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Arturo y Alma (I)

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Ya con varios encuentros entre los cuatro, Arturo y Alma se habían vuelto habituales compañeros nuestros de exitantes aventuras sexuales.

Cómo nos conocimos

Primero tú conociste a Alma en un cafe con otras amigas, y después de un par de citas solo entre ustedes con charlas amenas, se fueron dando las conversaciones subidas de tono donde llegaron a comentarse que si bien cada una tenía compañero como tal, ambas parejas nos identificabamos como practicantes del intercambio, lo que nos abrió perspectivas de intensas experiencias con ellos.

Eso motivó a que en esa tercer cita en el café, el acercamiento entre ustedes dos se diera más, las manos se comenzaran a rozar, la expectativa del momento hiciera efecto, las presencias de ambas, la sensualidad de cada una, el haber hecho click desde el primer día, dio paso a que comenzaran a acariciarse. Un roce descuidado de la mano sobre el cuello de la otra, otra mano que se puso en los hombros de la primera y que bajó por la espalda hacia la cintura, uno que otro beso discreto, miradas de complicidad, que ocasionaron una pasada rápida al baño, donde, después de cerciorarse que estaban solas, se dieron los primeros escarceos amorosos entre las dos y de allí comenzó todo. Ambas sabían que tenían compromisos más tarde, así que a pesar de la exitación del momento, se despidieron y cada una fue para su respectiva casa. Recuerdo bien ese día cuando llegaste toda alebrestada, corriste a abrazarme, a besarme con la intensidad característica de haber experimentado algo así, y me comentaste lo que había sucedido con Alma. Esa noche, hicimos el amor como locos, nos corrimos intensamente, nos entregamos con pasión desmedida y quedaste de decirme como se iban dando las cosas.

Siguiente ocasión, ella pasó por tí, y en lugar de ir al cafe de las tres citas anteriores, te invitó a su casa donde, estando ya solas las dos, pudieron ir aventurando un poco más las caricias, los besos, los toqueteos, llegando a retirar ambas parte de la ropa de la otra y disfrutar de sus cuerpos, con unas caricias delicadas, de mucha intensidad y gran sensualidad.

Durante esos momentos de pasión, le comentaste que ya me habías dicho de estos encuentros iniciales y ella te mencionó que no le había dado tiempo de explicarle nada aún a Arturo, su pareja. Sabiendo que podría llegar él, Alma te llevó en su auto a nuestra casa a hora prudente, sin dejar de aprovechar en el camino para que ella fuera acariciando tu entrepierna, aprovechando que llevabas un vestido a la rodilla, ya sin ropa interior, jugando con tu clítoris, penetrando tu vagina con sus dedos, hasta arrancarte un orgasmo intenso, más por la sensación de que se fuera dando en plena vía pública, aunque ya tarde. Igual, llegaste a la casa con toda la expectativa de tener una fuerte e intensa sesión de sexo y así sucedió entre nosotros esa noche, provocándonos múltiples orgasmos y saboreando nuestras corridas.

En otra ocasión, unas semanas después, ella te comentó que ya le había dicho a Arturo sobre los encuentros de ustedes y la noticia fue bien recibida, como era de esperarse. Cabe mencionar que era la primer ocasión que se daba en su caso, que ustedes como mujeres estuvieran siendo el contacto inicial.

Luego vinieron otros dos ecuentros tuyos con ella en su casa, y en una ocasión posterior te citó en el café de siempre, donde ella llegó acompañada de Arturo. En esa tarde, la conversación fue muy amena, pudiste ver que Arturo era, además de bien parecido y formado por el ejercicio, un buen tipo de alegre talante, excelente conversador de trato amable y gentil.

A grado tal que eso motivó y facilitó que Alma te acompañara a nuestra casa en otro día, donde -después de que llegué del trabajo- me presentaste con ella y tuvieramos un encuentro sexual de gran intensidad, donde pudimos hacer deliciosos tríos, nos compartimos de diferentes maneras, se encargaron de hacerme venir en sus bocas, en sus cuerpos hasta dejarme exhausto y fue entonces cuando pude atestiguar una exitante sesión de sexo entre ustedes dos que fue digna de elogio y admiración por la entrega de ambas y verlas dedicadas a darse placer y pasión desbordada. Al terminar, y como ya era tarde, nos dimos rápidos baños y la acompañamos a su casa para asegurar que llegara bien.

Allí tuvimos contacto los 4 por primera vez. Fue una presentación entre Arturo y yo breve (ya era tarde), grato y ese momento desarrolló gran confianza entre todos. Nos despedimos y regresamos a nuestra casa a dormir abrazados.

