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Secretos de familia (2)

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Después de ducharse, Jaime tomó el móvil y le envió un mensaje a su novia.

«Buenos días, preciosa. El sábado un coche pasará por tu casa a buscarte a las 20:00 en punto. Ponte guapa ya que, como tantas veces me has pedido, conocerás a mi familia.

Voy a estar muy liado con el trabajo, así que hasta el mismo sábado no podré verte.

Un beso»

Tras mirar el móvil unos segundos para asegurarse que el mensaje había sido enviado, lanzó el móvil sobre la cama y se dispuso a bajar a desayunar.

Pasó delante de la habitación de su hermana Sara y pudo observar que estaba pulcramente ordenada y sin una mota de polvo. A pesar de llevar casi un mes vacía, ya que tanto ella como su madre se encontraban realizando un crucero, diariamente era limpiada. Continuó avanzando por el pasillo y al alcanzar la habitación de Rebeca se detuvo un momento para contemplar a su hermana mientras llevaba a cabo sus ejercicios matutinos. Su polla se alzó en su máximo esplendor al verla realizar las sentadillas. La forma de su culo al flexionar las piernas le invitaba a tomarlo con dureza sabiendo que aguantaría cualquier envite por fuerte que fuese.

- Cuando dejes de babear me podrías ayudar con las abdominales. -le dijo Rebeca sentándose en el suelo juntando las palmas de los pies, dejando ver una gran mancha (sudor?) entre sus piernas.

- Pensé que no me habías visto, hermanita. Estabas muy concentrada. -contestó Jaime adentrándose en la habitación. Al ponerse frente a ella, la polla de Jaime quedó a la altura de la cara de su hermana y tras acomodársela en los pantalones, se agachó y sujetó los tobillos de Rebeca.

- Vaya hermanito, no ha pasado Ingrid a despertarte? -preguntó al tiempo que comenzaba a realizar las abdominales.

- Bien sabes que si...justo después de despertarte a ti.

Las últimas diez repeticiones transcurrieron en silencio y al finalizar, Rebeca le pidió a su hermano que la ayudase a levantarse. Cuando este la tomo de las manos, se levantó acercando su cuerpo a la cara de Jaime que se mantenía aún arrodillado. Los pechos de Rebeca se restregaron por su cara y cuando fue el turno de su entrepierna, el aroma del coño de Rebeca se adueñó de las fosas nasales de su hermano.

- Anda, vamos a desayunar, que me muero de hambre. -fueron las palabras que dijo Rebeca dejándole aún arrodillado y con la polla a punto de reventar los pantalones.

- Bajo ahora. -se disculpó Jaime al oír su móvil sonando en su habitación. En lugar de encaminarse inmediatamente a contestar la llamada, se quedó inmóvil viendo como su hermana descendía la escalera.

- Buenos días, Preciosa. -contestó a la llamada, viendo que era Miriam.

- Buenos días Amor. Estoy de los nervios. El sábado? Uff, pensé que sería mas adelante. Algo en especial que tenga que saber? Algún consejo? -las preguntas salían unas detrás de otras.

- Si, el viernes llegan mi madre y Sara del crucero, así que… para que retrasarlo mas. -le interrumpió Jaime. - Ponte bien guapa. Nada de lo que te diga te preparará para el sábado, así que simplemente eso, arréglate como si fueses a una comida de gala.

- De gala? No tengo nada parecido! -los nervios se apoderaron de Miriam.

- Tranquila, yo me encargo y te haré llegar todo. -zanjó Jaime. - Voy a desayunar y luego iré a trabajar, te llamo en cuanto saque un rato. Ok?

- Ok. Te quiero.

- Te quiero, preciosa. -finalizó la llamada y, de nuevo, lanzó el móvil sobre la cama.

Entró en el salón y tras saludar a todos los allí presentes se sentó dispuesto a desayunar. Su padre, Luis, sentado a la cabecera de la mesa, le devolvió el saludo con un leve movimiento de cabeza y continuó hablando por el móvil mientras que Rebeca le lanzó un beso enderezándose en la silla para ofrecerle una buena panorámica de sus pechos.

