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Con mi cuñada
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Cuento cómo fue mi primera vez que estuve con la hermana mayor de mi esposa.

Tengo 34 años, y llevo casado 3 años con mi mujer. Hace como un año nos pasamos a vivir junto al departamento de mi cuñada Camila, una señora de 40 años, bien conservada, con unas buenas tetas, unas nalgas que se nota que hace ejercicio, aunque tiene un poco de barriga, pero eso no le quita los demás atributos. Ella es divorciada y tiene una hija que ya va por la universidad así que casi siempre mi cuñada pasa sola. De como surgió este deseo y el coqueteo entre los dos será para un próximo relato, este es de como fue nuestra primera vez.

Un sábado un amigo de Camila y de mi esposa las invitó a una fiesta de matrimonio, mi mujer y yo estábamos de lo mas reacios de ir, puesto que era muy tarde, apenas a las 9 pm empezaba el evento, pero Camila no tenía quien la acompañe así que fuimos con ella. Camila estaba muy guapa, con un vestido de coctel, al igual que mi esposa, ambas muy lindas pero en ese momento la que me prendía era mi cuñada. Tenía un escote que permitía ver sus lindos y grandes senos.

Ya en la fiesta, bailamos y bebimos, los tres nos divertimos y ya estábamos entraditos en calor. Cerca de las 11 pm mi esposa estaba casi borracha, así que salimos al departamento. Al llegar a casa, vaya sorpresa que el abrigo de Camila no estaba en el auto junto al de mi esposa, ella lo quería mucho así que decidimos volver a por él. Mi esposa ya se quedó en la casa acostada, no daba más.

Al llegar de nuevo a la fiesta, el amigo de Camila ya entrado en copas nos pidió que nos quedáramos y cómo decirle que no, así que con mi cuñada decidimos quedarnos y bailar un poco, esta vez ya más apegaditos, la agarraba por la cintura, a ratos rozaba sus pechos, los veía de reojo cómo se movían y ella lo notaba y me miraba con una risa de complicidad.

Cerca de la 1 am tomamos el abrigo y nos escapamos del anfitrión de la fiesta, y antes de prender el auto nos quedamos mirándonos.

-Camila: te puedo hacer una pregunta? Pero me contestas con toda sinceridad.

-Yo: claro cuñadita.

– Camila: este vestido está muy escotado? (lo decía mirándose y con una sonrisa coqueta).

-Yo: (con las ganas que le tengo y sin más rodeos) es un lindo vestido, realza sus hermosos senos, se ven sus lindas piernas y una delgada cintura. De seguro dejó a más de uno loquito esta noche.

-Camila: o sea que mis senos son hermosos para ti? No deberías decir eso, mira que soy tu cuñada. Además mi hermana tiene la misma talla.

– Yo: puede ser, pero los de mi esposa ya los conozco.

– Camila: acaso quieres conocer otros? Los míos?

-Yo: (decidí arriesgarme) sí, por qué no, si tú me lo permites, ( me fui acercando de a poco). Tus senos me vuelven loco, desde hace mucho tiempo que los deseo, quisiera comerlos a besos.

Seguí acercándome y Camila no daba señales de no querer, mejor se acomodó mas hacia el asiento y me miraba directo a los ojos, como para ver si en realidad me atrevía. Yo seguía diciendo lo mucho que me gustaba, puse mi mano encima de la copa del vestido, empecé a acariciar sus dos pechos. Camila veía como la acariciaba sin levantar a ver. Me acerqué más, hasta que metí mi mano al interior y saqué su seno izquierdo, lo seguí acariciando, era grande, con el pezón durito y negrito. Saqué su otro seno, fue maravilloso tenerlos en mi mano, y sin más, los empecé a chupar, a pasar mi lengua por ambos, mientras Camila daba gemidos contenidos de placer.

Mordía suavemente sus pezones, poniéndolos en mi cara. Cuando sin más continué por el cuello hasta llegar a la boca de Camila. Empecé rozando sus labios con los míos, luego de unos besos robados hasta que se transformaron en unos besos apasionados, con nuestras lenguas jugando, mojadas, primero dentro de su boca, luego dentro de la mía. No era suficiente, empecé a subir su vestido hasta meter mis dedos en su vagina. Ya estaba muy mojadita, que su interior estaba empapado. Ella bajó mi bragueta y trató de coger mi pene, pero ya estaba duro y bien apretado al pantalón. Logró sacar mi pene por la bragueta, con una mano empezó a hacerme una paja mientras seguíamos con los besos, en su boca, en sus tetas.

De repente empezó a salir otras personas de la fiesta así que nos cubrimos y empecé a manejar. Pensé que esta oportunidad no la iba a dejar pasar así que me desvíe para ir por un motel.

-Yo: no quiero que dejemos esto sin terminar. Y tú?

-Camila : yo tampoco, pero ya es muy tarde, y no podemos quedarnos por acá.

-Yo: lo sé, por eso me he desviado.

