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Coronas, de compras

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Estaba de compras, algo de ropa nueva. No era época de rebajas y en las tiendas no había mucha gente y como hacía calor nadie llevaba mucha ropa. Mañana de un día laborable y en la tercera tienda en la que entré los modelos eran francamente escandalosos.

Ya no suelo vestir demasiado provocativa pero me apetecía probarme algunas de las prendas. Fui seleccionando de entre lo mas sexi, sensual, que fui encontrando y me dirigí a los probadores cuando me interceptó la vendedora.

Pretendía mostrarme un estantería que se me había pasado desapercibida y que podía interesarme. Se había fijado en el tipo de prendas que había estado escogiendo.

- ¡Hola!, ¿puedo ayudarte en algo?

Me preguntó mientras repasaba toda mi figura de arriba abajo con su mirada azul.

- Me he fijado en la ropa que estás eligiendo, aquí a la vuelta hay algunas prendas más que podrían gustarte.

-No sé, lo que tengo en la mano ya me parece demasiado.

- Nunca es demasiado si ser trata de sentirse bonita y sexi, de seducir aunque sea a una misma. Me llamo Coronas.

- Un nombre bonito, pero no muy común.

- Fue un capricho de mi padre, pero ahora me gusta mucho.

Yo nunca había tenido nada con otra chica. Ni siquiera un beso cariñoso entre amigas estando algo borracha. Pero si sabía apreciar la belleza de la figura femenina y si es voluptuosa aún me llamaba más.

Y no sé si eran cosas mías pero aquella chica parecía que me estaba tirando los trastos. Su voz, sus palabras, sus gestos, no estaba tan desentrenada en eso del ligoteo.

Era una chica guapa y simpática con un bonito cuerpo algo rellenita, toda una curvy muy sexi. Vestía un ajustado mono de lycra negro y aparte de las sandalias y el cinturón ancho sobre la cadera, era imposible saber si llevaba algo mas.

Los pezones duros de sus pechos, talla ciento cinco o ciento diez a ojo de buen cubero, competían con los míos algo menos marcados en mi camiseta de algodón.

En los probadores ella se quedó conmigo, hablando de naderías, desde una posición en la que podía controlar la puerta y mi cubículo. Para desnudarme no eché la cortina, ya que estábamos solas.

Procedí a sacarme la camiseta de algodón para probarme un top sin espalda, de seda, como no llevaba sujetador no tuve mas que ponérmelo, todo eso bajo su atenta mirada. Los pezones se me marcaban durísimos.

-¿Que tal me sienta?

-Fantástico, me contestó, se ven preciosas tus tetas con eso y la espalda desnuda genial. Ahora el mini short.

Sin mas dejé caer la falda al suelo, dejándome el tanga que no tapaba gran cosa. Me excitaba sentirme observada allí casi desnuda en el pasillo de los probadores. Me enfundé el pantaloncito que casi dejaba al aire la mitad inferior de mis nalgas. Y casi todo el vientre porque era tan bajo de cintura que me llegaría a ras del vello púbico si no lo tuviera depilado por entero.

Girándome ante la enorme luna del espejo me veia sexi con los largos muslos saliendo de aquella miniatura. El vientre desnudo hasta llegar al top, tan fino que la forma de mis pechos cónicos y duros y los pezones rosados de enorme areola se marcaban perfectamente y la espalda completamente desnuda.

Me sentía atractiva, casi un poco, mucho, putón. Decidí seguir con lo de la ropa y volví a quitármelo, esta vez absolutamente todo incluido el tanga.

Además lo hice en medio del pasillo ante sus ojos. Fue porque me dijo que con esa nueva prenda no se podía llevar nada debajo. Era un mono de licra tan ajustado como el que ella llevaba. Si me hubiera dejado el tanga se habría notado perfectamente.

Me lo fui subiendo contoneándome. Ella se fijó en mi pubis depilado y me dijo que me iba a quedar estupendo. Cuando conseguí pasar de la cadera metí los brazos por los agujeros que dejaban los tirantes. Descubrí que me dejaba un escote impresionante, de vértigo, tanto en el pecho como en la espalda y los brazos al aire.

Girándome ante el espejo descubrí que tener aquello puesto era igual que estar desnuda del todo, como llevar una capa fina de pintura corporal. Le dije:

-Me estoy excitando, a ver si te lo voy a manchar.

-Bueno seguro que te lo quedas, te sienta genial.

Volví a sacármelo para colocarme una faldita tableada tan corta que si me inclinaba un poco nada mas se me veia el culo entero por culpa de mis nalgas respingonas. Además de una blusa blanca de gasa completamente trasparente y en vez de abotonarla me la até con un nudo justo bajo los pechos.

Si esas dos prendas no fueran completamente escandalosas una por corta y la otra por ser casi invisible hubiera parecido una colegiala con mi cabello liso y sin nada bajo ellas. Solo me faltaba hacerme un par de coletas.

Por fin Coronas se me acercó y decidió poner las manos en mi cintura desnuda. Acercándose un poco más nuestros pechos se fueron juntando hasta quedar completamente aplastados entre las dos.

