En mi graduación estuvieron mis padres, mis tres hermanos, el mayor y el menor y mi hermana, mis abuelos y cómo no, junto a ellos estaba Anselmo.
Comimos en un restaurante de Madrid al que mi padre gustaba ir. Ese día quería pagar mi abuelo, Anselmo y mi padre, ganó la apuesta mi padre, diciendo que yo era su hijo y era deber suyo. Ese día era jueves. Mi abuelo nos emplazó a todos en su casa para el domingo. Allí estuvimos todos. Allí mismo Anselmo los emplazó a todos en L´Hospitalet.
Pero de jueves a domingo, había dos días que era necesario aprovechar, son palabras de Anselmo, y nos dirigimos en un coche alquilado a La Granja de San Ildefonso. Mi madre se quedó con mis abuelos y mi padre aprovechó esos días para sus negocios. Anselmo invitó a mis hermanos a venir con nosotros, mi hermana prefirió quedarse para verse con unas amigas y mis hermanos se vinieron con nosotros. Anselmo quería que fuéramos al Parador, pero sabedor de mis gustos, buscamos online un hotel más modesto en Valladolid. El viernes, como habíamos salido temprano, lo primero que hicimos es visitar el Palacio real de la Granja, que yo conocía pero Anselmo y mi hermano Vicente Luis, el que me sigue, no conocía; sin embargo, Antonio Miguel, un año mayor que yo, conoce casi toda España, porque ese no para su culo en casa. Por la tarde salimos en el coche en dirección a Valladolid. En casa a Antonio Miguel lo llamamos Tony o Tonymi y a Vicente Luis lo apodamos Vicen.
Lo curioso de todo esto es que nos tomaban por abuelo y nietos y así lo indicaban, pero yo corregía «no, es mi novio». No se lo creían, nos tomaban por bromistas. Así que todo era muy divertido. Mis hermanos se partían de risa a causa de mi desfachatez, y así lo pasábamos más divertido. Por la mañana había conducido Anselmo y yo me había sentado al lado; por la tarde le preguntó Anselmo a Tony si quería conducir y este se puso feliz, mis hermanos se sentaron delante y Anselmo y yo detrás. No le dejé tranquilo a Anselmo, porque muy sigilosamente le abrí la bragueta y metí la mano. Él sonreía y mi hermano entendió lo que yo hacía y me dijo:
— Déjale tranquilo, Janpaul, déjale que descanse, —y se reían de mí.
Nunca habíamos estado tan juntos mis hermanos y yo. Es cierto que Anselmo como que nos unía, parecíamos cuatro hermanos, si exceptuamos la edad, lo que ya habían superado mis hermanos. A lo largo del viaje ellos bromearon considerando a Anselmo uno de nosotros, ya no encontraban extrañeza en nuestra situación y eso me alegró mucho. Llegamos a una estación de servicio, llenamos el depósito y merendamos en la cafetería. Continuamos luego a Valladolid, al hotel, nos acomodamos y salimos para cenar con la idea de ir luego a Capuchinos, una sauna que nos dijeron que era formidable. Era una sauna muy común, sin nada de extraordinario. Pero tiene cabinas de masaje, con lo que todos teníamos que pasar por allí que para eso habíamos ido. También había tres tipos de sauna: turca o de vapor, terma o de temperatura de 50º y finlandesa o sauna seca. También tiene cuarto oscuro y sala de TV.
No era tiempo de calor, pero no hacía frío, parece que iba a hacer unos bonitos días y relajarse en la sauna era la mejor de las ocurrencias. Mientras estábamos cenando, íbamos comentado sobre la sauna y mi hermano Vicen, el menor, guardaba un sospechoso silencio de un extremado rigor. Por eso, cuando salimos de cenar, en un momento en que Tony y Anselmo tenían una amena conversación entre ellos; me tomé a Vicen del brazo y le pregunté:
— ¿Qué te pasa Vicen?, ¿por qué estás tan reservado?
