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Sexo por dinero. La prima pagó la deuda con sexo
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Tiempo de lectura: 11 minutos

La prima ofreció pagar la deuda con su carne. –Dime con cuántos polvos saldo la deuda? Uno, dos, tres y la cola, es mi última oferta. Así la prima cumplió el compromiso, ahora tiene el crédito abierto, ah, también el culito.

Esta historia es casi un lugar común, cuántas mujeres toman, a espaldas de su marido, una deuda que después no pueden saldar, porque las circunstancias le juegan en contra.

Esta historia sucedió en Argentina, en uno de los tantos avatares de la economía familiar. Ella sabe que si el acreedor es varón, siempre va encontrar la “forma” de saldar la deuda, por ejemplo, entregando su cuerpo y evitar que su marido se entere. Esta fue la génesis del relato, esta forma de pago conlleva la complicidad con el suertudo acreedor.

A grandes trazos cuento la génesis de la situación: En una reunión familiar le pregunté a la prima Cristina el porqué de su tristeza, la respuesta develó sus penas, pidió si podíamos tomar un café y poder hablar en privado. – Esta semana voy a estar muy ocupado, llámame por teléfono y vemos cuándo. Llamó dos días más tarde:

– Hola Luis, soy Cristina…, no sé de qué modo contar esto, no me animo…, estoy en una situación límite, tengo una deuda con la tarjeta, por segundo mes hice un Hola pago mínimo, los intereses me van a comer viva.

– Qué dice tu marido

– El desconoce todo, tampoco tiene plata. Sin trabajo estable, solo changas (trabajo eventual)

– Pero tienes un trabajo en la zapatería, y tu patrón no puede echarte una mano?. Lo he visto traerte alguna vez y me pareció que tienen un trato más que amigable.

– Tan notorio fue?

– Sí, tanto, además un hombre sabe cómo se trata a una empleada y cómo cuando hay algo más que una relación laboral

– Bueno, sí, hay algo más que parece nadie notó, pero tampoco tengo un sueldo como para afrontar esa deuda, por otro parte, el patrón con el “algo más” como dices no es tan generoso, más bien avaro, pero para conservar el trabajo a veces debo hacerle un “servicio especial”..

– No hace falta que digas más, ya entendí todo.

– Bien, dime cuánto necesitas? – me dijo el importe

– Puedes venir mañana en la tarde por casa a retirarlo.

– Gracias primo.

Se presentó en mi casa a la hora indica, como era una tarde calurosa, invitarle una cerveza helada parecía lo más indicado, el brindis y la cordialidad la predispuso para contar su historia, puse el índice en su boca, para evitarle el motivo.

– No necesito explicaciones, tan solo solucionar tu emergencia económica, cuando puedas me lo devuelves. No necesito conoce la intimidad de tu cama, me parece que tu patrón bien podía tener la gentileza de sacarte de esta emergencia.

– Lo hizo un par de veces, justamente por esa razón comenzó a cobrarse de la forma que imaginas.

– Con lo buena que estás debería ser generoso, mira que tet…, qué delantera y qué buena cola, con esos atributos podrías… bueno eso.

– Sí pero no lo es tanto, además la esposa trabaja con él, lo tiene súper controlado, te puedes imaginar de qué modo es.

Pasaron más de dos meses, recibí un llamado de Cristina, para disculparse por no haber podido afrontar la deuda, respondí que no había prisa. – No te hagas problemas, cuando puedas está bien.

Otro par de meses, repite el llamado del mismo tenor, con la misma respuesta de mi parte, dijo que necesitaba decirlo personalmente. – Ven, tomamos una cerveza y me cuentas.

Sin muchos rodeos fue directa, quería proponer una solución a esta deuda, estaba agradecida por haberla sacado del enredo.

– Mira primo… no me falta voluntad de pago, solo me falta dinero. Yo te propongo, si no te opones, pagarte la deuda con esto. – tocándose la cola

– No sé qué decir… no lo había pensado así.

– No te gusto?

– Todo lo contrario, mucho, estás re-buena, claro… pero… no sé cómo sería…

– Fácil, me entrego y te cobras

– Así de simple -asiente – Bueno si lo pones en esos términos es como un acuerdo comercial -sonríe por la vuelta de tuerca y el humor de la respuesta. – A ver cómo? en cuántos encuentros saldarías la deuda?.

– Cuántos piensas que vale? Uno? -niego con un gesto – Dos? -negación. – Tres y es mi última oferta!

