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Cita con un maduro en su casa

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El sábado de la semana anterior, me había dado por el culo un hombre maduro; rondaría los 50 años o quizás algo menos; en los aseos públicos de la calle Fernández Latorre, después de aprovecharse que el hijo de puta del maricón que me estaba sodomizando, me había dejado tirado. Me había dejado con los pantalones y slip sobre los tobillos, la camiseta sobre el suelo, el culo abierto y preñado de semen, la polla tiesa a más no poder, y la puerta del aseo abierta.

Por supuesto que no perdió la oportunidad aquel hombre maduro, y aprovechó la ocasión que se le había presentado, y sin que yo tuviera tiempo a reaccionar, me sodomizó en aquel aseo público, después de haberlo hecho el hijo de puta del maricón.

Al menos él me había dejado satisfecho y no me había dejado allí tirado. Incluso me había invitado a una cerveza en el bar que hay enfrente de aquellos aseos, y luego me había dado una nota con sus datos para que lo llamara por teléfono la próxima semana, si me apetecía repetir, pero que la cita sería en su casa.

Por supuesto que toda la semana estuve pensando en si llamar y dejarme volver a ser sodomizado por aquel hombre maduro. Así que el viernes a media mañana, con la calentura y ganas que tenía que me dieran por el culo, lo llamé por teléfono. Estaba excitado, ya no aguantaba más, así que, armándome de valor, empecé a marcar en el teléfono aquel número que me había apuntado en la nota que me había dado.

¿Si, diga? Se escuchó por el auricular del teléfono.

Hola, contesté, ¿está Jaime?

Sí, soy yo, ¿Quién es?

Soy Dani, nos conocimos el sábado pasado en… Sí sí ya me acuerdo, dijo sin que yo terminara de hablar. Entonces que, ¿te apetece repetir?

Sí, le contesté.

Estupendo, dijo él, ¿cuándo quieres que quedemos y repitamos?

Si quieres que sea hoy viernes la cita, tendrá que ser a partir de las 6 de la tarde, hasta esa hora yo no puedo quedar. O si no te va bien, puede ser mañana sábado por la mañana o a cualquier hora que te vaya bien.

Mejor hoy si puede ser, le contesté.

Muy bien, me dijo, veo que tienes ganas de polla, seguro que andas calentito y te gustó como te abrí ese culito vicioso que tienes con mi polla el sábado pasado, ¿eh?

No contesté nada, solo se escuchaba mi respiración, estoy seguro de que, si pudiera verme en ese momento, vería como mi cara se enrojecía, al escuchar aquellas palabras.

Bueno pues entonces a partir de las 6 de la tarde, podemos quedar en mi casa, dijo. Como ya tienes la dirección, avisaré al portero que voy a tener una visita, para que te deje pasar y no tengas impedimento alguno.

Vale, le contesté. Sobre las 7 de la tarde estaré en su casa, le dije.

No me trates de usted, me gusta que me tutees, putita. Y no te preocupes, que te voy a meter mi polla en ese rico y vicioso culito que tienes, te lo voy a dejar bien abierto y preñadito.

Bueno entonces hasta la tarde, precioso, dijo terminando la conversación.

Chao, contesté, colgando el teléfono.

Pasaban ya de las 6:30 de la tarde de aquel viernes, cuando iba camino de la cita con aquel hombre maduro. Iba nervioso y excitado con ganas de que me diera por el culo. Necesitaba ser follado, quería que me abrieran el culo y me dieran una buena ración de polla. Desde el sábado pasado en que me habían sodomizado por 3 veces, no me había vuelto ni hacer una paja, y estaba que reventaba, tenía los huevos hinchados y llenos de leche, que necesitaban ser descargados urgentemente.

Cuando llegué al portal del edificio donde vivía Jaime; era el número 1 de la calle Alfonso Molina; estaba el portero; era un hombre más o menos de la edad de Jaime, alto y delgado; me preguntó a donde iba. Le dije que iba al piso 12 b, que había quedado con Jaime.

