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A veces la locura es más fuerte que la razón

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Hola, como es mi décimo relato real, pensé en contarles algo especial pues anoche otra vez estuve disfrutando del cuerpo de mi bebota deliciosa. Y mientras lo hacía recordé un fin de semana cuando recién éramos novios.

Uno al comienzo de una relación está con toda la energía y quiere demostrar lo que es capaz. Además si tenés una mujer fogosa que le gusta la acción más aún.

Bueno lo que pasó fue que la llevé a un hotel todo el finde, pasamos esa tarde paseando, besándola de vez en cuando, disfrutaba mucho mirando sus ricos pechos y ni hablar de mirarle la cola, me encantaba ver y decir es todo mío. Cuando llegó la noche volvimos al hotel, cerca de nuestra habitación vimos que un grupo de muchachos se estaban instalando, tenían pinta de fiesteros, saludamos y seguimos camino. Una vez en la habitación nos acostamos y ya era verla, sus pechos brotando de ese escote siempre tentador, esas curvas de su cintura, sus piernas y su mirada diciendo vení comeme me encendieron.

No tardó mucho en montarme y demostrar sus dotes sexuales ese movimiento de cadera me encantaba, tomaba sus pechos y los besaba como loco mientras nuestros cuerpos se frotaban húmedos de lujuria y deseo.

Aunque no lo crean no tenía protección y ella tampoco lo pensó mucho, y de mi parte me dejé llevar. Perderme ese pedazo de mujer por un preservativo ni loco, aunque no es lo aconsejable, a veces la locura es más fuerte que la razón.

Y si así lo hicimos sin lamentarnos frotarse directo sin nada es lo más delicioso que puede haber.

Sentir su húmedo cuerpo, su calor y ella enloquecía más y más.

La levantaba en el aire y ella disfrutaba de todo mi miembro en su interior. La miraba gozar y más me encendía, unas ganas de hacerla gritar me podían.

Y si luego de gritar los dos de tanto placer sentimos al mismo tiempo terminar dentro del otro, no sé si hay algo más rico que eso, pero ella me pedía que le avisara cuando acababa para quedarse quieta y sentir cuando yo llegaba a mojarla toda.

Bueno todo esto suena delicioso, no? Y qué pensarían si les digo que lo repetimos diez veces más. Si así como lo lees once veces la hice mía sin protección, la juventud y la calentura pueden lograr cosas impensadas. Aunque puede haber estímulos externos que aumenten ese deseo.

En nuestro caso esos vecinos que vimos en grupo pues habían conseguido una chica y la estaban haciendo gritar entre todos y sus gritos se escuchaban por todo el edificio, aunque de vez en cuando la callaban dándole de comer algo o eso creo. Nos calentamos más y más, mi bebota sin quedarse en menos comenzó a gritar también muchísimo

-Querés que te escuchen todos no?

-Si si -me decía mientras saltaba sobre mí.

-Que atorranta sos, si querés gritar eso vas a hacer -ni bien dije eso la tiré en la cama la puse en cuatro y le comencé a dar con toda mi calentura, más al ver esa cola chocar mí miembro.

Nunca la vi gritar tanto como esa vez y fue delicioso el grito final cuando acabé creo que más de uno se calentó al oírla.

Que se hace luego de una noche así, salir feliz del mundo como si nada importara, sentirse capaz de todo.

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