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El Ayudante (Cap. 4): Comiendo a Seungyeon II
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Tiempo de lectura: 10 minutos

El Ayudante dejó que la sexy morocha se acostumbrara a su tamaño, sintiendo como ese apretadita intimidad se engullía con gusto todo su miembro. Apoyó sus brazos en el escritorio, a cada lado del rostro de Seungyeon, y comenzó embestirla con una fuerza que hizo rechinar y tambalear el escritorio.

Y Seungyeon sólo pudo abrazarse y aferrarse más a él, comenzando a gemir y gritar ya sin poder controlarse, mientras su cuerpito era embestido contra el escritorio que, a pesar de verse tan moderno y firme, parecía listo a sucumbir en cualquier momento con la fuerza con la que se la estaban follando. No pasó mucho, apenas unos cuántos minutos, hasta que sus ojos se nublaron en placer de nuevo y su cuerpo empezó a temblar con el preámbulo de un nuevo orgasmo. Cerro sus ojos, arrugando el puente de su nariz y apretando su mandíbula en una mueca de placer, mientras sentía su cuerpo invadido por oleadas de goce sexual, viendo luces y flashes antes de volver a correrse contra el cuerpo de aquel hombre desnudo que la penetraba, comprimiendo su miembro entre las paredes de su intimidad mientras su curvilíneo cuerpito convulsionaba por el delicioso orgasmo.

El desnudo hombre sólo disfrutó de como la vulva de la mujer en sus brazos parecía casi exprimir a su verga, y tuvo que resistir la tentación de seguir sus embestidas hasta llenarla con su semilla. No, aún quería disfrutarla un poco más. Rodeando la delgada cintura de la Idol con un brazo la cargó, separándola del escritorio, dejando su pequeño cuerpo empalado con su miembro hasta la base, comenzando a caminar hacia el gran ventanal de su oficina. Allí la acomodó de espaldas contra el vidrio, tomándola de sus firmes muslos para sostenerla.

La morocha soltó un pequeño gritito ante el contacto de su húmeda espalda con el frío cristal, y esto pareció devolverla a la realidad luego de aquel nuevo orgasmo que había vivido momentos atrás. Mordió su labio inferior al notar la nueva posición, girando a un lado su cabeza para ver hacia el exterior. Estaban en uno de los pisos más altos, y las luces nocturnas de la ciudad le hicieron sentir un hormigueo en el estómago, junto a una nueva excitación que acompañó demasiado bien el placer del sexo. Claro, era un vidrio espejado y nadie podía espiarlos desde fuera, pero la sola idea de que en ese momento alguien la estuviera viendo a ella desde otro edificio era suficiente para acelerar su corazón.

"Mmh, tu coñito acaba de apretarse un poco más, ¿Te gusta la idea de ser observada?" Murmuró junto a su oído antes de atrapar el lóbulo de su oreja entre sus labios, chupando suave y comenzando a mover su cadera para empezar a darle embestidas lentas pero firmes. "Alguien allí fuera podría estar viéndonos."

"Aah, Ayudante-… ¡Mmgh!" Comenzó a gemir nuevamente, aferrándose a la espalda de su Ayudante mientras empezaban a embestirla contra el cristal de aquel enorme ventanal. No pasó mucho tiempo antes de que el vidrio comenzara a empañarse con la humedad y calor que emanaban sus cuerpos. "Ayudante, ¡Mmhn!" Rodeó la cintura ajena con sus torneadas piernas y se abrazó a su cuello, pegando su cuerpo al contrario todo lo que podía mientras la penetraban incansablemente. El lascivo sonido que hacían sus cuerpos bañados en sudor al chocar con cada embestida acompañaban los altos gemidos que escapaban de entre sus carnosos labios.

"Seungyeon, te ves hermosa así," Arrugó el entrecejo y abarcó con sus manos todo lo que pudo de las apetitosas nalgas de la Idol, apretando firme su carne con las manos, hundiendo sus dedos en esa suave piel mientras la embestía contra el ventanal, moviendo a ritmo incesante su cadera. "Me encanta tenerte de esta forma."