A, sí sí, ya me ha dejado aviso. Sube, es el último piso, me dijo el portero sin quitarme la vista de encima. El muy cabrón, me había escrutado de arriba abajo, y cuando le di la espalda, no sacaba los ojos de mi culo. Estaba casi seguro de que aquel portero, sabía muy bien a lo que yo iba, o al menos yo tenía esa sensación. Aquella manera de escrutarme de arriba abajo, y luego aquella mirada a mi culo y aquella cara de lujuria relamiéndose los labios con la lengua, me hacía pensar que el muy cabrón, sabía que me iban a dar por el culo y abrirlo bien abierto y dejarme bien preñado.

Y las sospechas que tenía, me las confirmó cuando me abrió la puerta del ascensor. Abrió la puerta aguantando la misma dejando que yo pasara, y mientras yo entraba en el ascensor, posó su mano sobre mi espalda, bajando luego su mano hasta mi culo, dándome 2 palmaditas mientras me deseaba que pasara una buena tarde, con una sonrisa… Que me dejó pensativo y con la boca abierta.

Cuando llegué al piso 12; era el último; salí del ascensor, giré a la izquierda, y toqué el timbre de la puerta donde vivía Jaime. En unos segundos ya me estaba abriendo la puerta aquel hombre maduro que me iba a sodomizar, me abrió la puerta, apareciendo en albornoz y recién duchado.

Hola, pasa pasa, Dani, dijo, dándome paso a su casa. Nada más entrar, cerró la puerta, llevándome luego apoyando sus manos en mis hombros por la espalda, hasta la sala donde tenía la televisión encendida.

¿Qué tal estás? Me preguntó, sin quitarme las manos de mis hombros y arrimándose a mi espalda.

Bien le dije, esperando a que me soltará de aquel abrazo que empezaba a darme, sujetándome por la espalda. Cosa que no hizo, si no que fue todo lo contrario, pegado a mi espalda, fue bajando sus manos por mi pecho, hasta llegar a mi vientre, y pegándome más a él, empezó a restregarme a su polla, ¡ufff! Que ganas te tengo maricón, estás muy bueno, decía restregándome a él, mientras con sus manos me iba sobando por todas partes.

Empezó a desabrocharme los botones de la camisa, mientras con su boca pegada a mi oreja, susurraba, ¡mmm que bueno estás maricón! Lamía y mordisqueaba el lóbulo de la oreja, mientras me iba desabrochando los botones de la camisa. Cuando ya casi la hubo desabrochado por completo, me acarició los pechos, pellizcándome luego los pequeños pezones, ¡mmm, los tienes excitados y duritos! Me susurraba sin dejar de mordisquearme y lamer el lóbulo de la oreja.

¿tienes ganas de polla, eh maricón? Me decía.

Yo no decía ni hacía nada, solo me dejaba hacer.

Continuó desabrochándome los botones de la camisa, tiró de ella para que subiera el trozo que tapaba mis pantalones, y luego de desabrocharme todos los botones, tiró de ella para abajo por mi espalda, dejándola que callera quedando colgada por la cintura. Llevó sus manos a mi cinturón aflojándolo, siguiendo luego desabrochándome los botones del pantalón, hasta que tiró de ellos hacia abajo, arrastrando en el proceso el slip, hasta que cayeron por su peso a mis tobillos.

Mi polla saltó disparada hacia arriba, quedando pegada a mi vientre, tan pronto me hubo bajado el pantalón y slip.

¡Ohhh que cosita rica! Me susurraba llevando sus labios a mi cuello besando y lamiéndolo, ¡uy que bueno estás maricón! Decía sobándome con sus manos la polla y huevos. Estás bien caliente, mira como vienes de empalmado pedazo de maricón.

Después de manosearme por todas partes sobándome la polla y huevos y mordisquearme el cuello y el lóbulo de la oreja, me dijo que me quitara los zapatos y terminara de sacarme el pantalón.

Me agaché sacándome los zapatos, terminando de sacarme el pantalón y slip. Mientras él me sujetaba por la cintura y arrimaba su paquete a mi culito, ¡ufff! Como te voy a follar este culito, decía restregándome su paquete por el culo, mientras yo terminaba de sacarme el pantalón y slip.