Nuestros labios se fundieron en el beso mas apasionado que me han dado nunca. Cruzábamos las lenguas como si no hubiera un mañana. Su saliva entraba en mi boca y yo le daba la mía. Parecía que buscaba mi campanilla llegando a mi garganta.

Una de sus atrevidas manos pasó a mi muslo rozándolo con suavidad por detrás, subiendo la falda hasta que pudo apoderarse de mi nalga y apretarla con firmeza.

Las mías fueron de inmediato a por sus pechos enormes, algo caídos, preciosos, sosteniéndolos con la palma y jugando con sus pezones con dos dedos, pellizcándolos con suavidad.

Mi lengua parecía pegada a la suya, jugando incansables y uno de sus dedos ya se insinuaba en mi ano y entre mis muslos buscando los labios de mi vulva. Yo lo tenía mas complicado para tocar su piel desnuda con lo que tenía puesto.

Aunque no dejaba de recorrer su cuerpo al completo cubierto con lycra. Pude sacar uno de sus pechos por el escote de su mono y apoderarme de él con la boca y recorrerlo por fin con la lengua.

Inclinada así sobre su hermoso torso le ofrecía mi culo al completo perfectamente ofrendado y ella no se cortó y me clavó un dedo en el ano, me pareció el pulgar por el grosor, y dos mas bajando un poco más acariciaban la entrada de mi coño, haciéndome suspirar. A duras penas conseguí centrarme lo suficiente para recordarle:

- ¿No deberías cerrar la puerta? y asi podiamos estar tranquilas.

Colocándose el abundante pecho dentro de su no muy discreta prenda cerró la puerta, puso un cartel y volvió conmigo a la carrera.

La miraba acercarse con sus tetas moviéndose, saltando como flanes en una bandeja. Sonriéndola con descaro dejé caer la minifalda al suelo enmoquetado.

Ella ya había dejado el cinturón por el camino y venia bajándose el mono descubriendo por fin su glorioso pecho al completo. Le costó algo más sacárselo de su ancha cadera pero al fin quedó desnuda para mi sola, para mi disfrute.

Al llegar junto a mí lo primero que hizo fue ayudarme a quitarme la blusa para así quedar las dos iguales. Volvió a besarme introduciendo su lengua hasta el fondo de mi garganta. Mis manos recorrían su piel sin impedimentos, todo el cuerpo desnudo mientras las tetas se frotaban y nos apretábamos las caderas, los pubis libres de vello. Uno de mis muslos entre los suyos.

Tirando de mí me arrastró hasta la moqueta donde quedé encima. Comencé a besarla por todo su cuerpo, el cuello fino, los hombros morenos los enormes pechos bronceados pues estaba claro que tomaba el sol en topless, la ligera curva del vientre, el ombligo donde juguetona metí la lengua.

Hasta llegar por fin a su coño húmedo y bien depilado que abrí con la lengua mientras ella mantenía los muslos fuertes bien abiertos. Me estaba dejando llevar por mis deseos, por mi fantasía.

Recorrí sus labios humedeciéndolos un poco más con mi saliva, abriéndolo sin usar los dedos, entrando despacio un poco mas en ella. Recorriendo sus pliegues hasta llegar por fin al clítoris.

Fue arqueando la espalda levantando el culo y dejándomela cada vez más abierta. Cogiéndola de los muslos la levanté aún mas arqueando su espalda y pude seguir lamiéndola por el perineo buscando entre sus nalgas esta vez el ano.

Ahí ella se volvió loca gimiendo y animándome diciéndome que se derretía. Clavando la lengua en el interior de su culo. Volviendo a por su coño y meneando el clítoris una y otra vez con la lengua. Todo eso sin usar los dedos y con ella apoyada ya prácticamente solo sobre su cuello y nuca.

Tiene una flexibilidad y fuerza sorprendentes para alguien de su constitución. Parecía estar en un continuo orgasmo y no es de las que lo ocultan. En algún momento me daba la impresión de que sus gemidos podrían oírse en la calle. Me dijo:

-Ahora túmbate tú que quiero hacerte disfrutar yo. No, espera, mejor solo ven aqui sobre mi cara.

La dejé en el suelo suavemente y coloque mis muslos a ambos lados de su cabecita descendiendo despacio mis caderas sobre su cara. Casi de inmediato su lengua se apoderó de mi coño, con sus dedos abría mis labios.

Si no fuera físicamente imposible habría jurado que la sentía a la entrada de mi utero por lo profundo que su lengua alcanzaba en mi interior.

Como antes ella, yo no podía contener mis jadeos, gemidos y suspiros demostrando cada vez que me llegaba un orgasmo que estaba gozando. Coronas abría mis nalgas, sujetándolas y pasando la lengua por mi culo, penetrándome el ano como si fuera una polla.

-¡Así!, le decía, ¡comeme el culo!, ¡chupame bien!, me estoy corriendo como una guarra, ¡trágate mi orgasmo!.

Nunca había dicho algo así follando con nadie antes. Pero con ella me parecía que podía soltarme, dejarme llevar por mi imaginación y soltar cualquier barbaridad sin quedar mal o que ella piense mal de mí.

También es verdad que era mi primer beso negro y me estaba pareciendo que era lo mejor que me había pasado nunca.

He vuelto muchas veces a esa tienda.

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