Poco a poco, todas esas fantásticas sensaciones se unieron y fueron creciendo dentro de ella. La idea de que alguien allí afuera pudiera estar observando como tenía sexo caliente y desenfrenado, como simples animales en celo. La sensación de sus cuerpos húmedos de sudor pegados el uno al otro, rozándose entre sí mientras él le susurraba al oído palabras indecentes que la hacían sentir aún más sucia. El darse cuenta de lo zorra que era por dejarse dominar de esa forma por aquel hombre que ella misma había dejado que se acercara a su preciado grupo, y cuánto le gustaba eso. Y, por supuesto, ese pedazo de miembro venoso y caliente, su postre favorito, que la estaba empalando sin piedad, entrando y saliendo de ella como si no hubiera mañana. "Se-señor Ayudante, mmmh, me, me… ¡Mmhn! De nuevo yo, por favor, mmh, me vengo, me vengo, me-nhh vengo, por favor, ahhn, por favor, por favoor," Sus gemidos y voz fueron acallándose hasta volverse un suplicante susurro apenas con un hilo de su voz, que era todo lo que le quedaba, mientras lágrimas caían por sus regordetas mejillas. Cerró sus ojos viendo estrellas y colores de nuevo antes de llegar al clímax por tercera vez esa noche, su cuerpo acompañando las oleadas de placer con espasmos uno tras otro en lo que era el orgasmo más increíble de su vida.

Él la sostuvo firme con sus brazos, dedicándole tiernas caricias a su espalda mientras la sentía temblar contra su cuerpo. Su miembro fue nuevamente presionado por la fuerza del orgasmo, y apretó la mandíbula resistiéndose a correrse él también, gotas de sudor deslizándose por su rostro. Calmó el ritmo de su respiración, besando la frente sudorosa de la joven Idol que se abrazaba y colgaba a su cuerpo como un koala, retirando lentamente su miembro de su rica y mojada intimidad. Sin dejar de sostenerla de sus torneadas piernas, la separó del empañado ventanal para llevarla de nuevo hasta el escritorio, dejándola esta vez boca abajo sobre el mismo.

"Ah, ah, ahh," La morocha jadeaba intentando recuperar su aliento con su cuerpo extasiado de placer, por lo que nunca se esperó que ese enorme y gordo miembro volviera a penetrarla, su cuerpo todavía sensible por las increíbles oleadas de placer que había experimentado nuevamente en tan poco tiempo. "¡Mmmh!" Mordió su labio inferior intentando reprimir un nuevo gemido. Se aferró a los bordes del escritorio con temblorosas manos, mientras su Ayudante la montaba por detrás, embistiendo sin descanso contra su cuerpo, empujando su verga hasta lo más profundo de su intimidad. Había quedado de puntitas en el suelo, recargada con su pecho sobre el escritorio, y podía sentir una firme mano apoyada sobre su espalda, dejándola por completo atrapada entre ese enorme cuerpo y el mueble. Inesperadamente sintió una sonora nalgada que le hizo recorrer un delicioso escalofrío por su espalda, haciendo que levante su colita para recibir más de ese trato. Y en respuesta, una nueva nalgada, algo más fuerte pero igual de rica. Con esto ya no pudo acallar más sus gemidos, que volvieron a resonar por toda la oficina. Dejó caer su cabeza sobre la superficie del escritorio, boca abierta y lengua afuera, totalmente extasiada y al borde de perder la consciencia, con sus sentidos totalmente nublados por el placer. Así sólo se dejó hacer; como la buena Idol que era para su querido Ayudante.

"Yeeun," La llamó sin dejar de embestir a la líder de su grupo, afirmando sus manos en la espalda de Seungyeon mientras la misma balbuceaba suaves gemidos de placer. Hacía un buen rato que había visto a la rubia ya despierta y sentada en el sofá, presenciando la mayor parte de aquella caliente sesión de sexo con la morena. Había sido un silencioso espectador de lo que estaba aconteciendo, al menos hasta el momento.