Cuando ya me tuvo en pelotas por completo, me giró hacia él, empezando a besarme y mordisquearme la boca, mientras yo le soltaba el cinturón del albornoz que llevaba puesto, apoderándome de su verga y cojones. Acaricié aquellas enormes bolas que le colgaban, y fui bajando la piel de aquella preciosa verga, hasta descapullarla por completo.

Si yo estaba empalmado a más no poder, aquel maduro, tenía la polla tiesa y dura como un fierro. Yo ya estaba deseando que aquella polla me la empezara a meter en el culo. Ardía en deseos por sentir como aquella verga me abría el culo y descargaba el cargamento de semen que contenían aquellas enormes pelotas, regándome las entrañas, dejándome bien preñado.

Dios, yo ya estaba que moría de lo caliente que estaba, la polla ya me empezaba a soltar líquido preseminal, y las piernas ya me empezaban a temblar de la excitación que estaba sintiendo. Los labios ya los tenía hinchados y enrojecidos, su lengua ya había explorado toda mi cavidad bucal, saboreando cada rincón de ella. Su saliva corría por mi cuello y los pequeños pezones me dolían de lo duros y excitados que los tenía.

Jadeando y excitado como estaba, sin esperar más me agaché llevando mi boca a su falo, y con unas ganas que rozaban la desesperación, engullí aquella verga que tanto deseaba que me diera por el culo.

Empecé a chupar y lamer con desesperación, mientras con mis manos acariciaba aquellas enormes pelotas.

Jaime, colocando sus manos sobre mi cabeza, jugaba con mi pelo enredando sus dedos entre ellos, mientras suspiraba por la mamada que le estaba dando a su polla, ¡ohhh maricón! ¡ooohhh que boquita tienes! Chúpala, chúpala bien que te la voy a meter en ese culo tan rico y vicioso que tienes. Te voy a dar por el culo hasta reventarlo, maricón.

Hoy vas a quedar bien satisfecho, le vamos a dar polla a este culito hasta reventarlo. Te lo vamos a dejar bien abierto, maricón. Espero que no tengas prisa por marcharte.

¿Tienes que estar en tu casa a alguna hora, o puedes quedarte hasta mañana? Me preguntaba mientras yo seguía chupándole la polla.

Sacándome la polla de la boca, levanté la cabeza mirándole a la cara y le contesté, no, no tengo que estar a ninguna hora en mi casa. Hasta el domingo que vaya a dormir para levantarme el lunes e ir a trabajar, no tengo ninguna prisa.

Estupendo dijo Jaime, el maduro con el que me había citado en su casa. Es que más tarde va a venir un amigo y si quieres podemos hacer un trio. Es una persona de confianza y ya verás como te va a gustar, te vamos a hacer disfrutar toda la noche, te vamos a dar por el culo hasta que te hartes de polla.

¿Qué te parece la idea?

Quedé pensativo mirándole a la cara, no sé, le contesté. Creí que íbamos a estar nosotros 2 solamente.

No te preocupes, luego ya lo decidirás, pero te garantizo que, si dices que sí, lo vas a disfrutar como nunca lo hayas podido hacer. Solo se trata de follar, los 2 somos activos, así que tu solo tienes que poner el culo y cuando no quieras más, pues lo dejamos.

En esos momentos me vino a la cabeza la imagen del portero, así que le pregunté, ¿es el portero del edificio, la otra persona?

Pues sí, me contestó. Se trata de Pepe, el portero del edificio. ¿Es que lo conoces?

No, pero cuando llegué y me pregunto a donde iba, y se lo dije, me miró de una manera algo especial, y luego al entrar en el ascensor, me dio unas palmaditas en el culo y me dijo que pasara una buena tarde, pero lo dijo con una sonrisa… Vamos que sospeché que sabía a lo que venía.

Jaime, se echó a reír, y dijo, sí, sí que lo sabía, vaya con Pepe, menudo hijo de puta que está hecho. Pero no te preocupes, que es una muy buena persona, y tiene una polla que estoy seguro de que te va a encantar. Estoy seguro de que le has gustado y dejado bien caliente y con ganas de probar tu culito.

