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Carla: Tío, padre, hermano y yo, fiestón familiar

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Absolutamente verídico. Era evidente, los primeros días desde que padre y hermano, en realidad medio hermano, supieron la verdad y comenzaron a tener relaciones con Carla (en lo posible yo presente), era cuestión de que llamaban y llamaban para darle. Insaciables.

Entre polvo y polvo, y en la previa, se fueron enterando de nuestra liberalidad en lo sexual, e inevitablemente surgió el tema de posibles favores. Favores con clientes de cuyas compañías ellos llevan todo el temario jurídico. Carla lo puso claro desde el principio, no estaba muy dispuesta a hacer favores a quienes nada debía, ya es demasiado coger con ellos (y lo disfruta de verdad), pero, si todos salían ganando, entonces sí. Y había otra condición que también gustó a los abogados… nadie sabría de la relación familiar.

Por otro lado, en sus mas que frecuentes diálogos telefónicos, Carla puso al tanto de todo al tío, y le dejó bien en claro que es el tío el preferido y que si hay conflicto de horario o de días, el tío tiene la preferencia, solamente por detrás de M, el de la multinacional, a quien por razones que imaginarán se le da preferencia absoluta. Incluso yo he obsequiado a M mi preferencia absoluta. Sobre la fiestita que M hizo con Carla en Asunción, la relataré en otro post.

Y a veces las cosas se dan a pedir de boca, y mi esposa, que hace poco regresó del Sur Argentino con sus amigas de viaje, partió con las mismas amigas a Cataratas. Como se suele decir, “miel sobre hojuelas”.

Con nosotros libres, padre e hijo en estado de permanente erupción seminal y el tío sin ver a Carla desde unos 40 días, al regresar ella de Asunción se imponía una reunión familiar.

Así lo hicimos, el tío vino desde su ciudad con la excusa de sus negocios y para poder aprovechar y escaparse, dijo que vendría el sábado temprano para ir a pescar conmigo sábado y domingo.

El abogado Jo se sumó a las supuestas salidas nuestras, diciendo que somos nuevos clientes; y el junior Ju es libre y hace lo que quiere.

De hecho, dado que sería reunión en familia, nos reunimos en el apartamento de Ju.

No había dudas, sería un día de mucho sexo, pero con orden, terminando de ordenar el tema familiar, y como se suele decir, estableciendo “el orden de picoteo”.

Nos citamos para el sábado después del almuerzo. El tío tuvo unas tres horas de descanso, y el resto almorzamos, Carla y yo juntos, y fuimos para el apartamento de Ju, lógicamente ya Carla se había hecho su tratamiento para impecable sexo anal.

Para la reunión, eligió un sencillo vestido blanco, de algodón, todo abotonado al frente, sin transparencia y sandalias de taco alto. Muy sencilla y acorde al calor del sábado pasado, insólito en invierno. No había necesidad de vestimenta impresionante, ya todos sabíamos que íbamos a charlar de lo familiar y a coger.

Al comienzo, luego de la charla intrascendente y de que el tío T y Jo reconocieran haberse visto alguna vez hace unos 34 o 35 años, Carla dijo que quería dejar cosas bien claras.

“El derecho absoluto a sexo lo tiene Sergio que es mi pareja, pero por conveniencia mía le cede ese derecho absoluto a M, el de la multinacional, que me mima y consiente mucho además de ser extremadamente generoso. Sergio le cede su derecho pero está por encima de todos los demás, aunque a veces mira y a veces participa. Los siguientes, en igualdad digamos, son mi tío a quien debo mucho, de antes y de ahora, y Pedro, un estanciero genial y a quien le gané un desafío que quiero repetir, casi casi como M. Después viene usted papá y luego Ju, mi hermano, lo considero hermano completo.

Los induje a cogerme simplemente como una especie de revancha y para que se sintieran mortificados, y resulta que nos terminó gustando a todos.

El orden de precedencia no se discute, salvo que Sergio o yo lo cambiemos por diversión, conveniencia, o por un gusto especial. Y todos con análisis periódicos para disfrutar bien a gusto.

