Las olas del mar pegaban en las rocas más cercanas y yo me bajé del bote de un salto como de costumbre a encargarme de las amarras mientras mi primo organizaba los pescados y trataba de disimular dos langostas que habían caído en la red. Pesquería, mi oficio. Mis estudios de economía no servían para nada y mi diploma era solo para adornar la pared. El bote llamado Carmen, era de mi difunto padre que en paz descanse. Ahí, en el muelle mientras el sol nos regalaba sus primeros rayos vendimos todo lo que habíamos pescado ¡y en menos de una hora!
Mi madre nos esperaba con café recién hecho; ¡Que puntual! Me oyó decirle mientras yo le besaba en la mejilla.
-Julito peseta los vio recogiendo las bicicletas y me avisó, nos dijo con voz tierna.
Tuve la fortuna de nacer en una ciudad muy bonita al lado del mar también tuve la dicha de nacer en una casa humilde y sencilla, pero muy limpios y educados. Tuve la desdicha de perder a mi padre a los 16, ahora tenía 23. Mi madre me miraba y me repetía una y otra vez: ¡Si tu padre te viera!
Mientras mi primo se bañaba yo me quitaba la ropa que, luego de la larga jornada olía a una combinación bien desagradable entre sangre de pescado y sudor entonces me vi en el espejo, mi piel estaba curtida por el sol y mis bíceps desarrollados por los remos, mis piernas fuertes y robustas por la bicicleta diaria, mis nalgas empinadas y duras de caminar; flexioné un poco y reparé en un manojo de pelos medio rubios por el sol en el pecho, que cuando llegan a mi abdomen se pierden luego en un hilillo hasta el pubis.
¡Te estas mirando de nuevo en el espejo! Pareces mariquita dijo mi primo Jaime mientras se secaba delante de mí sin ningún pudor. Habíamos crecido juntos, su casa estaba al lado de la mía y hacía mucho tiempo que vivíamos como hermanos.
Tenía su cuerpo muy parecido al mío, sus nalgas menos empinadas, su pinga más larga y delgada que la mía. Las piernas y los brazos casi igual y algo muy peculiar era que nos parecíamos mucho físicamente. Era solo un año mayor que yo, hijo del único hermano de mi padre y una prima segunda de mi mamá. No era extraño que nos pareciéramos tanto.
Por mis conocimientos del mar, un grupo de amigos me propuso salir de Cuba ilegal en una pequeña embarcación pesquera. Ahí estaban por orden de aparición: Pedrito "El loco", Vicente "Tamal”, Julio "Peseta", Yovany "Bistec" y un servidor Javier "El culón”. Todos nos conocíamos del barrio, todos éramos amigos, todos habíamos crecido juntos excepto Yovany. Era hijo de un carnicero en otro barrio más al centro de la ciudad y por eso le decían "Bistec“ este último tenía un comportamiento un poco altanero que iba con su bien marcado cuerpo de luchador, ojos verdes y mirada penetrante y retorcida, pelo rubio medio revuelto, y estatura también mediana como yo. Era lo que diría mi padre un tipo pesado y de pocas palabras.
La decisión fue muy difícil, la idea de la separación peor. Se conversó largamente del tema y mi madre trató de convencerme de que no me fuera, mi tío por otra parte se mostró muy positivo y me apoyó en mis decisiones, en fin, el bote seguía a su nombre, aunque quienes lo usábamos más éramos Jaime y yo. Por lo menos el sustento de la familia no se iba a ver afectado por mi decisión de partir a buscar mejor vida. Mi primo me prometió cuidar a mi madre.
Los preparativos iban de maravilla, todo en secreto. Zarpamos una madrugada sin saber que nos deparaba el Estrecho de la Florida, ahí estaban solo algunas novias, incluyendo Lisa mi flaca a la cual besé apasionadamente antes de partir con la promesa de regresar un día y hacerla mi esposa.
Hubo pocos contratiempos, la gente confiaba en mi porque sabían que yo había sido entrenado por el gran Gerónimo García el mejor pescador que tenía el pueblo y del cual yo era único hijo. Todos me mostraban confianza y afecto excepto el payaso de bistec, al que le gustaba orinar por afuera de la borda delante de todo el mundo y no dejaba de molestarme tocándome las nalgas o tratando de hacer alarde de sus dotes de luchador solo conmigo quizá por ser de su mismo tamaño y peso. Mi travesía hubiese sido mucho mejor si no hubiera tenido que lidiar tanto con ese antipático, con buena suerte a mi llegada no tendría que verle la cara por mucho mas tiempo.