Volví a llevarme la polla de aquel maduro a la boca, y acariciándole las enormes bolas que le colgaban con mi mano, seguí chupándole aquel hermoso falo que tanto deseaba por tenerlo dentro de mi culito.

Así, así, ¡ooohhh maricón que bien la chupas! Gemía Jaime, empujándome la cabeza con sus manos enredadas en mi pelo, a la vez que impulsaba su pelvis para hacerme que tragara más su falo que estaba tieso y duro como un fierro.

Ya me dolía la mandíbula de tanto tragar y chupar la polla de Jaime, y mi culo ardía en deseos porque lo abrieran de una vez, dándole una buena ración de polla y leche. Así que me incorporé poniéndome de pie, diciéndole que necesitaba estirarme un poco.

Jaime me abrazó a él, y llevando su boca a mi cuello, empezó a lamerlo y mordisquearlo. Ven mi putita, ven que te voy a hacer que goces y disfrutes con mi polla. Vamos a abrirte este culito y hacerte gemir de placer, me susurraba mientras sus manos sobaban mi culito, y uno de sus dedos buscaba la entrada de mi ano. Fue llevándome así abrazado a él como me tenía hasta que se apoyó al respaldo del sofá.

Allí apoyado, me dio la vuelta, quedando yo mirando por el enorme ventanal que tenía.

Desde allí tenía una vista espectacular de todo el puerto de La Coruña, y parte del centro de la ciudad. Se veía todo Linares Rivas, Plaza de Orense, los jardines de Méndez Núñez, y los cantones. Me hizo apoyar las manos sobre el alféizar de aquel ventanal, y haciéndome que quedara inclinado mostrándole mi culo, me hizo abrir las piernas, llevando él su mano a la entrada de mi culo. Palpó con su dedo el esfínter, luego llevó su dedo a la boca, y después de mojar su dedo con su saliva, volvió a llevarlo a la entrada de mi ano. Presionó un poco, e introdujo parte de su dedo en él.

¡Ohhh! Di un ligero gemido, estremeciéndome cuando noté entrar su dedo en mi culito.

Tranquilo mi putito, tranquilo que solo voy a lubricar un poco este hermoso culito, antes de meterte la polla en él.

Sacó el dedo, y vi como sacaba un tubito de lubricante del bolsillo del albornoz. Abrió aquel tubo, echando un poco en sus dedos, llevándolos luego a mi ano. Noté como algo frío me esparcía en mi ano, y como poco a poco iba introduciendo un dedo en él. Metía y sacaba el dedo, luego fueron 2 los dedos que me iba metiendo. Cuando metía los 2 dedos, los giraba y presionaba haciendo que mi culo se fuera abriendo y relajando. Cuando ya me tubo bien lubricado y apunto mi culito de ser perforado por su verga, llevó su mano a su polla, pasó aquellos dedos por su glande, haciendo que la polla quedara igualmente lubricada. Se acercó a mí, y sujetándome por la cintura, llevó su polla a la entrada de mi ano. Empujó un poco, empezando a introducir la cabeza de su polla en mi culo.

Mi esfínter cedió como si de mantequilla se tratase, y un cuchillo fuese enterrándose en ella. Siguió empujando su pelvis y su polla poco a poco iba entrando en mí.

Ya me había metido todo el glande, y su verga proseguía su camino. Poco a poco iba introduciéndose, hasta que noté su pelvis pegada a mi culo. Dio una suave envestida, haciéndome dar un gemido al notar sus pelotas pegar en la entrada de mi ano, y su glande llegar al fondo de mi culo, ¡ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar toda su virilidad dentro de mí.

¡Ohhh! Siii maricón, siiii, ya te la has tragado toda, ¡ooohhh que gustazo! Dios que culito, gritaba manteniéndome sujetado por las caderas y la polla enterrada en mi culito.

Ya me tenía empalado en su polla, me la había ensartado hasta los cojones y todavía impulsaba su pelvis, queriéndome meter aún más aquella verga que me tenía empalado.