— Es que… yo… no he traído ninguna clase de ropa para bañarme.
— No necesitas nada, Vicen, te darán toalla.
Se me quedó mirando. Recién había cumplido los 18 años y había estado siempre en las faldas de mi madre. Preguntó:
— ¿Todo es con toalla?
— No; si hay mucha gente mantienen la toalla puesta, lo haremos nosotros, pero la toalla más nos servirá para sentarnos, por higiene. Las duchas no tendrán puerta o serán múltiples y el jacuzzi o piscina no es para entrar en bañador.
— ¿Desnudo?
— Digamos que discretamente sí, sin espectáculo, con naturalidad. Vamos a limpiar bien los poros del cuerpo.
— ¡Qué vergüenza!
— ¿Vergüenza, por qué?
— Es que…, mi polla no es tan grande como la tuya…
— ¿Crees que a mí me preocupa eso? Lo que deseo es el bienestar que notarás luego.
— Se me ha olvidado el pijama y ponerme calzoncillos.
— Si te sientes más cómodo duermes con el calzoncillo de hoy y mañana vamos a comprar o calzoncillos o un jean para que no necesites ropa interior.
— Yo sé que tú no usas…
— Desde los 12 años.
— ¿Por qué?
— Porque me molesta tanta ropa envolviendo la polla y los huevos.
— Es que un día se burló de mí Tony porque no tenía la polla grande y…
— Y ¿qué?
— Me insultó y me dijo si yo era chupapollas, lameculos y varias cosas más.
— Todos hemos pasado por eso, no hay de qué preocuparte; mira ahora tu hermano cómo se porta de bien con Anselmo y conmigo…
— Es que Anselmo es tan diferente…
— ¿En qué sentido?
— Anselmo te quiere, es culto, sabe conversar, tiene educación, es respetuoso y a nosotros nos estima de verdad…, porque eso de que venga todas las semanas a casa a saludar a los papás y siempre con algo… entre manos; eso no tiene precio, eres un suertudo…, mmh…, si yo encontrara un novio como ese te aseguro que sería el más feliz del mundo.
— O una novia… ¿no?
— No; es la primera vez que lo voy a decir: me atraen los hombres, pero en mi caso los de mi edad más o menos…
— No…, no sabía…, lo tenías muy oculto…
— Lo sabe solo mamá, que se lo imaginaba, y se lo tomó muy bien, me dijo que si iba a ser gay que aprendiera de ti, que se estudia, se saca provecho y se lleva una vida ordenada sin escándalos. Me echó el sermón y me dijo que se lo diga a papá…, pero no me atrevo.
— Díselo cuando regresemos a Madrid, yo estaré contigo, papá te ayudará mucho y te comprenderá, te lo aseguro por propia experiencia, yo lo hice al revés, primero lo supo papá y luego me ayudó a decírselo a mamá.
— ¿Tony también viene a la sauna?
— Supongo que sí, no sé…
— Pero él es homófobo…
— ¿Tony homófobo? De ninguna manera, es más bien bromista, le gusta provocar, él incita, es quisquilloso e incitador, pero no tiene maldad, yo sé que nos adora, igual que Laura, ella también pincha de vez en cuando para hacer saltar, pero es muy amorosa y está a favor nuestro. Ella es la que me dice alguna vez que mola mucho eso de tener un hermano gay.
— A mí ella no me molesta, me regaña, piensa que es mi segunda madre…
— Y lo es, ¿quién te cuidaría si te faltara mamá?
— Eso sí.
— Pues eso vale más que el oro, y se siente tu hermana, mayor que tú, es la sustituta de mamá, ¿Comprendes eso?
— Voy comprendiendo, siempre me da tirria, porque es una mandona.
— ¿Acaso tú no eres muy caprichoso?
— ¿Ahora te vas a poner tú como ella?
