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Así papá, así, métela en mi coñito
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Había salido a correr un rato, necesitaba despejarme y pensar lo que estaba pasando en mi vida, me senté para tomar aliento en aquel banco donde los pájaros se arremolinaban por las migajas de pan que la gente había tirado al suelo, me quedé como ida con mi mente en otro sitio, en otro tiempo, hacía ya unos años que llegué a Francia acompañando a mi padre, apenas unos años para conseguir tener las oportunidades que en nuestro país nos negaban en la actualidad, pero lo que yo no me podía imaginar es lo que empezó a pasar más o menos hace unos cuatro meses, algo que al principio parecía como una tontería, luego un juego y ahora no me dejaba casi dormir.

Tengo 26 años y un novio casi recién estrenado, al igual que mi padre Jorge que está saliendo desde hace tiempo con una mujer aproximadamente de unos 48 o 50 años, más o menos los mismos años de mi padre, hasta ahí todo bien, pero la cosa se enredó cuando por circunstancias tuvimos que alquilar una habitación, ya que nuestra casa estaba siendo demolida debido a no sé qué desperfecto causado por las obras del metro y hasta que no dieran una nueva, por ahorrarnos dinero lo hablamos y a ninguno de los dos nos importó compartir una habitación y más una como esa que era enorme con baño incluido, pero con una pega, solo tenía una cama, los dos éramos ya adultos, los dos teníamos pareja, éramos padre e hija, que podía pasar.

Al principio no me di cuenta de cómo me miraba mi padre, estábamos a comienzos del verano, un verano de esos calurosos, por las noches nos sentábamos en un pequeño futón donde veíamos y reíamos con los programas de televisión, solía llevar un pequeño pantalón de tela fina por encima de mis bragas, parecido a un bóxer como los que utilizaba él, en casa no me gustaba llevar sujetador con lo que mis senos jugaban libremente por debajo de mis camisetas, a veces de manga corta, a veces de tirantes, yo no me comportaba de forma diferente a como lo hacía en nuestra antigua casa, pero mi padre por el contrario sí.

En casa siempre llevaba camisetas y pantalón y sin embargo aquí con el calor que estaba haciendo solo llevaba puesto su bóxer y nada más, Jorge como le gustaba que le llamara es un hombre más bien delgado, pero al que le gusta hacer mucho deporte, sobre todo natación por eso es tan ancho de espaldas, por eso no tiene ni un gramo de grasa y es todo músculo bien definido, la verdad que nunca repare en él hasta entonces, aparte del cuerpo mi padre es un hombre tremendamente atractivo, guapo y con una sonrisa que enamora según la ves.

Los dos nos empezamos a sentir atraídos con las miradas, notaba como mi padre me miraba las piernas y como de vez en cuando intentaba ver mis pechos cuando la camiseta me estaba grande, era algo que me excitaba aunque yo no me diera cuanta y al igual que él, yo le miraba e incluso miraba su bóxer intuyendo el lado por donde mi padre tenía su pene, en ocasiones al ir al baño notaba como mis bragas se habían humedecido, entonces pasaba mis dedos por mis labios hasta mi vagina y estaba húmeda y mojada y no entendía el porqué o quizás si, pero no lo quería reconocer.

La cosa fue a más hace dos meses cuando pille a mi padre espiándome mientras me duchaba, pensaba que estaba sola y no había cerrado la puerta y al salir me lo encontraba allí en el salón, no me decía nada solo me miraba cuando salí con la toalla cubriéndome el cuerpo, sabía que me había estado mirando, se lo notaba por la erección que intentaba esconder y que yo no podía dejar de mirar disimuladamente, algo me estaba pasando, miraba a mi padre y como padre sino como a un hombre, además un hombre muy atractivo, al día siguiente fue mi padre el que con disimulo dejo la puerta abierta dejándome ver y muy bien lo que escondía debajo de sus pantalones todo el día, un pene bastante grande que fue de menos a más, terminando en una erección tremenda, supongo porque sabía que yo le miraba.

Esa noche en la cama no pude dormir hasta tarde, continuamente se me aparecía como un fantasma el pene de mi padre, grande y duro, suave y gordo con un glande realmente apetitoso, pero que estaba haciendo, ¿en qué pensaba?, era algo que me enfadaba y a la vez me excitaba, sabía, notaba y sentía que a mi padre le estaba pasando algo parecido, me miraba de reojo continuamente de arriba abajo, disfrutando de mi cuerpo, recorriendo todas mis curvas con su mirada, Jorge, mi padre savia muy bien que a mí aquello excitaba y me dejaba ver sus erecciones que últimamente ya ni escondía, de pronto mi padre se marchaba al baño y volvía más relajado.