Poco a poco empezó a mover sus caderas, dando pequeñas envestidas, clavándome y volviéndome a clavar la polla en lo más profundo de mis entrañas. ¡Ohhh que culo! ¡ohhh que culo más rico! Gritaba sin dejar de culearme. Llevó una de sus manos a mi polla y huevos, los sobó, luego fue subiendo hasta mi pecho, me agarró el pezón, empezando a apretarlo y decirme, ¿te gusta? ¿te gusta cómo te doy por el culo maricón? Me iba susurrando mientras me tenía empalado en su verga, pellizcaba con su mano mi pezón y lamía la oreja y mordisqueaba mi cuello.

Siiii, Siiií, balbuceaba yo tartamudeando sin parar de gemir a causa del placer que me estaba haciendo sentir aquel maduro.

Yo pegaba todo mi culo lo que podía a su pelvis, notando sus pelotas pegadas a mi ano, y como aquella verga me estaba sodomizando. Entraba y salía de mi culo cada vez a mayor ritmo, masajeando mi próstata, haciéndome llegar al clímax del placer. Mi polla dura y tiesa, se bamboleaba junto a mis pelotas derramando pequeñas gotas de semen, al compás de las envestidas que me daba Jaime, mientras me iba dando por el culo, teniéndome allí apoyado al alféizar del ventanal. Estaba contemplando aquella parte de La Coruña, mientras me daban por el culo en aquel apartamento, haciéndome gemir de placer.

Los 2 ya estábamos sudando y Jaime cada vez me daba por el culo a mayor velocidad, hasta que empezó a gritar que se corría. ¡Ohhh me corro! Me corro, ¡ooohhh me corro!

Noté como clavaba sus dedos en mis caderas, sus envestidas eran más profundas y agresivas y su polla se hinchaba, empezando a soltar varios trallazos de leche.

¡Ohhh maricón que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba mientras su polla descargaba el semen en lo más profundo de mis entrañas.

Una vez hubo descargado todo el esperma que contenían sus pelotas, y ya no salía nada de semen por su polla, se sentó sobre el respaldo del sofá, arrastrándome con él, mientras su polla iba saliendo de mi culo poco a poco. Jadeando mientras se iba recuperando, me abrazó por la espalda a él, e iba mordisqueándome el cuello y hombro. Qué bueno estás maricón, tienes un culito maravilloso, es para estar follándotelo sin parar.

Me dio la vuelta de forma que quedara mirando para él, prosiguiendo con sus magreos y besos. Volvió a comerme la boca y labios, volviendo a ponérmelos rojos e hinchados de tanto morderlos y saborearlos.

No te has corrido, pero no te preocupes, me decía acariciando mi polla que seguía tiesa a más no poder. Vamos a beber algo, y luego continuamos, a ver si llega el amigo Pepe, ya verás cómo vas a gozar con los 2.

Me llevó abrazado con él hasta la cocina, así desnudo como estaba, allí me dijo si quería cerveza, o prefería alguna otra cosa. No, cerveza está bien, le contesté. Sacó 2 botes de cerveza, luego fue por 2 vasos, y me llevó de vuelta para la sala, sentándonos ahora en el sofá.

Mientras bebíamos aquellas cervezas, él, no dejó de abrazarme y sobarme y besarme por todas partes. Yo seguía empalmado como un burro, y él ya volvía a empezar a estar empalmado de nuevo.

Me tenía tumbado sobre el sofá y a punto de volverme a dar por el culo, cuando sonó el timbre de la puerta. Vaya, que oportuno, ahora que me iba volver a follar, sonaba el timbre. Se levantó y abrochó el albornoz, y se fue a abrir la puerta. Cuando volvió, lo hacía junto al portero que traía una sonrisa y una cara de lujuria, que era imposible ocultar. La verdad es que me dio algo de vergüenza que me viera allí desnudo por completo, por lo que me incorporé sobre el sofá, busqué el slip, terminando por ponérmelo.

No te preocupes, Dani, quédate así desnudo, que Pepe, no se va a asustar, ya está acostumbrado a ver cuerpos desnudos, dijo Jaime. Bueno ya sabes por lo que viene, así que os presento, dijo Jaime, él es Pepe, dijo, mientras el portero estiraba su mano para saludarme, y él es Dani, le dijo al portero. Mucho gusto, me dijo el portero dándome la mano.

