back to top
InicioInfidelidadAtendiendo a dos viejitos

Atendiendo a dos viejitos
A

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 7 minutos

Hola a todos los lectores de relatos en esta página, para quienes no me conocen soy Sandra, mi tío violador me llamaba la zángana, estoy casada, tengo 35 años, no tengo hijos, mi contextura es delgada, 1,60 metro de estatura, 57 kilogramos de peso, negro y lacio, tengo también unas tetas medianas y unas nalgas redonditas y paradas que no pasan desapercibidas cuando voy por la calle.

Algunos recordarán a José, un taxista de unos 28 años de edad, que tomó un servicio desde una residencia en que me estaba encontrando con un excompañero y amigo del colegio, tomó unas fotos y video con una cámara go pro que tenía instalada en su interior y con ellas, me presionó para “abusar” de mí a su antojo, so pena de entregar esas imágenes a mi esposo.

Estando en esa relación forzada con este personaje, del que por cierto me estaba enamorando, debido a su fortaleza, dominio y poder que ejercía en todo momento, sabía qué decir y cómo actuar, buen amante, buena herramienta de trabajo, no era tan cariñoso, más bien llegaba a ser un tanto burdo en sus caricias.

Este amante furtivo, me comentó, que, si yo quería atender a uno de sus tíos que quería hacer un trío con otro compañero y una chica, quedé sorprendida cuando me dijo que su tío tenía 68 años y su compadre, compañero y amigo tenía más o menos la misma edad, que ellos me pagaban bien, pero debería ser complaciente, cuidadosa y condescendiente, pues ya no eran tan hábiles para hacer piruetas en la cama, acordamos la fecha, el lugar y el dinero.

La reunión se llevaría a cabo en una habitación con entrada independiente que José tenía rentada para sus propósitos de encuentros con chicas, así se ahorraba u dinero en hoteles y residencias.

El taxista José se encargó de llevar a los viejetes y de recogerme, nos reunimos los cuatro en la habitación y José nos deseó suerte, luego de presentarnos, y de hacer recomendaciones de cuidado con su tío, de llamarlo cuando se terminara la reunión y de todo lo que se le ocurrió en ese momento.

Al quedar solos, me dispuse a examinar a mis dos contrincantes, ya no eran lo suficientemente hábiles para mover sus cuerpos, eran frágiles, lentos y algo temblorosos, aunque su morbo y ganas de vivir estaban intactos, bueno muchachos, les dije, ustedes pagaron por su atención, entones a lo que vinimos, les dije con firmeza, ellos se sonrieron y se notaban muy animados.

Me acerqué al más alto y con mis manos acaricié su rostro, lo acerqué a mi boca y nos dimos un beso, se le notaba tenso, como apenado por la situación, tranquilo papi que esto se pone bueno, relájese, bajé mis manos y con la derecha le apreté su bulto sobre el pantalón, aún estaba dormido ese animal, metí mi mano por entre la cintura y lo pude palpar, empezaba a tomar fuerza, lo apreté y aflojé varias veces, le desabroché los botones de su camisa y se la eché por encima de los hombros, quedó al descubierto un cuerpo esqueletudo, huesudo y su piel algo arrugada, él se quitó totalmente su camisa.

Me dirigí al más bajito y repetí la acción anterior, con la diferencia que este estaba más duro y dispuesto que mi otro viejito, su contextura era más gruesa y acuerpada, su miembro se palpaba más gordo y largo que el otro, al igual besaba con más pasión, se notaba más experto en esas artes amatorias.

Llegó mi turno de que me desvistieran, yo estaba vestida tal cual puta profesional, una minifalda de cuadros, unas zapatillas de tacón y una blusa transparente, ropa interior negra, los viejitos se desbordaban en elogios hacia mí, mamacita, me decían, que linda eres, que guapa, que cuerpo tan bello, chiquito pero cumplidor, mira que tetas tan bellas, esas nalgas tan provocativas que tienes, dichoso tu marido que tiene eso a la mano todos los días, en fin, todas las cosas que comúnmente dice un hombre para conquistar.

Me desabroché mi blusa y me la quité, al igual que la mini que llevaba puesta, quedé en ropa interior y descalza, les ayudé a quitar lo que les quedaba de sus ropas y los dejé totalmente desnudos, los dos tenían una semi-erección ya formada, sus miembros eran promedio unos 14 centímetros, un tanto delgados en comparación con otros que he podido disfrutar, me agaché, tomé una verga en cada mano y comencé a llevarlos a mi boca, alternando un poco a cada uno, ellos se retorcían de la dicha, reían entre ellos, comentaban además, esto sí vale la pena, esto sí es vida, de habernos animado mucho antes, de lo que nos estábamos perdiendo y muchos otros comentarios, que incluían denigrar de sus esposas.