Ya en tierras de libertad nos abrazamos todos, algunos lloramos, otros reímos algunos lloraron mientras reían. Al fin libres de la opresión, la bicicleta y la comida racionada. Nos instalamos como pudimos en casa de la familia de Julito en Hialeah. Buena gente que nos dio la mano, nos ofreció casa y comida hasta que pudiéramos trabajar y mudarnos. Los primeros en irse fueron "El loco" y "Tamal" y luego Yovany, que después de una semana de haberse ido se tomó el atrevimiento de proponerme que compartiéramos la renta bien barata de un pequeño pero cómodo apartamento, aun sabiendo que yo no lo soportaba y no nos habíamos hablado más de 3 palabras en toda la aventura del bote y la llegada a Estados Unidos. No podía creer que Diosito me fuera a castigar de esta forma tan cruel viviendo con ese antipático, pero yo tampoco podía vivir toda la vida con “Peseta” y su familia. Por otra parte, esa casa me daba miedo, casi todas las noches tenía pesadillas con un viejo que me raspaba con su barba y muchas veces me levantaba todo mojado con mi propia leche. Yo les pregunté a mis amigos si les pasaban cosas parecidas y me tildaron de loco y falto de mujer. En fin, no lo pensé más y me fui a vivir con Bistec.
Cuando llegué, todo estaba limpio y recogido; Una nota en el refrigerador que decía "Bienvenido” no era de esperarse esa acción, pero la agradecí, aunque si era muy típico de él, el ser de pocas palabras. Acomodé mis cosas (que no eran muchas) y me fui a duchar. El agua bien caliente, recorría todo mi cuerpo, de pronto sentí grandes deseos de tocarme, acariciarme, me excité tanto que mi pinga que no es muy grande, 7 pulgadas americanas, quería reventar. 2 meses a pura paja y sin mujer y yo estaba como dicen por ahí arañando las paredes. Total, que estaba yo en mi más placentero éxtasis pasándome los dedos suavemente por mis velludos testículos, apretando con fuerza mi pinga, pensando en todas mis aventuras amorosas, cuando de repente, un ruido me interrumpió. Era Yovany aparecido como un fantasma en la puerta del baño con una botella de Bacardí en la mano y con aliento a mechero de laboratorio. Le repliqué por su actitud y le pedí privacidad a la que, tratando de hacerse el gracioso, abrió la cortina y ahí me encontró todavía con la pinga en la mano. Ya sé por qué te dicen culón, me dijo y me dio una nalgada, y se puso a orinar sin el más mínimo pudor para marcharse sin hacer más comentarios, yo hervía de la furia, pero me calmé y continúe mi placentera faena. Después de descargar toda la potencia de mis testículos debajo de la ducha salí disparado a discutirle tan impropia acción. Cual no fue mi sorpresa al entrar a su cuarto y encontrarlo en brazos de Morfeo y completamente desnudo. Los vellos de su cuerpo si eran rubios de verdad donde tenía porque el resto de su cuerpo parecía el de un adolescente, abrazaba la almohada de medio lado y se podía ver muy claro que no tenía vello en las nalgas, que eran más pequeñas que las mías e igual de redondas, su herramienta si se veía mucho más grande que la mía, aunque la tenía muerta. Yo, que sin darme cuenta andaba completamente desnudo también me encontré por un instante comparando quien lucía mejor sin ropa a lo que admití que la lucha libre hace maravillas, y me fui a mi cuarto a dormir.
Al siguiente día, el olor a café cubano me despertó, era sábado y yo no tenía que trabajar, supuse que el equivocado de mi "amigo” tampoco y decidí acabar con los atrevimientos de mi compañero de apartamento, en fin de cuentas, teníamos que convivir juntos y cuentas claras conservan amistades.
Al siguiente día, el olor a café cubano me despertó, era sábado y yo no tenía que trabajar, supuse que el equivocado de mi "amigo” tampoco y decidí acabar con los atrevimientos de mi compañero de apartamento, en fin de cuentas, teníamos que convivir juntos y cuentas claras conservan amistades.
Yovany: me dirigí a él no sin antes notar que me daba una taza de café que ya me había preparado y andaba totalmente desnudo, volví a recorrer su atlético cuerpo con la mirada, esta vez reparando en sus pectorales bien formados, luego sentí un cosquilleo raro en el cuerpo y lo único que se me ocurrió decir fue: ¿Chico, pero tú eres nudista?, me dedicó una sonrisa, cosa que jamás había visto en su rostro y me dijo: Estamos en Estados en Unidos, somos hombres y voy a lavar. Tomó su cesta y me pidió un pantalón deportivo y una camiseta prestados. Regresó cantando Javier culón yo no lleno tu pantalón y agregó mira, en agradecimiento te lavo lo que tengas sucio por prestarme esto. Solo tengo el calzoncillo de ayer a lo mejor me lo puedes lavar como hacen las puticas en la prisión, le dije y me le acerqué a la cara desafiante, mi respiración se cruzó con la suya y volví a sentir el mismo cosquilleo extraño en mi cuerpo.
Javier, Javier me dijo muy pacíficamente yo quiero ser tu amigo de veras, mira si me porté grosero en el pasado ya perdóname. Puso cara de perrito triste y se fue.