Quieres beber algo, Pepe. Sí contestó este, pero no te preocupes, yo voy a por ella que ya se el camino.

Tráete otras para nosotros, le dijo Jaime al portero, mientras este ya caminaba rumbo a la cocina.

Cuando el portero llegó con las cervezas, Jaime me tenía abrazado a él comiéndome la oreja y mordiendo el cuello. Puso las cervezas en la mesita que había, y después de beber unos tragos de cerveza, apoyó el baso en la mesita, empezando a desvestirse, mientras miraba como Jaime y yo nos abrazábamos sin parar de meternos mano y besarnos. Cuando se terminó de desvestir y se sacaba el bóxer que todavía tenía puesto, saltó la enorme polla que tenía. Dios, la verdad es que estaba bien pero que bien bueno el portero aquel, no tenía ni un gramo de grasa, y la polla además de enorme, ya la tenía tiesa como el mástil de un velero. Joder, si aquel adonis me agarra entre sus brazos y me clava la polla, iba ser como un peluche entre sus brazos.

El portero se fue acercando a mi espalda, y sentándose en la esquina del sofá, empezó a acariciarme la espalda, mientras Jaime estaba apoderándose de mi boca y cuello. Fue bajando poco a poco por mi espalda, hasta que llegó a la altura de mi slip, allí fue metiendo sus manos por dentro de ellos, y poco a poco y sin dejar de acariciarme, me los fue bajando, hasta quitármelos por completo. Ya volvía a estar en pelota picada, pero ahora con 2 cachas maduros, que me iban a dar polla por el culo, hasta dejarme extenuado y reventado.

Nada más terminó de sacarme el slip, el portero, mientras Jaime me tenía abrazado comiéndome la boca, el portero sujetándome por las caderas, me hizo subir de rodillas al sofá, quedando mi culito totalmente expuesto y a su entera disposición. Pasó su mano por mis huevos y polla, y mientras me sobaba los huevos, acariciaba mi polla que estaba a punto de reventar. Mientras me pajeaba y sobaba los huevos, llevó la otra mano a mi culo, pasando la misma por mi agujerito. Tocó mi esfínter con sus dedos, introduciéndome uno de sus dedos en el culo. Yo di un ligero movimiento hacia delante, echándome más sobre el maduro, Jaime. Tranquilo mariconcito, dijo el portero, tranquilo que solo es mi dedo.

¡Bufff! Exclamó el portero, veo que ya tienes el culito bien lubricado con la corrida que te echaron. Te an dejado bien preñado. Pero no te asustes, dijo metiendo otro de sus dedos, ahora te voy a preparar para que recibas mi polla, y te deje preñado con mi lechita, te voy a dejar mi semilla dentro, voy a echarte mis hijos en lo más hondo de tus entrañas.

Estuvo un rato metiendo y sacando sus dedos en mi culo, hasta que sacando estos, se pegó a mí, llevando su rabo a la entrada de mi culo. Apoyó la cabeza de su polla en la entrada de mi ano, y dando un movimiento a sus caderas mientras me sujetaba con sus manos por la cintura, entró toda su enorme polla en mi culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Suspiré dando un fuerte gemido a la vez que levantaba mi cabeza y me volvía a impulsar hacia delante. Dios, ya volvía a estar empalado por una polla, aquella era enorme de larga la muy cabrona, menos mal que no era muy gruesa, y eso me encantaba ya que son las pollas que más me gustan y más me hacen disfrutar.

Ya mariconcito, ya, ya la tienes toda dentro tuya, decía el portero sujetándome por la cintura mientras pegaba su pelvis a mi culo e impulsaba más su verga llegando hasta el fondo de mi culito.

Notaba sus bolas pegadas a mi ano y sus bellos púbicos pegados a mi culo, su polla insertada en lo más profundo de mis entrañas, y sus manos sujetarme por la cintura. Se colocó a su gusto, y luego de unos segundos que no se movió, empezó a moverme con sus manos, haciendo que su polla empezara a deslizarse dentro de mí.

¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Empecé a gemir al notar como su polla se deslizaba dentro de mi culito, dándome un gran placer.

