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Cuando la calentura aprieta (10)

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El verano volvió a llegar. Yo seguía manteniendo el contacto con Sandra, nos motivábamos mutuamente, por así decir. Todos nuestros secretos y fantasías nos los contábamos.

En esos días volví a interesarme por el sexo anal. Hablando con Sandra me dijo que ella lo había probado. Yo no me imaginaba a ella siendo penetrada por su agujerito, ya que su culo era pequeñísimo, debía de ser algo doloroso. Ella me comentó que si lo probaba, que fuera con alguien con experiencia, ya que si lo hacía con alguien joven, lo más probable era que acabara con el culo destrozado.

Decidí que volvería a probar con el consolador, cada vez que me quedaba sola, me lubricaba bien y lo intentaba, tras varios días, conseguí que el consolador entrara entero, era un placer distinto, una sensación nueva. No fue hasta que lo hice 4 o 5 veces cuando por fin tuve un orgasmo anal. Me convencí que era algo que tenía que probar con una polla real.

Pero claro está en esa época del año, mi esparcimiento como esposa infiel, era algo difícil, por no decir imposible.

Mi hermana mayor, alquilo ese año un chalecito en la costa, nos invitó a pasar un fin de semana con ellos. Se lo comenté a mi marido, pero me dijo que iba a ser imposible ya que acababa de firmar un contrato con una empresa para la revisión y reparación de toda su flota y ese fin de semana le entraban varios de los vehículos de ella, por lo cual, el junto con su plantilla tendrían que estar trabajando sin descanso, para que el lunes siguieran en su faena. Le dije a mi hermana que no podíamos ir, pero ella insistió y me pidió que dejara por lo menos a los niños ir. Así lo hice, el viernes por la mañana me dispuse a bajarlos a la costa, pero la noche antes mi esposo, me dijo que ya que me daba el viaje, podía quedarme allí con ellos y por lo menos yo desconectaba de estar siempre en el mismo sitio.

Al llegar no tardamos mucho en cambiarnos y dirigirnos a la playa. No dudé en darme un baño y tumbarme a relajarme. Pasado un buen rato llegó un matrimonio que iba acompañado de su hijo adolescente, entablaron conversación con mi hermana y mi cuñado, al poco me presentaron, resulta que tenían alquilado el chalet de al lado, dando la casualidad que siempre lo hacían el mismo tiempo que mi hermana y se conocían desde hacía unos pocos veranos.

Clavaron su sombrilla junto la nuestra y entablamos entre todos conversación. Eran una pareja muy simpática, por lo que pude deducir de la edad de mi hermana más o menos. Llego la hora de comer y cuando fuimos a despedirnos, nos dijeron de quedar por la tarde a eso de las 7 que no hacia tanta calor, para bajarnos con las neveras y tomarnos unas copas tranquilos viendo anochecer en la playa, nos pareció un plan estupendo, concretemos una hora y nos fuimos a comer.

Tras almorzar y echar su respectiva siesta, nos volvimos a la playa. Cuando llegamos nuestros vecinos ya se encontraban allí. Nada más llegar nos sirvieron una copa, estar allí oyendo el mar y a esa hora que no hacía mucho calor, era relajante a no poder más. Tras tomarme una, decidí darme un baño, antes de que hiciera más frío. Estando en el agua, me fijé que el hijo de ellos no dejaba de mirarme, no lo hacía directamente, intentaba disimular, pero se lo notaba muchísimo. Me dije a mi misma que podía ser mi mente sucia la que me engañara, ya que ese chico era muy joven para fijarse en mi. Pero cuando salí del agua me fijé que no apartaba su mirada de mi.

No voy a negar que él se fijara en mí, me daba mucho morbo. Aunque sabía que lo que mi cuerpo pedía iba a ser imposible, debido a los acompañamientos.

No tardé en tomar otra copa, mientras seguíamos teniendo entre todos una conversación agradable, estaba siendo un anochecer fantástico. Cuando apenas quedaba algo de luz, el joven hijo de nuestros vecinos, se metió en el agua a darse un último chapuzón. Al salir fui yo la que no le apartaba vista. El bañador mojado lo llevaba pegado y pude ver debido a ello, que el chico estaba muy bien dotado o que la tenía ya morcillona. Debido a mi mente calenturienta no pude dejar de mirar, cuando quise darme cuenta, me fijé que él me estaba mirando y antes de que yo apartara la mirada pude intuir una pequeña sonrisa en sus labios.

