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Dos machos alfa en disputa
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Vaya por Dios, acabo de enterarme esta misma tarde de un asunto gordo: que mi hermano menor es una puta, aunque lo peor de todo es que ¡me siento orgulloso de ello!, ¡joder! No sé por qué no me enteré antes. Me dijo anoche mi amigo Alfredo López, que había estado follando el agujero del culo de mi hermano menor de manera habitual y frecuente durante todo este año. Me he quedado conmocionado.

No podía creerlo.

Lo que más me apena es que me enteré por boca de Alfredo, justo después de que él y yo habíamos acabado nuestra habitual mamada, todavía él tenía en su lengua parte de mi semen de la mamada que me había hecho y que aún no se había tragado del todo. Me lo dijo en caliente mientras le limpiaba con mi lengua los restos de mi semen que había en su barbilla y labios:

— Tu hermanito Lucrecio la mama que da gusto.

— ¿Qué dices?

Entonces comenzó a contarme todo el asunto de mi hermano Lucre.

Alfredo y yo llevamos con nuestra historia común desde el instituto. Habitualmente tenemos sesiones de sexo entre nosotros, aunque nunca penetraciones, solo mamadas y masturbaciones juntos. A lo más que hemos llegado es a masturbarnos uno al otro. Siempre nos ha parecido que entre nosotros, por nuestra amistad, no era correcto que nos pasáramos de ahí…, bueno, bueno, ahora sé que eso lo pensaba yo, pero Alfredo no pensaba igual, por lo visto… Acabábamos de terminar una de estas sesiones esa misma tarde y sorprendente e inesperadamente, estando yo de rodillas intentando abrir su vaquero para sacar su polla para darle gusto, después de agradecerle su mamada, y sintiendo aún el placer en mi polla por los chisguetes de semen en el suelo, fue cuando él me dijo:

— No es necesaria tu mamada…, porque ya he tenido una muy buena sesión, de modo que ya estoy aviado por lo menos hasta la noche.

Me reí y le dije:

— Eres un sucio perro maricón y ¿me pones los cuernos con otro por pura diversión?

Entonces respondió:

— No; yo no soy el sucio perro maricón, ¡es la muy puta de tu hermanito Lucre el que es un sucio perro maricón!, ¡o quizá más, una zorra maricona! ¡Es su trasero en el que descargué mi semen a primera hora de esta tarde, poco antes de que vinieras tú!

Me quedé boquiabierto y dije:

— ¡Alto ahí! ¡Imposible!, ¡mentiroso! ¡Eso que me has dicho es pura puta mierda!

Pero él insistió tanto, que yo me enfadé muy rabioso, lo dejé allí de sentado y me fui a mi casa. No vi en todo el día a mi hermano Lucre y me acosté temprano, medio enfadado conmigo mismo y no sé si con Alfredo o con Lucrecio o con los tres a la vez. Me dormí hecho un lío y verdaderamente cansado.

Así las cosas, esta mañana, cuando me desperté, me levanté enseguida, fui a la habitación de mi hermanito, me asomé y él seguía acostado en su cama jugando a algo online con su móvil. Entré, le dije lo que mi amigo Alfredo me había dicho, y le pregunté si era verdad que el propio Alfredo se lo había follado ayer por la tarde.

— ¡Sí, claro! Alfredo me folla muy a menudo, —dijo tan fresco— él justamente es un cliente habitual para mí.

— ¿Queee…? ¿Un cliente habitual?, — dije gritando— ¿Qué significa eso?

— Eso significa, hermano, que es uno de los tíos a los que dejo que me follen regularmente…, tanto cuanto ellos quieran…, o cuando yo quiero que ellos… se satisfagan conmigo. Me gusta que me follen, y Alfredo es un habitual.

— Maldita mierda…, —lo que oía me parecía increíble.

Le pregunté cuánto tiempo hacía que se dejaba follar por otros. Caí sobre la silla para sentarme cuando me dijo:

— Esto lo vengo haciendo desde que estaba en sexto.