No quiero pensar lo que hacia allí, seguro que se estaba masturbando, seguramente lo que habría hecho yo o más bien lo que hice yo no hace ni tres días, aquella noche en la que me levante de la cama después de notar como mi padre se estaba tocando la polla y como se la meneaba con sus ojos fijos en mi vulva, él no podía verme como yo a él por medio del espejo por el cual reflejaba con nitidez toda la cama, yo estaba tumbada de lado dándole la espalda, con mis rodillas flexionadas, llevaba solo mi tanga y una camiseta corta de tirantes y sé muy bien que en esa posición mi vulva estaba indefensa ante la atenta mirada de mi padre, aguante todo lo que pude, cerraba los ojos e intentaba hacerme daño mordiéndome los labios, la lucha interna que estaba teniendo era increíble, me preguntaba y me contestaba yo misma que aquello estaba mal, que no podía ni pensar en él, pero… siempre había un, pero hasta que no pude más y me masturbe en el baño pensando en mi padre y como estaba segura de que él había hecho lo mismo pensando en mí en más de una ocasión.

El que de momento está saliendo muy beneficiado con el lio de mi cabeza era mi novio que no para de follar conmigo, de hecho está encantado, porque el día que salgo de casa súper caliente pago toda mi frustración con él y terminamos follando en cualquier sitio, como ayer que mi padre salía de ducharse antes de lo que yo pensaba y ve vio como me estaba poniendo las bragas, los dos nos miramos sin decir nada, tan siquiera un grito por mi parte o una disculpa por la suya, el caso que me vio desnuda, de pie mientras tenía las bragas a medio subir entre mis muslos, me estaba colocando y pegando el salvaslip en ellas y me las empecé a subir lentamente sabiendo, ya que me miraba, luego sin decir nada me puse la falda y miraba como disimuladamente, como sin darle importancia se quitaba la toalla para seguir secándose y me enseñaba su tremenda erección.

Pero que me pasa, pero que chica puede permitir eso o que padre hace eso, la verdad que al principio lo vimos los dos como algo inocente, un juego, pero se nos estaba yendo de las manos y no lo iba a permitir más o eso me decía a mi misma, lo único que sabía seguro que salí de la habitación pensando en él, en su pene y notaba como empezaba a mojar el salvaslip, hasta que llego mi novio, me monte en el coche y a pesar de ser todavía media tarde fuimos a un sitio lejano donde me desnude y le deje que me follara una y otra vez.

Al paso de unos perros correr con sus dueños me despertó de mis pensamientos, me levanté del banco con dirección a mi casa para darme una ducha, hoy mi novio no podía quedar, mi padre había salido con su novia y me encontraría sola pensando que decir a mi padre cuando lo viera, terminar con aquella locura que no me dejaba vivir, quería esperarle despierta y cuando llego muy pronto por cierto, ya que no eran ni las nueve de la noche me empezó a contar que había roto con Alice, realmente le encontraba muy abatido y pensé que ese no era el momento de sacar otro tema que no sabía como se lo tomaría.

La noche cayó sobre la ciudad y nos fuimos a la cama, estábamos a finales de septiembre y aunque todavía hacía calor una sábana no nos molestaba, dormida como siempre hecha un ovillo algo me despertó, no sabía muy bien que había sido hasta que lo note otra vez, mi padre estaba casi a mi lado y una mano acariciaba mi muslo, era una noche de luna llena la luz que entraba por la ventana me permitía ver por el espejo como mi padre medio incorporado me miraba y me acariciaba por debajo de las sabanas.

Quería darme la vuelta para que parara, pero ni tan siquiera deje que mi mano lo apartara, me gustaba, me excitaba, de lo que había pensado por la tarde ahora nada, ni me acordaba o no quería acordarme, su mano seguía acariciando mi muslo y poco a poco se metía en su parte interna acercándose peligrosamente a mis bragas, luego la saco y empezó acariciar mi glúteo y a meter sus dedos por debajo de mis bragas, en ese momento mi pierna derecha la cual estaba acariciando la estire por completo lo que hizo que apartara la mano, pero dándose cuenta de que ahora tenía mi vulva por delante para poderla acariciar mejor sin que tuviera que meter su mano entre mis muslos y quizás despertarme.