Ya anochecido, dijimos de tomarnos la última copa antes de irnos. El joven se levantó y dijo que se iba ya que había quedado con unos amigos. Yo aproveche su ausencia para casualmente preguntar por él. Migue, que era como lo llamaban, acababa de cumplir los 18 años aquella misma semana. Según sus padres era un chico muy buen estudiante y que nunca les había dado ningún problema.

Aquella noche no pude sacar de mi cabeza a Migue. Gracias a que el chalet tenía cuatro habitaciones, yo contaba con una para mi sola. Cosa que aproveché para masturbarme pensando en Migue y en ese gran pene que pude intuir mientras salía del agua.

A la mañana siguiente, decidimos no ir a la playa y quedarnos en una piscina comunitaria que se compartía entre los residentes en la urbanización.

Estando allí, llegó Migue, pero esta vez sin sus padres. Tras saludarnos, nos pidió que si podía sentarse junto con nosotros. Claro está le dijimos que sí. Mi hermana le preguntó por sus padres y él dijo que habían bajado a la playa, pero que él prefirió quedarse en la piscina.

Yo intentando romper el hielo con él, le pregunté que si era por la resaca. El riéndose me dijo que era una de las razones. En un momento en el que todos estaban en la piscina, menos Migue y yo, aproveché para hablar con él para ver por dónde podía salirme la jugada. Hablando entre nosotros, me enteré de que eran de otra provincia, pero que él empezaba la universidad en la mía ese mismo año.

Aquello me nubló, nuevamente ya volvía a hacer una locura. Le dije que si quería le daba mi número de teléfono, por si estando allí necesitaba cualquier cosa. Él no dudo en decir que sí. A partir de ahí el empezó a preguntar cosas sobre mí. Mi edad, si estaba cerca de la universidad. Y no dudó en preguntar si era divorciada, yo riéndome le dije que no, que estaba casada, pero que mi marido no había podido estar con nosotros por trabajo. Tras decirle esto, él se quedó muy callado.

Yo pensé que si había habido alguna posibilidad, se había ido al traste. Intente apañar la situación. Le dije que aunque estuviera casada no había problema en ser amigos. Que una cosa no quitaba la otra. Volvió a sonreír y me dijo que le gustaba lo que había oído. Le pregunté que si tenía novia. Él me contestó que no, que solamente algún rollete. Pero que prefería no salir con ninguna hasta que no estuviera con los estudios más adelantados, cosa que me hizo ver que ese chico tenía una madurez inusual para su edad.

Tras varios minutos charlando me dijo que cuando estuviera ya instalado en la universidad, el día que yo pudiera me llamaba y nos tomábamos unas cervecitas. Yo riéndome le dije que iba a parecer que iba con su madre y se iban a reír de él. Él cortándome me dijo que lo que iba a provocar serian envidias al ir con una madurita tan atractiva como yo. Debo decir que al escuchar aquello, empecé a lubricar, solo de pensar que ya tenía plan para el otoño e invierno de aquel año. Antes de que pudiéramos avanzar más en ese tema, mi hermana y mi cuñado salieron de la piscina, lo que hizo que cambiáramos de tema. Ya no pudimos retomar la conversación, ya que al poco rato nos fuimos a comer.

Por la tarde fuimos a la playa, yo iba como una adolescente esperando verlo a él. Pero me llevé un chasco, sus padres si estaban, pero nos dijeron que él se había ido con unos amigos a otra playa cercana. Aunque no estuve malamente, me quedé un poco fría al no poder verlo. Mi lado cuerdo, me decía a mí misma, que estaba como una puta cabra, al estar pendiente de querer ver a un chaval de 18 años.

Por la noche nuevamente volví a tocarme pensando en él.

