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Un viaje de pequeñas vacaciones pero grandes en fantasías

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Decidimos después de tanto trabajo tomar unas vacaciones de fin de semana, salida el viernes, regreso el domingo, segunda semana de septiembre para ser más específicos.

Tanto trabajo y preocupaciones decidimos salir sin teléfonos y sin avisar donde iríamos, por fin solos y desconectados.

Suscrito a una página de ofertas de viaje, encontré una oferta muy buena de un todo incluido para un resort en Margarita, nada más excelente para estar solos y sin ser molestados.

Tenemos una relación muy buena, nos comprendemos perfectamente, y sexualmente mi pareja es una diosa. Ella tiene una excelente figura, tiene prótesis mamarias que le quedaron perfectas, y un culo que luego de algunos retoques quedaron muy tentadores. Solo basta verla en traje de vestidos apretados o en licras para aumentar el deseo sexual de quien la aprecie. Ella siempre ha sido muy recatada en algunos temas de sexualidad, aunque hemos fantaseado al respecto. Claro que no es igual decir que hacer.

Llamo a la agencia de viajes y contrato el paquete, salida 5 pm del día jueves. El paquete incluye traslado, aeropuerto, hotel; hotel, aeropuerto, todas las comidas y bebidas nacionales.

El vuelo sale con demora y llegamos a las ocho al hotel, pasamos a registrarnos y nos acompañan a la habitación. Al llegar nos cambiamos, nos colocamos algo más fresco y salimos a recorrer las instalaciones, debo decir que era bello y confortable, pasamos por una piscina con algunas cascadas, la vista era extraordinaria definitivamente excelente elección.

Pasamos por una barra de licores, pido un cuba libre y mi pareja un tinto de verano. El cual tomamos rápidamente, y pedimos un segundo trago

Fuimos al lobby y luego a una área de juegos, con varias mesas y tres mesas de billar al fondo.

Le digo a mi pareja, ‘después de comer vamos a jugar unas partidas’, ella me dice ‘está bien, podemos apostar’ preguntó. ‘Que deseas apostar’ responde mi pareja. ‘vamos a jugar a penitencias, te daré ventaja, la mesa tiene 15 bolas, si metes solo 5 ganas’. ‘ok’ me responde.

Subimos a la habitación, y hacemos el amor con mucha pasión, cabe decir que mi pareja se monta encima y cabalga hasta que acabamos de placer los dos. Nos bañamos juntos a lo que nos besamos desde el inicio del baño hasta el final.

Mi pareja se coloca un vestido negro hasta media pierna que hace realzar su figura, sin sostenes y con una panty tipo semi hilo.

Vamos a comer, unas ensaladas para ella, yo un poco de todo del buffet. Pido otra cuba libre y ella otro tinto de verano. De allí salimos a la sala de juegos, algunas personas jugaban domino, otras cartas y al fondo una solo mesa de billar ocupada por un grupo de jóvenes de 18 a 22 años aproximadamente. Pedimos la mesa de billar y nos otorgan la mesa al lado de los chicos.

Comenzamos practicando y mi pareja nunca ha jugado, pero acepta apostar, le digo entonces, vamos a jugar tres partidas, quien gane dos le coloca la penitencia al otro. ‘Y para ser más justo si metes tres bolas solamente tu ganas’.

Así fuimos jugando y como era evidente ante la poca experiencia de mi pareja gane muy fácil la primera, eso sí, yo no soy un experto, solo que ella no es muy hábil.

Para la segunda partida, me había dado cuenta que mi pareja le resultaba algo incómodo cuando tenía que inclinarse, pues como su vestido era de vuelo, entonces se le subía lo suficiente como para dejar la parte inferior de las nalgas al descubierto, por tanto intencionalmente le dejaba la bola en el medio de la mesa para verla jugar esa posición inclinada.

Me acerco y le digo, ‘no intentes bajar la falda, deja que pueda admirar tus bellas nalgas’ y le doy un tierno beso en la mejilla y en la boca. Le digo que me dé un chance para buscar un trago para ambos, no había más tintos de verano por lo que le pido a mi pareja un mojito con suficiente ron y azúcar para que se emocione un poco más. Ella lo prueba y me dice, ‘tú quieres embriagarme, esto esta fuerte’. Le dije ‘estamos solos, cual es el problema, y si te embriagas o no, el resultado en la habitación será el mismo’.

