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Comiendo en casa

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Por suerte la carga del día permite que vaya a comer a la casa. Te llamo y tú estás aun trabajando haciendo home office, en tus conferencias y llamadas, producto de estos tiempo de pandemia.

Te aviso que voy de camino y me pides que compre un par de cosas en la tienda que nos queda cerca de la entrada. Rápidamente paro, consigo tu encargo y aprovecho para pedir un postre que tienen en el local de al lado, una gelatina de agua con trocitos de mandarina en la parte superior, y gelatina de leche abajo. Pago y regreso al auto para continuar mi marcha a la casa, donde ya me esperas tú.

Apenas cruzo la puerta, te observo hermosa como siempre, la luz que se alcanza a filtrar por el ventanal del jardín trasero, y hace resaltar más tu figura divina. Paso a tu lado y silenciosamente nos obsequiamos un beso al aire mientras terminas esa llamada.

Voy colocando en la barra de la cocina las cosas que traigo con cuidado para no hacer mucho ruido y el postre en el refrigerador. En un sartén en la estufa ya hay una pasta preparada por ti y afuera a hay un par de pechugas empanizadas de buen tamaño, listas después de su cocinado final.

Saco lo necesario para una ensalada y armo un bowl para acompañar lo demás, junto con un aderezo que te agrada y limones. Escucho que tu llamada va llegando a su fin mientras yo pongo platos y cubiertos sobre la barra para comer allí.

Vas despidiéndote de los participantes, me acerco a ti por tu espalda y con mis brazos te rodeo por la cintura, mientras que mis labios se acercan a tu cuello para besarlo, aspirando el aroma de tu perfume, sentir tu cuerpo vivo, radiante y lleno de energía. Sólo alcanzas a quitar los audífonos, los colocas apresurada mente sobre la mesa y te dejas acariciar.

Pones tus manos sobre las mías y eventualmente subes una de ellas a tu cabello y la otra a mi rostro. Eso me da acceso total a llevar mis manos a tus senos que siempre reaccionan al primer acercamiento y con un roce ligero, tus pezones se ponen duros, deliciosos. Puedo acariciar tu cuerpo, tu abdomen, tus caderas, lo que hace que gimas sutilmente al contacto de mis manos con tu cuerpo y luego giras tu cabeza para encontrar tus labios con mi boca, empezando con besos pequeños, que dan paso a caricias mayores, apasionadas e intensas.

La mesa del comedor, ocupada con parte de tus cosas del trabajo está frente a nosotros. Estiro mi mano y alcanzo a desabrochar un par de botones de la parte alta de tu blusa de tela fina. Aprovecho para sacar el faldón de la misma de tu pantalón y eso me da mejor espacio entre ella y tu cuerpo para acariciarte por debajo de la ropa.

Una mano la llevas detrás de ti, buscando mi pene que ya acusa una erección por todo lo que está pasando. Al llegar a él, lo vas tocando sobre mi pantalón, pasando desde la parte baja hasta la punta que se aloja en la parte alta del pantalón. Lo haces muy rico y me dices que lo quieres en ti.

Sé lo rápido que te prendes y bajo mi mano para sentir sobre tu pantalón lo excitada que estás a través de la humedad de tu vagina, sin dejar de acariciar tus senos con la otra mano y el natural incremento en la pasión de nuestros besos. Llevo mi mano a tu cintura y la meto entre el pantalón y tu piel. Puedo sentir tu ropa interior y sin desplazarla, comienzo a acariciar tu sexo que responde de inmediato mojando más esta zona. Tus gemidos dejan saber que estamos en la ruta correcta del placer.

Te entregas toda y me encanta masturbarte. Pegas tus pompas a mi pene y te restriegas en él mientras sigo con mis caricias y tus pezones se van poniendo cada vez más duros, mostrándose a través de la tela de tu brasier y la blusa. Regreso a besar tu cuello, tus mejillas, detrás de tus oídos y tu cuerpo gime y se convulsiona por las caricias que recibe de mi.

Te encanta sentirte así, deseada, acariciada, excitada. Muevo mis dedos más rápido sobre tus labios vaginales, empiezo a sentir el incremento de tu respuesta y tus emociones afloran. Me vas mojando más, anunciando un próximo orgasmo que no tarda en darse. Explotas rico, tus piernas tiemblan un poco, tu cuerpo se sacude y buscas apoyo, colocando tus manos sobre la mesa, inclinando tu torso hacia adelante, bajando tu cabeza, lo que deja tu cadera expuesta hacia mi.

Sin despegarme del todo de ti, suelto el botón que mantiene aún arriba tu pantalón, lo bajo con todo y tu ropa interior hasta los tobillos. Desabrocho el mío y sacó mi ya duro pene que empiezo a frotar contra tus nalgas y lo voy empujando poco a poco por la deliciosa división de las mismas. Tu trasero es rico y poner mi pene en él es una sensación deliciosa, especial.

Al sentir el contacto de la punta de mi pene, levantas tu cadera para dejarme llegar mejor a tu sexo. Ambos sabemos lo mucho que te gusta ser cogida en esa posición, entregarte así para ser penetrada poco a poco, lo que aprovecho para, con mi pene, recorrer desde tu culito hasta tu clítoris e ir mojando la punta con tus mismos líquidos. Lo froto varias veces y te retuerces con la caricia. Eso te excita mucho y dejas escapar algunos gemidos que denotan pasión, mientras mueves tu cadera para sentir más el roce de mi pene en tu cuerpo.

Unas pasadas más y acomodo la punta en tu entrada, desplazando tus ricos labios que la coronan. Tu cuerpo vibra con ello y levantas hacia mí tu cadera, permitiendo que se vaya abriendo paso la punta al interior de tu vagina. Poco a poco, la totalidad de mi pene queda alojado en tu sexo.

Desde mi posición te veo hermosa, inclinada hacia la mesa, sujetándote, girando y empujando tu cadera para que mi pene vaya ganando terreno en tu interior. Me quedo quieto un momento, sintiéndote toda, vibrante, mojada, excitada. Te sujeto de la cadera y empiezo a desplazar para salir un poco y entrar nuevamente. Tu vagina se va contrayendo de forma deliciosa apretando el contorno de mi pene y en cada salida se aprecia mojado de tus ricos jugos.

Volver a introducirlo es cada vez más excitante y la humedad de tu sexo deja que entre a mayor profundidad. Tu excitación es total y te vienes continuamente en ricas y breves corridas en cada empujón de mi pene dentro de ti. Incremento la velocidad de mis penetraciones y voy sintiendo un nuevo orgasmo aflorando de tu cuerpo.

Estiro mi brazo y alcanzo uno de tus senos, que lo aprieto acompañando las penetraciones cada vez más profundas en tu sexo. Estamos cogiendo rico, tu cuerpo lo recibe todo, deseoso, excitado.

Le dedicamos tiempo a variar la intensidad y la frecuencia, eso te pone a mil y sentirte penetrada así te excita mucho. Mi pene se ensancha e incremento la velocidad de los embates. Mi corrida está cerca y te encanta que me venga en tu interior. Lo sientes también. Empujas fuerte. Lo quieres adentro, profundo, pleno. Me corro en tí, junto contigo, deliciosamente.

Tu orgasmo se presenta igual de intenso, vibrante y deliciosamente sensual. Nuestros cuerpos sudan, nos apoyamos en la mesa y con un beso tierno, mientras nos incorporamos, y reponemos, agradecemos que haya ido a comer a casa.

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