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Compartiendo la cama con una pareja de lesbianas

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Brisa y Soledad: una pareja de lesbianas con las que tuve una agradable relación. Soledad la activa, Brisa la pasiva, si cabe la etiqueta.

Siempre al encontrarnos podíamos charlar de temas variados. Entre tantos, su relación y de lo que habían pasado hasta que la gente dejó de entrometerse y murmurar. Por entonces eran chicas de algo más de veinte y yo maduro en comparación.

Cierto día nos encontramos y charla va charla viene, me comentaron que estaba deseando tener un bebe. Les dije que me parecía fantástico y ojalá pronto pudieran adoptar uno.

-Ese es el tema, dijo Soledad. No queremos adoptar. Quiero y queremos que Brisa se embarace y lo geste ella misma. Pero tampoco queremos donantes ni inseminación artificial. Queremos que sea fruto de una relación normal. De un acto sexual completo y tradicional. Obviamente no es posible entre nosotras solas. Necesitamos un hombre que nos secunde, que nos acompañe y podamos hacerlo como se debe. No digamos con amor porque eso es otra cosa. Pero por lo menos con cariño y respecto. Hemos pensado en varios amigos y conocidos. Entre todos nos parece que eres el que mejor nos entendería, el que nos ayudaría a cumplir el sueño.

Toda la perorata me había puesto en alerta, pero aun así el pedido me sorprendió. Si fuese solo por cogerme a Brisa, encantado porque estaba súper buena…

-Chicas: me halaga el pedido, pero yo ya soy algo mayor como para embarcarme en algo así…

-Tampoco es que seas tan mayor. Sabemos que un hombre también vive y siente su paternidad. Pero esto es algo especial, distinto. No digo que una vez consumado el acto te borres del planeta, solo que no te harías cargo. Nosotras seguiríamos como pareja cuidando el embarazo y esperando al bebe.

-No sé, no puedo contestar ahora. Denme un tiempo, unos días…

Me lo guardé para mí y entré a analizarlo conmigo mismo. Era algo entre ellas y yo. Yo solo. Sabía que ellas también lo habían pensado mucho y ya estando seguras me lo pidieron. Entonces seguramente si no ponía lo mío, su bebe debería esperar. Porque salvo tuvieran otro candidato a la vista y en segundo plano, dependían de mi. Pensé que no debía defraudarlas. Pensé que si había un segundo posible padre, no le daría la oportunidad. Me puse egoísta!!! Pero no me apresuré en aceptar. Esperé me volvieran a llamar, que si lo hacían, las posibilidades de que hubiera otro se acortaban. Era un planteo medio tonto, pero creo me sirvió para darme seguridad e impulsarme a hacer un hijo que no sería mío. Finalmente lo fui aceptando, a sabiendas de que ellas lo adorarían y cuidarían como nadie.

Aun así me tomé unos días más, hasta que Soledad volvió para preguntarme si había tomado una determinación. Por supuesto le respondí que sí y que aceptaba el reto.

-Gracias, Gero, muchas gracias de verdad… Brisa no está conmigo porque está ocupada en sus cosas, pero lo que te diré es porque lo hemos hablado y estamos de acuerdo. Espero que no cambie tu decisión pero, lo que queremos es que no sea ella sola al momento de tener sexo para engendrar. El momento es tan importante para nosotras que ambas deseamos que yo esté presente. Espero me entiendas. Quiero sentirme parte y la forma es esa. No por miedo, no por desconfianza ni nada parecido. Además (y por eso te elegimos) necesitamos que no sea un acto frío y mecánico con el único fin de engendrar. No hablemos de amor aparte del nuestro, pero si de un cariño, de afecto…

-Bien… me parece bien, acepto y la decisión está tomada, Soledad!

-Gracias! Nos tomaremos el tiempo necesario y lógicamente lo haremos cuando ella esté en sus días fértiles…

-Está bien. Nos vemos entonces. Dale mis saludos a Brisa… Le di un beso y nos despedimos.

