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La historia de Ángel, solo era un muchacho (09)

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El domingo nos levantamos casi a la hora de la comida y estaba solamente Eduardo en la casa. Después de que desayunáramos, un simple vaso de leche, estuvimos en el jardín jugando con Dulce. No comentamos lo de la noche pasada, solamente Rubén me dijo en un momento que yo le había gustado mucho a Alberto y que con David y Oriol pasaría lo mismo, que estaba seguro de que su primo estaría encantado conmigo.

A la tarde llegaron Pablo y Erico para llevarse a Rubén, sus padres se habían quedado en su casa, querían hablar con Ana María y al no estar decidieron no venir, ayudé a Carmen y Rubén a llevar hasta el coche las bolsas de ropa de Oriol que Carmen había retirado del vestidor. Eran un montón de bolsas con todo tipo de ropas y calzado y Rubén estaba emocionado.

Rubén me prometió que cuando estuviera solo no me preocupara, porque él vendría a hacerme compañía y a sacarme de la cárcel. Eduardo no pudo ocultar la risa al escucharle.

Cuando pude hablar con Pablo, como no venía a mi habitación me acerqué a la suya, estaba metido en la cama y me acosté a su lado, le pregunté por su tía, por su cara había tenido la impresión que las noticias no iban a ser muy buenas.

-La han llevado a casa, no pueden hacer nada y no tiene sentido que la tengan en el hospital, mi tío está destrozado, peor aún que ella que es la enferma. -me abracé a él deseando poder compartir su dolor.

-Lo siento Pablo, de verdad que lo lamento. -entonces sentí que me apretaba contra él haciéndome daño.

-¿Se arreglará tu tío para cuidarla, podrá hacerlo él solo? Será mucho trabajo para él. -más que nada lo preguntaba pensando que quizá Pablo tuviera que marchar para estar con ellos.

-No te preocupes, la mamá de Erico se encargó de que una mujer del pueblo se desplace a la haciendo para ayudarle.

-Gracias Ángel, ahora entiendo más lo injusto de tu situación, tu has perdido a tu familia y amigos y sientes lo de mi tía, que pueda irse te preocupa olvidando tu situación. -me besaba con inmensa ternura la cara, sus dulces besos dejaban que mi amargura brotara en forma de lágrimas.

-¿Como te ha tratado Rubén? -pasaba con suavidad las manos por mi rostro llevándose las lágrimas y seguía besándome. Ahora sabía que se preocupaba por mi, que pensaba en mi situación aunque poco podía hacer él para solucionarlo.

-Es un chico estupendo, tu ya lo sabes, le conoces de siempre. Me ha sacado de casa, ciertamente ha hecho que me olvidara de que estoy prisionero y que me sintiera libre, un poco como me sentí cuando tu me llevaste en moto la primera vez.

Lentamente le fui contando como había pasado los dos días, también lo que pasó con Alberto y Rubén, sin ocultarle nada.

-¿Te gustó Alberto?

-Menos que tu, pero sí lo pasé bien, es un poco sádico, sin pasarse. -cuando le conté como me había metido el hielo por el culo tuvo que reírse, y me alegró que olvidara por un momento a sus tíos.

Dormí con él y no me pidió sexo, creo que estaba en un mundo de sentimientos muy divergentes en ese momento.

A partir de aquel lunes mi vida se volvió rutinaria hasta cierto punto. Las clases de conducir habían cambiado de escenario, Damián usaba un coche más pequeño y de tamaño adaptado mejor a mi. Practicábamos en los caminos del parque, y creo que tenía cierta habilidad, o era que como me gustaba lo hacía bien según mi opinión. Damián no me decía nada ni hacía mención al pasado y su comportamiento era muy correcto.

Las clases en casa iban adelante y tanto Oleguer como Guido estaban satisfechos con los resultados que obtenían. Martina, mi profesora de guitarra, se descubría como una virtuosa en lo suyo como decía Guido, y también descubrí que le gustaba la informática, era realmente buena con los diferentes sistemas operativos y le encantaba experimentar, sobre todo los que se basaban en Unix.

