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La Mona, rubia divina

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La mona como la llamaré de ahora en adelante es un poquito mayor que yo, con un sex appeal fantástico y un cuerpo que se mantiene en forma y hermoso. Es una persona dulce y divertida. Muchos andaban detrás de la mona, separada, con hijos y divina.

Para ese entonces estaba viendo solo y mi familia lejos, los pensamientos erótico-sexuales corrían por mi mente de vez en cuando y la mona muchas veces, estaba en ellos, pero del sueño al hecho hay mucho trecho. Una tarde una pareja de amigos me invito a salir un rato y con ellos estaba la mona, no estoy seguro todavía si las cosas se dieron o si esto estaba planeado.

Salimos los cuatro a un restaurante de la ciudad, charlamos y cenamos, pasándolo bien y divertido. No recuerdo de qué manera la Mona, y la pareja de mi amigo se pusieron de acuerdo, yo era muy tímido, pero nos montamos en el carro y salimos a dar vueltas por la ciudad y luego encaminamos a la casa de nuestra pareja amiga.

Ya en la casa, todos en nuestro sano juicio, hablando sobre todo , la mona sentada cerca de mí, nos tocábamos las manos y acariciábamos el cabello , mi amiga se quedó dormida en la sala y el esposo también, no recuerdo como y no deseo inventar, la mona y yo nos dirigimos a la alcoba principal y ya allí nos encerramos y decidimos tocarnos, acariciarnos, besarnos y finalmente ya desnudos nos deslizamos sobre la cama y conocimos cada uno el cuerpo del otro, sabíamos que esto no era una relación que nacía sino un rato de desahogo sexual tanto para ella como para mí.

No podía creer que estaba con la mona deseada por muchos, ella muy dulce conmigo y yo con ella, solo hicimos el amor, no tuvimos sexo pesado, que delicia de mujer. Le acaricie sus pequeños senos, respingados con unos pezones que parecen una fresitas, su abdomen plano y suave, baje la mano a su entrepierna, donde me encontré con unos labios húmedos y delineados, ni una pizca de vellos, totalmente rasurada, me fui bajando besando con pequeños picos por esa piel que me quemaba los labios, llegue a esos labios que me atraían y bese su, clítoris, mi lengua lamia entre sus labios y sentía como vibraba y los jugos del placer empezaban a mojar la piel de sus muslos, bajaban mezclados con mi saliva hacia su pequeño ano, solo pase mi lengua por él, mi experiencia no era mucha. 

Un orgasmo le sobrevino y yo me acosté a su lado, ella bajo su mano y me acaricio el pene el cual estaba a reventar, acerco sus dulces labios ye hizo desaparecer la corona de mi pene en su boquita, el cabello rubio de mi mona acariciaba mi abdomen y las sensaciones que sentía eran maravillosas. No deseaba correrme en su boca, así que sin protección y la calentura de ese momento me subí sobre ella y muy delicadamente la penetre suavemente, nos movíamos despacito, como saboreando el placer de estar juntos y conociendo nuestras debilidades sexuales, nos acariciábamos al mismo tiempo mis dedos tocaban sus senos y pasaban por la separación de sus nalgas donde el ojete del anito me imaginaba me hacía guiños. Al ratito nos corrimos, nos besamos, hablamos y luego de vestirnos, salimos dejando a nuestros amigos durmiendo en la sala de su casa. Nos montamos en mi auto y la lleve a su casa donde nos despedimos ya que ella viajaba al día siguiente. 

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