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El abuelo de mi amiga no paraba de mirarme

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¡Hola! Me presento; soy Lía, tengo 29 años, morena, pelo largo, pechos grandes y redonditos, culo grande... Con curvas, vaya... Estoy acostumbrada a ver miradas lascivas y, no os voy a engañar, me pone bastante. De hecho, estoy muy acostumbrada a tocarme pensando en esos momentos y, por lo tanto, estoy acostumbrada a hacer cosas para excitar a quien me mira... En alguna ocasión se han acabado acercando a saludar y acabó bien la cosa.

Esta historia que voy a contar, va un poco por ahí. Noté miradas muy cerditas y jugué con fuego. Pero esta vez, había algo diferente... El morbo de follar con alguien mayor.

Todo empezó hace unos 2 años y medio, con 26. Esta amiga y yo empezamos a juntarnos más seguido y acabamos siendo muy amigas. Tanto, que la acompañaba a todas partes, incluyendo la casa de su abuelo. El abuelo, tenía 72 años, muy alto y con buena forma física (no dejaba de ser un abuelo, pero no estaba gordito ni nada) pelo completamente blanco y no estaba calvo. Vaya, que aunque fuese el abuelo de mi amiga no dejaba de ser un maduro bastante interesante, ejem...

Él estaba viudo hace años y ella, mi amiga, iba a diario a llevarle la comida. Cuando empecé a ir con ella, noté enseguida las miradas. No siempre íbamos solo a eso, a veces, nos quedábamos un rato porque ella quería hacerle compañía. Ahí empezaron mis fantasías y cada vez notaba más sus miradas. Un día me puse una faldita, completamente a posta para que me mirara. En un momento, mi amiga subió a la planta de arriba a recoger algo y yo aproveché para pasar delante de él con la faldita medio subida, disimulando por su puesto. Ahí, empezó a crearse una fantasía en mi cabeza que necesitaba hacer realidad.

Algunos días después, se alinearon los astros para que todo fuese extrañamente acertado para que yo pudiese cumplir esa fantasía. Cuando llegamos a casa de su abuelo, mi amiga había olvidado la llave, nos tuvo que abrir su abuelo, dejamos la comida en la cocina y nos sentamos en el sofá mientras él estaba en un sillón, para hablar un rato. Ahí fue cuando mi amiga recordó que su madre había hecho algo más para llevarle a su abuelo y entonces ella dijo que tenía que ir a recogerlo de vuelta a casa de su madre, yo me inventé que estaba cansada y que la esperaba ahí. Todo eso mientras no quitaba de mi cabeza que mi amiga no tenía llaves porque donde iba era a casa de su madre y las llaves estaban en la suya y pensé que era entonces o nunca ya que ella cuando llegara no podría entrar.

Mi amiga se fue, el empezó a preguntarme algo (no recuerdo ni qué porque yo tenía otra cosa en la cabeza) ahí, noté que me estaba mirando otra vez de esa forma que tanto me ponía. No me lo pensé 2 veces, me puse de pie y le pregunté:

-¿Te gusta mirarme?

Él se quedó en shock y se empezó a poner completamente rojo. A mi eso me dio ternura y me puso bastante cerdita... Me quité la camiseta y le pregunté:

-¿y ahora? ¿Te gusta mirarme así mejor?

El seguía en shock, sin decir ni palabra pero tampoco apartaba la mirada de mí. Me puse justo frente a él en su sillón, me bajé los pantalones lentamente y mientras me daba una vuelta para que me viese bien le dije: -me encanta como me miras... Ahí noté que algo se le había empezado a despertar al abuelo y con una mano se estaba rozando. Quité mi sujetador y le pregunté:

-¿Quieres tocar y no sólo mirar?

El seguía sin decir palabra, pero levantó una mano, yo me acerqué y el empezó a masajear mis pechos. Me tenía a mil, no aguantaba mucho más sin saber cómo sería follarme al abuelo de mi amiga. Le dije que podía lamer si quería y no se lo pensó...

