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Cogiendo a mi novio con mi hermana
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Ana es mi hermana menor, tiene 27 años, es médica, muy linda, con muy buenos pechos y cola. Desde chica es mucho más desprejuiciada que yo, que hoy tengo 30 años. Las veces que salimos juntas de noche, lo normal era que por ella, por su simpatía, buen humor, y claro, su belleza, siempre estábamos rodeadas de muchachos. Hace dos años se recibió y por una beca se fue a Boston, EEUU. No pasa semana que hablemos por celular.

Yo soy Pato, soy parecida a Ana, aunque sin sus pechos y su cola. Mucho más seria, aunque con buen humor. Me casé hace cinco años con Fede. No tenemos hijos, somos felices, los dos profesionales, con una linda casa en un Country Club del norte de Buenos Aires.

Hace un mes Ana en una llamada me contó que estaba saliendo con un muchacho, que estaba super enganchada, que era muy lindo, “y no sabes como me coge el hijo de puta.” me dijo con su desparpajo habitual. Hace una semana me llamó, que los dos llegaban al día siguiente a Ezeiza. Por supuesto que le dije que los iba a buscar.

Cuando se abrió la puerta de la sala de espera, fui corriendo a abrazar a mi hermana luego de un año sin vernos. Ni me di cuenta que a su lado estaba un muchacho.

–Hija de puta, que linda que estas. Le dije luego de los besos y abrazos.

–Boluda, estoy bien cogida. Jajaja…

–Sos una bestia… ¿Tu amigo?

–Novio… Esto que está al lado mío. Dijo ella y se largó a reír.

Recién en ese momento me di cuenta que un muchacho de casi dos metros, de casi dos metros, raza negra, con un físico imponente, me miraba sonriendo.

–John, ella es Pato, mi hermana, de la que te hablé. Dijo en castellano.

–Hola Pato, un place conocerte. Sos tan linda como Any te describió.

–Gracias… Hola… Dije totalmente sorprendida.

–Lo que menos te esperabas, Jajaja. Dijo Ana riendo.

–Totalmente… Vamos, tengo el auto afuera.

Fuimos al auto, ella se sentó junto a mí y John detrás de Ana.

–¿Cómo andan tus cosas? Me preguntó Ana.

–Bien, trabajando, como siempre.

–Aburrida, sin motivaciones, y mal cogida. Dijo Ana.

–Ana, por favor, que va a pensar John. Soy una mujer casada, va a conocer a Fede. Por favor…

–Tranquila que ya me conoce. Tenemos reservaciones en un hotel de Tigre.

–Dejate de jorobar Ana, se quedan en casa.

–Prefiero que nos quedemos en el hotel…

–Ana por favor. Hace un año que no nos vemos, me dijiste que se quedan una semana. Quiero que te quedes en casa.

–Bueno… Como ves John, es como te dije, mandona como pocas. Te juego que al marido lo tiene cagando.

–Ana… John, por favor, no la escuches… me hace pasar vergüenza mi hermana. ¿A qué te dedicas?

–Soy entrenador de un equipo de natación, y corro carreras de aguas abiertas profesionalmente.

–Con razón el físico que tenés. Impresionante.

–¿Te gusta hermanita?

–Ana…

–Pato, John tiene que encontrarse con unos entrenadores, ¿Sabes dónde puede alquilar un auto?

–Que use este, yo me tomé toda la semana para estar con vos. No lo necesito.

–Gracias Pato. Dijo John.

Por suerte mi hermana se tranquilizó, llegamos a casa, y les mostré su dormitorio. Yo estaba en la cocina, preparando café cuando ellos entraron y me quedé de una pieza al verlos. Mi hermanita con unos leggings multicolor, una remera super ajustada y sin corpiño que no dejaban mucho para la imaginación; John con unas calzas ciclistas y una musculosa pegada al cuerpo. El bulto en la entrepiernas era grande…

–Sos un infierno de mujer Ana.

–Por este desgraciado, te aseguro que me llena de felicidad.

–Que lindo escucharte decir eso…

–Any, ¿Queda lejos Pilar?

–Amor, estamos en Pilar, ¿Qué pasa? Preguntó Ana.

–Un colega vive en Pilar, me dice de juntarnos a tomar un café. ¿Te molesta que vaya?

–No jorobes, claro que no. ¿Ahora?

–Sí.

–Andá tranquilo.

El solo tomó una riñonera, puso sus papeles y se fue con mi auto.