Si alguien no está de acuerdo, se va, o nos vamos Sergio y yo, ja ja”.

Todos de acuerdo, comprendieron y aplaudieron ja ja. “Menos mal, dijo el tío, llevo como 40 días sin verte, y cada conversación telefónica me la deja dura, ya desde antes de llamarte”.

Paca cuando dijo eso, sabiendo que todos queríamos lo mismo, sentado como estaba al lado de ella, que se había ocupado de que al sentarse se le subiera un poco el vestido a los muslos, comencé a desabotonar el frente del vestido. Poco a poco el vestido se abría, los muslos se veían cada vez mas, hasta que finalmente, abriendo las piernas dejó ver que en su concha lucía un pequeño moño negro. Se paró y abrí bien el vestido hasta la cintura, mostrando de frente su mini tanga hecha por encargo por su costurera. La concha apenas cubierta por un moño de seda negro, por debajo de los pelitos, que juguetonamente mantiene en forma de landing strip pero los ha dejado crecer un poquito mas de largo, y por ello ahora mas suaves y sedosos.

Dos hilos negros suben a otro negro horizontal, a manera de cinturón, y el hilo que pasa entre sus nalgas, sube a unirse al cinturón en su espalda en otro moño negro. Siempre mostrándoselas de frente a sus machos de la familia, algo muy muy fuerte créanme, terminé de desprender los botones del vestido, dejando al descubierto sus hermosas tetas, cuyos pezones, erectos de excitación familiar, hacían juego con las vergas ya casi duras de sus familiares que ya desnudos la contemplaban encantados.

Para excitarlos mas aún, comencé un suave masaje a los senos, con el resultado de algunos gemidos, y rápidamente Carla giró su cabeza para enlazar nuestras lenguas.

Unos cuantos segundos de besos de lengua y masaje de tetas y la hice girar, para, de espaldas a ellos, dejar caer el vestido y que vieran ese fabuloso culo, partido al medio por un mínimo hilo negro y coronado por su moño de seda, justo tapando los ganchos que cierran la tanga. Suspiros y un pequeño aplauso coronaron esa visión.

Desenganché los hilos que sostenían la tanga y también la dejé caer, masajeando las dos hermosas mitades del culo.

Sufrían ellos, pero yo quería marcar un poco mi mandato, y como se imaginarán, la fui guiando a doblar su cintura y abrir sus piernas, para frente a ellos lamerle culo y concha. Luego me arrodillé frente a ella, y lentamente fui descubriendo su hermoso , rosado y pequeño clítoris, que succioné y lamí a gusto, mientras Carlita ya chorreaba de excitación, por lo mío y por la situación, sobre todo al ver la verga del tío, como hierro de dura.

Al ver que la situación haría que el tío acabara al aire si demoraba mucho, me incorporé y con un gesto caballeresco de mi mano, mostré a Carla diciéndole al tío: “tu turno”.

De inmediato la levantó en sus brazos como novios en noche de bodas y la llevó al dormitorio, seguidos de padre y hermano, mientras yo tranquilo, me servía un gin tonic, siempre bueno en días de calor y fui el último el llegar al dormitorio, sentándome a mirar en una de las butacas.

“Venga tío” dijo Carla, después de una pequeña serie de besos de lengua, “le voy a hacer un poquito la salchicha al pan”.

Lo puso boca arriba, se montó sobre él y separando bien los muslos, abriendo los labios externos puso la verga entre ellos, horizontal, tal como un frankfurter en su pan. Allí comenzó a moverse hacia atrás y adelante, mientras nos preguntaba, “se ve bien?” Era hermoso ver como los labios se envolvían alrededor del largo de la pija, la cabeza afuera sin cubrir… hasta que el tío no pudo mas: por favor amor, metétela!

Carla elevó su cuerpo, puso vertical la verga del tío y bajó lentamente sobre ella hasta que estuvo metida a fondo.

-40 días es demasiado tío, tiene que venir mas seguido, me va a inundar! Y comenzó a subir y bajar cada vez más rápido.