— No, pero en familia tenemos lo que necesitamos para ser alguien en la vida y hemos de cuidarla. ¿Ves lo que hizo ayer? Pudo haber venido con nosotros, una habitación para ella, ir a donde quisiera…, ¿qué hizo? sacó la excusa de visitar amigas que no tiene ninguna, para estar con mamá y la abuela, las necesita para soportar a tres hermanos, un chulo, un perfecto maricón, un tímido y un cuñado mayor que su padre. ¿Crees que es fácil eso? Hoy hablará con mamá de nosotros y mamá le dirá cómo hacer; hablará con la abuela y ella apuntalará lo que le dice mamá. Laura quiere entendernos bien a los tres para comportarse adecuadamente.
— ¡Joder! ¡Pobre Laura! ¿Todo eso ha de soportar? Y yo sin enterarme.
— No te hagas problemas de nada, no pienses más en todo eso, ama, ama a los papás, a Laura, a tus hermanos y prepárate para amar a lo que te salga en esta vida…
Lo cogí de la mano y adelantamos un poco porque nos habíamos retrasado con respecto a Anselmo y Tony.
— ¿De qué estabais hablando con tanto interés?, —preguntó Tony.
— Ya estamos, hemos llegado, ahí es, —dijo Anselmo cuando faltaba una manzana para cortar la curiosidad de Tony—. Voy a pagar yo y ahí dentro no se discute nada —siguió diciendo—, si necesitáis algo, lo pedís.
Entramos y pagó todo. Abrió cuenta de barra en el bar y nos fuimos a las taquillas. Como teníamos que pasar por el bar nos invitó a una copa. Anselmo y yo nos quedamos en la barra y Tony con Vicen se fueron a sentar en una mesa. Aproveché para comunicar a Anselmo el asunto de mi hermano Vicen y no se extrañó nada, como si lo supiera.
— Me temo que Tony es bisexual.
— No me digas…, ¿te lo ha dicho él?
— No; pero el tiempo te lo dirá. Él va a necesitar mucho cuidado por nuestra parte, porque si encuentra una chica y se enamora, tendrá que serle fiel o su matrimonio se convertiría en un rotundo fracaso.
— Tengo ganas de mamártela, ¿nos vamos?
— Vamos a la sauna húmeda primero.
Salimos y nos fuimos a cambiar los cuatro, cada uno dejó lo suyo en una taquilla y nos envolvimos con la toalla. Antes de entrar, Anselmo dijo:
— Cada uno que vaya donde se encuentre más a gusto, no nos esperamos para nada unos a otros hasta que el cansancio nos mande para el hotel, cuando uno diga ¡basta!
Entramos los cuatro y no había nadie. Me senté junto a Anselmo porque imaginaba que mis hermanos saldrían pronto y así fue. Nos quedamos solos, porque tampoco había otra gente en ese momento. Entonces me puse de rodillas frente a Anselmo y le cogí la polla para acariciarla y me la metí en la boca. Lamí, lamí y lamí, besé y la puse tiesa. Anselmo comenzó a delirar, pero por experiencia yo sabía que le iba a costar la llegada del orgasmo y ya me había preparado a la resistencia. No me dejé cansar, sino que descapullaba el glande y le pasaba suavemente la lengua por la flecha y seguía lamiendo. Creció y después de largo rato se puso erecta, se puso a tope y yo seguí hasta que escuché un gemido más fuerte y ayudé con mis manos para masturbar al tiempo que lamía y besaba el glande descapullado. Habría transcurrido algo más de un cuarto de hora y entre mi esfuerzo y el calor de la sauna estaba empapado. Ambos estábamos empapados, pero yo ilusionado y Anselmo entrando en los últimos espasmos de su orgasmo, sus contracciones y estremecimientos eran muy notables y se le escapaba con gemidos cada vez más fuertes. Anselmo ya no tenía costumbre de avisar que se iba a correr, porque yo lo adivinaba y así fue, preparé mi boca y metí toda la polla en ella y la cerré para sentir los golpes de su eyaculación.