Note como se acercaba más a mí, como casi podía sentir su cuerpo pegado al mío, cuando su mano nuevamente empezó acariciaba el interior de mi muslo derecho y poco a poco muy despacio pasaba su mano por mi braga apretando suavemente mi vulva con su mano y sus dedos, lo sentía tan cálido, tan suave que me estaba calentando demasiado y si alguien me preguntase ahora si quería parar ya era tarde, porque su pene hacía contactado contra mis bragas por detrás, lo notaba enorme y duro, iba a girarme cuando sus dedos se deslizaron con suavidad por debajo de mis bragas encontrando un primer premio, mi clítoris al cual empezaron acariciar en forma de círculos, no podía resistir y tuve que ponerme las manos en mi boca para no gemir, entonces mis nalgas se apretaron contra su pene haciendo movimientos muy lentos circularmente y ese fue el motivo por el que mi padre saco su mano de mi vagina que ya había llegado a ella y se apartó haciéndose el dormido cuando yo parecía despertar.

La noche siguió su curso hasta que amaneció, al despertarnos unas miradas de complicidad y vergüenza, pero nada más, ni una palabra de lo acontecido por la noche, como si lo hubiéramos borrado y mejor así, el resto del día transcurrió como de costumbre, llego la noche y no me había atrevido hablar con mi padre para decirle que no podíamos seguir, la noche avanzaba y ya en la cama se notaba una tensión entre los dos que no era habitual, dando vueltas sin poder dormir hasta que por fin el sueño nos venció.

Serían las cuatro de la mañana cuando desperté sin poder reconciliar nuevamente el sueño, había algo que no me dejaba dormir, entonces me gire y vi a mi padre acostado boca arriba, las sabanas en el suelo y él solo con el bóxer, me moría de ganas por mirar, por tocar, pero una vez más la razón entro en mí, la misma razón que minutos más tarde me abandono cuando estaba metiendo la mano por debajo de los botones del bóxer y sacando el pene a mi padre, estaba loca, pero estaba tremendamente excita, mi padre dormía y su polla en mi mano empezaba a ponerse dura, tanto que me parecía imposible, tenía entre mis manos una polla de más de 25 centímetros suave y con un glande delicioso que me estaba llamando, que me estaba empujando para que lo lamiera.

Miraba a mi padre con cuidado de no despertarle, me incorpore un poco y separe mi melena pasando toda a un lado, para que no me molestase cuando mi boca chupara su glande, me encantaba como la tenía, su glande suave y el tronco duro y enorme, me imaginaba montando aquella polla tan enorme que no sabía si me iba a entrar en mi vagina y mientras que imaginaba aquellas escenas tan pornográficas con mi padre, mi boca ya subía y bajaba por su pene envolviéndolo con mi saliva, subiendo y bajando al compás de mis manos que resbalaban por él.

No me había dado cuenta, estaba tan sumida en mi trabajo que no sentí como mi padre gemía hasta que note una mano sobre mi pelo, en ese momento me asuste y volví a la realidad dejándole de chupar la polla y girándome nerviosa dándole la espalda, fue entonces cuando note como su mano sin previo aviso se metía por debajo de mis bragas y me metía los dedos en mi vagina haciéndome gemir y pegar un pequeño bote de placer, no me gire, no quería girarme, su cuerpo esta vez no estaba unido al mío solo su mano y sus dedos que entraban y salían de mi vagina, yo suelo tardar en mojar, pero esta vez así como la noche anterior estaba realmente mojada en mi interior, el flujo salía por mi raja según metía y sacaba los dedos y yo ya gemía y movía mis caderas esperando algo más, algo que no llego, supongo que a mi padre le asalto también la razón y una vez más se apartó de mí, dejándome tan mojada y excitada que tuve que terminar yo misma en el cuarto de baño.

La situación era increíblemente incómoda, los dos sentíamos vergüenza y sin embargo los dos queríamos follar, le deseaba, deseaba tanto que me follara que mi cabeza estallaba, la pasión o la razón, la razón o la pasión estaba totalmente bloqueada. Al día siguiente por la noche me armaba de valor, pero era verle y me empezaba a excitar como una adolescente y entonces los deseos volvieron, las imágenes en las que mi padre me follaba se multiplicaban, estaba segura de que no quería pasar otra noche sin que me follara, quería sus dedos en mi vagina y en mi clítoris, quería su polla atravesando mi coño, navegando por él, entrando y saliendo mientras que yo gritaba de placer, estaba decidida a que esa noche me follara por fin y había que prepararla bien, había que elegir bien mis bragas, había que dejar una pequeña luz para que me pudiera ver, tocar y no permitirle que escapara, había caído por fin sin remedio alguno en los brazos de la lujuria.

Esa noche mi padre descansaba en la cama cuando empecé a pasearme por la habitación con un tanga minúsculo y una camiseta de tirantes muy corta prácticamente enseñándole los pechos, estoy muy excitada mi tanga está mojado de mis flujos que han inundado mi vagina, veo a mi padre mirarme, veo como se tocaba la polla incluso con las dos manos, apague la luz dejando una pequeña lámpara al fondo tapada con un a especie de velo rojo y así con esa luz que pintaba la habitación en una penumbra rojiza, sentada en la cama me quite la camiseta dejando escapar mis pechos y mis pezones exageradamente en punta.