Se le veía en la cara, el hombre no aguantaba más; y en un par de minutos cerró los ojos y solamente dijo: Ahhh.

Mi dios dijo Carla, que chorro! Siga! Siga! Re caliente lo siento. Que divino!

Otro par de minutos con el tío aún con la verga dentro de Carla mientras recuperaba la respiración, y dijo: sigo sintiéndome lleno de leche, voy por otro!

Y nadie pudo decir nada, salvo Carla: Ayyy sííí y tengo una idea!

Se salió de él, y tras la verga cayó un auténtico chorro de semen, mientras Carla se lanzaba a limpiar el miembro del tío y yo a seguirle chupando la concha, al haber visto la seña de dos que Carla me hizo.

Por supuesto el tío le manoseaba las tetas, con semen del que había caído a la sábana.

Con el miembro del tío erecto nuevamente, y con el padre y hermano desesperados, me senté al borde de la cama, Carla me montó de espaldas a mi (una delicia entrar en esa concha inundada), tanto Carla como yo nos echamos hacia atras y su concha quedó disponible para que el tío completara la doble penetración, que ya hemos hecho pero en cucharita, y por cierto esta es mas difícil. Pero la calentura puede mas. Le dimos a satisfacción y logré acabar primero, luego Carla comenzó a temblar y gemir y enseguida el tío le tiró la segunda acabada, que vaya si sentí fluir sobre mi miembro.

Jadeamos, nos salimos y mientras Carla se la limpiaba al tío, yo aventuré: ahora el papá. Y Carla: Sí, concha y culo quiero papi.

Ni tiempo le dio. Así en cuatro mientras terminaba de limpiar a T y me limpiaba la mía, el padre la clavó en la concha, “para lubricar la pija” una delicia según comentaba luego.

Solícito, Ju, el hermano comenzó a ponerle gel en el culo, de a poco, con movimientos circulares hasta empezar a meter un dedo y luego dos, entonces dijo: listo papi.

Al momento Jo la sacó de la concha, bien bañada en leche y flujo y la apoyó en el mas bello agujerito. Habiendo jugado Ju con sus dedos, simplemente apoyó la gran cabeza con la que su pene ha sido favorecido, y empujó de una, confiado. Se oyó Ahhh! Y vi que Carla clavaba las uñas en la sábana, pero teniéndola adentro atinó a susurrarle no me acabes adentro, la quiero en la cara. El ritmo fue un in crescendo perfecto, lento al principio, cada vez mas rápido y fuerte hasta que los cuerpos chocaban y se oía el plaf plaf de los cuerpos al darse uno contra el otro. A. Eces el ritmo bajaba, y Carla levantaba las nalgas para que le entrara mejor. Por dos veces llegó la prueba suprema, el padre sacó la verga y se la volvió a meter a fondo uno vez, dos veces… “siento que me vengo” dijo y la volvió a sacar.

Carla se giró, de rodillas expuso la cara mientras Jo se masturbaba para acabarle. Los chorros, como cuatro fueron generosos, frente, pómulos, nariz y labios recibieron su parte de chorros o de lo que escurría. Lo que fue a los labios y lo que estaba cerca, se lo devoró Carla, mirando al hermano y a mi. Yo explotaba de alegría, ya vacío desde hacía rato, y el hermano recibió un pedido: Quiero lo mismo del otro día, cogeme la boca. Y se acostó boca arriba.

—Sí, dijo Ju, pero primero un poco de concha.

-Bueno, pero por favor culo no, no doy mas en mi culo, mi papá es terrible…

El joven la montó en misionero, le abrió bien las piernas y comenzó a pasarle la verga por los labios llenos de leche, hasta mojarle de la mezcla de semen los pelitos, que de inmediato me puse a acariciar.

La verga del hermano le entró sin esfuerzo, iba y venía con la fuerza de la juventud, hasta que dijo: Ahí voy!

