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El día del maestro

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El mundo se alista a vivir las emociones propias de un mundial de futbol, los franceses serán anfitriones, mientras tanto en mí país se celebra el día del maestro como un justo homenaje a todos los miembros de este gremio, 13 de abril que coincide con lunes.

Como de costumbre en lunes acudo al único cine porno de la ciudad, el reloj indica las 19 h, al no encontrar un asiento adecuado en la parte baja, me dirijo a la siguiente platea, y es precisamente en la última fila que logro encontrar un asiento disponible justo al lado de un señor que debe bordear los 40 años.

Las escenas de la película logran una erección de mi pene la misma que es acomodada dentro de mi pantalón, estos movimientos son percibidos por mi vecino de asiento pudiendo sentir su profunda mirada hacia mis genitales, además empiezo sentir un cierto roce y presión en mi zapato derecho, retiro la pierna hacia el centro, me concentro nuevamente en las divinas escenas que se proyectan en la pantalla grande, superado el incidente del roce en el zapato me acomodo en una posición mucho más cómoda y al poco rato considero que mi vecino desea tener un mayor contacto, por mi mente pasan miles de pensamientos y a la final me digo por qué no?

Lo dejo actuar con libertad e inmediatamente siento su mano sobre mi muslo derecho en busca de mi entrepierna, finjo que no me interesa su accionar, pero su inquieta y traviesa mano pronto toca mis genitales, lo cual me agrada sobre manera a la vez que me pone muy nervioso, ¿por que no he de estarlo si es una de mis primeras experiencias en este fabuloso mundo del sexo entre hombres?

Con una habilidad magistral baja el cierre de mi pantalón e inmediatamente procede a coger mi pene, el mismo que mantiene una tremenda erección, aparta mí ropa interior y se apodera de lo que anda buscando, su áspera mano produce sensaciones nunca antes experimentadas, sus movimientos de vaivén me llevan a tocar las estrellas sin siquiera moverme de mi asiento. Continuamos así por un largo rato hasta que somos interrumpidos para ceder paso a otro espectador del cine, el mismo que decide sentarse justo a mi lado izquierdo y eso realmente no es de mi agrado puesto que no podremos seguir dando rienda suelta a lo nuestro.

Ante esta circunstancia decido abandonar el cine, me dirijo con rumbo sur, encuentro abierto un pequeño restaurante de hamburguesas disfruto plenamente de este delicioso manjar y al regreso a casa debo pasar nuevamente por la puerta del cine, por la cantidad de personas que ocupan las veredas aledañas deduzco que la función ha terminado y todas estas personas deben tomar su propio rumbo.

Como a unos cincuenta metros de la puerta del cine puedo sentir en forma inequívoca que alguien me mira, al regresar a mirar descubro que se trata del señor que estaba sentado a mi lado, disminuyo el paso de mi andar y al acercase le saludo atentamente cosa que es correspondida con normalidad, entonces le pregunto que para donde se dirige y me comenta que no tiene un rumbo determinado, entonces se me ocurre invitarle a la vieja estación de trenes, la misma que debe estar a una distancia no mayor a los 650 metros, al llegar a la terminal ferroviaria nos damos cuenta que encontrar un lugar libre y solitario para seguir con lo que habíamos empezado en la parte alta del cine no tiene cabida en este lugar.

Me dice paga el taxi y vamos para mi cuarto (departamento), acepto con agrado, durante la estancia en el vehículo no cruzamos palabra alguna para no levantar sospechas innecesarias en el conductor. Antes de entrar me advierte que hay un perro que anda suelto, pero que no me preocupe que él me protegerá, vaya can para inquieto y bullicioso.

En la habitación había una amplia cama, un televisor, un radio y un perchero vertical, las demás cosas se encuentran debidamente ordenadas, sin emitir vocablos nos juntamos en un apasionado beso, me resulta extraño pero a la vez muy placentero, es la primera vez que mis labios se unen a otros del mismo sexo, el placer de un beso homosexual es agradable, diferente, intenso, reciproco, mientras nuestros labios están en plena labor nuestras manos empiezan a recorrer todo el cuerpo, las caricias en mis nalgas me son extrañas pero placenteras, poco a poco voy sintiendo la magnífica erección de mi miembro, instintivamente la saco de su habitual escondite y la dejo al aire libre, circunstancia que es aprovechada por mi compañero y procede a acariciarla de forma suave subiendo y bajando su diestra mano.

