Me llamo Roberto, soy de una ciudad pequeña del Ecuador, pero vivo en Quito desde un tiempo por temas laborales, soy ingeniero y trabajo en una empresa de alimentos.
Yo tengo 35 años, soy de contextura promedio (no gordo ni flaco), 170 cm de estatura, ojos cafés, cabello negro, velludo, sumamente varonil, que incluso mi familia no conoce mi orientación. Soy casado y decidí contar mis historias, mis experiencias y travesuras con hombres maduros.
Les comento que mi gusto es exclusivamente por hombres maduros, creo que me atraen los hombres pasados los 50 años.
Tengo algunas historias, pero la historia que les voy a contar aún la sigo viviendo; así que preferí contar desde lo actual y lo que me está ocurriendo.
Yo voy muy seguido a mi ciudad natal, donde hay hombres muy guapos, la gente en general es simpática, blanca, ojos azules (muchos), en fin; la gente es simpática. Siempre que he ido me quedo viendo los hombres maduros y me hacen suspirar. Siempre he visto a un hombre que antes tenía un negocio en el centro de la ciudad, pero por las situaciones económicas, dejó su negocio y empezó a trabajar de taxista. Su nombre es Fausto (nombre ficticio), él tiene aproximadamente 55 años, panzoncito, de piel blanca, tiene poco cabello, tiene barba, pero se afeita todos los días, por lo que le queda un simpático color verdoso en su rostro, lo que lo hace muy guapo. Es velludo y es el típico hombre maduro espectacular.
Siempre lo había visto haciendo taxismo en la ciudad.
Lo había tomado un par de veces para el servicio de taxi, pero no mostraba ningún interés en mi, durante el trayecto del servicio del taxi solamente conversábamos del clima, el progreso de la ciudad y cosas sin mayor importancia.
A inicios del año 2019 nuevamente fui a visitar a mi familia, y fue donde empezó todo.
Eran las 18 h cuando estaba en mi casa y se me encendieron las ganas de hacer algo, pero como es un pueblo pequeño y nadie conoce mi orientación, no sabía qué hacer para quitarme la calentura, así que; decidí ir a esa hora a caminar al centro. Cuando llegué al centro de la ciudad, me senté en el parque y vi que no había nada, me aburrí y decidí regresar a casa.
Cuando estaba en la calle, levanto la mano a un taxi, se detiene, abro la puerta y lo veo, era Fausto, lo saludo y le indico la dirección. El empezó a platicar un poco, (él no me reconocía, pero yo si a él), y de repente la calentura loca que yo llevaba empezó a aflorar, y le dije
Yo: Me gustaría mejor ir a un prostíbulo
Fausto: Si gusta, yo lo llevo.
Yo: Si, por favor
Fausto: A estas horas se levanta las ganas jejeje
Yo: Si, por supuesto, y la verdad yo no hecho nada en un buen rato, Ya se imaginará como estoy
Fausto: jajaja, si, y cuando uno está así agarra lo que puede jaja
Yo: así es, en esas me encuentro yo en este momento
Fausto me miró y sonrió, yo también sonreí, pero ya el morbo estaba metido en mi cabeza, y quería seguir con ello.
Yo: ¿Y a usted le ha pasado?
Fausto: ¿Qué cosa?
Yo: Que se tenga que agarrar lo que encuentre jaja
Fausto: Sabe que no, pero en este momento creo que me está pasando (Fausto sonríe y me mira)
En ese momento Fausto se acomoda la entrepierna y yo miro de reojo. Y a esas alturas estaba muy caliente.
Llegamos y Fausto detiene el taxi en el prostíbulo, yo empiezo a sacar dinero para cancelarle, en eso me dice:
Fausto: ¿De verdad desea quedarse aquí, o podemos ir a otro lugar a conocernos mejor?
Yo me asombré y le dije:
Yo: Prefiero ir con usted y conocernos mejor.
Fausto sonrió, dio la vuelta y salimos de ese lugar. A los pocos metros detuvo el taxi en un lugar un poco solitario, se quitó el cinturón de seguridad y se abalanzó hacia a mí, a besarme. Fue un beso delicioso, nadie decía nada, solamente nos quedamos besando y gimiendo, nos besábamos como locos. Fausto empezó a rugir como toro mientras me besaba.
Nos detuvimos por un momento y encendió el taxi nuevamente, y me dijo:
Fausto: Que rico, es primera vez que beso a un hombre y me tienes sumamente arrecho. Vamos a un lugar que creo no hay gente en este momento.