–¿Qué te parece John?

–Muy agradable, tranquilo.

–Claro… ¿Y…?

–No te voy a negar que es lindo…

–¿Te jode que esté en pareja con un negro?

–No digas pavadas por favor. Claro que no.

–Por las dudas te preguntaba.

–Estás hermosa, y tenés una mirada chispeante, se nota que estas muy feliz.

–Soy muy feliz Pato.

Estuvimos charlando sobre mi trabajo, me contó que se quedaba en Boston, que estaba trabajando en un Hospital de allí, que no pensaba volver al país, de su casa.

A las 17 llegó Fede, mi marido.

–¿En serio sos Ana?

–Hola Fede, si soy tu cuñada… ¿Cómo estás?

–Muy bien, gracias. Que linda que estas. Me dijo Pato que viajabas con un amigo.

–Gracias. Pareja realmente, estamos viviendo juntos.

–Wow… eso no me lo dijiste Ana. Dije.

–Esperaba que vuelva John para contarles. Ahí está estacionando. Le voy a abrir.

Ella fue a abrirle y cuando mi marido lo vio me miro sorprendido.

–Fede, te presento a John, mi pareja. John, él es Fede, el marido de Pato.

–Hola… Dijo Fede sin poder sacarse la cara de sorpresa.

–Hola, un gusto, gracias por recibirnos en tu casa.

–Por favor, nada que agradecer.

–¿Cómo te fue amor?

–Bien… estuvimos charlando hasta recién. Lo que no entiendo es porque todos me miraban sorprendidos.

–John, mi amor. Esto es Argentina, vos medís 2.05 metros, tenés un físico tremendo, vestido como estas vestido, de raza negra… No jodas… ¿Cuántos tipos vestidos como vos viste?

–Ninguno.

–Entiendo. Ah, Carlos, el muchacho con que me encontré me comentó que mañana hay una carrera de aguas abiertas cerca, me pasó la geo. ¿Tenes ganas de correrla? Hay desde 1.000 a 5.000 metros.

–La de 1.000 me animo. Dale, y los invitamos a ellos. ¿Quieren acompañarnos?

–Claro, nunca vi una carrera así.

–Genial. Preparo los bolsos. John, esta noche mejor que nos portemos bien. Estamos en casa ajena y tenemos que correr. Dijo Ana, le dio un beso y fue al cuarto.

–Tu hermana es tremenda Pato. La amo.

Esa noche yo hice carne al horno con papas y ellos comieron muy moderadamente. Tomamos un café y a las 22 nos fuimos a acostar. A los diez minutos los gemidos, gritos de placer, insultos de mi hermana eran tremendos. Con Fede nos mirábamos y no podíamos creer. Eran las 23:45 y recién ahí se dejaron de escuchar.

Como la carrera era a las 10, a las 8 yo estaba preparando el desayuno cuando entraron mi hermana con John sonrientes.

–Buen día Pato… Dijo John.

–Hola hermana mayor…

–Buen día ¿Descansaron bien?

–Increíblemente bien… Amor, estoy a full, voy a nadar 1.500 metros.

–Bueno…

Bajó Fede, tomamos un café y fuimos a la carrera. Se encontraron con el amigo de John, se anotaron y vinieron con nosotros. Por los altoparlantes anunciaron que entre los corredores estaba John, Campeón Canadiense de Aguas Abiertas. Se quitaron los joggings y casi se me cae la mandíbula. Mi hermana con un cuerpo increíble, una malla negra de competición tremenda. John con una malla de competición y juro que se me iban los ojos por el bulto en la malla. Miré a Fede y los miraba sorprendidos a los dos. Cuando fueron a la largada me dijo:

–Por favor, el físico que tiene tu hermana es tremendo, y John… todas las mujeres lo miran y se babean.

–Si… Dije pensando que yo era una.

Ana salió segunda y John ganó con mucha facilidad la distancia más larga. Volvimos a casa, ellos se dieron una ducha y comimos unos sándwiches. Fede salió con John a comprar para el asado de la noche, y con Ana nos quedamos en la pileta de casa. Las dos con mallas.

–¿Hicimos mucho escandalo anoche?

–Bastante… y por mucho tiempo… Nunca pensé escucharte gozar así hermanita.

–Y anoche fue poco…

–¿Poco? Casi dos horas…

–Pato, para nosotros es poco.

–No me jodas Ana, con Fede no llegamos a media hora.