Sabía que estaba disfrutando de mi espectáculo en silencio, que estaba recorriéndome el cuerpo con su mirada, me tumbe de lado mirándole dejándole ver bien mis pechos y mordiéndome los labios muy lentamente un par de veces antes de girarme hacia el otro lado, quería ver como reaccionaba, quería que fuera mi padre el que diera el siguiente paso, el tiempo me estaba ahogando, los segundo parecían minutos y los minutos horas, hasta que por fin sentí como se acercaba a mí, como con su mano empezaba acariciar mis pechos y tirar de mis pezones, bajaba por mi tripa hasta toparse con una pequeña tela mojada que era la una barrera para llegar a mi sexo, perdió enseguida sus dedos por debajo de mi tanga empapándose de flujo con los cuales luego me iba pintando la piel hasta llegar a mi boca.

Esta vez sí, estaba vez mi cadera se movía apretándose contra su polla y no se apartaba, esta vez si, esta vez sentí como su pene rozaba piel con piel entre mis muslos como sus labios mojaban mis hombros y como girando la cabeza lamían los míos, besándonos mientras que su mano no paraba de acariciar y apretar mis pechos. Sentía pequeños empujones en mis nalgas con su polla tratando entrar en mi vagina, pero dándose continuamente con la tela de mi tanga, subí mi pierna derecha por encima de las suyas dejando que entrara bien entre mis piernas, separe con mi mano la minúscula tira de mi tanga y busco con su mano la entrada de mi vagina metiéndome tan solo un poco su glande, lo suficiente para respirar aliviada y feliz, Afrodita había ganado, la diosa del amor y del sexo había vencido a la razón, los gemidos, los jadeos cuando mi padre me iba metiendo su polla eran como si la adorase como si la diera las gracias por haberme acompañado en aquella batalla.

Ni una palabra entre los dos, solo miradas de lujuria, solo gestos de placer, jadeos al sentir como Jorge mi padre me penetraba una y otra vez haciendo que mi cuerpo bailase y mis pechos botaran sobre mi cuerpo, parecía mentira, pero estaba tan dilatada tan mojada que su enorme polla había entrado entera en mi coño y ahora estaba haciéndome gritar de placer, gritos que tenía que acallar al no estar solos en la casa.

Por fin estábamos follando, lo habíamos intentado, nos habíamos arrepentido y vuelto a intentar para que por fin mi padre me follara con su enorme polla, mi padre saco su polla de mi coño y me tumbo boca arriba, de rodillas se metió entre mis piernas abriéndomelas y subiéndolas por encima de sus hombros, ahora sí que nos mirábamos, ahora sí que podíamos ver como disfrutábamos haciendo el amor, mi cara cambio por completo abriendo mi boca con un pequeño gemido cuando me la metió nuevamente, la notaba deslizarse lentamente hasta el fondo de mi vagina, el flujo que mojaba mi vagina hacia que se deslizara con toda suavidad, pero arrancándome los gemidos y pequeños gritos que ya no disimulaba, las penetraciones de mi padre cada vez más fuertes al igual que nuestros gritos terminaron en sendos orgasmos simultáneos, apretaba mis manos contra las sabanas, sabanas que se mojaban por todo el flujo que salía de mi coño incluido el semen de mi padre que no paraba de follarme, no podía dejar de gritar de pronunciar su nombre y de pedirle que me follara más, repetía una y otra vez como una loca gritándole.

-Así papá, así, métela en mi coñito papá.

La noche siguió con varios orgasmos más, mi padre me follaba una y otra vez hasta que al día siguiente casi sin dormir por la mañana nos invitaron a dejar la habitación ese mismo día, no tardamos en encontrar otra e incluso más grande, pero cuando queremos follar y es a menudo lo hacemos en un hotel, hasta que decidimos alquilar un pequeño estudio.

Todavía tenemos nuestra casa, mi novio me dejo así como su novia, pero desde ese día mi padre y yo no dejamos de follar, me gusta sentirle dentro, me gusta cabalgar su polla como una verdadera amazona mientras él me aprieta los pechos, me gusta como penetra en mi tan dentro con ese pollón que tiene que mis ojos se ponen en blanco, me gusta gemirle al oído, gritar a los cuatro vientos el placer que me da, me encantan sus besos y caricias, que está mal… lo sé, pero nadie dijo que yo fuera un ángel… o si.

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