Seguimos jugando y como era de esperar gane. Se acerca y me dice ‘cual será mi penitencia’. ‘Quiero que hagamos una segunda apuesta, pero esta vez no puedes tocar el vestido si se sube, es decir no te lo puedes acomodar’. Me dice mi pareja, ‘pero me van a ver si me agacho mucho’, a lo que respondo rápidamente, ‘conoces a alguno de ellos, que importa, que me envidien; además, apostaste y esa es tu penitencia y eres una mujer de palabra’. Sabía que esto último la afectaba.

‘Está bien’ responde ‘pero que vergüenza. Y que apostamos en esta segunda vez’. ‘si yo gano, tendré que pensarlo’, fue mi respuesta.

Comenzamos a jugar y yo jugaba en algunas oportunidades para que la bola blanca quedara en medio de la mesa. Cuando pasaba a su lado no perdía la oportunidad para acariciar esas nalgas tan perfectas que tiene, en algunas veces bajo la falda. En uno de mis turnos dejo la bola intencionalmente en medio de la mesa, ella va a jugar y debe inclinarse yo la estoy observando de frente y ella de espalda a los jugadores de la mesa contigua, ella se inclina y le digo que no puede acomodarse, el vestido sube y veo a los chicos, con la mirada fija en las nalgas de mi pareja, tanto que uno de ellos de manera inconsciente acomoda su pene, en signos de evidente incomodidad que tenía dentro del pantalón.

Ella juega y me acerco para comentarle, que los chicos de al lado están erectos por su culpa. ‘qué vergüenza, porque no me advertiste’. ‘Déjalos que disfruten, al final esta noche serás solo mía’. Repite ella, ‘que vergüenza’.

Seguimos el juego y gano la primera partida y nos disponemos a jugar la segunda, por lo que voy nuevamente a buscar bebida. Al regresar seguimos el juego, y ahora me percato que cada vez que mi pareja va a jugar los chicos se mueven como para quedar detrás de ella, yo los veo me causa excitación saber que la desean, ese juego estaba originando que mi pene se endureciera más de lo que pensaría. En un momento que le toco jugar del lado contrario a la mesa de los chicos, al jugar me le acerco y pego mi pantalón con el pene tieso sobre su vestido y sus nalgas. Ella lo siente y mueve su trasero sobre mi pene, sé que está muy excitada. Gira y me besa con deseo y le digo, ‘estas muy mojada, verdad’. ‘Quieres probar’, me responde. A lo que bajo la mano y toco su panty la cual esta mojada.

Le digo ‘quiero que me hagas el amor en la habitación con muchas ganas’. Me dice ‘vámonos’. ‘Aun no terminamos, además quiero ganar’, le dije. Y le comento ‘ve al baño y entrégame las pantys’. ‘Estás loco’ fue su respuesta. ‘Vinimos a volvernos locos, miedo se llama eso’. ‘Para nada’ y me dice que tiene que ir al baño, aprovecho para ir por mas tragos. Regreso y ella aun en el baño. La veo venir, caminando con su tumbado muy particular. Se me acerca, me da un beso y siento que mete la mano en mi bolsillo, me dice, ‘quien tiene miedo ahora’.

Seguimos el juego, y pienso que debe ser muy incómodo para ella jugar ahora. Comienzo a jugar para dejar la bola en el centro, para ver que hace. Mientras al darme cuenta que ya están vacíos los vasos, voy por otro trago, creo que ya ha tomado suficiente pienso. Vamos jugando y ella perdiendo, queda una bola en el centro nuevamente y al tener que jugar veo su falda subir, y la mirada de los chicos fijas en ella. Ya uno de ellos no puede disimular su erección, y se toma el pene sobre el pantalón. Seguro este se la hace hoy pensando en ella, pensé.

Ella ha metido dos bolas y quedan dos en la mesa, sabe que va a perder y me pregunta cuál será mi penitencia. ‘aun no pierdes, calma, si pierdes te digo’.

Jugamos y en un momento que está del lado contrario a los chicos y yo al lado, ella se inclina intencionalmente, abre las piernas, el vestido se sube un poco, y paso mi mano por su espalda, bajo hasta sus nalgas y acaricio sus genitales, que puedo sentir que está muy mojada.