Noté que no había perdido energía y me puse feliz. Tragué su leche, no saqué la polla de mi boca para no dejar que se bajara y continué con mis manos masturbando y cuando me pareció que era el momento, me levanté, me senté sobre los muslos de Anselmo y me abracé a él cogiéndome de su cuello, para levantar mi culo y encaja su polla en mi trasero. Poco a poco fue cediendo mi culo gracias a la humedad del ambiente y comencé mi danza, en eso que entraron mis hermanos, pero yo estaba de espaldas y no los vi y me di cuenta que eran ellos porque el descarado de Tony se sentó al lado de Anselmo, y miraba curioso todos mis movimientos sin decir media palabra. Yo había frenado un poco al verlo, pero como me miraba y no decía nada, seguí. Por el contrario, Vicen se colocó en la otra esquina y nos miraba, se tocaba su polla y se comenzó a masturbar suavemente. Entonces le dije a Tony:
— Ve allá, que tu hermano te necesita para que le des una buena mamada.
Yo sabía que Anselmo tardaría en correrse y mi hermano Tony mirando no me hacía ningún favor. Se fue, se puso en cuclillas delante de Vicen y se puso su polla en la boca, poniéndose a mamarla. No sé cómo lo hizo, pero el chico se puso a gemir y gritar como una putilla. Parece que eso le agradó a Tony y le acariciaba los muslos y las caderas. Por fin Vicen se corrió gritando y sin avisar. Era la primera vez, según nos dijo luego, que le mamaban su polla.
Por nuestra parte, los gritos de Vicen animaron a Anselmo y entró en sintonía, comenzó con sus estremecimientos, moviendo todo su cuerpo impulsado desde sus caderas y se corrió dentro de mí. Lo besé, me besó y estuvimos un rato abrazados y besándonos. Parece que entró alguien, pero cuando me enderecé para sentarme, no había nadie, lo que si me quedé mirando es cómo Vicen se la estaba mamando a Tony. De allí nos fuimos a la zona de duchas y nos sentamos un momento para descansar. Fue entonces cuando Vicen dijo que era su primera mamada y la primera vez que se la habían mamado.
— Haber avisado antes, joder, —decía Tony— si tienes una polla maravillosa, encaja perfectamente en la boca y resulta muy agradable, por cierto que tu leche es tan rica y dulce que la podría mezclar con chocolate.
Nos reímos todos de la parida, pero yo sabía lo que eso iba a significar en Vicen para su autoestima.
— Que haréis vosotros esta noche, porque estaréis cansadísimos con el lote que os habéis dado, —dijo Tony.
— Cuanto más se folla, más ganas se tiene de follar, ¿no sabías eso?
— Sí, si lo sabía… —se puso a mirar a Vicen— ¿has escuchado? Ellos en la cama se lo van a pasar bien.
Vicen se sonrió sin mirar a nadie de frente.
— ¿Qué te pasa, Vicen? —preguntó Tony.
— A mí nada, —respondió Vicen.
— Entonces…, ¿tú y yo vamos a ser los tontos del equipo?, —dijo Tony.
— No sé…
— No sabes…, yo sí lo sé.
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Al día siguiente vi a mis hermanos dicharacheros, más amigos que nunca los había visto, felices, desayunaron como mulas y en un momento vi que Tony alargó la mano sobre la mesa y la puso sobre a mano de Vicen abrigándola y Vicen le sonrió.
En estas circunstancias hay que entender sin preguntar. Ellos no se enteraron que yo los había visto tomándose de la mano. Anselmo no necesitó ver nada porque es largo en sus predicciones. Mis hermanos habían encajado y se hicieron más amigos de lo que lo habían sido hasta la fecha. Tony comenzó a proteger en todo a Vicen y Vicen estaba en todos los detalles para con Tony.