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La historia de mi primer trío (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Si la primera vez es buena, la segunda siempre es mejor

Luego de aquella noche junto a Ben, no podía esperar para el siguiente encuentro, pero me esperaba un largo fin de semana y lo peor era que no tenía una excusa para verlo, no iba al instituto hasta el lunes. En todo inicio de cualquier tipo de relación hay un periodo de luna de miel, es ese periodo posterior al primer encuentro en dónde lo único que piensas es en desnudar al otro, justo por eso estaba atravesando en ese momento. Quería verle, deseaba que me cogiera como lo había hecho el día anterior, y me planteaba la posibilidad de mensajearlo para sugerirle la idea, pero mi orgullo, ego, y "dignidad" no me lo permitieron, por lo que tuve que recurrir a mi viejo mantra: ¡seguro que pasará!

Era un caluroso sábado por la mañana y lo único que me apetecía era bañarme, al levantarme de la cama noté mi cuerpo dolorido por las situaciones de la noche anterior, me encanta la sensación de mi entrepierna el día después, pasaron por mi mente algunos momentos, los sacudí y me metí a la ducha; me encontré disfrutando demasiado el agua tibia, y por más que quería sacar de mi mente todas aquellas imágenes, no podía, cada vez estaba más húmeda, y no precisamente por tomar una ducha. Cerré la llave del agua caliente y mi cuerpo resintió un poco el frío del agua, ni siquiera después del agua fría dejé de estar excitada, por lo que me vi en la necesidad de jugar un poco conmigo, comencé a pasar mis dedos ligeramente por mis pezones, y aunque ya estaban duros por el agua fría, pude notar que se endurecieron más, aún ardían un poco, pero esos roces siempre son mi detonante sexual, bajé una mano hacia mi entrepierna y me dispuse a complacerme un poco.

Me gusta hacer pequeños círculos ligeros con mi dedo índice en el clítoris y cuando el cuerpo me pide más, apretar con fuerza mi entrepierna, alternaba entre roces en mi clítoris e introducía dos dedos en mi vagina, pero esta vez, esa medida no me alcanzaba del todo, necesitaba más, opté por imaginar situaciones con Ben y después de unos largos quince minutos intentándolo, pude terminar, un poco cansada pero satisfecha con mi cuerpo, definitivamente no iba a poder aguantar un fin de semana sin comerme a mi amigo nuevo, arrojé ese pensamiento a la basura y terminé de ducharme.

Al salir, me dispuse a preparar el desayuno, luego, a revisar mi teléfono, no me considero adicta a las nuevas tecnologías, pero tenía que pasar mucho tiempo en ellas debido a mi trabajo, por lo que ya era un ritual de mis mañanas revisar las noticias, mis cuentas de correo, mensajes, y las diferentes redes sociales mientras desayunaba, lo primero que vi fue un mensaje de Ben, no me sorprendió después de tremenda cogida y salir como si no hubiera pasado nada, pero me desconcertó un poco el contenido. Habíamos mensajeado antes, pero más que nada para avisarnos los horarios en los que pudiéramos coincidir en el instituto y así pudiera llevarle a su apartamento de vez en cuando, pero su mensaje no decía nada más que un sórdido: -tenemos que hablar-.

Mi desayuno se vio arruinado debido al mensaje, por lo que decidí llamarle, cuando respondió, sonaba serio, no es que hubiera hablado por teléfono con él antes, pero no sonaba nada parecido a como yo le escuchaba en persona todos los días, le pregunté qué estaba pasando, y respondió que por teléfono no podía hablar del tema, preguntó si podía ir a su apartamento y solo le espeté la hora en la que llegaba y colgué. A ese punto ya estaba molesta, no sólo había arruinado mi mañana de sábado, sino que había arruinado cualquier fantasía posterior que yo pudiera tener o cumplir con él, y debido a los sentimientos, ahí quedaba una vez más mi libido.