Por supuesto, no faltó que había que corresponder a la invitación hecha a ella, y en unos dias después, ya próxima a terminar tu jornada, me avisaste de que ibas a ir a casa de Alma y Arturo a pasar la tarde. Regresaste ya en la madrugada, toda exitada, disfrutando de haber estado con ellos y, después de quitarte toda la ropa, te acostaste en la cama a mi lado, nos abrazamos y besarnos en forma tierna. Te podía sentir con esa gran energía, exitación al tope y esa vibra de haber pasado gratos momentos. Entonces me comenzaste a acariciar mi ya semierecto pene para irme diciendo lo rico que había estado haber compartido la cama con ellos dos.

Me explicaste que primero llegaron Alma y tu a la casa, prepararon algo de café y agua para té, así como dejaron las botanas y bebidas que habían pasado a comprar momentos antes de arribar y, mientras esperaban a Arturo, ella te llevó a su cuarto para invitarte a darse un baño juntas.

Todo empezó allí, enjabonándose una a la otra, besando sus bocas, frotando sus cuerpos, chupando los senos de ella, cuyos pezones se ponían sumamente erectos y, después de salir de la regadera, se fueron a la recámara a continuar con las caricias y besos.

Ella se recargó en la cabecera, te acercaste a besar su boca intensamente, haciendo que tu lengua se perdiera entre sus labios, entrelanzandose con la de ella, tus senos se frotaban con los suyos, y ambas se iban acariciando sus cuerpos, aprovechando para tocarse en diversas partes.

Luego, te separaste un poco, le colocaste una almohada debajo de la cadera, abriste sus piernas, te hincaste frente a ella mostrandole tus pezones también erectos, inclinaste tu torso para acercar tu cara a su sexo que ya reclamaba atención de tu parte, dispuesta a realizarle un delicioso y exitante sexo oral para hacerla disfrutar. Eso dejó tu cadera levantada, dándole a ella un espectáculo visual interesante.

Empezaste por tocarle su entrepierna y constatar lo empapada que ya estaba, para después darle un primer beso a ese clítoris que ya asomaba retador, lamerlo con tu deliciosa lengua, chupar sus labios vaginales, meter tus dedos en ella, para sacarlos llenos de sus jugos producto de la exitación que estaba sintiendo, jugar con tu lengua en su culito, lamiéndolo con cuidado y dedicación, succionándolo y penetrando poco a poco con tu lengua, lo que hacía que Alma arqueara su cuerpo y le arrancabas orgasmos largos y placenteros, que acompañaba con gemidos que trataba de apagar con otra de las almohadas. Hiciste que su cuerpo temblara de la sensación y, como recompensa, te mojaba con frecuencia en respuesta a tus caricias y penetraciones con tus dedos y lengua.

Así la tuviste un buen rato, provocándole orgasmo tras orgasmo. Ella sujetaba por momentos tu cabeza, ya fuera con sus manos revolvendo tu cabello o rodeándote con sus piernas, para que no te separaras de su cuerpo. En ocasiones, que la penetrabas con tus dedos, ella empujaba su cadera hacia arriba para hacer más intensas sus sensaciones.

Estaba siendo tan exitante la cogida que le proporcionabas, que tu cuerpo no era ajeno a lo que pasaba. Tus senos estaban hinchados de placer, los pezones erectos mostrando tu nivel de exitanción, rozaban con la sábana de la cama dándo a tu cuerpo sensaciones diferentes y exitantes. Tu vagina chorreaba sin que te tocaras. En momentos llegaste a llevar tu mano a tu entrepierna, rozarte con cuidado primero y luego con intensidad, para tú también disfrutar de la situación tan exitante. Te penetrabas con ellos por momentos para sacarlos y saborear tus líquidos ¡Cómo deseabas que hubiera un pene penetrándote! Sin embargo, estabas decidida a seguir proporcionándole placer. Llevabas tus dedos a tu vagina, toda mojada de tus fluidos y los embarrabas en la entrada de ella o a su culito para lubricarlo y penetrarla nuevamente, mientras tu boca seguía chupando su clítoris y lamiendo por toda la zona saboreando sus jugos.

Entre gemidos de ella, entre orgasmo y orgasmo te llegó a preguntar si quisieras tener una verga en tu vagina y sólo alcanzaste a asentir con tu cabeza y un murmullo de aprobación. No pasaron más que unos segundos cuando sentiste que alguien se colocaba detrás de ti, e inmediatamente recordaste que Arturo estaría por llegar.

