La señora Camila me sacó toda la leche, se nos fue la noche cogiendo como desesperados. Cuando desperté sentía un dolor de huevos como no había sentido antes. Me metí a bañar y a prepararme para la universidad. Pasé por mi novia a su casa y cada día estábamos más enamorados.
– Te ves cansado, ¿Pasaste mala noche? Me preguntó.
– Todo lo contrario amor, creo que tendremos la renta gratis a partir de ahora, le dije.
– ¿Ya te cogiste a la China? Me preguntó picándome las costillas con sus dedos. Yo asentí con la cabeza. – Tienes que contármelo todo en cuanto salgamos de clases.
Agradecí que tuve el tiempo de la uni para recuperarme, pues haríamos el amor con Yesica mientras le contaría todo lo que hice con la señora Camila. En cuanto salimos de la uni nos dirigimos al cuarto, en el camino le fui contando detalles de cómo fue que le ayudé a meter su ropa y hasta donde llegamos a tocar el tema sexual. Al entrar al cuarto comenzamos a fajar y a desnudarnos, le conté con lujo de detalles cómo estuvo la noche, la lencería que usó, lo que me contó de los consoladores y de que ya había disfrutado del sexo anal con su marido y que el culo me lo daría cuando yo quisiera. Traté de ser lo más detallista mientras ella me montaba y se imaginaba lo que habíamos hecho, explotó en un orgasmo intenso cuando le dije que la cogería por el culo cuando ella estuviera presente, que yo encontraría el modo para que la China accediera. Y entre gemidos, Yesica me dijo que me prohibía que le rompiera el culo si ella no estaba presente y el hecho de que me diera órdenes, el movimiento de caderas sobre mí e imaginarnos cogiendo con la China hizo que tuviéramos nuestros orgasmos más intensos.
La señora Camila me pidió que no la buscara, me dijo que el día que ella dejara tendida su ropa interior frente al cuarto, era señal de que fuera en la noche a visitarla, fueron una o dos veces al mes durante más o menos un año, que fue el tiempo en el que su marido regresó a México. Y mientras cogimos no me cobró la renta, pues decía que yo le pagaba de otro modo, cogiendo. Pero el dinero que no pagaba por la renta, Yesica me lo pidió, pues decía que íbamos a empezar un ahorro para comprar nuestras cosas y aunque a esa edad parecía un sueño, planeábamos comprar nuestra casa o al menos un terreno, pues queríamos estar siempre juntos.
En la segunda o tercera noche que visité a la señora Camila, después de coger le propuse que dejara a mi novia estar presente mientras hacíamos el amor. Ella tenía sus dudas, me aclaró que no le gustaban las mujeres pero principalmente quería que lo que hacíamos no lo supiera nadie. Le aseguré que ni por mi novia ni por mí se enteraría alguien, que seríamos muy discretos. Y que mi novia solo estaría presente como espectadora y que no participaría a menos que ella quisiera, me dijo que lo pensaría y que en lo que ella se decidía, me la cogiera muy rico. No necesitó repetirlo, en cada sesión que teníamos, me esmeraba porque en verdad yo quería que aceptara que mi novia estuviera ahí y además para que no nos cobrara la renta. Terminábamos más que satisfechos, cansados, adoloridos y muy bien cogidos los dos.
Llegó el día en que se animó. La señora Camila me dijo que sus hijos se irían con sus suegros a un viaje de fin de semana y que tendría una noche sola, que podía invitar a Yesica pero sabiendo que no habría nada entre ellas. Le avisamos a mi suegra que Yesica se quedaría esa noche conmigo. Estábamos en el cuarto besándonos y fajando cuando la señora Camila nos fue a tocar la puerta para decirnos que nos dejaría abierta su casa, que fuéramos discretos y que entráramos después de asegurarnos que nadie nos veía entrar. Así lo hicimos.