Al ver como gemía, Jaime abrazándome a él, empezó a morderme los labios susurrándome, disfruta putita, disfruta que hoy te vamos a follar por todos los agujeritos y te vamos a dejar bien preñado.

El portero ya me follaba a saco, sacaba y metía su polla en mi culo a un ritmo endiablado. Apenas movía sus caderas, pero con sus manos en mi cintura, hacía mover mi culo, adelante y atrás, dándome una follada espectacular. Se escuchaban mis gemidos, el chof, chof, chof, de su polla entrando en mi culo y el golpeteo de su pelvis contra mis cachas, cada vez que me enterraba toda su virilidad.

Mientras tanto, Jaime, después de saborear toda mi boca y recorrer cada rincón de ella con su lengua, y dejarme los labios hinchados y enrojecidos, se puso de rodillas sobre el sofá, sujetó mi cabeza con sus manos, llevándola a su polla, la cual, abriendo la boca, engullí mientras me daba por el culo el portero. No hacía falta que moviera la cabeza para chuparle la polla, con el vaivén que me hacía dar el portero mientras me follaba, era suficiente para que la polla de Jaime entrara y saliera de mi boca.

Estaba siendo follado por 2 pollas, una por delante y la otra por detrás. Era como una marioneta bamboleándose mientras le insertaban 2 pollas, una por el culo y la otra por la boca. Aquello me estaba haciendo delirar de tanto gusto que me estaban dando aquellos 2 hombres maduros.

Sin poder aguantar más, mi polla empezó a soltar todo el semen que mis huevos tenían acumulados de toda la semana. Me estaba corriendo sobre el sofá, mientras ambos me follaban, Jaime me follaba la boca con su verga, y el portero me daba por el culo con aquella enorme polla que me estaba haciendo derretir de gusto. No podía gemir, solo murmuraba con la polla de Jaime en la boca, pero mis ojos soltaban lágrimas de tanto placer que estaba sintiendo y mi culito se contraía apretando el miembro del portero que me seguía taladrando el culo.

¡Ohhh mariconcito! ¡ooohhh que gusto! Te estás corriendo, gritaba el portero. ¡Ay que gusto! Ay que gusto me da cuando aprietas el culito, maricón.

Cuando terminé de soltar toda mi corrida sobre el sofá, pensé que el que se iba a correr era el portero, ya que había incrementado sus arremetidas, pero el que comenzó a correrse, fue Jaime. Empezó a soltar varios trallazos de leche dentro de mi boca, teniendo que tragarme aquel semen que me había soltado el maduro en mi boquita.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba Jaime, derramando su semen en mi boca. Traga maricón, trágate mi leche, ¡ooohhh que gusto! Trágala toda putita, gritaba Jaime, Así así, maricón, así, cómete mi cipote y bébete toda mi lechita.

Cuando terminó de correrse sobre mi boca, seguí succionando su cipote, mientras el portero seguía dándome por el culo. Una vez la polla de Jaime estuvo flácida, limpia y sin restos de semen alguno, este sacó su polla de mi boca, agarró mi cara con sus manos, y al ritmo de la follada que me daba el portero, volvió a besarme la boca, morderme los labios y recorrer con su lengua toda mi cavidad bucal, hasta que cansado se dejó caer recostándose sobre el sofá.

Al poco de derrumbarse, Jaime sobre el sofá, el portero dejó de follarme y sacándome la polla del culo, me dijo que me pusiera de pie, que íbamos a cambiar de postura.

Me puse de pie siendo sujetado por el portero, ordenándome este que pusiera un pie sobre el sofá, cosa que hice. Y con un pie sobre el sofá y el otro en el suelo y sujetado por la cintura por el portero, se pegó a mí, volviéndome a meter su larga polla en el culo de nuevo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Volví a gemir a la vez que temblaba de gusto. Menos mal que el portero me tenía bien sujeto con sus manos, que, si no me hubiera caído sobre el sofá, cuando entró su polla como si fuera una serpiente que entra en su cueva.