–Porque es un boludo. No sabe disfrutar a la mujer que tiene. Yo aprendí a disfrutar mi hombre, porque él me hizo abrir la cabeza por completo. A disfrutarlo, gozar como nunca había gozado. Si te contara las cosas que hemos hecho y que hacemos, creo que te desmayas.

–Ana no creo que sea para tanto…

–Bueno…

–En serio, no para que me desmaye.

–Si te dijera me meto por completo su pija en el culo, que lo monto como loca, que por lo menos una vez por semana nos juntamos con una chica, y hacemos terrible trio, que usamos juguetes, que los tengo en la valija, solos o con la chica, y que su pija es gigante…, que puede estar cogiéndome por el tiempo que se le ocurra, que una vez Tiny, la chica, vino con una amiga y nos destrozó a las tres…

–¿Me estás hablando en serio?

–Muy en serio. Vamos al cuarto, te muestro nuestros juguetes, o si querés te muestro un videíto que a amiga de Tiny grabó esa tarde-noche.

–No puedo creer lo que decís.

–Mirá entonces.

Me mostró el video y era de ella montando a John, con su pija en el culo, y otra chica besándole los pechos. Mi hermana, loca de placer.

–Dios…

–Viste mi cara, pues cuando estamos solos es peor, lo gozo con todo…

–Ana…

–¿Cuánto tiempo se toma Fede para darte placer? ¿Cuánto tiempo se toma para acariciarte, besarte? ¿Cuánto tiempo está entres tus piernas chupándote, y dándote miles de orgasmos? ¿Cuánto tiempo se toma para ponerse aceite en las manos, en tus pechos, tu espalda y acariciarte lenta y suavemente hasta hacerte tener un tremendo orgasmo, solo con caricias? ¿Cuántas veces te coge con todo, haciéndote gozar como nunca?

–Eh…

–Mi hombre Pato, no hay día o noche que no me haga el amor, me coja, me dé placer, en la cama, la cocina, el baño. Anoche, por tu cara no hicieron nada… No tiene sangre… y vos seguro que estabas recaliente.

–Ana, por favor…

–No lo niegas…

¿Te dijo de hacer un trio con una mina? ¿Cuánto hace que no van a cenar y terminan en un hotel? ¿Estuviste con una mujer alguna vez?

–Ana… Basta por favor.

–Te jode… Hace cinco años que estas casada Pato, tenés treinta años, te veo dejada, no te brillan los ojos.

–Pero no todo es culpa de Fede.

–Seguro que no, pero si él te hiciera sentir mujer, pues serías distinta. Vos eras caliente en la cama, siempre me lo dijiste.

Ellos llegaron y no volvimos a hablar del tema por el resto del día. A la noche otra vez los gemidos, gritos de placer de los dos y fue hasta la una de la mañana y a las siete nos despertaron. Mi marido apenas me hizo el amor una vez, y como siempre… Y no pude dejar de comparar como gozaba mi hermana a lo que gozaba yo.

El domingo estuvimos todo el día en casa los cuatro, y por supuesto no volvimos a hablar del tema. El lunes John y Fede se fueron, el primero a una reunión y mi marido a trabajar. Ana estaba tomando un café y le dije:

–Me hiciste mierda.

–Perdoname, pero te tengo que despertar Pato. No me banco la cara de mal cogida que tenés. Mirá tenés 30 años, estas a tiempo de abrir los ojos y vivir.

No le contesté y fui a arreglar mi cuarto, poner ropa a lavar. Cerca de las 11 volvió John, luego del saludar, se fueron a poner la malla para ir a la pileta. Yo los imité. Estábamos los tres sentados en el borde de la pileta y Ana dijo:

–John, amor, ¿te puedo pedir un favor?

–Por supuesto.

–No digas nada.

–Ok…

Ana lo hizo acostar y se empezaron a besar con todo, la mano de ella busco la pija de John y la empezó a acariciar mientras le besaba el pecho sin parar… Vi como iba creciendo dentro de la sunga y mi hermana me miró sonriendo. Corrió un poco la malla y cuando vi la pija no podía creer lo grande y gruesa que era… Ella lo empezó a chupar sin dejar de acariciarlo.

–Acércate Pato. Me dijo Ana.

–Ana…

–Que te acerques boluda. Me dijo imperativa.