- Olga, por favor, -pidió a la sirvienta elevando la voz, ganándose con ello una mirada de reprimenda por parte de su padre al tiempo que señalaba el móvil con la mano libre. -me harías el favor de ponerme un café con leche?

- Como no, Señorito Jaime. -respondió la aludida desde la cocina. - Ahora mismo se lo sirvo.

Jaime se obligó a separar la vista de los pechos de su hermana para contemplar como Olga venía con la bandeja del café. Con su metro sesenta de estatura, 25 años y el pelo rubio formando una coleta, colocó la bandeja a la derecha de Jaime, el cual, no perdió la oportunidad de acariciar sus piernas. Deslizó la mano derecha sus muslos y alcanzó el tesoro que escondía entre ellos. Sus dedos toparon con una pequeña joya alojada en su orificio anal y tras presionarla con el pulgar, introdujo el dedo corazón dentro del coño, siempre mojado y listo, de la rubia. Olga no dejó que ningún gesto revelase lo que estaba sucediendo bajo su minifalda negra y sin inmutarse, procedió a servirle el café. Al inclinarse sobre la taza, Jaime obtuvo una perfecta visión de sus redondos pechos, ni grandes ni pequeños, de justa medida, cuyos erectos pezones pugnaban por arañar la blusa blanca que, sin que fuese debido al azar, tenía los tres primeros botones desabrochados.

Si bien, Olga había sido capaz de mantener la compostura, lo sucedido bajo la negra falda no había pasado desapercibido para Rebeca, que llevando la mano izquierda a su entrepierna, acarició su clítoris por encima de las mallas sin perder de vista la reacción de la criada.

- Me tienen loco. -resopló Luis al tiempo que finalizaba la llamada. - No son capaces de decidir nada por su cuenta. Lo siento, tengo que ir ya al trabajo o se desatará el caos.

Luis se levantó de la mesa e inmediatamente, un guardaespaldas, que hasta entonces había permanecido inmóvil en una esquina, le acercó el maletín y se dispuso a acompañarlo.

- Papá, antes de que te vayas... -dijo Jaime aun acariciando el coño de Olga. - el sábado vendrá a cenar con nosotros Miriam, mi novia.

- Estás seguro? -contestó su padre mirándolo fijamente a los ojos. - Conoces las normas de la familia... sabes lo que sucederá.

- Lo sé. Quiere conoceros y pienso darle el gusto.

- Muy bien, que así sea. Espero que no te arrepientas.

- Tranquilo Papá, está decidido.

No pasaron ni dos segundos desde que Luis abandonó la estancia cuando Rebeca se levantó de un salto y corriendo se acercó a su hermano sentándose a horcajadas sobre sus piernas

- Por fin voy a conocer a mi cuñadita? -preguntó mientras que con un gesto de la cabeza le indicaba a Olga que podía retirarse.

- Tarde o temprano tenía que pasar. -dijo Jaime cogiendo a Rebeca por las caderas y recolocándola de tal forma que no aplastase su polla que aún seguía pensando en el coño de Olga.

- Ups, perdón. -fue la respuesta de su hermana mientras comenzaba a mover suavemente las caderas haciendo que la polla de Jaime se endureciese aún más si fuese posible.

-Tengo que pedirte un favor, hermanita. Miriam no tiene nada adecuado para la ocasión y como tú tienes un gusto exquisito para la moda, te importaría comprar un vestido para ella?

- Será un placer. Cuenta con ello, pero… tendrás que darme pistas sobre es o no acertaré con las tallas. Veamos, -dijo poniéndose de pie y comenzando el interrogatorio. -Altura? Como yo? Más alta? Más baja? -movía la mano derecha indicando la altura.

- Es más baja que tú, mide 1,76.

- Rubia? Morena? Pelirroja? Pelo largo? Corto?… calva? -no pudo resistirse a tomarle el pelo a su hermano.

- Morena, pelo liso, largo, por debajo de los hombros.