– Entonces de qué modo sería o más bien cuándo?

– Tendría que ser cuando mi marido trabaja. Está esperando que lo llamen

– A ver… estoy pensando en algo que no sé, pero tal vez matemos dos pájaros de un tiro, le conseguimos un trabajo temporal, sacándolo de la ciudad, y aprovechamos para… que pagues la deuda. Te parece? -sonríe, asiente. Ya imagino cómo hacerlo, mañana te llamo

– A los dos días llamé a Cristina para decirle que al día siguiente llamaran a su marido para ofrecerle un trabajo de acompañante de camionero, la tarea será ir en viaje a Mendoza, ida y regreso, por unos… tres, o quizás cuatro días, que si le gusta hasta podría tomarlo como efectivo.

– Qué bien, luego decime cuándo y dónde quieres que nos encontremos.

Tenía un amigo que tiene una empresa de logística y siempre está necesitando personal, esta vez le conseguí trabajo a un pariente por una “buena” causa.

– Hola primo, mi marido viaja esta noche, así que hasta el lunes no creo que esté de regreso, cuándo quieres cobrar la deuda?

– Puedes venir a casa? mañana cuando salgas del trabajo

– Ahí estaré, las deudas son deudas

Llegó según lo acordado, ansioso, la perspectiva de tenerla para mí me excita mucho, en el mientras tanto había diseñado la estrategia de proponer o exigir llegado el caso, de que los tres encuentros, fueran tres noches que se quedara en mi casa como para garantizar el pago.

La forma en que se dieron las cosas superó mis expectativas de máxima, que cuando puse la exigencia de que los encuentros fueran noches completas no fue rechazado, simula hacerlo a contra gusto, aunque solo fue una pose de coquetería. La propuesta era simple, quedarse conmigo, intentó un último ardid para zafar, que si llamaba el marido no estaría en casa para atender el teléfono y entonces…

– Simple lo llamas desde el celular y dices que el teléfono fijo no funciona, si llama que lo haga al móvil.

– Habías pensado en todo, verdad?

– Qué tiene de malo, en el amor y en la guerra vale todo

– Pero esto no es amor

– Solo fue una expresión, es sexo, y el afecto de parientes lejanos.

– Ahora no tan lejanos, estamos bien cerca

– En la cama lo estaremos mucho más.

La risa distendida hace lugar a la chanza, al juego erótico de la seducción verbal, abre los caminos al sexo entretenido, sin tensiones, de ese modo los cuernos no saben a culpa.

De la risa al juego, del juego al toqueteo, de éste al abrazo devenido en manoseo descarado, la calentura sube a tope, los voluptuosos pechos invitan a la codicia y la rapiña, no trae soutién, erizados pezones amenazan atravesar la delgada tela del vestido.

Detalles que seducen, presagian momentos de lujuria, los breteles del vestido se pierden, me apropio de sus meloncitos, cubriendo con la palma de la mano, el pezón dispuesto para ser frotado y lamido, al primer contacto con mis labios afloran los gemidos y el abrazo, señal de largada, el encuentro ha comenzado!

El vestido cae a sus pies, libera la carne para ser devorada por el ogro, los besos marcan el derrotero de saliva, buscando el sur, entrar en la zona caliente del monte de venus, buscando el tesoro escondido en la cueva.

– Para, para, mejor, espera que me lave.

– Me gusta así, tiene el sabor de la hembra.

– Sí, pero… es que no está tan limpia… tiene… bueno… él jefe me trajo en su auto, y como estaba escaso de tiempo y bien caliente, tu sabes cómo los hombres resuelven esa urgencia…

– Te hizo sexo en el auto.

– Sí, claro, como su mujer lo tiene súper controlado, muchas veces cuando me trae a casa, se detiene en algún lugar poco transitado y le hago sexo oral o él me hace sexo. Hace un rato me lo hizo y se vino dentro, por eso quiero limpiarlo, luego, todo lo que quieras.

– Siempre se viene dentro, sin condón?

– Sí, al señor de la zapatería no le gusta usarlo, por eso me pagó un diu, para hacerlo al natural, en casa obvio que no sabe que lo tengo.

– Entonces puedo al natural?

– Totalmente, quiero probarte. Dame un momento para lavarme la leche y dejo que me la comas toda. Me gustaría mucho, a ninguno de los dos le apetece hacerlo, solo cuando lo exijo, y me gusta, me gusta mucho, a vos te va?

– Síiii, quiero comértela todita.