Cuando ya los tuve bien duros entre mis manos, me levanté, los abracé a los dos viejetes y les propiné un beso a cada uno, ellos me correspondieron, desabrocharon mi brasier y comenzaron a acariciar mis tetas, las besaban, chupaban, lamian, cual bebés en los brazos de su madre, yo les acariciaba sus cabelleras y los estimulaba a seguir en esa actitud, me tiré sobre la cama, uno de ellos se arrodilló entre mis piernas y comenzó a lamer mi rajita, la que disfrutaba la delicadeza del abuelito, de vez en cuando metía uno o dos dedos un poco tímidamente dentro y seguía su rutina de lengua en mis labios vaginales, piernas y pelvis, yo solo podía apretar su cabeza y cara con mis piernas, apretándolas suavemente.

El otro se estaba disfrutando de mis dos téticas, las masajeaba a su antojo, las apretaba, las chupaba, las lamía y volvía a chupar como queriendo escurrir o encontrar la leche que de allí emanan las lactantes, yo le acariciaba su cabeza con mis manos y lo apretaba contra mi pecho.

En esa misma posición, se arrodilló por debajo de mis axilas, comenzó a frotarlo contra mis téticas, pero como no son tan grandes, no le alcanzaba para masturbarse con ellas, me ofreció en mi boca su miembro, que había vuelto a agachar su fortaleza, comencé a engullir aquel trocito de carne, e cabía entero en mi boca, de haber querido seguramente sus bolas hubieran entrado en mi cavidad bucal sin problemas, con mis dientes lo mordía suavemente al meterlo y sacarlo, solo atinaba a decir, siii, eso sí, que rico se siente, no me habían hecho sentir eso, mis manos apretaban sus bolitas suavemente, su miembro fue recuperando su erección total, el disfrute en ese momento fue superior para mi cliente en ese momento.

El otro abuelito, me acomodó con sus manos en mi cintura para ponerme a su altura para que mi rajita, recién lamida y lubricada con sus dedos, quedara al mismo nivel de su pelvis y su verga, la cual entró sin problemas, hasta el fondo, de un solo envión, sus bolitas golpeaban mis nalga, en un intento desesperado por entrar, mmmm, yo gemía de placer, no tanto por el grosor de sus vergas, sino por el placer que de verdad me generaba el morbo de tener dos personas adultas trabajando en mi cuerpo, metiendo y sacando por mis dos agujeros, esos trocitos de carne que en ese momento se me antojaban lo más delicioso del mundo.

Decidieron cambiar, me quedé en la misma posición, el que estaba en mi boca, pasó para mi vagina, llena de jugos, la introdujo de un solo golpe, comenzó su mete y saca a su propio ritmo, me levanté apoyando mis codos en la cama y así me quedé, observando ese panorama, el abuelito temblaba de emoción, s rostro reflejaba una especie de desespero, que rica verga tienes papi, le dije, y cómo sabes manejarla de bien, con voz entrecortada atinó a decir, gracias y seguía en su ejercicio, mientras el otro abuelito, se masturbaba para mantener la erección.

Ven te la chupo un poquito, le dije, se acercó y la acomodó en mi boca, la disfruté de la mejor manera, mordía su glande, su cabecita, mientras soportaba los movimientos de los ataques que recibía desde mi vagina, eres una diosa, me decía mi abuelito, sabes usar esa boca de una manera sinigual, fantástica, los abuelitos sudaban copiosamente en ese momento, quieren descansar un poco o quieren seguir, o cambiamos de posición.

Se acostaron los dos, uno al lado del otro, yo me ubiqué en la mitad de ellos, mi boca y mis manos, fueron las encargadas de hacer gozar a estos dos sinvergüenzas infieles, ellos se miraban entre sí y se reían, estamos en el cielo o en el infierno, comentaban, esto es la dicha, estamos gozando, entonces es el cielo, por momentos mis manos cogían una verga cada una, un instinto de frotar hacia arriba y hacia abajo salía sin pensarlo mucho, me agachaba y las turnaba para chupar y volvía a quedar sentada, levanté una de mis rodillas, me acomodé y me senté sobre una estaca de esas, la guardé dentro de mis labios vaginales, comencé a hacer movimientos circulares encima de él, me vas a hacer venir ya, pareces una licuadora, gritó el viejito, me lo saqué y lo dejé en ascuas.