A la mañana siguiente, mi hermana dijo que fuéramos a dar una vuelta por el pueblo y así ver un mercadillo que ponían y hacer un poco de shopping. No me apetecía irme, ya que lo que yo quería era ver de nuevo a Migue, ya que por la tarde me marchaba a mi casa. Tras decirle que estaba desganada, me dijeron que se irían ellos con los niños y que yo descansara. Quedemos a las 2 en un restaurante cercano para comer. Mire la hora y era las 10 ya pasadas. Me fui a la piscina, ya que creía que encontraría allí a Migue.

Pero él no estaba allí. Al haber poca gente estuve nadando un buen rato, tras salirme me tumbé en la hamaca y no paraba de mirar la hora en el móvil. Llegaron las 12 y ya había perdido toda la esperanza de que el viniera. De pronto lo vi aparecer, él al verme se dirigió hacia donde me encontraba. Me saludó y se sentó junto a mí. Me pregunto que como es que estaba sola, le dije donde se encontraba mi familia, él me dijo que sus padres habían hecho igual que se habían ido al pueblo a pasear. Le dije que si no hubiera llegado, me habría ya marchado ya que me estaba aburriendo. Sonriendo pícaramente me contestó que si quería me fuera y él me acompañaba. Nuevamente la locura volvió a mí. No me lo pensé siquiera, le dije que se viniera conmigo y nos fuimos al chalet rápidamente.

Al llegar sin decir nada apenas, me abalance sobre él y besándonos apasionadamente, nos dirigimos a mi dormitorio. Bruscamente me empujó en la cama y me quitó la braga del bikini, yo medio tumbada con mi lengua jugando con la suya, él mientras con su mano pajeando mi coño que ya estaba húmedo por la situación. Bajó a mis pechos y empezó a mamarlos fuertemente, de ahí se dirigió hacia mi coño y con un ansia voraz empezó a comerlo.

El placer que me estaba dando era inmenso. Volvió a subir y nuevamente me chupaba mis senos a la vez que mordía los pezones. Su boca se juntó otra vez con la mía, mientras me besaba me penetró de repente, debido a lo rápido de la situación, yo no había visto su polla, pero según pude sentir era bastante grande. Me levantó las piernas con sus manos y siguió follándome duramente. No tardó en conseguir que me corriera. Pese a su juventud sabia follar muy bien. Pese a haberme yo corrido él siguió con su ritmo, no se cansaba, seguía y seguía sin parar ni a respirar.

De repente igual de brusco que había empezado, paró y me dio la vuelta poniéndome a cuatro patas y nuevamente empezó a follarme muy fuerte, me volvía a sentir nuevamente llena de polla, mi segundo orgasmo no tardó en llegar. Justo cuando estaba teniéndolo, su mano cogió mi cuello y empezó a apretarme, eso hizo que mi placer se intensificara. Me levantó y me dio la vuelta y volvió a meter la lengua en mi boca, mientras me follaba de pie.

Luego se sentó en la cama y yo me subí de espaldas a él y comencé a cabalgar, mientras no paraba de subir y bajar él con su mano estimulaba mi clítoris. Me paré, me giré hacia él, me subí y mis piernas le rodearon, me penetró y pude sentir su polla llegando hasta lo más hondo de mi, mis cabalgadas hicieron que volviera correrme. Mis piernas temblaban, yo ya estaba agotada y él seguía como si apenas hubiéramos empezado.

Sin sacar su polla de mí, me levantó en el aire y me tumbó en la cama y el encima siguió con sus fuertes embestidas, yo era una muñeca en sus manos ya que no podía ni moverme, tras un buen rato intuí otro orgasmo que no tardó en llegar, mi mente estaba totalmente nublada, era como una droga de placer. De pronto sus gemidos aumentaron, sacó su polla y pude sentir su leche caliente caer encima de mi coño, llegando incluso a mi vientre. Pese a que no se le notaba durante el acto cansado, cayó encima mío rendido.

Tras quedarnos un pequeño rato en esa postura, sintiendo como su polla se relajaba, miré el reloj y eran más de las una y media. Por lo cual apresurándole, entramos al baño y mientras yo me duchaba, él se limpiaba un poco. Me vestí con la intención de dirigirme al restaurante, no sin antes aclarar que una vez estuviera en la universidad, tendríamos más de un encuentro.

Ni que decir hay que mientras viajaba de regreso, no hacía más que pensar las ganas de que acabara el verano y empezara el curso universitario.

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