Pasó por el bidé y la ducha, volvió enfundada en mi bata de baño, las cervezas frías nos esperaban, el primer acto está por comenzar…

– Woww, qué bien se te ve, no sientes calor? – Abierta está mejor? – Mucho, además puedo ver la “mercaderia” que me voy a comer.

– Es tuya… por dos días toda tuya. – Todo es todo?… – Entiendo que sí, es el pago.

Displicentemente, desnudita viene al encuentro… frota la mejilla con la cerveza helada. – Hmm, qué acalorada estoy. (toca la conchita) también acá estoy acalorada. Tienes forma de sacarme este calor?

Puso “toda la carne sobre el asador” (jugó todo a ganador), tomarla de la cintura, sentir su cuerpo, sentarla sobre la mesa, observar bien de cerca sus pechos, sobre todo la entrepierna, enrulados vellos, trigueños con el aroma de su sexualidad a tope. Palmas conteniendo sus “meloncitos”, fricciono los pezones, los primeros gemidos escurren de sus labios.

Acerqué mi boca, hasta frotarme en los vellos, embriagarme del aroma de la conchita, borracho de lujuria abrí los labios mayores, apoyando en los perfumados jugos, la lengua activa, los dedos cola-borando en activar todas sus zonas erógenas. Los gemidos profusos impulsan a ser más contundente, subirla a la cima de la ola, agitar la espuma del placer y dejarla caer al vacío del abandono. Volver a subirla y llevarla al delirio, los jadeos y gemidos aturden mis sentidos, sus muslos sobre mis hombros aprietan mis orejas, solo puedo sentir palpitar la vida en su sexo, latir la lujuria en sus entrañas, jadear hasta perderse en la vorágine de un orgasmo agitado y gritado.

Pensó que todo había concluido, en medio del delirio secuestré el clítoris en mi boca, lamiendo, acosando a la cereza madura del deseo, vuelvo a subirla por la espiral de sensaciones, prolongar e intensificar el orgasmo hasta agotar sus reservas, deliciosamente agotada por la intensidad de sensaciones, se dejó estar en la vorágine de la tormenta, tomada de la cintura, volcada sobre mí.

– Woww nena, qué forma de venirte, qué rápido. No parece que vengas de tener sexo hace un momento.

– Es que no tuve sexo, él hizo sexo, fue un rapidín, no siempre me espera, yo recién comenzaba a calentarme cuando él ya me acabó dentro. De ese momento de sexo en auto, solo traje su leche dentro y la calentura que hiciste estallar por los aires.

– Gracias, me gusto sentirte así, es lo que más disfruto, ser el artífice del goce de la mujer.

Terminamos la cerveza, pedimos una piza al delivery, nuevamente cerveza, erotismo, juegos y caricias.

– Tengo una película porno te interesaría verla, sé que a las mujeres no les gusta tanto.

– Yo no soy todas, busca y la vemos, tal vez aprendamos algo…

Sabe jugar sus cartas, palabra justas, gestos adecuados, maneja la seducción y el desafío. La película típica de las porno, lugares comunes, solo reparó en una escena cuando un negro, un tipo común, pero con un miembro bien grueso, le hacía sexo a la rubia, ella encima de él, frente al espectador, se deja penetrar por esa gruesa herramienta, los ojos desorbitados, los de la protagonista y los de Cristina, por el tamaño de lo que está comiendo.

Esa escena es motivo de comentarios, manifiesta que también le gusta el sexo anal, sus dos hombres no gustan de hacérselo, extraña cuando lo hacía con un amigo. – Estás frente a un fanático del anal.

La coloqué sobre mis rodillas mientras vemos la película, despertado el deseo de hacerlo ya mismo, en brazos y la llevé a la cama.

Como corresponde, comencé por comerle la boca, engolosinarme con los pechos, succionar las frutillitas hasta hacerla vibrar, sumergirme en el valle de los deseos, entre los labios de la vulva y lamer, lamer y lamer, hasta ponerla loquita, estrujar sus pechos. Inquieta, nerviosa, sin poder contenerse, respira a bocanadas, entrecortado, sufre la angustia de la espera por la carne masculina.

Seguía vestido, en un tris voló camisa, pantalón, bóxer y zapatos en un solo movimiento, desnudo, a cuatro patas me acerco a su cara, me agarra el miembro, tantea la textura, sobre todo la rigidez y el grosor, le gusta, no puede rodearlo con su mano, con las dos lo encierra y agita, descubre la cabeza, encandilarse con el brillo y distraerse con el ojo que amenaza con las primeras gotas de energía.

