bien.

-Nunca más hagas esa estupidez de la venda Martín. Yo te deslecho todas las veces que sea necesario. Me dijo Maite. -Antes que te vayas, quiero que te acuerdes de esto. Maite empezó a desabrocharse el uniforme de enfermera. De a poco empezó a liberar esas tetazas. Sus pezones eran enormes y estaban excitados. -Me quede re caliente. Me agarro la mano y me acerco hacia ella. -Ya estuvimos mucho tiempo encerrados, despedite de ellas y la próxima nos vemos sin Marcia. Dijo riéndose.

Miré fugazmente a Marcia y la noté incomoda. Yo no me pude contener y con mis dos manos agarre desde la base esas monstruosas ubres. Se movían para todos lados, mis manos difícilmente podían sostenerlas. Eran increíblemente pesadas. Me llevé sus pezones a mi boca y los chupe con fuerza. Empecé a calentarme nuevamente.

-Bueno, bueno, bueno. Me dijo Maite guardando sus tetas. -No abusemos de nuestra suerte.

Volvimos a nuestra oficina. El resto del día pasó tranquilo. Susana pasó a verme y preguntarme si estaba bien. Me sorprendí al darme cuenta que sus tetas eran más grandes que las de su hija. Unas infernales ganas de ver esas tetas desnudas se apoderaron de mí. No quité mi vista de esos globos, en algún punto quería que se dé cuenta. Le dije que estaba mejor y que cuando necesite ayuda con Excel que me avise. Me sonrió y se fue. Marcia estaba atenta de la escena.

-Como te gustan las tetas a vos eh. Me lo dijo sonando a reproche. Se me acercó por detrás de la silla poniendo sus manos en mis hombros. -Sos un pajero, tu verga ya esta dura, de acá la veo. Marcia se pone bajo el escritorio, yo adelanté mi silla lo máximo posible y sentí como Marcia me bajó la bragueta. Ya no iba a resistirme. Marcia se metió la verga en la boca y sentía como jugueteaba con su lengua tranquilamente. Así da gusto trabajar. Mientras Marcia me chupaba la verga yo seguía con las planillas del inventario.

El día terminó. Me acerqué a saludar a Marcia que estaba sentada en la silla. Se acercó a mi verga y le dio un beso sobre el pantalón.

-Hasta mañana. Volví a mi casa y no daba más. Me di una ducha y tuve una sensación de sentirme afortunado. Un fuego empezó a recorrer mi cuerpo. No veía la hora de volver al Limerick School.

Escribime. [email protected].

(8,25)