Llegamos al motel, sin dejar tiempo de arrepentirnos ya estuvimos en la habitación. Entramos y antes de que Camila se diera vuelta la abracé por la espalda, con mis dos manos en cada teta empecé a besarle el cuello mientras bajaba su escote. Le di vuelta y fue un festín mirar esos senos grandes, blanquitos como me gustan y con pezón negrito, los besé hasta más no poder.

La acosté en la cama y poco a poco fui bajando hasta llegar a su vagina, le hice sexo oral, me la comí, su vagina, su clítoris que lo tenía hinchadito y me excitaba más escuchar sus gemidos de placer. No aguanté más y puse mi pene dentro de esa vagina que ya estaba bien mojadita pero aun así mi pene entró apretadito de modo que Camila dio un suspiro profundo. Mientras Camila gemía de placer yo le chupaba las tetas y le daba más duro. No decíamos nada, era solo cuestión de dejarnos llevar por el deseo y la ganas, fue una satisfacción terminar dentro de mi cuñada, verla toda empapada, acostada con sus tetas grandes y mojaditas, ver mi pene dentro de ella.

-Camila: No puedo creer lo que hicimos, no creí que iba a ser así, tú que siempre estás tan cortés y serio.

-Yo: no me pude resistir con lo buena que estás, desde hace tiempo que te deseo.

Creí que en ese momento le entró el remordimiento a Camila, y que iba a salir corriendo, pero parece que era una prueba a ver qué tantas ganas tenía de estar con ella, pues lo que dijo después de un momento lo confirmó.

– Camila: Estuviste muy bien cuñadito, desde hace tiempo también quería que pasara esto, me gusta como me miras, me haces sentir deseada, que aún estoy guapa. Pero no creí que eras tan liberal en el sexo, creí que eras solo de besos y caricias.

Después de un rato nos duchamos para ya salir, cuando la vi que se ponía de nuevo su tanguita, la bese nuevamente y tomé su mano y la puse en mi pene, ella empezó a masturbarme.

-Yo: ven cuñadita, quiero sentir tus tetas en mi pene.

Me senté al filo de la cama y la guie para que se arrodillara, le puse mi pene entre sus tetas a lo que Camila empieza a masturbarme, y luego unos pequeños lamidos con su lengua a la cabeza de mi miembro, que para entonces ya estaba más duro y venoso. Después comenzó a besar mi pene y se lo metió todo en su boca, hasta el fondo, lo chupaba muy rico, sabía que no era su primera ves. Me lo chupo bien ensalivado, lo mordía lo lamía, lo apretaba duro con sus labios, se daba de golpecitos en su mejilla (creo que eso lo vio en alguna porno y lo quiso hacer).

Tuve que esforzarme por no terminar en su boca ya que quería ponerla en cuatro y ver ese culito mientras la penetro. Me acosté con mi pene bien empinado y tomé a Camila para que se montara, empozó moviéndose poco a poco, como con recelo porque estábamos de frente y la miraba a sus ojos. Para no intimidarla la incliné hacia mi para tener chupar sus tetas, a lo que a gritos empezó a cabalgar mi pene como toda una experta. Daba sentones duros y luego cuando llegaba al orgasmo lo movía suavecito, sentía como sus fluidos empezaban a chorrear hasta que se detenía. Con mi pene aún duro era mi turno, y mientras chupaba sus tetas empecé a moverme, es la posición que más me gusta porque tenía sus nalgas en mis manos, sus tetas en mi boca y la penetraba duro, cosa que Camila gritaba de placer y sus fluidos mojaban todo mi pene.

Llegó el momento de ponerla en cuatro, todo mojados con sus fluidos y aún sentía que mi pene entraba muy apretadito, de seguro tenía tiempo esa vagina sin que la penetraran. Mientras bombeaba en esas nalgas miraba por el espejo de la pared como se movían sus tetas. La abracé por detrás y terminé nuevamente, era imposible aguantar más. Todo fue gozo y complicidad, sin decir mucho habíamos hecho casi todo. En mi mente pasaba que nos faltó la posición del 69, pero pensaba que en la próxima de seguro lo hago.

Nos duchamos nuevamente, para eso ya eran casi las 3am. Mi esposa no me llamaba ni nada, pero la hija de Camila le había llamado un par de veces. Camila le habló a decirle que estábamos atrapados por el anfitrión, que estaba de copas y no podíamos dejarlo en tremendo desplante y que estábamos en camino, hasta que llegamos al departamento.

-Camila: Esto que hicimos no lo puede saber nadie. Fue la calentura del momento. No quiero tener tremendo lío con mi hermana.

– Yo: De eso no te preocupes. Lo que sí no te puedo prometer es que sea la primera y última que lo hacemos. Es la primera vez que engaño a tu hermana y es porque te deseo tanto, y no dejaré de hacerlo.

– Camila: estás loco, esto no vuelve a pasar. Mejor hablamos otro día.

Esto nos pasó hace como un año, desde entonces hemos tenido dos encuentros más, que contaré en otros relatos.

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