Me lo tomé muy seriamente. Tanto que durante la espera no volví a tener sexo. Quería estar fuerte y “cargado”…

Pasó a lo sumo una semana hasta que mis amigas se contactaron otra vez conmigo. El momento había llegado y habríamos de reunirnos en su casa para consumar el esperado acto. Esa misma noche me acerqué hasta el lugar. Me recibieron con alegría y me invitaron a una copa. Nada de bebida alcohólica, por supuesto. Estaban radiantes. Brisa, quien habría de ser fecundada, se veía realmente hermosa. Se abrazaban y mimaban mientras hablábamos.

-Gerónimo, dijo Soledad… Cuando estés dispuesto, ya sabes.

-Pues… indíquenme el camino!

Las seguí hasta la habitación. Estaba toda adornada de flores y agradablemente aromatizada. La cama era una invitación a acostarse. Me acerqué y las abracé casi más paternalmente que como ocasional amante. Me besaron y se besaron. Lentamente y como en una ceremonia me fueron llevando a la cama.

-Queremos, si a ti te parece, comenzar nosotras… dijo Soledad. Hacer el amor hasta que ella, mi amor, esté lista para recibirte. Por supuesto que puedes sumarte cundo quieras. Ni falta hace que te lo diga.

Nunca había estado en una situación así. Solo sabía que, al menos de observarlo en videos, el acto entre dos lesbianas me podía poner cachondo. Por lo pronto me senté en una banqueta mientras ellas se besaban y acariciaban en el centro de la cama. Más temprano que tarde la ropa fue quedando de lado. Dejaron su desnudez a la vista y ya eso fue un punto de partida para mis ganas. Realmente brisa estaba más buena de lo que me parecía con ropas. No era alta. Un muy buen par de tetas medianas. Estaban de rodillas sobre el lecho en ese momento con Brisa de espaldas a mí y pude apreciar que también portaba un más que interesante par de nalgas…

Ya al poco rato directamente se estaban propinando una de manoseos y chupada de tetas increíble! Soledad mayormente jugaba el papel de hembra dominante y Brisa recibía las atenciones entre suspiros y gemidos. Era excitante de verdad y mi cuerpo tomó nota. Ya tenía la verga dura. Mientras ellas estaban atareadas, me fui desnudando hasta quedar totalmente en bolas. Las miraba y me la meneaba despacio. Esperé cierto tiempo y me acerqué en tanto Soledad le dedicaba a Brisa una contundente chupada de concha.

-Permiso… puedo?

-Por supuesto… ya verás lo exquisita que está.

Olí y lamí. Y claro que estaba exquisita. Entonces nos fuimos turnando para atenderla. El clítoris de Brisa estaba ya inflamado y saltón. Un dedo de Soledad lo acarició mientras yo lamía y chupaba esos labios regordetes y depilados. Nuestras esmeradas atenciones la hicieron llegar a un retorcido orgasmo. Nos pusimos a la par, uno por lado para abrazarla y mimarla. Solo después que recuperó el aire, nos dijo que estuvimos geniales.

Recién entonces se dieron cuenta que yo estaba boca arriba y de verga bien tiesa.

-Qué grande, dijo Soledad…

-Sinceramente, nunca me habían dicho eso, le respondí.

-Yo no tengo experiencia para comparar y Brisa solo la de un noviecito de hace tiempo, pero...

Abrió el cajón de la mesa de luz y sacó un par de “juguetitos”

-Ves? Somos bien moderadas en el tamaño! O bueno… acaso prefiero no presumir de lo que natura no me ha dado… Eso sí, presumo de una lengua laboriosa! Jajaja!… Verdad, mi amor…?

-Claro, cariño. Vaya si trabaja esa lengua!

-Es que ahí está el secreto… en las caricias y los tactos!

Brisa tendió la mano y me acarició el miembro…

-Si no te pones celosa, me agradaría chuparla.

-Para nada… y no creo que Gerónimo se niegue, verdad?