Me puse una falda circular un tanto fresca y una playera, tomé un conjunto de ropa interior desmotivante, un cachetero un poco viejo de encaje y un sujetador a juego con el mismo uso, mi sensualidad se vio opacada por su seriedad en sólo 5 minutos, me arreglé muy poco el maquillaje, apenas y cepillé mi cabello y mis dientes, sus dos minutos de misterio bastaron para derrotarme, me molestaba que me afectara de esa manera, en verdad me emocionaba seguir experimentando con él, y a esas alturas, simplemente ya no me apetecía. Salí de casa con cero actitud para nada, y ya me empezaba a molestar el dolor muscular de la entrepierna, eso no hubiera sucedido si hubiéramos seguido jugando, pero qué le iba a hacer, solamente dar por terminado todo. Llegué a su apartamento a los 20 minutos, abrió la puerta con sólo una toalla enredada en su cintura, lo que me faltaba, pensé, mientras me invitaba a pasar, se disculpó para ir a ponerse algo de ropa, salió sólo con unos shorts holgados, ni siquiera se tomó la molestia de ponerse algo arriba.

Le pregunté de nuevo qué andaba mal y con su cara más seria se acercó, me tomó por el trasero, me levantó y me besó, -eso es ponerle drama a la situación- le dije entre besos, y de un segundo para otro mi humor volvió a ser el mismo con el que me desperté, caminó despacio hacia la cama, algo que no llegué a conocer la noche anterior, me aventó sobre ella bruscamente y se abalanzó sobre mí. Comenzó a besarme la cintura a la vez que me iba levantando la playera, al llegar a mi ombligo sacó su lengua y subió hasta mis pechos jugueteando con su boca, me deshice de la playera para seguir besándonos, y no pude evitar pasear mis manos por su espalda, apretujarle y enterrarle ligeramente las uñas, me gustaba mucho lo que sentía, aunque su iniciativa me desconcertaba, bajé un poco mi mano para tocarle el trasero, y con sus manos tomó las mías y las puso por encima de mi cabeza.

No sabía que tocarle el trasero fuera prohibido, pensé, y procedí a cuestionarlo, se limitó a besarme el cuello, pasar por mi oído derecho y susurrar -ayer tuviste todo el control, ahora es mi turno- Solamente pude pensar en ¿cómo demonios yo habría tenido el control si terminé a cuatro con un salvaje jalón de cabello y unas buenas nalgadas?, pero bueno, de su parte me pareció lo más sexy del mundo, y para ese momento ya estaba más que caliente, por lo que decidí seguirle el juego. Mi único problema en ese momento era mi ropa interior desmotivante, y pensando en eso solté una carcajada, me preguntó que qué era lo gracioso y no pude ocultar la verdad, prefería decírselo con un poco de humor a que le cortara el ánimo de tajo al descubrirla, para mi sorpresa no reaccionó nada mal, sino todo lo contrario, me volteó boca abajo con fuerza y empezó a agasajar mis nalgas, me quitó el cachetero de a poco y comenzó a besar la unión de mis muslos con mis nalgas, podía sentir su respiración en mis partes y eso me estaba calentando demasiado.

Sentía mis fluidos corriendo por entre mi clítoris y él aún no llegaba a hacer contacto directo con mi sexo, se paseó un rato por mi entrepierna hasta que ya no pude más, me empujé con el cuerpo para restregarle todo lo que provocaba en la cara y su lengua me causó el alivio instantáneo, las contracciones de mi cuerpo empezaron con el más ligero roce de su lengua con mi clítoris, pero no quedó ahí, esta vez no se detuvo, siguió chupándome en cada contracción, lo que me provocaba muchas más y procedió a introducir sus dedos en mi vagina, esos dedos fueron la gloria. Presionaba las paredes de mi interior a cada movimiento, no paraba de mojarme mientras él se lo comía, como pude me incorporé al juego de nuevo, tenía aún mucha sensibilidad, pero no parecía terminar su ritual, de pronto sacó los dedos llenos de mí y los introdujo en mi boca, probé mi sabor, era delicioso, un poco salado, de nuevo supo hacer exactamente lo necesario para calentarme al máximo y continuó jugando con sus dedos en mi boca, pretendiendo que era su pene.