— ¡La madre que te parió! ¡auch!, ¡joder, joder, joder!, esto ya es demasiado —susurré reflexivamente en voz alta— ¿Cómo es que yo no lo sabía? ¿Cómo es posible que le hayan estado jodiendo durante más de seis años y yo no lo haya sabido?

Me incorporé de nuevo, respiré profundo y le pregunté:

— ¿Por qué dejas que los hombres te follen?

— Bueno, naturalmente porque me gusta que me follen, idiota, ¿por qué crees que dejo que me follen? sí, dime ¿por qué, por qué?, — respondió.

— ¿Eres una prostituta?, —grité.

— Estúpido imbécil, te acabo de decir que ¡¡ME GUSTA QUE ME JODAN POR EL CULO!! —me dijo gritando— Pero también es cierto que a algunos de los habituales les gusta darme regalos… Creo que les hace sentir que no son maricas si pagan por una vagina, aunque sea de culo. Así que por supuesto que lo tomo, ¿por qué no hacerlo? Tengo un buen equipo con todo el dinero que gano… como este sistema de aquí —me lo mostraba. Verás, tengo mi propio sitio web… síiii… Me anuncio, claro. No me voy a pasar la vida tocándome los huevos yo, he de hacer que me los toquen otros, es más rentable. Por eso presumo de mi polla ante la gente que se asoma a mi site. No, no es gratis. Lo que tengo que hacer es que los chicos se registren y les envían una contraseña. Siempre les pregunto si están en algún lugar de la zona, y si lo están, los invito a que vengan a follarme, que es mi verdadero negocio.

— ¡Dios mío!, pero… ¿estás loco?, — decía gritando—. ¡Eso es muy peligroso!

— Tranquilo, hermano, tranquilo… soy lo suficientemente inteligente como para investigar a los tíos antes de que aparezcan por aquí.

— ¿¿¿QUÉ…??? ¿Traes a extraños aquí para que te follen en la casa de mamá y papá? ¿o he entendido mal?

— Bueno, claro, ¿adónde voy a ir? Y además, ¿no crees que eso hace que sea más seguro si les digo a los chicos que tienen que bajar la voz porque mi mamá y mi papá están abajo? A veces los chicos se vuelven locos cuando les digo eso. ¡Me hacen reír mucho! Tengo que calmarlos, y animarlos a que me sigan follando. Para algunos tíos, hombre, ¿cómo te diré? saber que pueden ponerme en un lío con mis padres es para ellos como un afrodisíaco. Se vuelven locos, y siguen repitiendo: «¿Tus padres están realmente abajo?». Y cada vez que les aseguro que están, el tío de turno se pone más animal conmigo. Se vuelven salvajes, follan como un loco. ¡Los pone muy cachondos! ¡Es grandioso!, repiten y me renta más…, —así me iba declarando sus secretos.

Me estaba quedando sin fuerzas, sin aliento, sin respuesta, por cada cosa que me contaba y continuó:

— Y una cosa que la mayoría de ellos no saben es que tengo cámaras secretas instaladas estratégicamente en la habitación e incluso en la puerta principal. Son cosas muy pequeñas, pero funcionan muy bien, con mucho detalle. Mira, hay una ahí arriba, junto a la luz —me iba declarando y mostrando donde estaban—, hay otra aquí arriba, justo encima de la cabecera, por encima del espejo del vestidor otra, ¿la ves?, otra aquí en la lámpara de la mesa del fondo. ¡Esto es genial para mí! Tengo las cámaras grabando sin interrupción, así que puedo revivirlo cuando quiera. Tengo más de cuatro docenas de sesiones guardadas en un disco de respaldo. ¿Esto por qué?, dirás; pues muy simple: voy a abrir un sitio de pago y necesito estas acciones para que las vean tras registrarse y previo pago. ¿Quién se va a quejar de que le hayan filmado follándome? ¿Hunh?, dime…, ¿quién? ¿Hunh? Estarían cayendo en lo más profundo de su desgracia, si lo hacen. Así que no lo harán.

Me quedé sin palabras, sentado escuchando todo esto. No tenía ni idea de que mi hermanito, mi querido Alfredito, era una zorra tan taimada. Pero lo que vino después realmente me dejó boquiabierto.