‘Me gustaría me cojas aquí’, dice. ‘Creo que los mojitos te han puesto a punto’, respondo, ‘deja que lleguemos a la habitación’.

Terminamos de jugar, evidentemente gane, y me pregunta, la penitencia, ‘hoy no mañana la pediré, vamos que quiero que seas mía’.

Salimos de la sala de juego, puedo ver a los chicos siguiendo con su mirada a mi mujer, nos vamos rumbo a la habitación.

Al entrar, nos fuimos a la cama e hicimos el amor con gran deseo. Cabe destacar que el pensar que mi mujer era observada por esos chicos, me hacía tener el miembro muy rígido.

Mi mujer se colocó en cuatro y me dice, ‘métemelo por atrás, imagina que estas en el billar’. Le coloco cobricante y la voy dilatando con un dedo, dos tres y hasta cuatro dedos, luego acerco mi pene y lo voy introduciendo poco a poco. Ella me dice, lento pero hasta el fondo, no pares. Asimismo hago, cuando ya lo introduje me dice ‘dame duro, por favor’. Comienzo a bombear con fuerza y ella se agarra sus pechos con dureza, así voy cada vez más firme y ella cada vez más excitada. Ella me dice que va a llegar que no pare, y yo ya no puedo más y acabo dentro de su ano en medio de un orgasmo de ella muy intenso.

Al levantarnos en la mañana, fuimos al restaurant para el desayuno, y caminamos por la piscina, allí estaban los chicos del billar. Me acerco y le digo, ‘mira los chicos que ayer te veían, yo creo que más de uno se la hizo en tu nombre’.

Mi pareja me dice que quiere ir a descansar un poco, el licor que tomo anoche no fue normal. Yo voy recorriendo el lugar y veo un spa en un costado de la piscina, me acerco a ver que ofrecen, al entrar una señora de nombre Ana, me hace llegar una cartilla de lo que ofrecen, allí puedo leer descontracturante, relajante, adelgazante, antistress, así como otros más, pero existía uno que decía masaje erótico. Me acerco a la Sra. Ana y pregunto por este.

La Sra. Ana me dice que es un masaje erótico que intenta hacer que ambos estén a punto de un contacto sexual, descubriendo las zonas erógenas y activándolas para que tu deseo sexual sea como un volcán a punto de erupción.

Le digo, yo quisiera anotar a mi mujer y ver el masaje, eso puede ser. Claro me responde Ana.

Apunté el nombre de mi pareja para las 4 pm para este tipo de masajes, directamente lo cancele.

Subí a la habitación, ella estaba dormida, me acosté a su lado, y me quede dormido también. A la una de la tarde nos levantamos y bajamos a comer, le digo que ya sé cuál será la penitencia. cual pregunta ella, ‘quiero que te des un masaje, solo eso’. Como a ella le gustan, no comento nada. Bajamos a almorzar y aprovechar para acostarnos en la piscina. Al llegar las tres de la tarde subimos a la habitación, vimos TV y cuando se llegó la hora para el masaje, ella se colocó un traje de baño de dos piezas, negro con tiras de colores.

Llegamos al spa y nos atendió una señora Ana, muy simpática y nos dice que pasemos al área de espera, me ofrecen una cerveza y mi pareja pide un vino tinto.

A los cinco minutos nos dicen que pasemos, nos atiende un hombre como de 35 años, blanco, muy atlético con short y franelilla blancas. El espacio era amplio, con una camilla para masajes y un sillón reclinable. Le dice a mi pareja que se acomode y se acueste boca abajo.

El masajista se coloca a un costado de ella colocándole un aceite con un spray por los hombros y un poco más debajo de la nuca y comienza a realizar el masaje por esta área, sus manos realizan un paso suave y pausado, ella voltea a verme y me envía un beso. Era evidente que estaba relajada, seguía colocando aceite aromático por la espalda y masajea con un poco más de intensidad. Mi pareja tenía un paño que cubría sus glúteos, la cual el masajista retira lentamente, su cuerpo queda totalmente expuesto al masajista, comienza a masajear por el costado de las preciosas nalgas y con un movimiento algo tierno desata las tiras posteriores de la parte superior del traje de baño, así como también en la nuca, el masajista hace halagos a la figura de mi pareja y ella no responde solo con unas gracias, siguió el masaje por la espalda y poco a poco bajo a los glúteos nuevamente, para desatar las tiras laterales del traje de baño, ella dice que no y me mira, yo le digo tranquila, relájate y disfruta. Coloca un poco más de aceite al final de la espalda y comienza a masajear hacia los glúteos, haciendo que el traje de baño descienda poco a poco. Coloca un poco más de aceite en cada una de las nalgas y suavemente las masajeó diciéndole que tenía un trasero muy lindo y firme; su esposo debe estar orgulloso de la mujer que tiene, ella no responde, pero puedo notar algo de timidez y excitación en ella.