No pude darme cuenta en qué momento se acomodó, pero sin ningún aviso ya me estaba embistiendo, yo seguía algo sensible y no había tenido mucha oportunidad de reponerme, pero el sentir su pene tan duro dentro de mí, entrando y saliendo a gran velocidad comenzó a surtir efecto, no podía hacer más que levantar mi trasero cada vez más a manera de agradecimiento, me tenía loca, jadeando hasta quedarme sin aire. Me agarraba las caderas y las apretaba fuerte, me tomaba del cabello con una mano y con la otra me apretaba una teta aún con el sujetador puesto, me gustaba su brusquedad, me gustaba que me diera fuerte, me gustaba tanto que le pedía que se corriera dentro, que me dejara llena y satisfecha cuando de pronto, sentí todo su calor en mi interior, eso me bastó para estallar en gemidos y comenzar a retorcerme, no sé cómo lo hacía pero nunca me dejaba a la expectativa, se tendió a mi lado exhausto pero satisfecho, tratando de tomar aire mientras yo me regocijaba con las punzadas que aún tenía en mi clítoris, seguía gimiendo, seguía sintiéndolo todo.

Desperté desorientada en una habitación que no era la mía, un poco asustada al inicio, pero al verlo dormido al lado mío me tranquilicé, sólo para luego pegar un salto desconcertada, yo no hago eso, no duermo con amigos, de hecho, no duermo con nadie, no recordaba en qué punto me había quedado dormida, de lo que si estaba segura es que mi mantra había funcionado, y que efectivamente, si la primera es buena, la segunda vez siempre es mejor, me apresuré a revisar la hora, se me detuvo el corazón un segundo, había olvidado tomar la píldora anticonceptiva del día. Entre orgasmos y fantasías no se me vino a la mente, por lo que corrí a mi bolso a buscarla y la tomé rápidamente, no me preocupé mucho, me había pasado sólo 6 horas y no representaba un peligro grave, pero por si acaso, puse una alarma para el día siguiente.

Pero bueno, mi relato es sobre mi primer trío, y hasta el momento no he llegado a esa parte, así que, en resumen, Ben y yo pasamos todo el fin de semana de luna de miel, dándonos placer de mil maneras diferentes, perdí la cuenta de mis orgasmos desde el mismo sábado, era tanta la fascinación por este hombre que me importó un bledo mi regla de no dormir con nadie, además, ¿quién dijo que íbamos a dormir?, había olvidado la energía de los 25, y en algún momento del fin de semana reflexioné seriamente sobre los estragos que probablemente él también sufriría dentro de tres o cuatro años. Lo hicimos por todo el apartamento, ni siquiera fue necesario un cambio de ropa, desde el momento en que me la quité, no volví a usarla, y estaba muy cómoda con ello. Para el domingo por la noche mi cuerpo estaba exhausto, me pedía descanso, y el lunes debía ir a trabajar, tomé mi ropa, me metí a la ducha por quinta ocasión en el fin de semana y Ben me sorprendió con una ducha de despedida bastante ardiente. Nos despedimos con un beso en la mejilla nuevamente y me fui a casa, de vuelta a la realidad.

Para el día lunes, me costó mucho trabajo levantarme, el cuerpo me pesaba demasiado, pero lo menos que esperaba era estar tan caliente, había tenido una buena dosis de sexo sin compromiso con Ben, pero a esas alturas, me daba la impresión de que ni todo el sexo del mundo era suficiente. Fui al trabajo a regaña dientes y por la tarde, llegó la hora de ir a mi clase de francés, no vi a Ben al entrar al instituto, y no pude poner ni atención al maestro, fantaseaba con estar con él de nuevo y poder pasar un buen rato, aún si mi cuerpo ya no me respondía, mi mente seguía planteándose mil posibilidades para una buena cogida, y yo, no estaba en posición de negárselo. Al salir del instituto me quedé extrañada de no encontrármelo, su módulo no terminaba hasta dentro de una semana, por lo que sus horarios seguían siendo los mismos, de cualquier manera estaba muy agotada para pensarlo y tomé rumbo al estacionamiento. Justo cuando encendía mi automóvil, vi a Ben acercarse hacia el lado del copiloto, entró un tanto serio al auto y me dijo que su exnovia Liz (fue la primera vez que escuché su nombre) le había estado llamando el fin de semana, y al no responderle, fue a visitarlo ese mismo lunes.