- … vamos bien… Olga, por favor, ven un momento. -Rebeca esperó a que esta llegase y continuó con la ronda de preguntas. - veamos como tiene los pechos. Son algo… así? -preguntó al tiempo que se subía el top dejando sus pechos al aire. - O… así? -terminó de preguntar tomando la blusa de Olga con ambas manos rasgándola.

Los ojos de Jaime bailaban entre ambos pares de pechos. La diferencia entre ellos era notable. Si bien los de Olga eran de un tamaño, perfectamente proporcionado con el cuerpo de la rubia, los de su hermana sin embargo eran enormes, una 110, pero no por ello menos perfectos.

- Umm... no sabría decir. -contestó Jaime poniéndose de pie. -Veamos... -tomó los pechos de Olga con las manos y los alzó sopesándolos. - Quizás mas grandes. -repitió la operación con los pechos se su hermana, con los que se entretuvo mas de lo necesario pues estaba claro que los de Miriam eran mas pequeños. - Definitivamente, no son tan grandes como los tuyos, hermanita. -alzándolos una vez más, se despidió de ellos con pena. -Así a ojo, diría que un poco mas grandes que los de Olga, pero no mucho mas.

Adelantándose a la siguiente pregunta de su hermana, Jaime la volteó y, de un tirón, bajó las mallas de su hermana al tiempo que se agachaba quedando su cara a escasos centímetros del culo de Rebeca.

- De lo que si estoy seguro, es de que no tiene este culo. Ojalá… pero no. Veamos el de Olga.

Rebeca hizo que Olga se voltease y apoyase el pecho sobre la mesa del salón y lentamente subió la falda de la criada, deleitándose ambos con el redondo culo de Olga.

- Míralo bien, hermanito. -dijo separando ambas nalgas. La joya del plug destelleaba al recibir los rayos de sol que entraban por la ventana. - No quiero equivocarme por tu culpa y que el vestido no le quede bien a mi cuñadita.

Jaime no pudo resistir la tentación y acercándose a el, recorrió con la lengua el encharcado coño de Olga desde el clítoris hasta el perineo.

- Justo así. -contestó poniéndose de pie y soltando un sonoro azote en el culo de la rubia.

El pantalón de Jaime estaba a punto de reventar y sin dudarlo un segundo, se lo desabrochó liberando su polla, que había tomando las riendas de sus actos.

- Gracias hermanito, ya tengo toda la información que necesito. Ya me darás su dirección para que le envíen la ropa. -dijo Rebeca subiéndose a la mesa y sentándose frente a Olga para que esta le comiese el coño. - Y ahora… Fóllatela de una puta vez, que te va a explotar la polla.

Jaime no se hizo de rogar y de un golpe le clavo la polla a Olga hasta el fondo y comenzó a follársela con dureza. Olga recibía las embestidas sumisamente mientras se esforzaba en devorar el coño de Rebeca, que sujetaba su cabeza impidiendo que su lengua se tomase un segundo de respiro. Esta no se detuvo cuando Jaime retiró el plug y colocó la polla en la entrada de su dilatado culo. Jaime, miró a los ojos de su hermana y, lentamente, comenzó a empalar a Olga hasta que sus pelotas le indicaron que toda su polla se alojaba en las entrañas de la rubia. Sin interrumpir el contacto visual con Rebeca, Jaime aumentó el ritmo de las embestidas sobre el culo de Olga. Ambos sabían que realmente se estaban follando el uno al otro aunque el cuerpo de la criada los separase.

Los gemidos de ambos iban en aumento y finalmente estallaron en un orgasmo triple. Jaime y Rebeca se vaciaron dentro de Olga. Jaime le llenó las entrañas con su corrida y Rebeca hizo lo mismo en la boca de esta, que cerrando los ojos se dejó llevar al éxtasis y se abandonó a su propio placer.

Rebeca tomó el plug que había quedado encima de la mesa y rápidamente, lo devolvió a su sitio impidiendo que la corrida de su hermano se derramase.

- Creo que es hora de darme una ducha. -dijo Rebeca encaminándose desnuda a su cuarto. - Estará deslumbrante. Confía en mí hermanito. Tu novia no dejará a nadie indiferente.

 

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