En las clases de baile empezaba a controlar mi cuerpo dejando que Noa me guiara, por su parte a Ian le notaba interesado en mi, o por lo menos me hablaba en los vestuarios haciéndose el simpático, con bromas alegres de muchachos y a veces me cogía para bailar diciendo que él me podría enseñar mejor que Noa, pero no pasaba de ahí y de rozarme siempre que tenía ocasión con su enorme bulto.

Pablo me sorprendió un día al comunicarme que ya tenía internet en el ordenador de mi habitación, estaba usando el de la sala de estudio desde el principio para hacer mis trabajos, pero siempre con la presencia de alguno de mis profesores. Me pidió que fuera responsable en su uso y que al principio, por lo menos, tuviera en cuenta que los de seguridad vigilarían las páginas que visitaba.

Estuve varios días indeciso, pensando en acceder a mi cuenta de correo, dejando de lado las redes sociales que denunciarían mi presencia y que aún vivía, y no quería que mis padres volvieran a sufrir la incertidumbre de que su hijo perdido pudiera estar vivo, cuando ya habían perdido la esperanza de volver a verme. Quizá eso fuera lo mejor aunque nunca consiguieran olvidarme.

Al fin me decidí, tenía muchos mails en la bandeja de entrada, un montón eran de Álvaro, me daba miedo abrirlos y cerré la aplicación sin atreverme a mirar lo que pudiera haber escrito. Tenía que ser valiente y romper definitivamente con el pasado, mi nueva vida se imponía, mala o buena era lo que había, y pensar en lo de atrás era peor que aceptar el presente, el futuro estaba por llegar y no tenía en mis manos la posibilidad de decidirlo.

Conocí a David con inesperada normalidad, no pensaba que sería así. Acabábamos de salir de las cocheras para empezar la lección del día y vi a Tomás en la puerta principal, al pie de ls escaleras en actitud de espera, no me dio tiempo a meter la marcha del coche y Damián me pidió que esperara, se bajo del coche y emprendió el camino a donde estaba Tomás.

Por la avenida principal se acercaba un coche plateado y llegó a las escaleras, era un precioso Mercedes deportivo y con la capota corrida. Abrió la portezuela Damián y descendió un hombre joven, hablaron cuatro palabras y el hombre subió las escaleras, vestía elegantemente un traje informal de verano y usaba lentes, saludó a Tomás y se metió en la casa.

Damián condujo el Mercedes a las cocheras y volvió donde yo estaba, esperaba pacientemente pensando en la actitud servil y deferente que mantuvieron tanto Tomás como Damián con aquel hombre.

-¿Quién es? -no debía haberlo preguntado pero me sentía curioso, no le había visto nunca aunque me resultaba conocido sin saber de qué. Damián me miró como si me viera en las nubes.

-El doctor, David Salvatierra, ¿quién va a ser? -entonces tenía sentido que lo recodara, le había visto en las fotos de Oriol pero sin saber quien era, veía en la pantalla de su ordenador a muchas personas desconocidas para mi.

Ahora comparando lo que había visto en las fotos y en persona, David resultaba tremendamente atractivo, elegante y con buen cuerpo de atleta, le había visto en bañador y vestido pero era diferente a verle en movimiento.

Terminamos la clase, empleábamos más o menos una hora, pero este día fue menos, Damián tenía que hacer algún trabajo en el coche de David que le había encargado. Guido me había dejado unos ejercicios para hacer y marché a la sala de estudio. La puerta de la biblioteca estaba abierta y al pasar delante de ella Eduardo me vio y me hizo una señal para que entrara.

David se levantó de la butaca donde estaba sentado y se giró hacía mi quedándose parado observándome, lo mismo que yo hacía.

-¿No preguntabas por él? Aquí le tienes. -a la vez que hablaba Eduardo se acercó a mi y David hizo lo mismo. Sin decir nada cogió mi barbilla con la mano y me miró intensamente a los ojos, con la otra mano se aparto un mechón de pelo que le caía sobre la frente, tenía unos ojos preciosos, azules claros como el cielo en un día verano, pero a través del cristal de las gafas se veían fríos como témpanos de hielo.