Yo: Si, vamos. Me gustaría que me haga todo lo que usted quiera
Fausto: Uy, lo vamos a disfrutar
Mientras íbamos rumbo a un lugar que se llama la “pampa”, en el camino nos íbamos besando y diciendo cosas ricas.
Cuando llegamos al lugar, en efecto no había nadie, es un lugar tipo mirador, donde a esas horas de la noche no había nadie, y la única forma de ubicarse en el sitio era encendiendo las luces del carro. Fausto se bajó de forma inmediata y me abrió la puerta, dejó las puertas del vehículo abierto, me tomó de la cintura y me arrinconó en al capot del vehículo, me empezó a besar, parecía un toro. Rápidamente me despojé de la camiseta y le saqué la camisa que él llevaba. ¡Uff que hermoso oso!, era espectacular, velludo, panzoncito, y todo un macho.
Fausto me comía la boca, el cuello, las tetillas, realmente era un animal, incluso temía que yo podía eyacular sin siquiera tocarme, e intentaba bajar las revoluciones para que no suceda eso.
Yo gemía de placer, estaba sobre el capot de su carro y encima lo tenía a ese macho que quería poseerme de forma brutal.
Con dificultad empecé a desabrochar la correa y logré bajar su pantalón, mi mano fue directamente a buscar su bulto. Cuando lo toqué, me quedé helado, era enorme, grueso, suspiré porque era un bulto de soñar, inmediatamente hice el esfuerzo para recorrerme hasta su bulto, yo lo cogía con dos manos, era increíble, era uno de los penes más hermosos que había visto, empecé a olerlo, cerraba los ojos y me encantaba acariciarlo con mis mejillas.
Fausto me veía y gemía.
Yo empecé a mamarlo, no entraba en mi boca, pero Fausto era un hombre que sabía cómo tratar a su pareja, siempre fue delicado, incluso desde ese momento me empezó a tratar como mujer, como nena, como princesa, Nunca nadie me había tratado así, y me gustó.
Fausto: Ay mijita, te voy a hacer mía, vas a ser mi hembrita, yo soy tu hombre y esta noche te voy a preñar.
Yo: Si amor, quiero ser tuya, solo tuya, hazme sentir tu hembra.
En ese momento Fausto me agarró de la cintura, me besó nuevamente como loco, y me colocó piernas al hombro en el capot del taxi, me ensalivó el huequito y empezó a intentar meterlo (siempre fue un caballero), empezó la cabecita a meterla, yo gemía de dolor, pero él lo hacía suave, mi huequito empezó a dilatarse y permitir el ingreso de la cabeza , mientras lo metía me decía cosas ricas, te amo, me encantas, eres mi mujer, eres mía. Gemía y seguía metiendo.
Mientras me decía cosas bonitas, iba metiendo. Él sabía como tratar a una mujer, a tal punto que se preocupaba si me dolía o no. Ya para este punto yo no sentía dolor, solo quería que siga metiéndolo. Cuando lo metió todo, empezó a meter y sacar de forma salvaje, gemía como toro, yo gemía de placer, incluso se me salían algunos gritos un tanto femeninos y a Fausto le encantaba.
Aceleró las embestidas hasta que empezó a gemir de forma más brusca y gritaba:
Fausto: Ay mijita te estoy preñando, toma mi leche, eres mía, eres mi nena, mi princesa, soy tu marido Ayyy.
Yo al escuchar y sentir tremenda culeada, eyaculé sin tocarme. Empecé a dar gritos de placer
Fausto expulsó una gran cantidad de semen dentro de mí y yo era el hombre más feliz en ese momento.
Me ayudó a incorporarme de la posición en la que me encontraba, me abrazó, me besó, me decía que me amaba, que yo seré su princesa de ahora en adelante.
Nos limpiamos y nos metimos en el auto a descansar un poco, conversamos, nos besamos, nos decíamos cosas bonitas.
Ya cuando era aproximadamente las 12 h de la noche, me llevó hasta mi casa, igualmente nos besamos, intercambiamos números y nos despedimos.
A las 08 h del día siguiente, recibí un mensaje de Fausto invitándome a conocer un lugar alejado de nuestro pueblo, invitación que con gusto acepté.
Fui su primer hombre, él me contó que solo había hecho sexo con mujeres, pero es la primera que lo hace con un hombre, y me dice que está encantado. Aún tiene sexo con su esposa, pero no lo atiende como yo.
Ese fue mi inicio con Fausto. Estaré compartiendo más relatos con Fausto que hemos tenido desde el 2019 y las aventuras en las cuales nos hemos embarcado.
Lo que viene es espectacular…
Oswaldo