Debo señalar que después de una semana me adapté al desastre de amigo que escogí para convivir; No discutimos más y todo fue mejor, puede ser la nostalgia de no tener a mi familia a mi lado y saber que en cambio tenia a mi nuevo camarada que se había arriesgado igual que yo en el mar y estábamos a salvo. Él era de la edad de Jaime mi primo, de hecho, habían ido juntos más de una vez a jugar pelota o a cazar e increíblemente compartíamos casi los mismos gustos, entre ellos, la misma talla de conjuntos deportivos, el gusto por el ron y los discos de Ricardo Arjona, También compartíamos el carro que era suyo y por último, cuando me quedé sin trabajo me consiguió uno en el lugar donde estaba empleado y pagaban mucho más, además a él le iba súper bien. La rutina continuó por 3 meses más y salíamos en las mañanas a hacer ejercicios antes del trabajo como si anduviera con Jaime mi primo, por fin me adapté a andar en calzoncillos en el apartamento y hasta desnudo de vez en cuando, le tome tanto afecto a Yovany que hasta accedí a practicar lucha libre para mantenernos en forma, pero yo era tan malo que siempre salía perdiendo.
Una noche de verano, el aburrimiento me poseía mientras pensaba en Lisa mi novia. Cinco meses sin mujeres. Yo, que las tenía comiendo de mi mano, me encontraba en la situación más acongojante y penosa en la que me hubiese visto jamás. La única novedad relacionada con sexo era cruzarme en el pasillo y la cocina con mi compañero de apartamento mientras ninguno se ponía ropa, y lo peor es hasta me acostumbré a andar así sin pudor delante de él. ¿total si lo hacía con mi primo, por qué no con Yovany? Que locura, pensé ¿qué ha sido de mi vida pasada?
Miami brindaba un viernes de calor húmedo, cielo nublado y mosquitos, también brindaba situación económica mediocre y quedarse en casa era la mejor opción. Mi habitación tanto como la de mi amigo daban a un hermoso lago lleno de tortugas y patos, corrí las cortinas y me paré en aquella puerta francesa que separaba mi habitación del lago, suspiré y dos lagrimas corrieron por mis mejillas, miré mi reflejo en el cristal y me di cuenta de que la escena era patética, Javier García en calzoncillos mirando agua sucia, turbulenta y encerrado en una habitación un viernes a las 8 y algo de la noche. Mi mente voló lejos, a Cuba a la costa donde se iba todo el grupo a bajar unas cuantas botellas de ron y donde las olas del mar arremetían con el diente de perro con furia, donde las fogatas, las risas y los chistes eran una rutina de viernes cuando caía la tarde.
De pronto sentí como una sensación rara en el cuello, como si algo o alguien me estuviera observando desde el umbral, al voltearme me di cuenta de que era Yovany, yo estaba tan sumido en mis pensamientos que no me di cuenta de que avanzaba ahí desnudo como de costumbre, ya casi delante de mí y con una botella en la mano, ¿Qué tiempo llevas ahí? Lo suficiente para notar que has llorado me dijo: Sécate esa lágrimas que vamos a ahogar las penas, yo me siento igual y trató de abrazarme a lo cual yo lo empujé reclamándole: ¡Estas en cueros no te me pegues! ¡Ponte ropa coño!
Entonces destapó el frasco, me di el primer trago y le dije: Necesito una mujer, necesito mi vida de nuevo y me eché a llorar. Después de calmarme y bajar la botella hasta el fondo entre los dos, me propuso que viéramos una película porno a ver quién de los dos echaba más leche. A mí en realidad me daba un poco de pena, pero entre la borrachera y la nostalgia asentí con la cabeza, aunque pensé: Esto es una locura. ¡¡Quítate el calzoncillo!! y me lo agarró con fuerza, tengo pena, le repliqué, Yovany salió de su cuarto y regreso con otra botella y desnudo de nuevo.
Ya llevábamos rato viendo aquella película y estábamos al explotar. Yo todavía no me sentía cómodo delante de él cuándo me agarró con fuerza y me despojó de la única prenda de vestir que llevaba. Nos echamos a reír y empezamos a forcejear hasta que poco a poco él que siempre fue más fuerte por fin fue cediendo despacio, quedando el completamente encima de mí, pero sin dejar mis manos. No sé si fue el alcohol o el tiempo que llevaba sin contacto físico con nadie, tal vez todo el rato que habíamos pasado viendo pornografía, que su peso encima de mi me resultó placentero y sus brazos que todavía apretaban mis manos con fuerza detrás de mi cabeza y me inmovilizaban completamente me resultó agradable. Me echó su aliento perfumado de licor en el rostro y me dijo: Te he vencido una vez más, pero esta vez no te vas a ir sin complacerme.
¿De verdad está Javier tan borracho que se dejaría seducir por su amigo? Sígueme mis historias aquí.
Gracias por leerme. Siempre tuyo ThWarlock