Tendría la edad de Alberto y era más alto que él, las espaldas anchas le hacían parecer más bajo pero era fácil que superara el metro ochenta.

-¡Hola Ángel! Cuando te vi en fotos resultabas interesante, y después de que Alberto me hablara de ti aumentaron mis ganas por conocerte. -me pasó la mano con suavidad por la cara corriéndola por la mejilla hasta llegar a mi pelo.

-Bellísimo ejemplar de muchacho Eduardo, estarás enseñándole como tu sabes. -me soltó la cara y entonces Eduardo me sujetó del hombro para que me girara y pudiera verme todo el cuerpo, por delante y por detrás, me apretó el pantalón para que resaltaran mis nalgas.

-Se está encargando Pablo de él, ya me he hecho viejo para algunas cosas. -David dejó que una risa sardónica saliera de su boca.

-Es precioso todo él, te lo habrán pedido alguno de los miembros del consejo, los rumores comienzan a correr. -me sentía algo mal y molesto, me trataban y hablaban de mi como si fuera un objeto para usar como regalo de cumpleaños.

-Alguno ya lo quiere probar pero tiene que seguir con su preparación, iremos poco a poco dejando que todo siga su camino, de momento estará conmigo salvo que tu dispongas otra cosa.

-¿Con quien va a estar mejor que a tu lado?, tu sabrás buscarle un buen dueño cuando llegue el momento, sería un lástima que un chico tan precioso cayera en las manos de violentos y depravados. Sabes que no estoy de acuerdo con esos abusos y métodos.

-Lo se David, no permitiré que esté con cualquiera de ellos, tiene cierto carácter y es valioso, no voy a dejar que lo usen de mala manera. -aunque no entendía su conversación algo bullía en mi cerebro que me confirmaba mi vulnerabilidad, que en realidad no era nada.

-Oriol quiere conocerle, me lo ha pedido después de escuchar lo que dicen de él su primo y Alberto, seguramente se pasará por aquí para hacerte una visita cuando esté mas libre y le acompañaré si es que puedo. - David volvió a acariciarme la cara y se inclinó para darme un beso, fue muy breve y solo me rozó los labios con los suyos, luego volvió a sentarse y tuve la sensación de que esa era su forma de decirme adiós.

-Ya puedes marchar Ángel, no te necesitamos más y por favor cierra la puerta al salir. -Eduardo me palmeó afectuoso el culito y salí de aquella habitación cerrando la puerta como me habían pedido.

No podía centrarme en mis deberes, dándole vueltas a las conversación que habían mantenido David y Eduardo como si yo no estuviera presente. Las conclusiones a las que llegué no eran nada halagüeñas y me marcaban un poco prometedor futuro.

Me tenían en un proceso de formación, ¿para qué?, ¿para ser acompañante de hombres que harían conmigo lo que quisieran, ser su amante, probablemente esclavo de algún dueño?

Eduardo se encargaría de buscarme alguien a quien entregarme cuando fuera el momento, hasta entonces debería estar con los miembros de la organización que se lo pidieran a Eduardo. Era un galimatías o yo lo embarullaba enredándolo para no reconocer la realidad plena de mi situación.

Habían pasado dos semanas sin que pasara algo especial, a Pablo solo le conté mi encuentro con David, resultó que ya lo sabía, como si el encuentro hubiera estado organizado de antemano. No le dije nada de mis negros presagios, y además era mejor no pensar y aceptar lo que la vida me daba.

De momento me trataban bien, me llenaban de lujos y vivía en un palacio de oro que, en realidad, era mi cárcel. Pablo me dejaba creer a veces que me quería y no deseaba pensar en que llegaría un momento que me separarían de su lado.

Esa tarde cuando llegó de la universidad, y sin ir a su habitación, pasó por la sala de estudio, Guido aún no se había marchado y me pidió que saliera al pasillo.