Estuvimos en su sala platicando un rato, tomando refresco. Luego de platicar Yesica estuvo de acuerdo en no participar, sólo vería. Me senté junto a la señora y nos besamos en la boca, ella abría los ojos para ver la reacción de mi novia, quien sólo sonreía y se mordía los labios. Nos dijo que fuéramos a su cuarto. Me sentó en la cama y a Yesica le ofreció un sillón y me dijo que tenía una sorpresa. Se metió al baño y salió con la lencería más hermosa que habíamos visto hasta ese día. Medias con liguero y un corset que en conjunto resaltaban sus enormes nalgas y más que traía puestas unas zapatillas de aguja, tanto Yesica como yo nos quedamos con la boca abierta. La señora Camila abrió un cajón de su clóset que estaba cerrado con llave, se dirigió a Yesica y le dijo que podía entretenerse con el que ella quisiera. Nos asomamos al cajón y dentro había varios consoladores, era la primera vez que nosotros veíamos juguetes sexuales, aunque a Yesica le llamaron la atención, no podía quitarle los ojos de encima a la China, por lo bien que se veía vestida con su lencería.
Me tomó de la mano y acercándonos a la cama me atrajo a sus labios, mientras nos besábamos, me iba quitando la ropa, me dolía la verga de tan excitado que estaba. Una vez desnudo, se arrodilló frente a mí y metió mi verga en su boca, me la mamó delicioso. Yo veía a Yesica quitándose la ropa y sacando del cajón un consolador largo, de casi un metro con la cabeza de un pene en cada extremo. Desnuda, se sentó en el sillón que estaba frente a la cama, viéndonos y con el consolador entre sus manos, acariciaba sus pechos hermosos y también su panocha. Difícil era para mí concentrarme en la mamada que me daba la China y el espectáculo de mi novia con el consolador que tenía, ella me guiñó un ojo y me sonrió. – Disfrútalo!! Me dijo mientras cerraba sus ojos.
Comencé a mover mi cadera, penetrando la boca de la señora Camila, ella gemía y me recibía haciendo succión en la cabeza de mi verga, sus manos estaban en mis nalgas y también dirigía el movimiento hacia su boca. Luego de un rato me senté en la orilla de la cama, ella seguía chupándomela y la acomodé de espaldas a mi novia para que pudiera apreciar el enorme culo de la señora Camila, que se veía hermoso enfundado en esa lencería. Ella no traía calzón ni nada que le cubriera su panocha o ano. Los pelos de su panocha están húmedos, empapados. Me jaló para ponerme de pie, con sus zapatillas quedaba alta, así que acomodó mi verga entre sus piernas y Yesica podía ver asomarse mi cabeza entre sus nalgas, mientras nos besábamos.
Me empujó sobre la cama, me puse un condón y la señora Camila se fue introduciendo poco a poco mi verga, levantando su culo para que Yesica viera como se ensartaba. Y estoy seguro que mi novia disfrutaba verla, pues tenerla empinada ya se había vuelto una de sus fantasías, yo solo miraba que mi novia frotaba la cabeza de un extremo del consolador en su panocha y así se daba placer.
La señora Camila subía y bajaba sobre mi tronco y en ese movimiento luego de un buen rato, sentía como apretaba su vagina, viniéndose muy rico, gimiendo sobre mi pecho, al igual que mi novia frente a nosotros, se venía sobre la cabeza del consolador.
Mi verga estaba dura, me salí de su panocha y la acomodé en medio de la cama con las nalgas paradas, su cara y tetas descansando sobre las sábanas, quería que mi novia viera cómo le iba a penetrar el culo, así que me paré quedando la señora Camila entre mis piernas, flexione mis rodillas de modo que mi verga quedara justo en la entrada de su ano, mi novia podía ver la panocha y culo abiertos de la señora Camila y mi verga a punto de entrar en ese ano que nos gustaba tanto. Tenía puesto el mismo condón que use en la panocha de la señora Camila, así que solo escupí en la entrada de su culo y comencé a presionar. Casi al instante entró la cabeza y aunque gemía un poco, la China movía sus nalgas como haciendo un espectáculo para mi novia, yo seguía presionando y sentía como mi verga desaparecía en su culo hasta llegar a chocar con sus nalgotas. Metía y sacaba mi verga, se sentía apretada y muy caliente. -Así, así, sigue, no pares! Me decía la señora Camila. Y para mí esa era una orden. Así me había imaginado penetrar ese culo enorme, sentir y apreciar el movimiento de sus nalgas en mi vientre, yo distinguía los gemidos de ella y los de mi novia, los cuales en el momento de más excitación de ellas, eran gritos de satisfacción, de disfrute, de deseo, de un orgasmo tan intenso en ellas que cuando la señora se vino, sentía cómo su interior me succionaba más la verga y esa succión me hizo llenar el condón de leche, en un orgasmo tan intenso que unido al esfuerzo que hacía y la posición en la que yo taladraba su culo, me hicieron tener un mareo, que casi me hizo perder el equilibrio. Yo estaba bañado en sudor, el cual caía sobre la lencería de la señora Camila. Poco a poco fui sacando mi verga un poco flácida de su culo, el condón lleno de leche, ella se dejó caer sobre la cama y yo me retiré al baño a quitarme el condón. Mi novia seguía sentada, con las piernas abiertas y su panocha completamente húmeda por los orgasmos que había tenido, empapada de sudor.
