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El deseo de su mujer
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Juan y Karla. Un matrimonio entrando en los 30’s.

A Juan siempre le gusto beber después del trabajo, con algunos amigos y… ¿Por qué no? Alguna compañía femenina, acompañando aquel brindis.

Karla. Ama de casa; aun sin un hijo al cual cuidar.

Su hermosa figura hacia que tuviera más de una invitación para darle cavidad a la acción corporal.

Mujer que solo podía conformarse con las pocas caricias y besos en aquel cuerpo delgado, pero bien formado. La que aún no sabía lo que era un orgasmo; conformándose con ser penetrada por su marido; el cual no demoraba más de 5 minutos en terminar.

Parecía que el romanticismo se había terminado para la hermosa Karla.

El único consuelo en esos momentos de calor eran dos dedos y su mano acariciando esos redondos pechos, jalando sus pezones de color rosados.

Sus propias caricias deleitaban aquellas piernas largas y bien torneadas; a pesar de no darse el lujo de tener ejercicio.

-Hola Karla. ¿Te parece si nos reunimos para comer en mi casa mañana?

Exclamaba la voz de su querida amiga y confidente Laura.

A diferencia de Karla, Laura poseía unos voluptuosos senos; pero de igual exquisitez que su gran amiga de la infancia.

Laura. Esposa de Ricardo. Un hombre responsable, pero a la vez criticado por sus grandes aventuras e infidelidades. Por otro lado, su mujer era objeto de burlas en cuanto al soporte de las muchas mujeres con las que Ricardo se relacionaba.

-Hola. Ricardo. Laura me pidió que viniera para comer juntos.

Esa voz tan serena que Karla poseía hizo que aquel hombre en la puerta le sonriera.

Juntos los tres, se pusieron al tanto de lo que pasaba en sus vidas. De cómo Karla soportaba el vicio de Juan. Al igual que la pareja se entre quejaba de lo que la gente murmuraba. Hasta que…

-Karla tenemos una propuesta para ofrecerte. Dijo Laura.

Karla no podía dar crédito a lo que su amiga le pedía.

Un trio??

No soy una de esas mujeres que salen corriendo para estar en los brazos de otro hombre y mucho menos con el marido de mi gran amiga.

Pero… Laura.

El recuerdo de las dos amigas encerradas en aquel salón de clases donde por una apuesta con otras dos amigas, estas dos tenían que besarse delante de las chicas que habían ganado.

Pero quien realmente gano??

La sensación de la calidez de los labios de Laura; aun sus lenguas revolcándose dentro de las bocas.

Las manos de ella en sus pechos en crecimiento, de la otra mano acariciándole los muslos por debajo de la falda.

Tema del que jugaron jamás volver a tocar. Pero ¿Ahora?

Laura… Laura. Se repetía una y otra vez al momento que se hallaba acariciándose, mordiendo su labio inferior.

Esa noche su marido llego como siempre. Borracho. Pero esa vez hicieron el amor como nunca. La cosa es que en cada beso, acaricia que Juan le daba a su mujer.

Esta cerraba los ojos e imaginaba que era su amiga la que le besaba.

Esa noche Karla tuvo un orgasmo por ver a su confidente enredada entre sus piernas.

Solo bastaron cinco minutos de dejarse llevar para que esa miseria de amor por parte de su vicioso e irresponsable cónyuge fuera suficiente para que Karla sintiera un deseo por su gran amiga.

Laura… Decía al momento que Juan se volvía a vestir sin importarle si su mujer había quedado satisfecha.

Esa noche. Karla soñó entregándose al placer con su querida amiga. Sueño tan candente que ella despertó con un gran calor que invadía su entrepierna.

Toc. Toc, toc!! Ya voy!! Respondía Laura desde adentro.

-Karla!! ¿Qué haces aquí, pensaste en la propuesta? ¿Te pasa algo, te hizo algo el idiota de Juan?

-No. No es eso. ¿Me dejas pasar?

-Claro. Pasa. ¿Te ofrezco un té para que te relajes un poco? Te veo muy nerviosa.