Lo único que pensaba para mis adentros era que al menos no lo visitó el día de ayer, o el día antes de ayer, pero ese no era el problema, la postura de Ben el fin de semana respecto a ella era de molestia, lo habían botado en medio de una ciudad que no conocía y a la que había llegado con el propósito de estar junto a ella, y eso no había terminado como él esperaba. Pero su postura de ese día era completamente diferente, hasta donde yo entendí, se sentía culpable de lo que había pasado entre nosotros porque ahora Liz estaba arrepentida, quería que las cosas volvieran a la normalidad, y percibí que Ben también lo quería, no sabía muy bien a dónde quería llegar con eso, hasta que me lo dijo, quería dejar lo que había pasado entre nosotros atrás, y seguir con la relación de conductor – pasajero que habíamos estado llevando antes de que pasara todo.

Me desconcertó un poco su actitud, pero bueno, que yo misma lo había dicho, me harían un gran favor si volvían a estar juntos, solamente no esperaba que fuera tan rápido, y en cuestión de minutos la que se vio botada fui yo. Pasaron los días y las cosas se "normalizaron", al menos la libido perpetua que experimentaba se calmó, pero no por completo, y no sabía muy bien cómo actuar al respecto, así que decidí ignorar el tema, las cosas regresaron un poco a como eran antes, hasta que un buen día me invitó a conocer a Liz, me di cuenta que éramos bastante parecidas, cabello castaño largo, tez blanca, cintura pequeña y más o menos de mi estatura 1.70 (aunque a juzgar por sus plataformas, podría ser un poco más baja que yo). Se podría decir que estábamos un poco al revés, su cabello era lacio, el mío ondulado, sus pechos eran prominentes, los míos no y sus caderas y trasero un poco pequeños, al menos comparándolo con el mío. Tenía una actitud muy efusiva, amable y una sonrisa preciosa, una chica que por su manera de ser, bien podría ser mi amiga.

Fuimos a cenar a un restaurante, bebimos un poco y no pude evitar recordar lo que había pasado con Ben, deseché el recuerdo de mi memoria y me disculpé para ir al sanitario, Liz se levantó y me dijo que me acompañaba, no me pareció extraño, pero tampoco lo más cómodo del mundo. Ya en el sanitario, noté a Liz de lo más amable, no me trataba como competencia, me trataba como si fuéramos amigas de mucho tiempo, me gustó mucho su actitud, y de cierta manera, me tranquilicé un poco, al regresar, Ben estaba inquieto, cómo si hubiéramos ido al sanitario a compartir sus secretos, la realidad fue todo lo contrario, ni siquiera vino al tema. Después de mi prueba superada con Liz, notaba a Ben más tranquilo, y de cierta manera, yo estaba más tranquila. Unas semanas después Liz y yo ya éramos las mejores amigas, íbamos de compras, hablaba sobre Ben, salíamos de fiesta, un día ya pasadas de copas me contó que ella sentía que después de dejar a Ben, algo había cambiado con él, estaba más distraído y se quedaba reflexionando por mucho tiempo, solo pude pensar en que por lo menos no era la única a la que le pasaba.

A pesar de la diferencia de edad con Liz, (7 años), me llevaba muy bien con ella, lo que no era común en mí, pues siempre he tenido más amigos que amigas, y a pesar de las circunstancias me gustaba salir con ella. Pero de pronto, pasó lo que tenía pasar entre dos buenas amigas, discutió con Ben, y ¿a quién llamó para hablar al respecto? quién mejor que yo que los conocía a ambos, fui a su casa y estaba hecha un desastre, no suelo hacer de consolador de nadie, esas situaciones me incomodan de sobremanera. Para colmo, Ben me estaba llamando también, presioné el botón de ignorar y convencí a Liz de arreglarse un poco y salir a distraernos. Ya de fiesta y entrada en las copas, habló sobre Ben, y que estaba cansada de preguntarle lo que le pasaba y no obtener respuesta alguna, Liz continuó presionando hasta que Ben se molestó y levantó la voz y Liz se echó a llorar, me sentí mal por unos segundos y la convencí de que todos los hombres del mundo eran así, hablamos un rato más y dejó el tema por su salud mental.

