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Un secreto confesado
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Amigos míos la razón de escribir este relato es divulgar que descubrir el sexo en la familia y con la familia es lo más excitante que he vivido me ha ayudado para madurar sexualmente y definir mis gustos eróticos.

Les relatare algo que llevo en secreto por años, el cómo descubrí a la mujer que hay en mi madre. Todo comenzó por culpa de la inasistencia del profesor de gimnasia, a ese tiempo contaba con 18 años, así que la clase la tomo la profesora Isabel, hasta ese momento no tenía idea que las diosas existían, a pesar de no ser alta, su cuerpo era muy bien formado, bueno ella empezó la clase pero sin buzo, al ser una emergencia ella estaba con falda corta, al rato solicito un voluntario, llamado al que respondí, me hizo colocarme adelante y realizar una serie de ejercicios en suelo a la clase, y lo asombroso llegó que al pasar a mi lado pude observar sus piernas enfundadas en medias de color piel sujetas a un portaligas de color negro, realmente quede hipnotizado, mirando ese magno espectáculo más aun cuando ella realizó unos ejercicios de flexiones parada y yo parado justo detrás de ella pude observar su culo cubierto con una pequeña braguita y sus ligeros, lo que llamo mucho la atención fue la forma y color de sus medias en su terminación una banda ancha que cambiaba de tonalidad al terminar atada a su liguero.

Desde ese momento en mi mente no existía otra prioridad más que el sexo y las medias y mejor aún con portaligas.

Mi familia estaba constituida por mi madre Carolina, de mediana estatura con poco busto pero firme y con un par de piernas hermosas muy contorneadas y un culito muy respingón, mi hermana Sofía y mi abuela Magdalena.

Mi padre nos había abandonado hace mucho tiempo, razón por la cual yo asumí el rol de hombre de la casa el cual trate de cumplir a cabalidad pues estudiaba y trabajaba pues la situación económica no era buena. Esta situación luego me trajo gratas sensaciones pues cuando llegaba en la tarde con dinero las tres me recibían muy bien y me llenaban de cariños, caricias besos y abrazos. Así en mi mente se fue posicionando la firme idea de aprovechar esta situación para obtener sensaciones sexuales las que necesitaba con urgencia y que mejor al lado de las tres mujeres que yo más quería y estaban a mi lado para mi solo, pues mi madre trabajaba en un taller de tejidos en casa y mi hermana y abuela salían solo ida y vuelta al colegio.

Mi objetivo se centró en mi madre, al llegar de mis labores lo primero que hacía era saludarla a ella le gustaba mucho que yo la abrazara siempre fue así, lo que aproveche para acercarme a su lado y refregarme por su cuerpo apoyando mi pene erectado por sus muslos y luego por su trasero, mi intención era quedarme pegado a su trasero, pero temía a que ella se diera cuenta de mis intenciones y para ello usaba un slip ajustado para ocultar el bulto del pene, aunque ella se deba cuenta y me seguía el juego sin decir nada, cuando no lo hacia ella me reclamaba por que dejaba de hacerle sus cariños y yo por supuesto corría a dárselo a veces con el problema de que mi pene estaba muy notorio por la excitación que me provocaba su llamado así que trataba de hacerlo no tan cargado a su cuerpo pero ella se las arreglaba para voltearse y quedar enculada a mi pene o se movía lentamente hacia mi pene como tratando de encajárselo entre sus nalgas las cuales las podía sentir firmes y cálidas, nos quedábamos así un buen rato mientras ella realizaba sus quehaceres, pero todo terminaba bruscamente al sentir la llegada de mi hermana o abuela, mi madre se cambiaba de posición y se ponía algo nerviosa yo me iba rápidamente al baño a pajearme pensando en ella.

