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Cruising en Caracas (Parte 2)

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Lunes

9:13

Fantasías como la que tengo justo a estas horas de la mañana me hacen imposible controlar mi ímpetu sexual. Estoy en la ventana mirando hacia afuera con descaro a los dos chicos delgados que lavan un carro. No creo que sean de aquí, no los había visto antes. Es el carro de Indira, mi vecina de enfrente. Eso es lo de menos, ellos no tienen franelas. El más delgado y alto de ambos capta mi atención primordialmente, su piel tan ajustada a sus costillas me atrapa. Me excita la idea de sostener cualquier parte de su cuerpo. Luce pálido y su cara parece del tipo que si le ofrezco algo de hierba me permitiría hacerle sexo oral un rato, así no tenga una erección sería de sumo placer para mí.

Estoy siendo muy obvio, fumando un cigarro a la vista de los chicos, tocando con mi mano izquierda bajo mi jogger. Ya me miraron, se están riendo. Estoy tan caliente que no puedo dejar de mirar sus cuerpos mojados. Recién lavé mi culo de la situación de anoche y ya mi cuerpo quiere provocar a otro hombre -o un par-. Hablando de mi culo, aún arde. Así que no sé qué haré si esta situación, de ocurrir, exige la participación de mi profundo amigo.

Iré a hacer algo de café.

15:07

Los chicos no están allí. Cuando volví a la ventana no estaba ya. Así que salí a dar una vuelta, comprar unas cosas para la casa. Me gusta salir por aquí mismo con mis short de correr, son los más cortos que tengo. Sé que quien me mira demasiado es porque está interesado, y el empleado de la carnicería al parecer no era el mismo de siempre, le pregunté para salir de dudas y me respondió que quizá nunca yo había ido en el turno de la mañana, es probable. Éste era mucho más bonito que el de la tarde. Tenía un culo ajustadito al jean azul del uniforme y una sonrisa grande. Me quedé unos minutos hablando con él, usando adjetivos como "papi" insistentemente a ver su reacción, pero no pareció fijarse en que estaba apretando mi verga con mi mano.

Vine a casa a masturbarme, principalmente. Necesito calmar mis necesidades y no quiero provocar a un tipo y luego no poder aguantar su verga, sigo sensible, lo verifico a cada rato con mi dedo. No quiero parecer desesperado, no quiero problemas.

Martes

01:35

Uno de los chicos que estaba lavando el carro esta mañana -el bajito- está sentado frente a la casa de Indira, en la acera con un cigarro apagado en la mano. Le hice una seña con la mano en la que tengo el cigarro encendido. Me miró, es tarde para estar en la acera frente a tu casa, o en tu ventana espiando vecinos. Sea como sea, no pierdo nada. Viene hacia acá. Le preguntaré si quiere pasar a fumar.

03:54

Se quedó un rato fumando en el mueble, no es de mucho conversar. Me explicó que es hermano menor -tiene 17- del otro chico, que se dio cuenta que lo mirábamos. Me dijo que sabe que soy "marico" y que perdió en piedra, papel o tijera contra su hermano. Lo jugaron para elegir quién vendría primero, a sacarme algo de dinero. Pues Alejandro perdió y vino aquí, por su honestidad le di algo, pero se lo tuvo que ganar. Supongo que salimos todos ganando. Le dije que se dejara hacer y le daba $20. Encendí un porro, le ofrecí y fumó conmigo. Fue muy obediente.

Llevaba un mono escolar, con el que había estado temprano cuando lavaba el carro. Supuse que no se había bañado: acerté. Cuando saqué su verga, curva a la derecha, delgada y de glande gordo y rosado, al bajar su prepucio no sólo liberé su glande sino un montón de cebo, seco y hediondo. Me preguntó que si quería que lo lavara, pobre no sabe nada. Lo limpié con mi lengua, el sabor era más fuerte que el olor. Qué niño tan cerdo y delicioso, sus bolas estaban sudadas, malolientes también. Estuve haciendo lo mío un rato, mientras acariciaba su abdomen, sus tetillas, su cuello, bajé todo el mono, le quité las sandalias, retiré el mono por completo.

Levanté sus piernas con mis manos mientras lamía sus bolas y empecé a mover mi cara a los lados para poder lamer sus piernas lampiñas también. Disimulando mi real intención de dirigirme a su perineo. Si iba a pagar quería disfrutar bien del cerdito. Lamí debajo de las bojas. Lamí un poco más allá. Me empujó la cara con la mano entera, me dijo que había límites, le dije que no habría plata. Se calmó un poco y me pidió que por favor no me lo coja. Lo acosté en el mueble y me coloqué sobre él, me acerqué a besarlo y morder un poco sus labios.

-Tócate -le ordené mientras lo besaba intensamente.

El chico se masturbaba mientras yo le rozaba con mis dedos la entrepierna mojada por mi saliva. Empecé a introducir un dedo luego de ensalivarlo y le ordenaba seguir. Me pedía que paraba, pero eso me excitaba más. Estaba él muy drogado para detenerme y yo muy drogado para dejarme detener por palabras nada más. Lo estuve penetrando con mi dedo, en un ponto empezó a gemir, lo disfrutaba y se quejaba. Lamí su cara. Lamí su cuello. Sentí su respiración agitarse y sin sacar mis dedos de él bajé mi boca a su pene que estaba soltando chorros de leche para beberlos. Lo dejé limpiecito.

Está dormido a mi lado. Estoy fumando y mirando TV.

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