Me acerque y ella hizo que lo empiece a masturbar. Yo lo hacía y no podía sacar mi vista de la pija e imaginarme lo que se sentiría si me la metiese. No me di cuenta, pero lentamente fui acercando mi cara, Ana me apoyo la mano en la cabeza haciendo que toque mis labios. Abrí mi boca y como pude fui metiendo su pija en mi boca y lentamente a chuparla. De pronto estaba chupando y sentí la mano de Ana acariciándome la concha por sobre mi malla. No dije nada, y seguí chupando, cada vez me metía más la pija en mi boca, Ana corrió mi malla y me metió un dedo en la concha que estaba empapada por completo.

–Gózalo Pato. Esto recién empieza…

Estuve un rato así mientras ella me masturbaba y empecé a tener orgasmos… Ana me saco la tanga de a malla y me empezó a chupar con todo la concha. Yo estaba prendida fuego por completo. De pronto John se puso de pie e instintivamente me puse de rodillas para seguir chupándolo. Ana se puso entre mis piernas y no paraba de chuparme y meterme dedos en la concha.

Cuando John tomo mi cabeza entre sus manos, y empezó a cogerme la boca, algo que nadie me había hecho, sentí la lengua de Ana en mi culo, y enseguida uno de sus dedos que me penetraba. John cada vez me la metía más adentro de la boca, ella me chupaba con todo, ahora con dos dedos en la concha y uno en mi culo que entraban y salían con todo. Estaba por tener un orgasmo cuando Ana dijo:

–Vamos a nuestro cuarto.

Me tomaron de la mano y subimos corriendo. John se acostó y yo seguí chupando su pija como enloquecida. Estaba en eso cuando sentí que algo parecido a una pija me entraba en la concha. Mire y era Ana, con un arnés cogiéndome. Me miró sonriendo y me dijo:

–Desde los 18 que tengo ganas de cogerte Pato…

–Hija de puta… Llegué a decir que ella se empezó a mover con todo.

Me sacaba orgasmos sin parar… De pronto se detuvo e hizo que monte a John. Yo abrí los ojos con todo pensando que me iba a hacer mierda… Fui bajando mientras Ana me empezó a chupar los pechos… Dios, que placer sentir tremenda pija en mi concha… Lentamente me fui moviendo y la excitación cada vez era más. Ana dejó mis pechos y se puso detrás de mí. Me besaba la espalda y de pronto sentí como desde atrás me acariciaba los pechos con algo aceitoso. Tuve un orgasmo increíble cuando sentí que esa pija no entraba más.

Sentir el orgasmo, las manos de Ana en mis pechos, la cara de placer de John era tremendo. Ana sacó una de sus manos y sentí como un dedo entraba en mi culo y lo empezaba a mover con todo. John con una de sus manos, me retorció suavemente, abrí los ojos con todo, otro orgasmo terrible y otro dedo que entraba en mi culo.

–No doy más, por favor. Dije.

–Recién empezamos Pato… no jodas…

Me metió otro dedo más y me dijo.

–Te voy a coger el culo.

–No, nunca…

Y sentí como me empezaba a penetrar con el consolador. Me quise salir pero ella me dio una palmada fuerte en el culo, John me tomo de la cintura y entre los dos me dieron una cogida bestial, los dos se movían con todo, yo no paraba de tener orgasmos. De pronto John la metió con todo y sentí como me acababa adentro con todo… Cuando soltó mi cintura, Ana dijo:

–Chupala.

–Yo nunca…

–Que la chupes boluda…

Ella se corrió un poco sin dejar de cogerme el culo y me puse a chupar su pija y para mi sorpresa, a tragarme toda su leche… Ana no dejaba de bombearme al culo, y aunque la pija estaba completamente limpia seguí chupando con todo. Ana se corrió un poco, y sentí como me volvía a penetrar, y tomando mis manos las puso en mi espalda y lo siguiente fue sentir como algo aprisionaba mis muñecas. Quise separarlas y me di cuenta que estaba atada o esposada.

–Ana, por favor…

Ella no dijo nada, se sacó el arnés y dejando mis rodillas en el borde de la cama, se puso debajo de mí y me chupaba la concha con todo. John se levantó y segundos después sentí como me metía la pija nuevamente en la concha, tomó mi cintura y nuevamente entraba y salía con todo. Lo que siguió fue meterme sus dedos con aceite en el culo, hasta meterme cuatro. Yo ya no dejaba de gritar de placer. Sacó su pija de mi concha y la apoyo en mi culo.

–No, por favor, me vas a destrozar…

–Vos te la vas a meter sola Pato. Dijo John…

Lo insulté y escuche a Ana.