Pasa a masajear los pies y yo notaba como se quedaba mirando las nalgas de mi mujer, cabe destacar que en ese momento mi pene estaba comenzando a ponerse firme.

Subió por las piernas, que fue acariciando lentamente y en otros momentos con firmeza. Subió a las muslos y masajeo desde arriba hacia la parte externa. El masajista baja nuevamente hacia los pies y veo como separa las piernas. Mi pareja esta como en shock, no dice nada.

Nuevamente comienza a masajear las nalgas y coloca un poco de aceite en medio de las nalgas y comienza a recorrer toda la raja lentamente de arriba abajo, no tengo dudas que sus dedos tocan su ano, ese mismo que ayer fue mío.

Ahora baja a los muslos y los masajes van de abajo hacia arriba por la cara interna de los muslos, rozando lentamente sus genitales con los dedos, nuevamente sigue de arriba abajo y puedo notar que mi pareja se está excitando, por lo que me mira como pidiendo que detenga esa penitencia

Sigue el movimiento por los muslos, para esa altura de la sesión mi pareja ya estaba excitada, levantaba la cola perceptiblemente y su respiración era entrecortada y profunda

En ese momento le dice que se dé la vuelta, ella sin responder accedió, se giró, y sus pechos quedaron al descubierto con sus pezones apuntando al cielo con un punto extremo de excitación, el masajista la tomó de las pantorrillas abriéndole las piernas, le quitó la tanga. Su cara era de máximo placer, seguro deseaba ser penetrada.

Comienza a masajear sus pezones y pellizcar sus pezones con ternura, cada vez que lo hacía se estremecía, más de una vez escuche gemir, la sesión continuo en sus brazos, pechos, vientre, piernas y cuando masajeo su vientre entonces noto que su mano comienza a bajar hasta su totona, ella no ponía resistencia, su excitación no podía ser mayor, ya ni me volteaba a mirar, estaba fuera de sí, las manos acarician sus labios mayores y menores y también su clítoris, con sus dedos hábiles en sus genitales eras inevitable que un orgasmo está a punto de llegar, así efectivamente ocurrió.

El continúa el masaje en esa zona y se inclina para decirle algo en el oído a mi mujer, la cual no responde. Aprovecha y besa su oído su mejilla y se acerca a su boca, besándola con pasión, a lo que ella responde con pasión.

El masajista en ese momento se baja el bóxer, dejando al descubierto un miembro erecto muy firme y de nuevo se acerca a mi pareja y nuevamente le dice algo al oído. Ella nuevamente no responde, se voltea observa el miembro del masajista, con su mano izquierda lo toca y acaricia. El masajista se sube la ropa y se retira del salón.

Antes de retirarse me dice, los dejo solos, salgan cuando deseen.

Me acerco a la mesa, beso a mi señora y la acomodo al borde de la camilla con las piernas abiertas, y la penetro (jamás la he visto tan lubricada) con movimientos suaves, lentos, como permitiendo que la vagina de mi señora disfrute el momento, luego ella realizo un movimiento de caderas ante lo que llego al orgasmo de manera intensa y note que era un orgasmo además de intenso, largo. Continúe penetrándola y tiene otro orgasmo, y me pide que acabe dentro de ella, y eso ocurrió inmediatamente.

Nos recuperamos y nos vestimos y salimos. Al salir la Sra. Ana preguntó si había quedado satisfecha con el "masaje", esta vez mi esposa se puso colorada pero de vergüenza, respondió que sí, el mejor de su vida.

Camino a la habitación le pregunto a mi señora que le dijo el masajista, lo cual aún no me ha respondido.

 

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