No despegaste tu cara del sexo de Alma. Sentiste cuando una mano se ponía en tu cadera, le facilitaste el acceso abriendo el compás un poco y pudiste percibir la punta hinchada de un pene grueso recorriendo la entrada de tu vagina, de tu culito y rozar con tu clítoris. Eso hizo estremecerte. Llevaste tu mano hacia atrás de ti para recorrer ese pene y darte cuenta de que ya estaba erecto, húmedo, largo y ancho como te gustan y listo para ti. Lo tomaste con tus dedos, lo guiaste para acomodarlo en la entrada y sentiste como fue abriéndose paso la ya hichada punta dentro de tí, seguida de ese tronco ancho que te abría cada vez más, proporcionandote una indescriptible sensación. Lo fuiste recibiendo completamente con facilidad, gracias a lo mojada que ya estaba tu vagina, tu respiración contenida mientras eras penetrada y sólo dejaste escapar un gemido al sentirte completamente invadida, sus testículos chocar con tus muslos, su total longitud tocando las paredes interiores y ante ello, tu cuerpo no pudo más que reaccionar a esta penetración, corriendote intensamente al sentir su punta chocar con el fondo de tu vagina.

Tu cuerpo temblaba y tus líquidos salían con intensidad producto de esa corrida que acompañaba tu orgasmo, mojando sus testículos, tus muslos y los de él y dejando su verga completamente empapada. Al ver tu reacción, Arturo sólo exclamó sorprendido y le dijo a Alma que eras una mujer supersensible, exitante y muy sensual. Dejó recuperarte brevemente, sin sacar su duro pene de dentro de tí y comenzó a cogerte con él poco a poco, haciendote sentir completamente suya en esos momentos.

Alma podía ver a Arturo empujar cada vez con un ritmo más intenso y observar tu cara de satisfacción y de disfrute al ser penetrada de esa forma que te gusta tanto. Ya no la acariciabas, por estar recibiendo los embates de ese duro miembro que te hacía acercarte rápidamente a otro orgasmo igual de intenso que el anterior. Alma se quitó de debajo de ti y fue a besar en la boca a Arturo, para tener un primer plano de cómo su pene estaba taladrándo ya tu ardiente y muy lubricada vagina. Desde donde se colocó Alma podía observar a forma que Arturo sacaba casi la totalidad de su pene, alcanzaba a ver tu vagina dilatada y cómo volvía a penetrar con fuerza hasta el fondo de tu cuerpo con su duro ariete. Tus manos buscaron la forma de sujetarse de la sábana, para poder contener sus empujones y, cuando ya te sentiste bien agarrada, comenzaste a empujar tus caderas hacia él, con un ritmo acompasado a la cogida que te estaba propinando Arturo.

Alma no tardó en acariciar tu espalda, intentó tocar tus senos, que estaban prácticamente aplastados bajo tu cuerpo sobre la cama y recorrer tus ricas nalgas con sus dedos, rozando con sus uñas tu piel totalmente distendida por la forma en que te penetraba Arturo. Besaba a Arturto y le preguntaba si estaba disfrutando de cogerte y él entre jadeos sólo alcanzaba a contestar que sí. Tu cuerpo no tardó en aproximarse a otro orgasmo y tu sudor copioso dejaba ver cuanto lo estabas disfrutando.

Alma regresó sus caricias a tu cadera. Observaba con atención la intensidad que estaba tomando la cogida y, mojando un dedo con su saliva, lo llevó a tu culito para que, con el movimiento que ocasionaban los embates de Arturo, fuera frotarlo los plieges exteriores de tu culito. La reacción en tí no se hizo esperar. Tu cuerpo se arqueó, producto de la tensión que se generó por este otro orgasmo que te estaban provocando y comenzaste a correrte nuevamente en forma intensa.

Arturo no detuvo sus empujones y con un breve me corro, Alma le casi ordenó hacerlo dentro de tí, llenando tu vagina de su semen caliente, que te seguía generando otros orgasmos más. Ella aprovechó que tu cuerpo se relajó, eso hizo acostarte en la cama y que el pene de Arturo saliera completamente mojado de los líquidos de ambos. Alma lo vió y no tardó en sujetarlo con su mano, frotarlo a lo largo y agacharse a lamerlo completamente, metendolo en su boca y disfrutando intensamente. Tú la observabas hacerlo con mucha pasión y gran exitación, mientras tu cuerpo empezaba a recuperarse de tan fuerte y exitante cogida.

Se quedaron otro rato más cogiendo entre los tres, en diversas combinaciones y más tarde, ya avanzada la madrugada te trajeron a la casa.

En esta ocasión, el cansancio era evidente en tí. Así que nos abrazamos, me besaste con toda pasión, me dijiste que había sido muy exitante y satisfactorio. Cerraste con un intenso suspiro y un profundo te amo, antes de acomodar tu cabeza en mi pecho y disponerte a dormir.

Más encuentros se fueron dando entre los cuatro. Serán motivo de otros relatos, sin duda.

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