-Desde ya que no, respondí…

Me quedé como estaba y Brisa se irguió un poco. Me la tomó con la mano y acercó su boquita para empezar a lamerla y chuparla. Mi verga ya era un garrote! Soledad observaba, sonreía y acariciaba a su compañera. Minutos más tarde dejó de chupar y se tendió en la cama.

-Estoy lista, dijo.

Miré a Soledad como pidiendo permiso. Ella asintió con la cabeza. Brisa abrió sus piernas y brazos para recibirme. La abracé y ya mi verga quedó en posición. Despacito me abrí camino entre sus pliegues y la penetré. Soledad me acariciaba la espalda y acariciaba la cara de su pareja. La chiquita estaba realmente sabrosa y entré a cogerla a buen ritmo. Después me apoyó las manos en el pecho para que me detuviera y me separó un poco. Levantó bien las piernas hasta la altura de mis hombros para exponerse totalmente. Fui adelante otra vez y la penetración fue muy profunda. Entré y salí con fuerza pero sin violencia. La profundidad le arrancaba gemidos. Empecé a sentir que acabaría y aumenté el ritmo de mis cogidas. Las respiraciones se agitaron hasta que mi leche se derramó en lo más profundo de su anatomía. Me retiré y Soledad la ayudó a mantener las piernas en alto y la cintura levantada como para que la esperma se mantuviera dentro e inseminara. Después de un rato la dejó tenderse y descansar.

Volvimos luego a tendernos en la cama.

-Me encantó, dijo Soledad…

-A mi también, respondió Brisa. Más de lo que había imaginado.

-Que no se te haga costumbre, nena, le replicó sus pareja.

-Oye… no seré yo quién te ponga los cuernos, solté y nos reímos los tres.

-Lo sé, Gerónimo, lo sé… jaaa! Y sinceramente te agradecemos por esto. De verdad estuvo mejor de lo soñado. No creas que fue fácil tomar la iniciativa y que además saliera como deseábamos… Igualmente: no digamos fue porque yo creo no está terminado. O si? Estamos para algo más?

-Mmmm… creo que sí, respondió Brisa.

Yo: -Algo de energías y ganas me quedan. Igualmente, ustedes son las dueñas de la noche… yo solo soy invitado!

-Tienes razón… dijo Soledad, para luego inclinarse hacia Brisa y comenzar a besarla. La otra no permaneció inactiva. En pocos minutos se pusieron muy calientes y yo a centímetros de ellas. Esta vez fue Brisa la que se tiró entre las piernas de su pareja para chuparla y hacerle jugar sus dedos en la concha. Me acosté a la par de Soledad.

-Creo que he de probar el Yin y el Yang aquí mismo, dijo Brisa y se cruzó a chuparme la verga ya tiesa. Soledad miraba sin dejar de acariciarse la vulva y las tetas.

-Creo… creo que me apetece chupar una de esas, expresó Soledad… y se acercó a lamerme, quedando cara a cara con Brisa. Las bocas y lenguas entraron a alternarse en la felación. Tuve el culo de Soledad enfrente, por lo que no lo pensé y la acaricié.

-Solo por esta noche está permitido, dijo entre risas…

Así que mientras ellas se entretuvieron con mi verga, yo fui acariciando la raja de Sole cada vez más profundo. Hasta que encontré los labios de su concha y lo ataqué con mi dedo mayor. Ella solo se aflojó para dejarme hacer. Durante unos largos minutos la fui acariciando por fuera pero luego gané espacio y se lo fui introduciendo hasta humedecerlo. La seguí sobando ahora ya buscándole el clítoris. Me costó porque estaba bien apoyada en la cama; solo que, adivinando mi intención, se arqueó un poco para darme espacio. De esa manera fui jugando y excitándola cada vez más, hasta hacerla venir en un rico orgasmo…

-¿Qué pasa, cariño?... preguntó Brisa en tono pícaro.

-Este hombre malo me robó!

-Robó? Y que habría de robarte si estamos en bolas!

-Me robó un orgasmo…!

-Te lo robó pero me parece que te lo quedaste! Jajajaja!

-Siiii… Noche plena, dijo Soledad. Un hombre me “robó” un orgasmo y no estuvo nada mal!

