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La practicante del 81

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Tenía yo 20 años, V. Z. (La cual aquí se llamara Virginia), Virginia y tendría también 20 años.

Ya estaba yo estudiando en la Universidad y me encontraba de vacaciones en mi pueblo, era un sitio turístico por excelencia y gente de todo el país y de afuera venían a vista las bondades del lago, y de los frondosos parajes de los alrededores.

Con 20 años yo todavía no tenía mucha experiencia en cosas del amor y del sexo. Por esos días trabajaba un rato y vagaba un rato durante los días antes de volver a la universidad.

Conocí a una chica hermosa, sencilla, y fácil de hablar. Virginia, ella estaba trabajando sus prácticas universitarias en un hotel de los que se encuentran alrededor del lago, ella de una ciudad en el centro del país y de una familia culta y algo conocida.

Virginia y yo tuvimos un idilio rápido y furioso por decirlo así, ambos éramos inocentes y tímidos. Salíamos a pasear en bote, a la playa, salíamos a bailar en las noches, y solíamos besarnos y consentirnos el uno al otro.

Recuerdo la primera vez que mis dedos tocaron sus labios del placer, la pepita saltarina de su clítoris, el centro de atención en lo que al sexo se refiere. Estábamos en una discoteca, esta tenía varios salones alrededor de la pista, entre ellos un salón largo y angosto con solo cubículos de espaldar alto, estábamos sentados en uno de ellos, acabábamos de dejar de bailar y nos dedicamos a tomar algo y a besarnos como tortolos, los besos delicados el uno con el otro eran como saboreando un delicioso merengue.

Mientras nos besábamos, nos fuimos calentando un poco y mis manos como las suyas acariciaban cada rincón de nuestros cuerpos, por encima de la ropa. Virginia tenia puesta una falda a media pierna, ya al ratio de acariciarle los muslos, me atreví nerviosamente a seguir subiendo mis dedos hasta llegar a su entrepierna, donde me encontré con unos pantis mojados, suavemente corrí de lado algo de esa tela humedecida por el calentón del momento y acaricie los labios vaginales de mí en ese momento querida Virginia, chorreaba placer, gemía cada vez que mis traviesos dedos rozaban su pepita, los besos cada vez más ardientes y su mano, en mí pene ya dentro de mis aflojados pantalones.

Se encendieron las luces de la disco y toco salir del establecimiento, salimos agarrados fuertemente de las manos y caminamos hasta el auto, donde decidimos irnos a algún lugar done pudiéramos estar solos y probablemente continuar lo que habíamos empezado.

Conduje despacio y con ella a mi lado, el auto tenía una sola y grande silla delantera como la que traían los carros americanos de la época. Llegamos a un motel que alguien me había dicho podía ser seguro, entramos y nos dieron una habitación. Virginia y yo tímidamente nos desnudamos y nos acostamos en la cama, que si hablara podría darnos clases y sugerencias de que hacer. Nos acurrucamos el uno con el otro y besamos, nos tocamos toda nuestra caliente piel. No recuerdo si mis labios bajaron a saborear, lo que espera fueran sus dulces labios verticales, pero recuerdo que al empezar a penetrarla con mi encapuchado pene, ella estaba muy apretada y cerrada, le molestaba y dolía, no quería hacerle daño, no era el propósito. La idea era darnos placer el uno al otro. Finalmente y despacio logre entrar y si no mal no recuerdo la terminamos pasando bien Para lo que creo fue la primera vez para ella, y no que fuera yo un experto también podía ser mi 2 o tercera vez. Algún día le preguntare si recuerda algo y así poder hacerle una corrección a este relato.

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