Sólo entonces la joven de cabello corto y rubio hasta sus hombros se levantó de su posición en el sillón, cubriendo su desnudez con lo que, asumía, era la camisa descartada antes por el Ayudante, cuando se desnudó frente a ella tan descaradamente. La aferró sobre su pecho, mientras caminaba a paso lento hasta el par que continuaba con su desenfrenada sesión de sexo. Su afilada mirada, si bien continuaba reflejando aquel evidente disgusto hacía él, también parecía desprender un nuevo y curioso brillo en ella.

"Mhn, Yeeun, tal como te había dicho antes," Y le dio una nueva nalgada a Seungyeon, que sólo gimió y estrechó un poco más su vagina ante el abuso. "Tu líder y yo nos hemos vuelto muy cercanos."

La rubia no respondió de inmediato, simplemente arrugó un poco más el puente de su nariz. "Cerdo asqueroso." Abrazó un poco más la camisa contra su cuerpo, susurrando sus palabras, mirando de reojo como su desnuda líder, perlada en sudor, meneaba su trasero contra la cadera de aquel odioso hombre por cuenta propia. "Mentiste. Dijiste que te alejarías de ellas." No se atrevió a alzar demasiado la voz, tal vez por miedo a llamar la atención de Seungyeon, aunque suponía que eso sería imposible, su querida líder estaba demasiado ida en aquel pecaminoso acto como para siquiera registrar su presencia, ¿Además por qué tendría que avergonzarse? Si era la propia Seungyeon quien estaba siendo empalada por esa enorme cosa mientras gemía como una zorra.

"Ngh… sólo hasta que pudieras ver y entender, lo bien que nos llevamos las chicas y yo. Además fue tu líder quien entró aquí a buscarme." Tomó un puñado de la larga melena de la morocha y la obligó a levantar su cabeza del escritorio, haciendo que la sexy Idol suelte un leve quejido que rápidamente se perdió entre más gemidos. "Dile, Monkey, dile lo bien que nos llevamos tú y yo." Y una nueva nalgada con su mano libre, para acompañar sus palabras.

"Ah, ah, mhh, Yeeun-nhm," Seungyeon, con su rostro perlado en sudor, con mechones de cabello rebelde pegándose a su piel y su boca abierta cantando sonidos de puro placer, apenas si pudo abrir un poco sus ojos para ver a su rubia amiga. Aunque su mirada no pareció enfocarse en ella realmente, perdida en el goce del sexo. Su mente estaba nublada por la satisfacción, por el éxtasis sexual, y ya ni siquiera podía formular una frase coherente. "Yeeun, ¡Ahh! ¡Sí, sí!" Reducida a nada más que palabras sueltas que acompañaban el ritmo de las embestidas recibidas.

La rubia sólo tragó saliva al verla de esa forma, devolviendo su mirada a aquel detestable hombre, notando como los músculos de su trabajado torso se remarcaban y relucían bajo el sudor, y cómo las venas de sus brazos se detallaban aún más mientras sujetaba firme el cuerpito de su líder. Todos esos signos eran clara indicación de que estaba cerca de venirse, podía verlo, y esta vez no iba a contenerse como lo había visto hacer antes cuando estaban contra el ventanal. "Por favor…" Con mirada suplicante, la rubia se mordió el labio inferior, luchando contra las ganas de simplemente darle una bofetada a ese detestable hombre para borrar esa odiosa sonrisa de su rostro. Conociéndolo, eso sólo le gustaría, lo calentaría más. "Por favor, ¿No te corras dentro de ella?" Más un pedido, un ruego, que una demanda. Un pequeño puchero con sus labios acompañó sus palabras, intentando convencerlo al menos con su lado más tierno. No quería que llenara con su semen a su amiga tal como había hecho con ella horas atrás, a pesar de la increíble experiencia que había resultado ese acto para ella.