Yo seguía boca arriba. Brisa se incorporó para ponérseme encima. Tomó mi palo con su mano y lo apuntó para bajar lentamente y penetrarse. Soledad también se arrodillo para besarla. Le tomé la pierna a la altura de la rodilla para invitarla a ponerse encima de mi cara. Obedeció y cuando estuvo por sobre mi rostro, levanté la cabeza para darle el primer lengüetazo y empezar la chupada. Un manantial de flujos brotaba de su concha para mojarme los labios y las mejillas. Su lado heterosexual afloró para hacerla reforzar el contacto de sus partes con mis labios y lengua. La fui trabajando a lengua y chupones. Fue un torbellino de caricias, besos y lamidas. Se besaban entre ellas y amasaban sus tetas. Brisa cabalgó mi verga y Soledad mi lengua. Entre ambas se amañaron para llegar a una nueva descarga de energías. A la cima y al clímax… En tanto yo seguía cargado!

Ya tiradas en la cama se miraron felices y sonrientes. Acaricié la espalda de Brisa como para recordarle que seguía ahí.

-Buscas algo?

-Es posible… si te pones en cuatro patitas seguro lo encuentro!

Perezosamente, Brisa fue levantando sus caderas para apoyar las rodillas y quedar dispuesta. Gotas de flujo vaginal corrían por sus piernas. Las levanté con la lengua y tembló. Apoyé mi verga en su entrada y en un viaje de punta a punta, mi miembro la atravesó para empezar a cogerla despacio. Iba y venía sin prisa ni pausa. Gozando.

-Sole… deberías probar lo que tengo dentro. Es como un juguetito pero con vida, palpitante y calentito!

-Tú crees?

-Es nuestra noche. Me encantaría que probaras y sea yo la que te oriente…

-Bueno. Nunca creí que fuera lo mío pero… aquí estamos. No dudes cariño que será mi prueba de amor!

Yo escuchaba y esperaba. Soledad se colocó en idéntica pose que Brisa. Esta se dio la vuelta y me dio un beso mientras acariciaba la raja de su pareja.

-Gerónimo: tendrás el privilegio de ser el primer hombre que penetre esta deliciosa y amada cuevita. Trátala con suma prudencia y cariño!

De verdad caía ahora en que la virginidad de Sole era real en cuanto a hombres, más allá de los juguetes sexuales…

-Tú mandas, Brisa!

Tomó mi verga y la apuntó a la entrada carnosa. Acercó el glande y lo hizo frotar restregando los labios húmedos, haciendo que comenzaran a separarse. Luego de jugar un rato, ya Soledad daba muestras de ansiedad y gusto. Brisa siguió hurgando hasta alojar mi miembro justo en la boca de la cueva. Con una mano me lo sostuvo y con la otra me empujo suavemente como ordenando que avanzara para alojar la cabeza de la poronga y algo más dentro del canal.

-Mmmm… realmente se siente bien este “juguetito con vida”!!!

-Te gusta, amor?

-Muy a mi pesar te digo que si…

Brisa me miró, sonrió y me aventó para que penetrara por completo.

-Ahora te cogeremos bien rico, cariño. Gero te la pone mientras yo te hago una regia pajita!

La cogimos. El fuerte y rápido el vaivén de mi verga y los laboriosos los dedos de Brisa, hicieron que Soledad aullara de placer cuando el orgasmo la alcanzó.

-Aaaah, no pensé, nunca pensé…

-Ssshhh! No digas nada. Solo relájate y disfruta. Descansa, que yo recibo a Gero para que acabe otra vez.

Volvió a ponerse en pose “perrita”, la penetré y bombee hasta que mis huevos soltaron todas las simientes, que ella se guardó un buen rato, manteniéndose en la misma pose.

Nueve meses después, Brisa dio a luz un precioso bebe. Obviamente lo fui a conocer para luego dejarlas a ellas hacer su vida de pareja, criar al niño y mimarlo. Lejos de interferir, solo me reuní con ellos solo para algunas ocasiones especiales.

Gerónimo 68

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