Me metí a bañar, en menos de un minuto ya me había quitado el sudor. Al salir, Yesica y la señora Camila platicaban de los celos, mi novia le decía que a ella no le daban celos verme teniendo sexo con otras mujeres, que le preocupaba más la infidelidad, que yo hiciera algo a sus espaldas. La China parecía incrédula al principio, pero después de lo que habíamos hecho estando mi novia presente, estaba más relajada.
– ¡Qué culo más rico que tiene señora! ¿Me va a dejar seguir usándolo verdad? Le dije a la señora Camila.
– Si, pero por favor sean muy discretos. No quiero tener problemas con mi marido.
– No se preocupe señora. Nosotros tampoco queremos problemas, seremos muy discretos. Le dijo Yesica.
La señora se quiso levantar a cambiarse y bañarse, pero a mí me encantaba tanto su lencería que tenía que dedicarle más tiempo a apreciarla a acariciarla con esas prendas, así, sudada y mezclando sus orgasmos y perfume, la tomé con mis brazos por su cintura, la besaba mientras acariciaba con mis manos su corset, su liguero, sus medias mientras ella se aferraba a mi boca, metía su lengua en la mía y mordía mis labios. De nuevo tenía la verga dura, parecía que más que al principio. Acaricié su espalda y pechos sobre el corset, y al rato fui desabrochándolo poco a poco hasta dejar sus pechos libres. Saboree sus pezones duros, oscuros, deliciosos. Con mis caricias su cuerpo temblaba. Y rozaba su vientre con mi verga dura. Me incliné un poco, metí mis brazos entre sus piernas y la cargué quedando mi verga en la entrada de su panocha. Yo la subía y baja apenas rozando la cabeza de mi verga o frotando su clítoris con mi tronco, ella abrazada a mi cuello, comiéndonos a besos. Lo suave de sus medias en mis brazos aumentaban mi excitación igual que su liguero sobre mi abdomen, ya necesitaba estar dentro de ella. La recosté en la orilla de la cama, me puse otro condón e inclinándome sobre ella me fui deslizando en su panocha tan suave, húmeda y caliente, mientras ella colocaba sus piernas alrededor de mi espalda. Metía y sacaba mi verga dentro de la señora Camila, la cama nos ayudaba a tener un ritmo rico, disfrutábamos esa rica cogida. Ella se vino en unos minutos, gemía y yo sentía las contracciones de su panocha, como si succionara más mi tronco. Me dejó seguir penetrándola, sentía muy rico lo apretada que estaba y el movimiento que hacíamos, seguí así pero no lograba venirme. Bajé el ritmo de mis embestidas, la besé y le dije que cambiáramos de posición, ella aceptó.
Me recosté en la cama, quedé de frente a mi Yesica quien nos veía excitada, sudorosa, un poco colorada de la piel de su cara, pero con una sonrisa en los labios. Hermosa.
Boca arriba subí a la señora Camila sobre mi verga, la recosté de espaldas sobre mi pecho y yo desde atrás acariciaba sus tetas, abierta de piernas mi Yesica veía como penetraba su panocha, cómo entraba y salía mi verga, mojada por los fluidos de la señora Camila, quien echaba su cabeza hacia atrás y se dejaba hacer. Ella movía en círculos su cadera y yo mi pelvis de adelante hacia atrás, la señora Camila se volvió a venir, entre gemidos y convulsiones de su cuerpo. También me vine en el condón, dentro de su panocha, ella con su movimiento me exprimía hasta la última gota, mientras mi novia ya descansaba de sus orgasmos, sonriente, hermosa.