Repetí el ejercicio anterior con el otro viejito, no te vayas a derramar adentro de mí, le advertí, quiero ver cómo se vienen en mi cara, listos, me dijo, me apoyé de manos en su pecho, comencé a hacer movimientos circulares y de arriba – abajo, no tardó en decir, ya, ya, ya, pónganse de pies, les dije, comencé a mamar de una de esas vergas y frotar sus huevos con las manos, cuando sentí que se iba a venir, retiré mi cara, comencé a masturbarlo con fuerza, velocidad, hasta que salió dispara su leche, me llegó a los pómulos, dos o tres disparos fueron suficientes para acabar con la fortaleza de esa verga, me la llevé a la boca, comencé a chupar, hasta escurrir la última gota de ese semen, pronto su verguita perdió fuerza, quedando reducida a un trocito colgante.

Tocó el turno del otro abuelo, como una experta, cogí ese miembro, lo chupé, apreté sus huevos, su leche no tardó en inundar mi boca, tragué esa leche para no perder continuidad en mis movimientos, al sentir que iba perdiendo fuerza, lo saqué de mi boca, acariciando con mi lengua su cabecita, pronto se fue perdiendo entre mis manos, se bajaron de la cama y se sentaron en su orillo, me bajé también y les propiné un beso apasionado a cada uno de ellos, mandé mis manos agarrando sus miembros, cómo trabajan de bien ustedes, felicitaciones, quién lo hubiera imaginado, se manejan mejor que muchos que no alcanzan a saludar cuando ya se van.

Me dirigí al baño a asearme, ellos quedaron recostados de medio lado en la cama, cuando salí, ellos fueron al baño, ¿aguantan para otro? No, fue una respuesta rotunda, los ayudé a vestir, quitar pelos y mugres de sus ropas para eliminar evidencias para sus esposas, yo también me arreglé nuevamente, mientras les preguntaba sobre su vida sexual en casa, uno de ellos dijo, mi mujer ya no quiere, perdió el interés hace mucho tiempo, ya no tiene morbo, ni ganas de dar o recibir caricias, es una amargada como dicen por ahí, me tiene jodido, el otro dijo, yo de vez en cuando me dan una caricia o una mamada, pero eso ya es una rutina que no cambia, siempre es la misma película, eso lo aburre a uno y se pierde el interés.

Culpa de ustedes, les dije, no supieron cultivar ese morbo y pasión en ellas, no, que va, yo le dije que mantuviéramos esa pasión, que fuéramos a un hotel o paseo y cambiar de todo, nunca aceptó, el otro dijo, mi mujer es muy religiosa y fanática, dice que es pecado hacer esas cosas, que no quiere ir al infierno, pero hoy tuvimos la dicha de encontrar alguien que nos llevara al cielo, salimos a beber un refresco en un establecimiento cercano, ¿podemos volver a vernos? Me dijeron, claro que sí, les respondí, nos ponemos de acuerdo, desde que mi marido no esté en casa o que me pueda escapar, sí, ¿y si venimos con otro amigo? Mmm, no sé, lo hablamos, pero todo cambia, les dije, además deberían traer pastillas de esas que toman ustedes para que puedan gozar más tiempo o que sirva para otro polvo, consulten con sus médicos y aprovechen la vida, gracias por el consejo, me dijeron.

Aquí termina otra historia de mi vida real, un tabú desmitificado, los abuelitos si pueden tener sexo, son buenos amantes, obviamente no hay la misma agilidad, pero, aguanta una nueva experiencia, seguramente acepto al otro tipo, es un buen terreno para explotar.

Quiero agregar que el dinero que recibo, el que me da mi esposo y el que me sobra del diario de mercado, lo voy guardando en un banco, mi esposo no sabe nada de eso, es un respaldo si algún día me descubren y se acaba todo, es un capital semilla para empezar mi propio negocio, también estoy pensando en cómo hacer infiel a mi esposo para tener pretexto de que también tengo derecho, aunque él es muy pasivo, ya lo he comentado en otras historias, siempre le gusta la posición de misionero, se viene rápido y se duerme de una vez, pero no pierdo la esperanza de encontrar la manera de hacerlo pecar, en mi beneficio, si hay alguna sugerencia la leeré, estudiaré y tal vez ponga en práctica, o me de nuevas ideas.

Gracias a los que leen, chicas también hay lectoras, a los que comentan y dejan su voto, no entiendo por qué no comentan, si están escondidos tras de un pseudónimo que nadie conoce, con mucho cariño, Sandra, la zángana.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.