–Boluda, que mejor que ese pedazo de carne para perder la virginidad de tu culo.

Lentamente fui empujando hacia atrás y fue entrando…

–Me están emputeciendo desgraciados…

–No Pato, te hacemos gozar lo mujer que sos. Dijo John.

Escucharlo que tremendo, y empuje para atrás con todo y creo que su pija entro por completo en mi culo. Me quedé quieta unos segundos para ir moviéndome de a poco. Me sorprendió cuando me escuche decir:

–Ana, quiero chuparte la concha.

–Va a ser un placer complacerte. Dijo ella riendo.

Se sentó frente a mi cara, levanto un poco las piernas y torpemente la empecé a chupar. Pasaron varios minutos y vi como ella tomaba el consolador y se lo metía en el culo para masturbarse mientras yo la chupaba. John me tomó de la cintura haciéndome quedar quieta y lo siguiente fue cogerme el culo en forma bestial, enterrándome su pija hasta el fondo, golpeando mi culo con sus caderas. Yo no podía gritar y chupar, Ana me tomo de los cabellos e hizo que entierre mi cara en su concha. Dio un grito de placer y al mismo tiempo John me la enterraba por completo, acabando en mi intestino con un grito de placer. Juro que nunca en mi vida goce tanto como en ese momento. Cuando la sacó, me di vuelta como pude y me puse a chuparla.

Lo que no esperaba es que él me tome la cabeza y me coja con todo la boca, como segundos antes hacía con mi culo. No lo podía creer, después de dos acabadas su pija seguía dura como piedra. Sus movimientos, hasta donde me la metía me provocaban arcadas, saliva en cantidad, y una excitación como nunca antes había sentido. Ana me soltó las manos, me metió cuatro dedos en mi concha y los movía con todo. Fueron varios minutos hasta que sentí como John llenaba mi boca de leche y yo tenía un orgasmo brutal.

–Acostate mi amor… Dijo Ana.

Me tire totalmente destruida en la cama y vi como John se acostaba, ella se sentaba con su pija en la concha, se acostaba sobre su pecho, y se ponía aceite en el pecho y la panza. John se empezó a mover lentamente, mientras la acariciaba dulcemente y le hablaba, contándole como la amaba, como la deseaba y el placer que sentía haciéndole el amor. Como pude me senté mirando extasiada como se amaban.

Si digo que estuvieron no menos de veinte minutos haciendo el amor de esa forma, no me equivoco. Me di cuenta que él había acabado por la cara de placer de Ana, y porque su cuerpo temblaba por el orgasmo. Ana se levantó, le dio un beso tremendo, le dijo que lo amaba y me miró sonriendo con todo.

Me tomó de la mano y fuimos al baño a ducharnos en silencio. Nos secamos de la misma forma y volvimos a la cama.

–Hola Pato. Dijo Ana sonriendo.

–Por favor, que manera de gozar… en mi vida goce ni la décima parte de lo de recién…

–Que pena… Dijo Ana y me dio un beso en los labios que no rechace.

–Me voy a bañar. Dijo John.

Las dos nos quedamos en la cama y no podía dejar de mirar a Ana que sonreía.

–Sabes bien que acabas de arruinar mi matrimonio.

–Prefiero pensar que le acabo de abrir la puerta a la vida a mi hermana. Que es lo que merece por cierto, vivir.

–No puedo entender como pude gozar tanto.

–Porque sos mujer, te fuiste entregando al placer, a disfrutarlo… a darte cuenta que el sexo es genial. Y espera que te des cuenta que si hablas, si decís lo que querés, es más genial aún.

Nos pusimos las mallas y bajamos a la cocina. Minutos después se nos unía John por supuesto en sunga. Se sentó, le serví café y no le quitaba los ojos a Ana.

–No seas hijo de puta John… Dijo Ana.

–No dije ni hice nada.

–Sos una basura, conozco bien esa mirada. Estamos en casa ajena…

–La de tu hermana… mujer casi tan caliente como vos.

–John… la puta madre. Dijo Ana…

–¿Sabes lo que quiere el hijo de puta Pato?

–No, bah, algo puedo imaginar…

–Quiere romperme el culo…

–No… que vos te lo rompas sola. Jajaja…

–Sos una basura… Dijo Ana.

–Bueno… Pato, metete tres dedos, prepara tu culo entonces…

–John…

–Usa a aceite de la cocina, vamos…

–Ana… Dijo Pato.