– Woww, qué pedazo! tal vez no sea como el de la película, pero es bien gordo, nunca estuve con algo así. -Cómo la tienen? – Mi marido larga pero fina, la del patrón normalita ni tan larga ni tan delgada. Pero la tuya, es bien gruesa, debe sentirse en…

La calentura apremia, levanté sus piernas, ella sostiene los muslos para ofrecer en objetivo peludo a pleno, despejado y presto a recibir el choque de planetas. Separé los labios, me acerqué para que se apoye justo, deslizándose en el jugoso camino, atravesar el vestíbulo, abriéndose camino a lo profundo de la cueva. El golpe de entrada, la hizo gemir, conozco el efecto y el gusto por sentir algo bien grueso abriéndose espacio, lento pero sin pausa, voy hasta entrarle todo.

A fondo, sus labios aprietan al intruso, es momento de iniciar el bombeo, volcado sobre su cuerpo, las piernas tan dobladas casi en sus hombros, la contorsión de su cuerpo favorece la penetración bien profunda. Me lanzo sobre ella, las manos soportan buena parte de mi cuerpo, el pistoneo de la verga, intenso y rítmico, promueve los jadeos por el esfuerzo físico, los gemidos solo son la forma de expresarlo.

Nos metemos en la vorágine del contacto genital a pleno, metisaca intenso. Las sensaciones se multiplican, los jadeos agónicos, el orgasmo está en la cresta de la ola, moverme rápido es la forma de llevarla al delirio.

– Vamos, vamos! no pares, no pares, dame, dame, más rápido, más rápido. Mete esa pija gorda, quiero sentirla lagar la leche, quiero pijaaa…

La angustia de estar al borde de llegar, la conmueve, pierde el sentido de la proporción y la cordura, la calentura del sexo altera sus sentidos, la emoción del orgasmo alucina, se detiene hasta el corazón, un instante supremo, la calma que precede al tsunami. El estallido atroz, no puede hablar, solo es un momento de agonía, de ser y no ser, de perder el sentido, entrar en un instante donde todo es placer y locura. Caída libre, al abismo insondable de sus pasiones desatadas, detenerse a poco del choque con el suelo, volver a elevarse y nuevamente caer al vacío. Solo trato de poner en palabras lo que transmitían su gestualidad, voz inteligible, crispación, estrujando sus pechos como si en ellos estuviera la contención. No hay pausa para su deliciosa angustia, el bombeo continuado renueva y prolonga la agonía del orgasmo.

La pausa, lleva paz y agotamiento a su humanidad maltrecha, vencida, se deja hacer por el hombre, alentarlo y exigirle ser llenada por la energía vital de su macho. – Vamos, mi macho, dame, dame tu leche, estoy esperando.

No hacía falta esperar mucho, su orgasmo me había hecho gozar a mil, ahora sentía libertad para expresar mi calentura, bombeo fuerte y continuado. Luego el golpe final, a fondo, el bramido del macho en el esfuerzo supremo de consolidar su hombría, el primer chorro de semen, grueso y caliente brota de mis entrañas para llenar las de ella.

Salí del estuche, la erección brilla por el semen arrastrado en la salida, conserva la erección y turgencia, se inclina para ver de cerca, entiende que debe limpiarla, pasa la lengua para recoger la leche, abre bien la boca para hacer lugar al glande, lo chupa y lame, mover el prepucio, el “ojito” llora una última gota de semen, apura a recogerlo con la punta de la lengua.

Tendidos, tomados de la mano, en silencio, cada quien disfruta ese instante de paz que deviene en el clímax, los latidos del orgasmo se diluyen en ondas de amor y paz. Ja!

La toalla puesta a tiempo recoge el fluido masculino inyectado en su conchita. La deja entre sus piernas para lo que siga escurriendo. El descanso repone energías, ella encima inicia un nuevo round, Cristina muestra sus dotes de hembra, conoce los secretos de manejarse como amazona, su vagina sabe apretar el miembro, sacar provecho del grosor, moverse con él dentro, ondulando el vientre, balanceando las caderas, saborea las mieles del erotismo generado por ella, transmitido por el testimonio de carne.

Con tal actividad y movilidad no demoró mucho en alcanzar el orgasmo, menos extenso que los previos, grita mientras sube y baja, hasta agotar su energía. El clímax llegó con ella empalada, brevísima pausa y puesta de espaldas, sin sacar, un “misionero” clásico, cambiamos la postura de perrita, recibe el primer embate de la pija, el ano prieto y rosado es la tentación misma, penetrada y jugando con el dedo en hoyo, insiste en taladrarlo, caricias y mimos distraen, apoyé la verga en el ano.