Entonces, hermano mío, ¿quieres una comprobación eficaz? ¿Quieres ver por qué vuelven los demás? ¿Quieres follarme, hermano? ¿Hunh? ¿Quieres meter tu polla en mi pequeño y adiestrado culo y follarme bien? ¿Qué te parece? ¡Vamos!, quítate los pantalones y sube a la cama conmigo. ¡Mira! ¡Mira mi trasero! ¡Mira mi agujero! ¿No quieres subir aquí? Vamos, prueba una vez y luego me dices. Fóllame, hermano, fóllame, Jaimito, con tu gran polla. ¡Vamooos! Ahora sabes que todo lo que hagas no es otra cosa que follarme como lo hacen los demás.

Me dejé transportar, totalmente cautivado por su encanto y desparpajo, unido a mi curiosidad y lo hice. Pero realmente no tenía ninguna puta experiencia de mierda… de verdad, no la tenía, nunca había follado ni en un coño ni en un culo, la única experiencia que tenía es la de haber follado la boca de Alfredo y lo máximo ¡tocarle su polla con mis manos!, masturbarnos juntos…, pero nada más. No podía considerarme muy bueno en el sexo, ni bueno ni malo, de verdad, que lo que yo sabía hasta ese momento era prácticamente nada. Y el pequeñajo de mi hermano, ¡joder, joder, joder…!

Lucre me insistió en que me subiera a la cama y mantenía su posición, dándole su precioso culo, tanto insistía en que me subiera en la cama, que sucumbí y me subí. Mantenía su culo para mí y yo me agarré a él, pero no tenía vigor para dar un paso más. Me fue muy difícil actuar y empujarme a meter mi polla por ese agujero. Buscaba yo el ángulo correcto y no acertaba, pero seguí intentándolo porque él me animaba. Su agujero estaba caliente y apretado y me sentí muy bien cuando conseguí acertar y le metía mi polla.

Lo hice lo mejor que pude. Pero al rato, intenté que cambiara su posición, y entonces la pequeña perra de mi hermano me dijo:

— Están funcionando…, están grabando mis cámaras y estamos ahí en película.

Me volví loco; no sabía que decirle o hacerle…, pero después de unos minutos me di cuenta de que el estúpido era yo. Debería haber pensado que lo iba a hacer. Estaba como destrozado, pensando…, ¡quia! ni sé qué pensaba. A los pocos minutos se me encendió una luz, y dije:

— ¡A la mierda, joder! ¿Quién, demonios, lo va a ver? Déjame volver a tu agujero, Lucre, ¡tengo algo que darte!

Entonces me monté sobre él y me lo follé duro hasta que le disparé en su culo una buena carga de semen caliente y cremoso. Y después de estar tendido jadeando, le dije:

— El próximo polvo será en mi cama, y allí yo soy el que manda. Te voy a montar tu trasero bien y te perforaré tu arrugado culo hasta que se te acaben las ganas de que te folle. ¡Ah, y allí nada de cámaras!

Él se rio, y a continuación yo también me reí. ¡Qué equivocado estaba! Lucre, en mis ausencias instaló mi habitación con cámaras. Me lo dijo, me pareció bien y follamos grabándonos. Lucre la tituló: «Lucre y César, putos hermanos follándose».

Así dio comienzo un nuevo aspecto de nuestra relación fraternal. Este título y otros muchos llenarán nuestra web. Mi hermano Lucre es el jefe de empresa, yo, por más guapo, el actor principal.

Ahora estoy pensando cuando llegará el día y no será muy tarde en que mis relaciones con Alfredo no se van a limitar a mamadas y tocadas de mierda. No paro de pensar en Alfredo…, me pregunto cómo se ve cuando Alfredo se folla a Lucrecio. Estoy empezando a darme cuenta de que quiero algo más de Alfredo, no me conformo con sus mamadas… ¡Quiero algo de su culo también! Pienso en Alfredo para explorar su culo y que me explore también el mío. A ese me lo llevaré a mi habitación y saldrá la filmación titulada «Dos machos alfa en disputa».

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