La sacó y como la vez anterior, se puso perpendicular a la cara de Carla, le metió la verga en la boca todo lo que pudo y apoyado en sus manos y la punta de sus pies, con el cuerpo un poco curvado, le cogió la boca hasta acabarle.

-Gracias hermanito dijo Carla, vení que creo que tiene mas, y se la chupó y lamió a gusto un poco mas.

Como siempre, por turnos nos fuimos duchando, Carla y yo fuimos juntos y últimos.

Al salir, ya todos vestidos, nos pusimos a charlar nuevamente de unas y otras cosas.

El padre insistió en si eventualmente Carla le podría hacer un favor con algún amigo o cliente del estudio.

-Papá, ya le dije que favores a quien yo quiero, el resto o busca por otro lado o paga, pero con mi concha nadie hace favores! Verdad tío?

—Muy cierto Jo, hace un tiempo vine con un amigo, cliente además, y Carla para que pudiera coger, al saber que había venido a vender novillos, le pidió el equivalente a tres. Mi amigo terminó aceptando porque Carla amenazó con echarnos, a él y a mi por querer entregarla.

-Tengo una vida que vivir y mucho que prosperar, divertirme me divierto cuando y con quien quiero. Vos papi y mi hermanito no lo saben, pero he cogido albañiles, pintores, carpinteros, un carnicero, dos pisteros de estación de servicio, pero porque yo quise. Soy o me obligaron a ser fuerte y a depender de mi. Sepan eso. No la aplaudieron, quedaron duros, pero merecía el aplauso.

Rápidamente volvimos a cambiar de conversación, y en un aparte, Carla me cuenta todo, el tío le preguntó y ella le respondió al oído, cual había sido el desafío del estanciero que ella había cumplido. El tío abrió los ojos como platos y dijo bajito… Vaya desafíos! Pues en realidad ella había mencionado uno al comienzo pero fueron tres y los tres los cumplió.

-Un favor les pido, sobre todo a usted tío, quiero descansar mañana domingo, pasear con Sergio y nada mas. Ya que se va el martes, en lunes de noche venga a dormir a casa.

—Con gusto sobrina, y si quieren mañana almorzamos o cenamos juntos, aprovechando la libertad de Sergio

-Ya nos comunicaremos.

-Gracias por invitarnos a tu apartamento hermanito, pero no te envicies! Y tu tampoco papá. Y saben bien que podemos hablar cuando quieran, como familia, y saben también mis condiciones para los favores de negocios.

Por cierto quiero que preparen si es viable legalmente, un documento en donde yo renuncio a cualquier derecho, incluso sucesorio, respecto a mi familia paterna. Me avisan y paso por el estudio a firmar.

Cuando íbamos a retirarnos, entre apretones de manos y besos de lengua, lo imprevisto!

Besó a su papá y a su hermano, y Carla se dirigió a su tío: Lo llevamos al hotel? Oero tío que veo! Sigue de duro!

—Sí sobri, no quedé vacío, venía muy cargado, de 40 días.

-Pues yo estoy agotada, se aguanta hasta el lunes, y nada de deslecharse con otra! Ja ja.

—Resistiré lo que sea sobrina! Pero preparate para el lunes de noche.

Nuevo saludo de Carla a sus familiares, y nos fuimos. Conducía Carla y tomó la ruta de su apartamento, no la del hotel donde ésta. Es se alojó el tío.

—A donde vas Carla?

-A casa tío y tomamos algo y charlamos

—Ahhh bien.

Llegamos, subimos al apartamento de Carla, y ella fue a cambiarse de ropa, para mas comodidad, pues para volver al hotel le llamo un taxi tío.

Nos quedamos conversando de la experiencia familiar, le conté al tío que no era tan poco común, Carla y yo conocemos y hemos disfrutado la experiencia de Marife y sus hijos Sofi y Gonza.

El relatarle eso, puso al tío de pija mas dura, y cuando al rato volvió Carla después de otra ducha y vestida solamente con el último vestido de red que le regalé, la exclamación fue: Carla! No podés hacerme eso, me queda por lo menos otra acabada trancada en los huevos y te aparecés así!

