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Aventura en Brasil (3)

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Luis y yo llevábamos tres meses saliendo, cada vez que estábamos juntos era toda una aventura, lograba que me sintiera deseosa todo el tiempo, teníamos sexo todo el tiempo, pero en la cuestión sentimental no éramos tan buenos, estábamos tratando de mejorar ese aspecto en nuestra relación, así que él sugirió que lo acompañara a una convención de alimentos en Brasil, que de esa manera podríamos conectar mejor y yo podía tomarme unas vacaciones mientras él tomaba sus cursos, yo acepté conocer otro país me parecía algo increíble.

Llegamos a Rio de Janeiro el lunes en la tarde, Luis debía ir a una cena de bienvenida, así que esa noche pedí servicio a la habitación y me dormí temprano, a la mañana siguiente el salió antes de que yo despertara y no nos vimos hasta la noche, estábamos tratando de dejar de lado el sexo para trabajar en nuestra relación, por lo que habíamos acordado no hacerlo durante nuestra estadía en Brasil.

Los días habían pasado casi sin importancia, nada muy especial había pasado, el miércoles decidí ir a la piscina del hotel para broncearme y despejar la mente, me puse un bikini negro que Luis me había regalado para el viaje, me quedaba perfecto aunque era un poco provocativo, eso en realidad no me preocupaba.

Salí a la zona de la piscina y me recosté en un camastro, estuve así unos minutos cuando una sensación de que alguien e observaba se apoderó de mí, alcé la vista y busque la mirada, la encontré en un hombre moreno de unos treinta años, estaba sentado en la orilla de la alberca y sínicamente me devoraba con la mirada, lo ignore y volví a acomodarme en el camastro, al poco tiempo llegó el mesero con una margarita de parte de este hombre misterioso, la recibí y brindé con él a la distancia.

Para la hora de la comida fui al restaurante del hotel y pedí una mesa, el lugar estaba casi lleno y en lo que esperaba a que me asignaran una mesa se acercó a mí el hombre de la alberca, media cerca de 1,90, su cuerpo era muy musculoso y tenía una sonrisa perfecta, estaba dispuesta a rechazarlo pero en cuanto hablo me derretí, tenía una voz profunda y sexy “soy Manoel, mucho gusto”, me presenté y decidimos compartir la mesa para no comer solos, mientras comimos pasé uno de los mejores momentos, nos reímos y compartimos anécdotas, él pidió más margaritas, eran su bebida favorita, yo empecé a sentirme un poco borracha y deje de tomar.

Luis me mandó un mensaje diciendo que iba a salir con su grupo, que no lo esperara, eso me hizo enojar y entre todo el alcohol que había tomado, la falta de sexo, la ausencia de Luis y lo irresistible que encontraba a Manoel, no pude evitarlo y besé a Manoel al despedirnos en el restaurante, él me sujetó con fuerza de la cintura y me dijo que debíamos aprovechar la oportunidad, caminamos al elevador, él se estaba quedando un piso debajo del mío, fuimos a su habitación y tan pronto entramos me lanzo a su cama, me sentía tan indefensa en comparación de este enorme hombre, me quito el pareo casi arrancándomelo, debajo aun traía mi bikini negro, sin que él dijera una palabra me quite el top y lo deje que observara mis pechos, él no perdió el tiempo y empezó a acariciarlos, di un paso enfrente y le quité la playera, pude ver su musculoso pecho y un tatuaje de alacrán que tenía en el abdomen, de pronto Manoel se convirtió en todo lo que había fantaseado. Lo volví a besar y metí la mano en su short, sentí su pene, tan enorme como él, grueso, largo y venudo, sabía que iba a disfrutarlo.

Sin que él dijera una solo palabra me hinqué y empecé a mamárselo era tan grande que no me cabía en la boca, lo lamia de arriba abajo, él me tomo con las dos manos de la nuca y me empezó a coger por la boca, logré relajar la garganta y de algún modo me entró completo su pene, sin forzarlo, lo metía y lo sacaba de mi boca, llegó un punto en el que casi no podía respirar pero tampoco podía dejar de comerme ese pene, Manoel hizo hacia atrás mi cabeza, se agacho y me besó, me levantó de las axilas y me lanzó a la cama, sacó un condón de su cajón, se lo puso, yo lo observaba con deseo mientras me acomodaba con las rodillas dobladas y las piernas bien abiertas, él se acercó y sin dudarlo me metió completo su pene, al principio me dolió pero entre más duro me cogía yo más me lubricaba, él se movía muy sexy y se dejaba llevar por la situación, sus enormes manos cubrían por completo mis senos cuando los acariciaba.

Se levando y me pidió que me diera vuelta, yo lo hice, sentí su mano golpear mi nalga derecha y luego la izquierda, después me dio golpecitos en las dos de una manera rítmica, se acercó más y sentí como empezó a besarme las nalgas, continuo lamiéndolas, yo estaba volviéndome loca de la excitación, de pronto sentí como empezó a separar mis nalgas y lentamente me metió un dedo, al principio me sentí incomoda, pero después empecé a disfrutarlo, me dilato lo suficiente como para empezar a meterme su pene, me dolía pero estaba tan excitada que no quería que parara, me levanto por el vientre y quede en cuatro, me abrazo rodeándome completa y continuo masturbándome, me metió los dedos, sabía exactamente como moverlos, me hizo tener un squirt y deje toda su cama mojada, saco sus dedos y me los metió a la boca en ese punto estaba enloquecida de placer, tenía un orgasmo tras otro, se salió de mi trasero y me pidió que lo hiciera venirse, así que lo recosté en la cama, me subí en él, me ti lentamente su pene en mi vagina mientras iba apretándolo, cuando me entro completo, empecé a moverme lento adelante y atrás, él solo me veía con admiración, para aumentar la apuesta empecé a jugar con mis senos y a gemir más fuerte, me jale los pezones y le dije “dame tan duro como puedas”, su mirada cambió y empezó a cogerme más duro, todo me rebotaba, mis gemidos eran cortos y pasmados, “ahórcame” ordenó, baje mis manos y empecé a ahorcarlo levemente, él de postró en mis pechos como si quisiera arrancármelos, Manoel soltó un gemido y me nalgueo por última vez, había logrado que se viniera. Me levante de la cama, recogí mis cosas, me vestí y salí del cuarto, las piernas me temblaban, la vagina me dolía pero me sentía completamente satisfecha.

El resto de la semana continúo igual, no volví a ver a Manoel en el hotel pero todas las noches me iba a dormir con el recuerdo de esa mágica cogida.

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