Así como tenía a la señora Camila sobre mí, abierta de piernas aprovechaba para acariciar sus medias y liguero, mi novia conocía muy bien mi fetiche, así que solo me sonreía desde su lugar. Completamente sudados de nuevo. Yesica se metió a bañar, al salir entró la señora Camila y luego yo, así desnudos no sentamos a platicar, sin ver la hora que era, aunque ya era muy tarde.
Una a la otra se decían lo guapas que estaban, la señora Camila nos contaba de las calenturas de su marido, de las llamadas cachondas que le hacía desde Estados Unidos, de la lencería sexy y los juguetes sexuales que le mandaba y de lo caliente que la dejaban esas pláticas, que extrañaba a su marido y esperaba que volviera pronto, pues ella era muy caliente y nunca había pensado en engañarlo, pero desde que nosotros llegamos a rentar ahí se ponía caliente de lo que nos oía hacer y más la vez que nos encontró con Arturo y Maribel. Nosotros le agradecimos que se hubiera animado a ser infiel, y aclaramos que no se preocupara, que seríamos muy discretos y lo que hiciéramos quedaba entre nosotros.
Esa noche después de la plática, nos fuimos a descansar, Yesica y yo a nuestro cuarto y ella en su casa. Al acostarnos desnudos mi novia y yo hicimos el amor tan rico, hablando de lo que acabábamos de hacer, de cómo nos encantó la lencería, del tremendo culo que se le veía a la señora Camila, de lo bien que se veía siendo penetrada por el culo, y era ese punto el que excitaba mucho a mi novia, hablar de sexo anal, la encendía, cerraba sus ojos y recordando nuestras escenas de sexo anal, siempre se venía intensamente. Y así fue esa noche, mientras ella estaba sobre mi, con mi verga dentro de su panocha, se movía de manera tal que sus orgasmos eran intensos y después de los cuales, nos quedamos abrazados, enamorados, besándonos, siempre enamorados.
Los encuentros con la señora Camila como les decíamos duraron como un año más o menos, varias veces Yesica estuvo presente y otras cuantas no, pero todas las disfrutamos. Sus nalgotas hasta hoy en día las recordamos y nos excita ese recuerdo. Con nosotros la señora estreno varios de sus modelos de lencería, incluso le regaló un juego muy sexy a mi novia que estrenó en una ocasión especial que les contaremos mas adelante. También dejó que Yesica eligiera un consolador del cajón de sus juguetes, para que lo usara como ella quisiera. Eligió un pene de color carne, con huevos y muchas venas en el tronco, cuando lo escogió yo pensé que sería para usarlo en ella, pero le tenía otros planes a ese consolador, también se los contaremos. Muchas mamadas, lencería, sexo vaginal y anal delicioso que disfrutamos con esta señora hermosa, quien siempre fue muy intensa. Igual que todos los orgasmos que nos provocamos.
En el plan sexual, no tuvimos despedida de la señora Camila, pues un día sin avisar llegó su marido, nos dimos cuenta por los gritos que venían de su casa. Ya que el cuarto que me rentaba era el más cercano, aunque hubo otros vecinos que también la oyeron gritar de placer durante casi toda la noche en que él llegó.
Nosotros nos quedamos con el recuerdo y el gusto de haber disfrutado de sus nalgotas y su rico ano, de la lencería que su marido pensaba que le modelaría a él, de sus ricas mamadas y lo mucho que disfrutamos en la cama de su matrimonio, pues ahí fue el único lugar durante ese tiempo que usamos para coger.
Ella sigue viviendo en la misma casa y sigue rentando cuartos. Hace unos años nos enteramos que su marido regresó a Estados Unidos y allá se juntó con otra señora. La señora Camila sigue con esas nalgotas aunque ahora más gordita, tendrá alrededor de 50 o 60 años. Yesica y yo vivimos algo retirado de ese lugar que tantos recuerdos nos trae. Y escribir el relato anterior y este nos ha traído muy buenos recuerdos. Seguiremos escribiendo y ambos trataremos de no olvidar a ninguna de esas personas que han estado en nuestras vidas y que de muchas maneras han sido especiales.