En las tardes nos sentábamos a ver películas todos menos mi abuela que se acostaba temprano y nuevamente comenzaba otro juego con ella el cual consistía en acariciar sus piernas, yo me sentaba en el suelo ella en un sillón tejiendo, la idea era que mi hermana no nos observara, así que introducía mi mano bajo su falda y acariciaba sus rodillas ella tapaba con su tejido y poco a poco subía mi mano hasta sus muslos, me encantaba sentir el roce de mis manos por sus piernas con medias, este ritual lo repetíamos todos los días sé que nos gustaba a ambos porque al mirarla sus ojos los cerraba. Cierto día observe que sus medias estaban rotas por lo que le dije que yo le regalaría unas nuevas, al día siguiente llegue con las medias le compre unas muy caras, suaves de color más oscuro al que ella usaba habitualmente, al verlas se alegró y me dijo que se las pondría de inmediato al decir esto yo me di la vuelta para salir de la habitación pero mi madre me dijo quédate quiero que veas tu regalo puesto te lo mereces te lo has ganado, gire de inmediato para no perderme nada, pude observar como se sacaba sus medias sentada en su cama con mucha lentitud me pidió que cerrara la puerta y de las puso muy latamente acariciando sus piernas al subirlas, quedo con su falda arriba y me dijo lo suave que eran y me invito a tocarlas las que acaricie desde los tobillos hasta su entrepierna la cual estaba muy húmeda estuve acariciándola por largo rato, estaba con sus ojos cerrados por lo que aproveche de llevar su mano a mi pene al cual ella acaricio suavemente como esperando que pasara y me dijo que desde que comencé a encularla con mis abrazos ella se empezó a calentar de sobre manera y más aún empezó a sentir que tenía un verdadero hombre a su lado. Desde ese día más nos unimos y buscábamos ocasiones y partes de la casa para estar solos y acariciarnos pues lo único que me permitía era manosearla y encularla acariciando sus ricas tetas terminadas en punta.

En nuestras búsquedas de ocasiones íbamos al taller de tejidos muy reducido en espacio y angosto ideal para nuestro propósito nos ubicábamos tras la puerta y un pilar quedando nuestros cuerpos muy juntos le subía su falda y le acomodaba mi pene sobre su vagina la que la refregaba hasta que llegaba al orgasmo y yo siempre terminaba chorreado en leche

En las mañanas lo primero que hacía era ir a mi cuarto y acostarse a mi lado para manosearla por completo, pero no quería que la penetrara creo que por la memoria de mi padre o algo parecido, lo que me tenía como loco pues solo me permitía chupar sus tetas, besar su cuello y puntear su culo. Cierto día al llegar en la tarde me abrazaba de una manera diferente y me dio el primer beso con lengua apego su sexo con el mío y se frotaba como una puta lo que me encantaba y por su puesto mis manos se perdieron en su culo y entre sus piernas y me dijo hoy te tengo un regalito, bajo mi falda lo hice de inmediato y pude ver unas medias negras muy sensuales que estaban sujetas a un portaligas de color negro de satín lo que me llevo a desearla más aun, ella estaba muy caliente con lo que aproveche para meter mis dedos en su vagina y lentamente abrir sus labios y tocar su clítoris con lo que se estremeció murmurando a mi oído penétrame acto seguido la puse a la orilla de la cama y comencé a pasar la punta del pene por sus labios hasta desesperarla y luego introducir mi pene lentamente ,que estaba durísimo, quería sentir todo empecé sintiendo un calor y una estrechez la que cedió lentamente luego una succión tan fuerte que me resistí de no acabar enseguida ella solo suspiraba y daba pequeños gemidos por temor a que nos escucharan, me hablaba diciéndome al oído que esto lo estaba esperando hace mucho y que no sentía así tan bien culeada desde hace más de cuatro años lo que me calentó más aun, abrí su blusa y deje a descubierto sus duros pezones los que mame como un loco, ella comenzó a decirme cosas que nunca imagine: “papito comete tus tetas, muérdelas, no no pares, dame más duro, no pares por favor, no lo saques sigue bombeando a tu puta si soy tu puta solo tuya, papito que ricooo”, luego de un silencio se arqueo completamente su piel de mojo completamente, sus ojos se desorbitaron su lengua salía de su boca y acabo en un gigantesco orgasmo, luego se quedó recostada un buen rato estaba muy agitada pero antes de irme que hizo prometerle dos cosas que nunca dejara de culearla y que este sería nuestro gran secreto.

Así pasaron dos años teníamos relaciones sexuales casi todos los días, ella comenzó a arreglarse más se tiño el pelo sus faldas eran más cortas por supuesto solo usaba medias con portaligas solo para mi pues cuando salía se las sacaba, era una relación de maravilla, cierto día como de costumbre mi madre me saludo con un beso en la boca y me toco el pene sobre el pantalón lo cual sabia su reacción acto seguido salió jugueteando corriendo a su habitación la que comparte con mi hermana Sofía y yo persiguiéndola se tiró a la cama y yo por detrás subiendo su vestido y enculándola fuertemente con vaivenes de penetración no pararon ni cinco minutos cuando sentimos la puerta ella se incorporó y fue abrir era mi abuela que venía de compras…

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