Ahí empezó el mejor polvo de mi vida. El empezó a lamer mis pechos mientras yo los pegada cada vez más a su cara y me sentaba sobre el en el sillón de rodillas. Me tenía tan caliente esa situación que incluso me entraba algo hasta con el sin quitarse el pantalón. Empecé a rozarme mientras gemía, me estaba poniendo a mil como lamía mis pechos y me tenía completamente empapada notar su polla entrando en mi bajo su pantalón. La agarré con fuerza, el hizo un gemido que dejaba muy claro los años que hacía que no le tocaban ahí. Yo cada vez estaba más excitada, no parábamos de gemir y su pantalón estaba mojado por mi. Me puse de pie, me quité las braguitas y le dije:

-ella llegará en un rato pero no tiene llave. Vamos a tu cama y déjame follarte como no te han follado jamás. Ahí, habló por primera vez en mucho tiempo:

-hazme lo que quieras pequeña.

Yo, sonreí estando más caliente que en toda mi vida y noté como caía por mi pierna flujo. Eso me excito más, me fui a su habitación, él llegó detrás, se empezó a desnudar mientras yo lo miraba y noté lo mucho que le gustaba que mirara. Se tumbó en la cama y solo dijo:

-lo que quieras he dicho, pequeña.

Yo no aguantaba más, me puse de rodillas en la cama y empecé a lamer su polla. Que por cierto, vaya polla tenía el viejito... Se me hace agua la boca de recordarlo. Empecé suave pero él no necesitaba mucho, la tenía muy dura y no paraba de gemir. Me moví para quedarme de rodillas con el coñito a la altura de su mano y me la saqué de la boca para decirle que me tocara. Me agarraba la cabeza para que me la tragara toda y con la otra tenía como 3 dedos dentro de mí no había estado así jamás y no aguanté más, me corrí como nunca. Recuerdo con ternura como el paró y me preguntó si quería darme una ducha...

-¿Una ducha? ¿Crees que hemos acabado?

Él sonrió como con nerviosismo, yo me acomodé, me puse de rodillas encima de él, me la metí lentamente y cuando ya la tenía toda dentro apreté mientras los 2 jadeábamos de placer. Empecé a cabalgar sin parar, me balanceaba de adelante atrás sin parar mientras lo miraba. Veía como no paraba de gemir, de sudar, estaba rojo y se agarraba con fuerza al edredón. Le solté las manos de ahí, las puse sobre mis tetas y él me dijo que le encantaban así que, le dije que se sentara apoyado en el cabecero.

Me senté sobre el agachada y abrazada a su cuello, seguí cabalgando ahora de arriba abajo mientras metía mi tetas en su boca, el no paraba de gemir y lamer. En uno de esos gemidos, no pudo controlar y dio un bocado, el paro asustado y yo le dije que siguiera. Eso le encantó... Ahí, ocurrió, llamaron al timbre. No teníamos miedo más allá del "¿Por qué no abren?" Ya que su habitación estaba al fondo de toda la planta de abajo y era imposible que nos escuchara desde la entrada.

El no hizo ni un gesto, le dio complemente igual que su nieta estuviese llamando a la puerta y, a mi, me puso aún más caliente... Me empecé a mover sin parar, el no aguantaba más y se corrió dentro de mi. No olvidaré nunca como caía de dentro de mi tal cantidad de leche... Ahí le dije que se tumbara, que no me podía dejar así y me senté en su cara. No os hacéis una idea de cómo lamía el abuelito... No faltó mucho más, me corrí de nuevo sobre su cara.

Nos incorporamos como pudimos, a mi me temblaban hasta las piernas, fui corriendo a la sala a recoger mi ropa del suelo, me encerré en una habitación y le dije que dijese a su nieta que me había tenido que ir. No sé qué cara tendría el abuelo cuando le abrió la puerta después de tremendo polvo pero supongo que no muy buena, se la quitó de encima rápido, entró a la habitación a avisarme y esperé un ratito antes de irme. Nos despedimos con un beso, casualmente el primer beso que nos dábamos y él, en ese momento, dejó la timidez de lado para decirme que ya sabía dónde vivía...

Repetimos y esa vez nos pilló mi amiga, pero eso quizá lo cuente en otro relato.

Pensar que estuve sentada en su cara mientras el lamía su propio semen y me hacía correrme, mientras su nieta llamaba a la puerta, me vuelve loca.

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