Ana se corrió, lo hizo parar y vi como la pija de John estaba parada y dura por completo. Ana no dijo nada, buscó el aceite y se metió un dedo. Dejo el aceite en la mesada, donde apoyo sus antebrazos y lo miro a John… Él se paró detrás y corriéndole un poco la malla le metió la pija en el culo para empezar a moverse con todo.

–Te amo hijo de puta, amo como me haces el amor, como me coges, como me rompes el culo, amo que me desees todos los días, que me hagas gozar cada lugar de la casa.

Juro que me impresionaba verlo coger el culo de mi hermana y pensar que me lo había cogido de la misma forma. Fue más fuerte que yo, puse aceite en mis dedos, me senté, levante una pierna y me enterré dos dedos en el culo. Cerré los ojos y me masturbaba el culo escuchando los gemidos de placer de Ana… Cuando ella gritó de placer yo tuve mi orgasmo al mismo tiempo. Abrí los ojos y Ana lo estaba chupando. Me levanté, me acosté sobre la mesa con las piernas colgando y dije:

–Rompeme el culo John…

–Viciosa. Dijo Ana y se largó a reír.

John se puso detrás de mí y en un solo movimiento me la enterró hasta el fondo. Fueron varios minutos hasta que escuche a John decir le a Ana:

–Cógela bien cogida.

No entendí pero un par de minutos después, sin soltarme John se sentó, yo sobre el con su pija en mi culo y vi como. Ana tenía el arnés puesto frente a mí y se acercaba. Me lo enterró con todo. Los dos me cogían como animales y Ana se puso a chuparme los pechos. Me hicieron tener varios orgasmos hasta que John acabo en mi culo. Apenas me podía mantener en pie. Los miré, bese a John por primera vez y luego a Ana, para después las dos limpiarle la pija y las dos fuimos al baño de su cuarto. Ana dejó el arnés y volvimos a la cocina.

Juro que pensaba como iba a mirar a Fede cuando llegase. Para mí propia sorpresa, lo saludé como si nada. Nos contó que había tenido un día problemático, con mucho trabajo. Se fue a cambiar y no entendí la mirada de Ana cuando se iba.

Estábamos cenando cuando Ana le preguntó a John:

–Amor, ¿mañana vas a ir a reunirte en Capital?

–Sí, voy a almorzar allá.

–Genial, voy con vos. Me voy a encontrar con Jimena, ¿te acuerdas que te conté?

–Claro, tu compañera de facultad.

–Exacto. ¿Vos te acuerdas de ella Pato?

–No, si del nombre, pero no de la cara.

–Mirá, es ella. Dijo Ana mostrándonos a Fede y a mí una foto en su celular.

Fede casi escupe la comida.

–¿Qué te pasa Fede? Preguntó Ana.

–Nada, me ahogué.

–¿Vos la conoces a Jimena?

–No…

–Ah… Fede, que tal si sos honesto, hablas con Pato, juntas algunas cosas y te vas con Jimena o a un hotel.

–¿Qué decís Ana? Pregunté sorprendida.

–Fede…

–Pato, te juro que fue una cosa del momento, ni lo pensé, nos encontramos en una reunión por trabajo…

–Fede… Dijo Ana.

–En serio.

–Pato, la reunión de trabajo fue hace seis meses, y se ven todas las semanas, por lo menos dos o tres veces. Dijo Ana.

–Junta tus cosas y andate. Ya mismo.

–Pero…

–Hola Jimena, Te cuento, en este momento mi hermana está echando de su casa a su marido, que por esas casualidades es tu novio. Dijo Ana llamando por celular con el altavoz.

–Tal como me dijiste… Tremendo hijo de puta… Si estas escuchando, ni se te ocurra llamarme o aparecer, te parto la cabeza hijo de puta. Así que casado…

–Jime, escuchame, te paso la dirección de Pato, ven a cenar.

–Dale, salgo para allá.

–Ok. Dijo Ana y cortó.

–Fede, se te van a juntar las dos… Dijo Ana riendo.

El salió corriendo, armó dos bolsos y salió de la casa.

–Me explicas por favor Ana.

–Claro. Cuando termine de avisarte que veníamos, la llame a Jime para vernos. Me dijo que estaba de novia, super feliz, y varias cosas más, y me mando una foto de los dos.

–No me dijiste nada, ¿Por qué?

–Porque primero quise que te descubras como mujer. Que veas todo lo que este pelotudo no supo sacar de vos, y que encima te metía los cuernos.

–Gracias.

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