"Ngh," Gruñó como respuesta y la miró con evidente molestia, las venas en su cuello y frente marcándose más, sintiéndose cerca del clímax, subiendo la intensidad de sus embestidas.

La rubia sólo pudo sentir un ligero escalofrío recorrer su delicada espalda, la humedad en su propia intimidad haciéndose más caliente y evidente cuando la miraron de esa forma.

"Bien…" Arrugó el puente de su nariz y liberó de su agarre a la morocha, dejando que su cabeza vuelva a descansar sobre el escritorio mientras la embestía con incluso más fuerza, si eso era posible. "Arrodíllate."

La mirada que recibió de parte de aquel dominante hombre le dejó muy claro que no iba a esperarla por mucho. Así que Yeeun hizo caso de inmediato, todavía sujetando la camisa contra su pecho intentando ocultar lo que podía de su desnudo cuerpo. Quedó de rodillas frente a él, mirándolo todavía con el puchero en sus labios, pero atreviéndose a arrugar un poco su entrecejo como señal de protesta.

"Mhh," Sacó su mojado y palpitante miembro de la morocha, tomándolo por la base antes de ubicarse frente a la arrodillada rubia que le miraba con ojos suplicantes y una pequeña mueca adornando su hermoso rostro. Y así se corrió. Se corrió con fuerza sobre su carita angelical. Bañó su rostro, parte de su cabello y hasta sus hombros y pecho con su espesa y abundante semilla, que salió disparada a chorros sobre ella.

La rubia apenas alcanzó a cerrar los ojos, arrugando más el puente de su nariz, antes de recibir el primer facial de su vida. Sintió aquel pegajoso y caliente fluido blanco caer sobre su frente, nariz y mejillas, mientras escuchaba como el Ayudante gruñía y gemía con la voz ronca de placer. Como tentando la situación y ese hombre que decía odiar, separó apenas sus rojos labios, abriendo sólo un poco su boca, sintiendo como la leche caliente se vertía sobre ella. Apretó un poco más sus muslos entre sí, frotando suavemente contra su mojada entrepierna, intentando calmarse.

"Nnhh, linda nena." Gruñó, masturbando su miembro antes de pasarlo por la carita de la orgullosa Idol, embadurnándola todavía más con su caliente semilla. "Abre más la boquita, eso," Fue calmando su respiración, jadeando suavemente, mientras empezaba a introducir primero el glande y luego unos cuantos centímetros de su barra de carne dentro de la boca de la rubia, que lo recibió con una mueca aún más pronunciada en su rostro, pero no se atrevió a separarse. Estaba aprendiendo. La sujetó del mentón con una mano, metiendo un poco más de su verga dentro de su cavidad bucal.

"Anghh," Abrió sus ojos, reprochando con su afilada mirada, pero sin separarse, recorriendo con la lengua su sudorosa carne impregnada en los jugos de su líder. No era un sabor tan desagradable como había imaginado en un inicio, al menos no al grado de querer hacerla vomitar. Así que le dejó hacer su pequeño show, de todas formas todo había terminado ya, ¿No? "Mghh," Dejó sólo una mano sosteniendo la prenda con la que intentaba cubrirse de forma ya descuidada, llevando la otra a tomar de la base aquel enorme miembro, todavía grande a pesar de haberse corrido. Lo apretó suavemente, notando como su manita no era suficiente para rodear por completo el grueso de ese robusto pedazo de carne. Lo sostuvo así unos minutos, antes de empezar a separar su cabeza lentamente todavía sin dejar de verlo a los ojos. "Aah," Tomó una bocanada de aire jadeando, antes de relamerse los labios, bajando la mirada con aparente indignación a esa pesada verga que sostenía con su pequeña y fémina mano, moviéndolo despacio de un lado hacia el otro, recorriendo cada contorno y curvatura con sus ojos.

"¿Te gustó, nena?"