-No es eso amiga. Solo necesito…

En eso Karla se acercó a su amiga. Tomándola de la cintura con cierta brusquedad como cuando Juan la tomaba.

Laura no sabía qué hacer y mucho menos que decir.

Pronto se dio el encuentro de sus bocas. Comenzando los besos despacio, para luego tornarse en un beso tan apasionado, que a cualquiera dejaría sin aliento.

Su respiración se volvía agitada, sus lenguas hurgaban por los rincones, sus manos masajeaban con cierta desesperación el cuerpo de cada una.

Esta vez Karla inicio las caricias más atrevidas debajo de la falda de Laura. Entre apretando aquellas carnes blancas, esos muslos firmes. Su dedo se rozaba con maestría por encima de su braga, haciendo que la otra comenzara a humedecer la prenda.

La boca de Karla se posaba sobre el cuello de su amiga, recorriéndola hasta los hombros.

Las manos de Laura sobaban los senos de Karla. Pronto las dos ardientes mujeres se despojarían de sus ropas. Sin importar los quehaceres, o que Ricardo entrara a la casa; ya que ellas se encontraban en la sala.

Karla. Llena de deseo poseía a su amiga con frenesí.

Se amamantaba de los pechos de la mujer, como bebe hambriento.

Sus dedos hurgaban su intimidad, su clítoris.

Que placer sentía esa mujer tan descuidada de placer.

Su boca bajaba por el abdomen de la amiga, para posarse en su vulva.

Vulva que escurría literalmente a cada lamida de clítoris que su amiga le daba.

El aroma a sexo por esas dos hembras en celo era tan denso que hubiera podido embriagar a cualquiera que estuviese presente.

Laura aullaba como cual gata en celo, por el placer que recibía.

Como pudo. Hizo que entre Karla y ella hiciera un 69 bastante húmedo. Jugos y saliva salían por la intimidad de cada quien.

De la nada. Karla sintió una penetración; pero como estaba tan extasiada bebiendo los jugos de Laura, hizo caso omiso.

Después de un tiempo. Karla escuchaba a Laura como dando besos al aire.

-Ricardo!! Perdón!! No sé qué decir!! Decía la amiga de su esposa tratando de tapar su cuerpo.

-Vamos. No te preocupes. Discúlpame por haberte penetrado, pero ustedes dos son hermosas y me excitó lo que vi hace rato que llegue.

Laura. Volvió a besar a su amiga, prendiendo de nueva cuenta el deseo.

Ahora Laura estaba empotrada en el sillón, haciéndole un oral a su amiga y el feliz marido atendía a su mujer por atrás.

Aquel hombre pidió permiso para poseer a la amiga de su mujer.

Una vez aceptado. Él se dispuso a gozar de la mujer de Juan.

Karla trataba de besar a su amiga, como a su marido, posando sus manos en el casi perfecto abdomen de él.

Los espasmos de la mujer a causa de los múltiples orgasmos que aquel matrimonio le propinaba, hacían que se volviera una máquina de jugos vaginales; los cuales los amigos bebían con gusto.

Después de tres orgasmos seguidos provocados, tanto por la lengua de la amiga, como el gran miembro de su marido. Hizo que Laura estuviera exhausta.

Karla parecía una máquina de lujuria.

Por lo que no perdonaba a la cansada amiga.

El marido de la anfitriona, gozaba a la amiga con bastante ímpetu.

Karla quiso chuparle el miembro a aquel hombre y al mismo tiempo hacer chocar su clítoris contra el de su amiga.

Luego de gemidos hechos unitono. Karla probó por vez primera la leche de un hombre. Laura quedo satisfecha y Ricardo quedo fascinado por haber compartido con su mujer a una buena amiga.

Luego de un tiempo Karla se separó de Juan, para irse a vivir a casa de sus más íntimos amigos.

Ricardo estaba feliz de que su amada esposa tuviera una pareja aparte de él.

Laura. Aunque seguía compartiendo las aventuras con su marido; pudo meter a su gran amiga a la acción de ambos.

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