-Solamente quería darte un recado, mañana jueves no podrás ir a la clase de guitarra, tienes que decírselo a tu profesor para que este avisado. -me pareció inquieto y esquivaba que nuestros ojos se miraran.

-¿Pasa algo Pablo? -cogió la mochila del suelo donde la había dejado.

-No es nada importante, tienes que estar en un festejo, luego te contaré. -y sin más me dejó allí, indeciso de si seguirle para pedirle que se explicara o volver a entrar donde Guido. Opté por lo segundo y le dije a Guido que faltaría a su clase el siguiente día.

A la noche Pablo no llegaba y me tenía inquieto, deseaba que habláramos y me dijera lo que pasaría mañana jueves. Estaba para levantarme cuando apareció por la puerta, rápidamente se metió en la cama a mi lado y esperé inquieto a que comenzara a hablar.

Me abrazó contra él y me extrañó, era una forma de comportarse que raramente ocurría, solamente cuando algo le preocupaba. Le besé la mejilla y respondía a su abrazó relajándome.

-¿Me lo vas a contar, o no? -me aparté para poder mirarle de frente.

-Han preparado un pequeño encuentro de amigos, una fiesta en la casa de don Manuel, quieren ver tus reacciones y probarte, habrá pocos invitados y llevaran a otros muchachos para que no estés solo, estará Yasín, el chico de don Manuel, ese delgado y moreno que tiene Oriol en el salvapantallas.

Había visto algunos chicos de color en la colección de Oriol, uno de ellos me había llamado poderosamente la atención por la herramienta que lucía entre las piernas.

-¿No se tratará de chico de la enorme verga? -Pablo soltó una risita en mi oreja.

-Creo que te he hablado de él, es el preferido de don Manuel, por eso cuando Yasín no pude estar con él me llama a mi. -le cogí la polla que tenía apoyada contra mi y que se le iba poniendo pura a cada momento que pasaba.

-Pero la tuya no es tan grande. -me cerró la boca besándome y me habló como se sintiera ofendido.

-Precisamente la mía no es de las más pequeñas, ¿te gustaría que Yasín te la meta? A Oriol terminó por gustarle. -creí que Pablo me estaba advirtiendo de lo que sucedería en la fiesta de don Manuel.

-Me da un poco de miedo, si la tuya casi no me cabe la de Yasin será imposible que me entre. -estaba seguro de que la conversación que teníamos estaba poniendo caliente a Pablo, y a mi también se me endurecía la polla.

-Esto me calienta precioso, me pone la verga dura. -metió la mano debajo de mi pantalón hasta llegar a mi ano para acariciarlo y yo le bajé el suyo para cogerle la polla dura y caliente, con la humedad del pre semen que le salía escurriendo de la uretra.

Me besaba mientras me abría las piernas y terminé de quitarme el pantalón para permitir que su polla se aplastara con la mía abrazándose, hacia movimientos coitales rozando las dos vergas contra los abdominales.

-Quiero que me la metas Pablo, que me folles mi culito. -introdujo la lengua en mi boca con fuerza sin dejarme seguir halando.

-Lo voy a hacer precioso, te montaré por detrás; cuando te lo haga Yasin será como yo te lo voy a hacer, podrás controlarle mejor para que no te la meta entera la primera vez. -temblé emocionado pensando en la enorme verga de aquel chico, también en la posibilidad de que me hiciera daño si entraba entero.

Ciertamente prefiero que me cojan de frente para ver la cara de mi amante, sus expresiones de placer y como me goza, pero tampoco estaba nada mal cuando me cogían montándome como a una perra por detrás y sentirme sometido al macho.

Me colocó en el centro de la cama con las manos y rodillas sobre el colchón y me abrió las piernas colocándose detrás de mi, pensaba que ya me la iba a meter.

-Baja el pecho sobre la cama y empina el culo. -coloqué la mejilla sobre la tela pegando el pecho en la cama y elevé todo lo que pude el culo abriendo las piernas.