Dios, ya volvía a estar empalado por la polla del portero, y este me daba envestidas fuertes y bien profundas. La polla en esta posición me llegaba aún más adentro, haciéndome estirar cada vez que me metía la polla en el culo. Sudaba por todo el cuerpo y las piernas me temblaban de tanto placer que estaba sintiendo. El portero estaba pegado a mi espalda dándome por el culo, y ahora con su boca me mordía el hombro y cuello, haciéndome gritar de gusto y poner los ojos en blanco, mientras temblaba como una marioneta. Menos mal que aquel maduro era un cachas que me sujetaba abrazándome fuertemente a él, mientras me follaba como si fuera un muñeco en sus brazos.

Jugaba conmigo mientras me daba por el culo, me mordía el hombro y cuello, con sus manos apretaba y retorcía mis pezones, luego agarró mi pobre polla que se mantenía medio morcillona, y mientras me seguía culeando, empezó a pajearme hasta que mi polla volvió a endurecerse. Y Jaime, viendo cómo me tenía y como me estaba follando su amigo el portero, se arrimó a nosotros, y a la vez que el portero me daba por el culo y me pajeaba, llevó su boca a mi pobre polla, se la metió en la boca, dándome una de las mejores mamadas que me hicieron.

Dios, ahora sí, ahora gritaba el portero que se corría. Me corro, ¡ay maricón me corro! Ya, ya ya, ya me corro.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba mientras su semen inundaba mi culo. Había largado 6 o 7 trallazos de esperma en lo más profundo de mi culito, regándome las entrañas con él.

Sin que apenas hubiese terminado de soltar todo su semen eyaculando dentro de mi culo, y mientras me mordía el hombro, empezaba yo a correrme por segunda vez.

¡ohhh! ¡ohhh! Me corro, ¡ooohhh! Me corro, gritaba derramando mi leche sobre la boca de Jaime, que succionaba mi polla tragándose toda mi corrida.

Cuando recuperamos el aliento y nos recuperamos de aquella tremenda follada que me habían dado aquellos 2 hombres maduros, me derrumbé sobre el sofá, sentándome sobre la corrida que yo había derramado sobre él, mientras me daba por el culo el portero y mamaba la polla a Jaime.

Estaba totalmente extenuado, sudaba como un cerdo por todas partes, el culo me escocía de tanto que me habían dado por él. Notaba el culo abierto y como me escurría el semen que me habían inyectado en él. Las piernas aun me temblaban, y mi pobre polla estaba encogida después de aquellas 2 corridas.

Terminamos de beber las cervezas que teníamos sobre la mesita, fumamos un cigarrillo, y estando yo sentado en medio de ambos maduros, no dejaron de meterme mano. Pero yo ya no podía más, así que aproveché a que el portero se tenía que marchar, y le dije a Jaime que yo también me iba. No puedo más, le dije, otro día quedamos y vuelvo por aquí si quieres.

Como quieras, dijo Jaime, la verdad es que yo también estoy satisfecho por hoy, si no quieres quedarte a dormir, pues ya sabes, cuando lo desees me llamas por teléfono y quedamos.

Jaime se despidió dándome un tremendo morreo, y después de meterme mano por todas partes, bajamos en el ascensor el portero y yo.

Por supuesto que el portero no dejó pasar la ocasión, y mientras bajábamos ambos en el ascensor, me sobó el culo todo lo que quiso, mordió mis labios y saboreó mi boca, y me dijo que cuando yo quisiera podía venir por allí, que, aunque no estuviera Jaime, él con mucho gusto me daría por el culo todas las veces que yo quisiera. Tienes un culo perfecto y delicioso, me encantaría volvértelo a follar, solo tienes que venir por la portería, estoy todos los días menos el domingo, desde las 9 de la mañana, hasta las 8 de la tarde.

Antes de marcharme me llevó al cuartito donde estaba la portería, y donde me follaría cuando yo quisiera. Este es mi nido de amor, me dijo metiéndome mano y mordiéndome el cuello y los labios.

Será mejor que nos despidamos, si no vas a terminar dándome por el culo otra vez, y la verdad es que ya no puedo más. Nos despedimos, y él cogió en una dirección, y yo en otra. Iba reventado, el culo abierto y saciado de polla y leche.

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