"Eres odioso," Arrugó un poco más el ceño sin dejar de ver atenta la barra de carne caliente y bañada en fluidos que estaba sosteniendo, ¿Por qué estaba tan dura aún? Acababa de correrse con tanta abundancia y fuerza, y aún parecía estar tan rígida y lista para más. "Y esta, esta cosa, es tan desagradable como tú." Finalmente la soltó, y para su sorpresa el miembro no cayó vencido entre las piernas del Ayudante, sino que se mantuvo firme y erecto frente a ella. Y eso la hizo tragar saliva, subiendo el calor de su cuerpo y mojando más su intimidad.

"Mmh, me calienta verte arrodillada y cubierta de mi semen, Yeeun." Giró su cabeza para mirar a la morocha, que en algún momento había ido quedado sentada en la alfombra con la espalda contra el escritorio, aparentemente dormitando, su pecho subiendo y bajando en una lenta respiración.

"Eres un, un pervertido y asqueroso." Tomó con sus finos dedos del semen que todavía bañaba su rostro y lo llevó a su boca para probar su salado sabor de nuevo, alzando su vista para ver al rostro del Ayudante, reprochándole con la mirada mientras se relamía los dedos embadurnados en su semen uno a uno. "¡Cerdo! ¡Demonio sexual!" Seguidamente limpió su cara del espeso semen con ayuda de la camisa en sus manos, ya sin importarle el cubrir su cuerpo desnudo.

Y él simplemente soltó una jovial risa al escucharla, para nada ofendido. "Ciertamente jamás me habían llamado así." Y sonrió ladinamente, masturbando su miembro con una mano mientras la miraba con ojos hambrientos, como un lobo mira a un cordero. "Pero tú también estás caliente, hermosa. Te calentaste al vernos a tu querida líder y a mí…"

"¡Pervertido! ¡Odioso!" Terminó de limpiarse y tiró la camisa a un lado con fiereza, finalmente mostrando su cuerpo desnudo mientras le dedicaba una mirada de enojo y un puchero con sus labios. Y ante esto el Ayudante ya no pudo resistirse más, gruñendo antes de tomarla del posterior de su cabeza para obligarla a levantarse, atrapándola en un lujurioso y caliente beso, invadiendo la boca ajena con su lasciva lengua. Y le correspondieron, le correspondieron con ganas mientras se abrazaban a su cuello como pidiendo más.

"¡Amnhh!" Abrió grande su boca para recibir a la juguetona lengua de su Ayudante, que comenzó a explorar lascivamente cada espacio de su cavidad, colgándose del cuello de ese odioso hombre, notando como la abrazaban y sostenían firme de su cintura. "Mhhn, ¡Asqueroso, ah, cerdo! Ah, ¡Me besas a pesar de haberme dejado toda pegajosa con tu semen!" Le recriminó e insultó al separarse, mientras jadeaba recuperando su aliento, gimiendo suave cuando bajaron con húmedos y hambrientos besos por su cuello. "Mhn, cerdo, pervertido…" Y se aferró todavía más al formidable cuerpo que tenía el hombre más odioso que había conocido, mientras ladeaba su cabeza para dejarle mejor acceso a su piel. Ese mismo hombre que ahora la estaba atacando con besos y lamidas, prácticamente comiéndosela con su boca. Cerró sus ojos, mordiendo su labio inferior para evitar soltar más gemidos.

"Ngh, me vuelves loco Yeeun." Susurrando a su oído, la cargó abrazándola de su cintura, comenzando a caminar hacia el sofá.

"¡N-no, No!" Apartó un poco su rostro para mirarlo, nuevamente haciendo ese infantil puchero con sus labios y con ese extraño y travieso brillo adornando sus ojos. "Vamos… al ventanal…" Y desvió la mirada hacia el cristal donde antes lo había visto tener sexo con tantas ganas junto a su líder.

El Ayudante se detuvo mirándola un tanto sorprendido, pero casi de inmediato volvió a sonreír de lado antes de voltearse para encarar hacia el lugar pedido con ella en brazos, besándola lujuriosamente todo el corto camino. Iba a ser una larga y placentera noche, más de lo que ya la había sido.

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