Sin más preámbulos bajo el cierre de la bragueta de mi amante de turno, lo cual facilita las caricias a su duro miembro, se lo puede catalogar como extraordinariamente normal, cojo esa rica herramienta con mi mano derecha y la acaricio de abajo arriba y de arriba abajo, enseguida surgen efecto mis caricias en ese bello miembro, mi amante me abraza en forma muy sensual y me invita a quitarnos completamente la ropa, mientras nos desnudamos él prende la televisión y la pone en volumen alto, quiero entender para disimular los gemidos de placer propios de una relación entre dos sementales con toda la calentura en su interior.

Completamente desnudo me acuesto boca arriba en la amplia cama, le pido a mi amante que me mame el pene, y para hacerlo siento que se me trepa encima de mí, coloca sus rodillas a la altura de mis orejas y su boca busca mi pene que ya no puede más de la dura erección, y claro en esta posición queda su maravilloso pene a la altura de mi boca, debo confesar que era la segunda ocasión en la que tenía la oportunidad de llevarme un pene a la boca, lo hago con lentitud, primero un beso en la punta que al momento emitía un líquido viscoso sin sabor, luego me introduzco su cabeza y siento que eso le gusta a mi compañero de ocasión, digo esto porque inmediatamente puedo sentir que su boca se aferra con más potencia a mi pene y de un solo movimiento siento que se introduce totalmente en su húmeda boca.

Trato de hacer lo mismo, pero mi falta de experiencia no me lo permite, pues siento que se me atranca en media boca, seguimos así por unos minutos y claro sus mil arrugas están muy cerca de mis inquietas manos y le empiezo a dar ligeros masajes circulares, lo que provoca varios apretones de su boca en mi tieso mástil. Pienso que es hora de pasar a otros calentamientos, los dos nos paramos y me coloco en la parte posterior de su humanidad y le empiezo puntear, enseguida pone su culo en punta para facilitar mi accionar, mientras lo hace acaricio y beso sus orejas, lo que produce varios contorneos demostrando claramente que mis caricias hacen efecto en su excitación, debo confesar que yo también quiero sentir como es ser punteado por un hombre pues apenas he podido sentirlo en el trayecto del bus urbano, pero siempre me ha quedado la duda de que lo hacía por lo apretado del bus o porque sencillamente quería puntearme de verdad.

Ser punteado es una experiencia novedosa, y sobre todo excitante el hecho de hacerlo completamente desnudos agrega un valor agregado muy valioso, al igual que mi compañero pongo mi rabo en punta para facilitar la acción de mi amante de turno. El simple hecho de sentir la punta de su pene en el centro de mi culito me impulsa a dar el siguiente paso, entonces me pongo en cuatro y le invito a que me penetre.

Claro al ser un encuentro fortuito, no dispongo de lubricante y creo que mi anfitrión igual, sin embargo pone un poco de saliva en su miembro y trata de penetrarme, pero al segundo intento siento claramente que su divina erección desaparece, me pide disculpas por el mal momento que estamos pasando y me dice si quieres penétrame tú, wuah es lo que he estado esperando por tantos años, como por arte de magia se me pasa por la cabeza que en mi billetera tengo un preservativo desde hace más de una semana, y claro el lubricante propio del profiláctico va a ser mi gran aliado.

Sin pensar dos veces mi amigo se pone en cuatro, me indica su culito que lo tiene bien alzado, y entonces procuro meterlo lo más despacio, debo confesar que es mi primera vez que voy a tener sexo anal y para completar el hermoso cuadro con un varón, se puede decir que soy el hombre más dichoso sobre la faz de la tierra, la penetración es lenta, mi compañero colabora y cuando logro penetrarle completamente el gime, y eso me agrada completamente.

Siento la presión de los esfínteres anales, es muy placentero mi amante se mueve, se contornea como hembra en celo y cuando le penetro completamente gime, supongo que, de placer, o de dolor, pero en todo caso lo disfrutamos con mucha vehemencia. No sé cuánto tiempo me toma llegar al orgasmo, pero en todo caso es uno de los más largos bombeos que he tenido en mi vida, al descargar los mecos siento que estoy en el cielo, que placer, he cumplido una de mis fantasías, los nervios y el arrepentimiento inundan mi cabeza, lo único que deseo es salir de ese departamento a la brevedad posible, nos vestimos un ligero beso de despedida, y ahora a despistar al perro para que permita mi salida. Me quedo con las ganas enormes de ser penetrado y también muy satisfecho pues he logrado mi primer contacto personal con el sexo entre hombres.

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