Había venido de sandalias de taco bien alto, como siempre, y mi último regalo; un vestido de red color turquesa, comprado en la boutique de productos eróticos que suelo frecuentar.

Sin nada debajo, red amplia, de mas o menos 3x3 centímetros delante y detrás, mientras que a los costados, la red es de mas o menos 1x1 centímetros. Los pezones afuera, todo a la vista.

-Me voy a sacrificará por usted tío! Un polvo mas, de concha y boca, pero primero dígame si le gusta el vestido que me regaló Sergio.

Decir que el tío se sintió como yendo al paraíso es poco. No podía creer que iba a cogerla de nuevo (yo tampoco, después de todo lo que le habíamos dado), y ella comenzó a mostrarse cada vez mas cerca mientras el tío se desnudaba.

Tampoco yo resistí mucho y me desnudé, guiñé un ojo al tío, que asintió, y comencé a acariciarla desde atrás, ya desnudo. Le hice señas a T de que se acercara y él la acariciaba desde adelante y se besaban mientras yo le lamía la nuca apartando su cabello, y le refregaba el miembro entre sus hermosos glúteos.

Estábamos calientes como al comienzo de la tarde. Al rato no aguantamos mas y cambiamos las ubicaciones, él pasó hacia atrás y yo adelante, con lo cual me dediqué a acariciarle y chuparle las tetas, besarnos profundamente de lengua, prácticamente echándonos saliva el uno al otro, mi pija refregaba sus pelitos y a veces le tomaba la cara con las manos y le lamía las mejillas. El tío parecía una máquina de amasarle el culo con sus manos, deleitándose con el tacto de las manos sobre la red del vestido, mientras su miembro iba y venía entre las nalgas, sin atreverse al agujerito tan forzado por el glande del padre de Carla, que dicho sea de paso, disfrutaba enormemente todo el manoseo.

Finalmente, aprovechando que el vestido es simplemente un tubo de red elástica, sin breteles, comencé a bajárselo desde los hombros. Me detuve a lamer y chupar al liberar los senos, aunque gracias a la red, ya lo había hecho antes, sensaciones bien distintas.

Lo bajé hasta sacárselo y me hinqué a chuparle la concha mientras T y ella se besaban. Luego le dejé todo el frente al tío mientras yo le acariciaba y besaba su hermosa espalda, y también su culo.

-Que bien se siente ahora, dijo!

Suavemente la conduje al sofá de cuero del living, captando la idea, ella dobló su cuerpo sobre el posa brazos, exponiendo la concha y el culo a pleno.

La penetré sin dudarlo, la facilidad con que entró sugería que quedaban restos de leches de la fiesta familiar, mientras el tío, arrodillado en el sofá, se la daba a chupar.

Siempre igual, en pocos minutos acabé y casi que en dos saltos el tío y yo intercambiamos posiciones.

Aún cargado, T no duró mas de seis o siete minutos, y por los gestos y el modo en que yo, ya libre y desde atrás de él miraba contraerse su escroto, no menos de tres o cuatro chorros volvieron a homenajear la vagina de Carla.

Ella de tiró al sofá, y dijo: siento como me va a chorrear, menos mal que el sofá es de cuero y no mancha!

Siendo los caballeros que somos, enamorados de ella, primero yo y luego T nos ocupamos de hacer misionero, y lo que se salía, un poco volvíamos a metérselo en la concha (una delicia de sensación, tanto hacerlo como verlo) y otro poco se lo frotábamos hacia los pelitos púbicos.

Al final, agotados de verdad, nos fuimos a tirar a la cama, nos acariciamos y jugamos un rato. Otra ducha! Y T se fue a su hotel, habiendo acordado almorzar los tres en domingo, cumplir con el descanso a Carla y que se encontrarían al terminar T su trabajo para dormir juntos, solos, el lunes de noche.

Yo dormí, realmente dormimos, con Carla, y el domingo temprano fui un rato a mi casa a llamar a la turista que disfrutaba de las Cataratas.

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