De pronto, todo se había salido de control y Liz era un mar de lágrimas, no sabía que más hacer para que estuviera bien, pensé en llamar a Ben, pero eso habría sido mucho peor, así que opté por darle un abrazo, el abrazo más largo de mi vida, el cabello de Liz olía deliciosamente bien, olía a vainilla, cuando menos pensé, ya se había calmado, y yo me encontraba en una situación confusa, seguíamos abrazadas y comencé a sentir a Liz de otra manera. Sentía su cuerpo, sus pechos apretados con los míos, su pequeña cintura que rodeaba con mis manos, no supe que más hacer con esa sensación por lo que separé mi cara un poco de su mejilla y la besé, sorprendentemente no se apartó, me vi envuelta en un sinfín de sensaciones completamente inexploradas, Liz besaba demasiado bien, sus labios carnosos eran exactamente dónde quería estar, la apreté con fuerza para sentirla mientras paseaba mis manos por su cintura, era demasiado bueno para ser verdad.

El beso acabó y me tomó de la mano camino al auto, no supe exactamente lo que significaba, hasta que subió a los asientos de atrás, subí con ella sin poder articular una sola palabra. Intentaba procesar lo ocurrido, lo que yo provoqué que ocurriera, cuando de pronto, Liz me tomó por el cabello y retomamos el beso donde lo habíamos dejado, se había echado encima de mí con las piernas abiertas sobre las mías, no sabía exactamente qué hacer. Tenía muchas ganas de tocarla, tocar esos pechos grandes, tenía la inquietud de verla desnuda, la idea me ponía a mil, pasé mi mano de su cintura a sus pechos y me lo permitió, para mi sorpresa, no llevaba sujetador, de pronto me encontraba bajándole el escote de la blusa, quería sentir su piel, sus pezones, cuando por fin los tuve en mis manos, toqué la gloria.

Liz hacía movimientos circulares sobre mí, y yo necesitaba poner mi boca en esas tetas, me volteé para abalanzarme sobre ella, de manera que quedáramos recostadas en los asientos, levanté su blusa y comencé a besarle, no podía con tantas sensaciones, era demasiado para mí, pero tampoco podía parar, mientras me comía sus pechos sentía sus pezones duros como rocas, comencé a buscar debajo de su falda, sólo pensaba en tocarla, encontré su pantaleta húmeda, y podía asegurar que yo estaba igual. Metí mi mano debajo esperando encontrar su vello, lo cual nunca ocurrió, (incluso en eso éramos parecidas, yo siempre iba depilada, y al parecer ella también), busqué su clítoris, y al sentirlo, por instinto hice lo que yo habría hecho conmigo, comencé a mover mis dedos en círculos.

Liz gemía delicioso, y escuchar esos jadeos me ponían mal, bajé de sus pechos por su cintura con pequeños besos, hasta llegar a su sexo, olía muy bien, al llegar a su clítoris le di un pequeño beso y enseguida saqué mi lengua. Tenía un sabor ligeramente salado, como el mío, pude notar su disfrute, yo lo estaba disfrutando por igual, y mientras me la comía completa, comencé a tocarme, ella se retorcía con mi lengua, al encontrar su vagina, introduje mi lengua todo lo que pude, incluso me dolió un poco el movimiento, intercalaba mi lengua de un lugar a otro, cada vez estaba más húmeda y sus movimientos eran más desesperados, y de pronto, la humedad aumento demasiado hasta que comenzaron sus contracciones, se retorcía en mi rostro mientras me llenaba de sus fluidos.

No pude aguantarme más y el hormigueo de todo mi cuerpo se hizo presente, la situación me provocó tanto, que no sabía de qué manera explicarlo.

Me recosté encima de ella por un momento, y de pronto, vuelta a la realidad, una llamada de Ben a mi teléfono se hizo presente, no creí prudente responder después de lo que había pasado, Liz se percató del hecho pero no le tomó importancia, por lo que pasado un rato, procedió a ponerse su blusa, la llevé a su casa y me fui a dormir a la mía con un montón de confusión, pensamientos y sensaciones increíbles, pero a la vez satisfecha por lo que había pasado.

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