Gemí sorprendido por su lengua pasando por el perineo y toda la raja del cuelo, volvió y se detuvo en el ano, lo cerré y me gopeo con la mano una nalga.

-Abre el culito, quiero comértelo. -me relaje y dejé que me lo trabajara lamiendo y chupándolo, yo gemía con cada lamida, suspiraba cuando metía la punta de la lengua hurgándome el anito, y gritaba cada vez que se metía mis testículos en la boca y los chupaba con fuerza haciéndome daño.

-¡Ahh! duele, duele Pablo. -pero él no dejaba de meterlos en la boca, cada vez aspirando más fuerte queriendo comerse mis huevos. Pasó a chuparme el glande de la verga desde atrás, tirando de ella y doblándola, eso era delicioso porque, a la vez que me chupaba la verga, me metía dos dedos en el culo empujando hasta terminar con ellos dentro.

-¡Ayy!, qué rico Pablo, eso me gusta, me encanta. -intentó meterme tres dedos y eso me empezó a molestar, pero lo compensaba descansando y dedicándose a chuparme con fuerza el glande, hasta pensar que me lo arrancaría de la verga.

Tenía mis genitales mojados de su baba, tiró de mi cintura para que volviera a ponerme a cuatro patas, y se levantó para, de rodillas, comenzar a pasar la polla por la raja entre mis nalgas, a golpearme con ella las nalgas y el ano, logrando que me contrajera al recibir los duros golpes, se la masturbó para terminar de ponerla dura y me la metió entre las piernas, salía por delante al lado de la mía acariciándome el escroto al pasarla atrás y adelante.

Me tuvo así unos segundos, excitándome más y más, deseando con todas mis fuerzas la verga dentro de mi culo.

-Métela Pablo, dámela por el culo. -la sacó de entre mis nalgas para tumbarse en mi espalda, pegando el pecho sudado a mi piel y respiraba en mi cuello.

-¿Te gusta que te coja por detrás, que sea tu perro, tu macho?

-¿Sientes mi verga en tus huevos?

-Sí Pablo, si, me encanta, eres mi semental, mi macho, pero entra en mi por favor, dame la verga, la quiero. -comenzó a besarme la espalda hasta ponerse estirado en mi retaguardia, y me aplastó el culo para que lo bajara hasta donde su verga esperaba para taladrarme.

La apuntó en la diana de mi ano, la sentía muy caliente y palpitante, con una mano en mi cadera y la otra aguantando su polla comenzó a empujarse contra mi, a pesar de haberme tenido tres de sus dedos en mi culo le costaba penetrarme y colaboré tirándome para atrás.

La verga se resbalaba a pesar de tenerla sujeta en su mano, pero venció nuestro deseo y la cabecita entro en mi culo, paré de empujarme hacia él, y dejó de sujetarse la polla y me cogió por las caderas afincándose con fuerza de mi cuerpo, y con la verga ya embocada en mi culo empujó con fuerza para meterme un trozo, gemí de placer y de dolor le notaba la polla muy hinchada, más que otras veces.

Se detuvo para abrazarse a mi cintura y llevó las manos a mi polla, sentía su pecho pegado a mis nalgas y la boca besando el principio de la espalda.

-Mi perrita linda tiene su pollita dura y jugosa. -no dejaba de besarme y lamerme la espalda mientras jugaba con mi pollita, como él decía, cogiéndome el glande con la punta de los dedos frotándolos envueltos en el líquido que salía de él.

-Pablo, que rico me lo haces, mete más, dámela toda, la necesito sentir. -apretó los riñones y sin cambiar de postura, con un golpe suave de cadera me metió un poco más de verga.

-¡Qué rico! Sigue metiendo, ¡Ohh! que placer, tu polla está sabrosa, me llena Pablo, ¡Qué bien se siente! Ummmmm. Me voy a morir de gusto. Dame fuerte, soy tu perrita, dame verga, dame…

Dejó de abrazarme y con las manos cogió mi cintura, tirando de mi cuerpo hacia él enterrando el resto de la verga en mi cuerpo.