– No, noooo, no… te atrevas…

– No era que te gustaba tanto por el ano?

– Sí, pero eso fue antes de verla, lo tengo estrecho… la tienes tan gorda…

– Prometo que…

– Deja de joder, cuando la meten, no se detienen hasta venirse. Me asusta, es muy gorda.

La tentación de hacerle el culo es fuerte, la carne es débil y la verga muy dura, metérsela en el ojete la obsesión.

Puerteo, se le frunce y agita, antes que reaccione se la meto, forzando el esfínter, intenta escapar hacia adelante, trabé sus piernas, tomada con fuerza de los cabellos evito la fuga.

– Sácala cabrón!, no seas malo…

– Es parte del convenio, pagué por sexo.

– Pero no romperme el culo.

– Aceptaste el convenio. Tu culo está pago.

Hice caso omiso de sus quejas, forcejeamos para evitar la fuga, enterrado en ella, apretada y forzada, intentos vanos de salirse, terminó por dejarse sodomizar. La lucha hace la penetración brusca, el sexo anal resultó tormentoso y agitado, moviéndonos al compás de nuestras emociones, ella por zafar, yo para someterla. Pide, reitera que termine, que me venga de una vez, el deseo me puede, no resisto las ganas de acabar, asida de los cabellos con fuerza y nalgadas para someterla. Grité con fuerza, anunciado la venida, cerró el ano, bien apretado, divino penetrar un agujero tan prieto, eyacular, una experiencia única. Destilé todo el semen en el culito, el esfínter seguía apretadito cuando me salí de él, parecía que descorchaba una botella, el ano demoró en cerrarse, dilatado, escupiendo burbujas de semen.

Quedó tendida, rendida por la salvaje lucha de hacerle el culo. Las disculpas no calmaron su enojo, por el resto de la noche no me dejó tocarle el culo. Ni sé cómo pero la mañana nos encontró en cucharita, ella detrás, su mano tomandome la pija.

– Te odio, me rompiste el orto

– Pero te gustaba,

– No tan gorda,

– Nunca más?

– Bueno… el nunca más es como mucho no?. Tendrás que hacer muchos méritos para que te perdone, y muchos más para vuelvas a intentarlo. Te odio, me quedó latiendo, duele aun.

– Entonces antes de ir a trabajar nada de nada. No me dejes así, estoy caliente.

– Bueno, bueno… una mamada sirve como para no dejarte así, con la verga dura?

– Hmmmm,… bueno… si no cabe otra… acepto.

– Nos lavamos y te la mamo

– con final feliz

– Claro no te voy a dejar que se pierda mi lechita.

Me duché primero, en boxer, el café con leche y tostadas con quesito untable esperaban a Cristina, cubierta por la bata de baño comparte la gratificante recibida mañanera.

– El señor está haciendo buena letra, surtió efecto la amenaza de no tener más esta colita, maltrecha y dolorida será tuya si seguís haciendo méritos.

– Mi vida por ser el rey de tu colita

– Me gusta tu buen humor, hmmm parece que vas a seguir activo, pero… solo si no eres tan salvaje como anoche. Si me lastimas no lo disfruto y no quieres eso verdad?

– Totalmente de acuerdo, esta noche tendrás una sorpresa.

Antes de salir, sentó en el sofá y me dio una soberana mamada. Tiene experiencia en mamar y en tragar, no dejó de mirarme a los ojos, controlando y disfrutando mi calentura, la acabada mañanera suele ser un alimento nutritivo, así me lo hizo saber. – Woww, cuanta lechita, me gustó mucho.

Mientras se relamía los restos bebió el último sorbo de café. Llevarla al trabajo formaba parte de hacer buena letra. Al regreso, en la tarde fuimos a comprarle algo de ropita para los días que restan, bien sexy, las dejó en casa, dijo que volvería para seguir pagando deudas. La cena en un restaurante y la noche de lujuria a todo dar.

Cumplió el pago, ahora estoy esperando que vuelva para darle uso a la ropita sexy que quedó esperándola. Un acto de infidelidad por fin loable, sabe cumplir sus deudas, el crédito está abierto, esperándola para tener ese culito súper estrecho.

Te han cobrado deudas como hice con mi prima? Luis quiere saberlo [email protected]

Nazareno Cruz


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