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Ana y Martín. Matrimonio. Sumisión

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Ana y Martin habían estado casados por cinco años y vivían en una hermosa casa grande con un jacuzzi en el patio trasero en las afueras de Madrid.

Ana es una mujer de 33 años con un cabello pelirrojo brillante que cae suavemente sobre sus hombros. Su piel es suave y delicada, con un aroma dulce y floral que envuelve a cualquiera que se acerque a ella. Su personalidad amable y gentil hace que sea fácil hablar con ella, y siempre está dispuesta a ayudar a quienes lo necesitan.

Sus pechos son grandes, sus pezones rosados. Usa grandes escotes dentro de su casa para atraer a su marido.

Por otro lado, Martin es un hombre alto y robusto con una tez muy blanca que contrasta con su cabello oscuro y corto. Sus rasgos son fuertes y bien definidos, lo que le da un aire de seguridad y confianza. A pesar de su apariencia intimidante, Martin es en realidad una persona muy cariñosa y atenta, especialmente con su esposa Ana.

Aunque su hogar era cómodo, Ana tendía a quedarse en casa la mayoría del tiempo, mientras que Martin pasaba largas horas trabajando como ingeniero en una empresa de construcción.

Un día, después de regresar del trabajo, Martin encontró a Ana mirando la televisión en el sofá. "Hola, cariño", dijo Martin mientras le daba un beso en la mejilla. "¿Cómo ha sido tu día?".

"Ha sido aburrido", respondió Ana. "He estado en casa todo el día y no he hecho nada emocionante". Ana vestía un vestido muy corto, como le gustaba a su marido.

"¿Por qué no salimos a dar un paseo?", sugirió Martin. "Podemos ir al parque cercano y disfrutar del clima".

"No quiero salir", dijo Ana con un tono de voz un poco quejumbroso. "Me gusta quedarme en casa y ver televisión".

Martin se sintió un poco frustrado, ya que deseaba pasar más tiempo con Ana fuera de la casa, pero decidió no discutir al respecto. "Bueno, está bien. ¿Qué quieres hacer para cenar esta noche?".

"¿Qué te parece si hago algo ligero, como una ensalada?", sugirió Ana.

"Me encantaría", respondió Martin con una sonrisa. Acto seguido la tomo entre sus brazos y la llevó al cuarto. La tiró en la cama y ella ya supo qué hacer. Abrió las piernas para su marido y se sacó la bombacha blanca. Sacó sus tetazas afuera y lo esperó. Él se bajó el pantalón y el bóxer y la penetró sin esperar. Después de 5 minutos Ana ya había acabado y él la dio vuelta y le empezó a dar fuerte por el culo.

- ay no sabía que querías esto amor

- sí que lo sabías, mira como me esperaste

- Martín... como siempre te esperé.

- no me digas Martín decime como me gusta

- papito, te esperé como siempre

- no, me esperaste con la colita parada puta

Luego de 10 minutos Martín logró acabar.

Ana sonrió y se sintió más relajada. "Gracias. Me haces sentir bien y me encanta como me comes la cola con tu pija".

Esos eran sus días. Con el tiempo, Ana comenzó a confiar más en Martin para tomar decisiones. Sin embargo, todavía le preguntaba a menudo sobre qué usar y qué cocinar. Un día, Martin se sintió frustrado y le dijo a Ana: "Sabes, me gustaría que tomaras tus propias decisiones. Confío en ti y sé que eres lo suficientemente inteligente como para tomar buenas decisiones".

"Si no lo haces te voy a coger menos y mas rápido, acordate de que sos mi puta y te amo".

Ana se sintió un poco ofendida, pero luego entendió lo que Martin quería decir. "Lo siento A veces me siento un poco insegura y necesito tu ayuda para sentirme bien".

"Lo entiendo", respondió Martin con ternura. "Pero no tienes que sentirte insegura. Eres una mujer fuerte y hermosa, y estoy aquí para apoyarte".

Ana se abrazó a Martin y sintió una oleada de amor. "Gracias. Realmente aprecio todo lo que haces por mí. Nunca dejes de cogerme".

A partir de ese día, Ana comenzó a salir más y a confiar en sí misma para tomar decisiones. A veces, todavía le preguntaba a Martin por su opinión, pero se sentía más segura de sí misma y de su capacidad para tomar decisiones.

Un día, después de una discusión sobre un tema menor, Ana comenzó a llorar. Martin se preocupó y la abrazó fuerte. "¿Qué pasa, amor? ¿Por qué estás llorando?".

"Siento que he sido una carga para ti", sollozó Ana. "Siempre te pregunto qué hacer y cómo vestirme, y no quiero ser una carga para ti".

Martin acarició el cabello de Ana y le dijo que se dé la vuelta. Mientras le subía el vestidito le dijo que la amaba, que ya no se preocupe, que él siempre le iba a decir como comportarse y vestirse. Acto seguido le clavo la pija en la cola y ambos disfrutaron.

...

Este relato lo hice con Sandra. Pueden enviarme sus comentarios a [email protected].

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