-¿Así te gusta más perrita, así bien follada por tu macho? ¿Quieres verga a lo bruto, que te folle duro? -sus manos abrazaban totalmente mi cintura y se había aferrado a ella hundiendo los dedos en mi carne.

-Sí, dale verga a tu perra, dame duro Pablo, rómpeme el culito, hazme tuyo. -a pesar de sus palabras y de las mías, sus entradas eran suaves, penetrándome hasta que sus huevos hacían tope en mi ano y salía hasta dejar solamente el glande enganchado en mi ano.

-¡Que rico Pablo! ¡Qué gustito más rico! -así me estuvo cogiendo durante minutos, descansando a veces abrazándome la cintura, pasando los brazos por mi tripa y jugando con mi polla, hasta que temía correrme dejándole la leche en su mano, entonces volvía a su postura y retomaba la follada cada vez más fuerte y duro.

-Me voy a correr Pablo, no aguanto más. -dejó de entrar tan violento y abrazado a mi, metiendo la verga con lentitud, me masturbó hasta que me encabrité corcoveando, encogiendo el culo y los hombros, empinando la espalda como una hembra montada por su macho que recibe la simiente de la vida en su útero.

Pablo, en ese momento, se clavó todo lo profundo que pudo en mi culo, y comenzó a temblar dejando salir el semen que tiraba muy fuerte dentro de mi cuerpo; sentir como su polla escupía en mi interior la leche caliente, me hizo estremecer haciendo que temblara entre gemidos ahogados.

Permanecimos unos minutos en esa posición, abrazado por Pablo, tendido sobre mi espalda, acariciándome la polla con la mano llena del semen que yo había tirado, hasta que su verga se fue calmando y reduciendo el volumen, salía lentamente de mi culo escurriéndose de él a pesar de que yo deseaba que continuara tapándomelo para no dejar que saliera su leche.

Terminó de salir y la polla se le metió entre mis piernas húmeda de semen, el pubis pegado a la entrada de mi ano acariciándolo con los pelos. Me besó por última vez la espalda antes de dejarse caer rendido a mi costado, y yo me desplomé boca abajo.

Me miraba de costado, aún fatigado del esfuerzo, habían pasado mucho tiempo follándome el culo y aún tenía gotas de sudor sobre el labio superior.

-Eres genial Angel y estás delicioso, un rico manjar para comerlo. -su mirada era muy linda, dulce como la de un enamorado.

-Y también soy una perra. -enarcó las cejas y se puso a reír.

-Bueno no es para tanto, yo también soy un perro, tu perro, ¿no te habrás molestado? -le pasé la mano por los labios y le quité los restos de sudor.

-No me ha molestado, lo que me haga mi perrito macho y follador no puede ofenderme. -me acerqué hasta que unimos nuestros labios.

Miré fijamente sus ojos y la sangre me subió a la cara poniéndome rojo.

-¿Así me la va a meter Yasin?

-Es la mejor postura para las primeras veces, esas vergas descomunales llegan muy lejos y es mejor que las controles y seas tu el que las manda.

-¿Estarás tu allí? -acaricié su mejilla con ternura.

-No es necesario pero si tu quieres puedo estar.

-Quiero que estés a mi lado Pablo, que me guíes en ese nuevo paso, contigo a mi lado no tendré miedo. -me cogió la mano que tenía en su cara, aún la tenía manchada de semen.

-Tu eres muy valiente Ángel, has aguantado hasta aquí y seguirás haciéndolo, además lo de Yasin terminará por gustarte, a don Manuel le vuelve loco y a todos los que se coge, debe ser algo tremendamente morboso y deleitar tener una polla así en el culo.

No fuimos al baño para darnos una ducha rápida, realmente Pablo estaba muy sucio y sudado. Cuando me iba quedando dormido, abrazado por Pablo, me asombré al estar pensando en las clases de la mañana con Oleguer en lugar de en lo inédito que me esperaba a la tarde.

Seguirá…

 

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