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El nido ocupaba remodelaciones
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Tiempo de lectura: 12 minutos

La siguiente publicación es el arreglo de 3 experiencias/vivencias, espero sus comentarios y gracias por su paciencia entre publicación y publicación.

Todo esto sucedió cuando Mi Rey y yo decidimos expandir la familia para lo cual yo deje mi trabajo en el Instituto y compramos una casa que necesita reparaciones. Necesitaba mucho trabajo, incluido el derribo de algunas paredes interiores y la reconfiguración de los espacios. Afortunadamente, mi ex suegro tenía una compañía de ingeniería y nos ayudó a diseñarlo, y contactó a uno sus contratistas para que hiciera el trabajo por poco dinero.

Según esto Don Beto era más o menos la edad de mi ex suegro, habían trabajado juntos durante mucho tiempo. Recuerdo haber escuchado que en algún momento distanciaron sus relaciones laborales cuando Don Beto había tenido relaciones sexuales con una de sus clientas y el esposo, que era un gran cliente de mi ex suegro, se enteró y no se lo tomó bien.

Don Beto tenía una larga historia de aventuras extramatrimoniales que lo catalogaban como una fichita, pero había ofrecido hacer el trabajo a un costo muy razonable, lo cual era algo que Mi Rey no dejaría pasar de largo.

Don Beto quedo de venir a la casa a revisar las cosas un viernes por la tarde, cuando Mi Rey, estuviera en casa, a media mañana María la chica que nos apoyaba con el trabajo doméstico me había pedido permiso de salir a su pueblo por una emergencia familiar, lo vi como una oportunidad de sorprender a Mi Rey, demostrándole que yo podía ser toda una ama de casa.

Me encontraba sola haciendo mis labores de buena ama de casa cuando escuche el timbre, era Don Beto que yo llego temprano, me sorprendió lo poderoso que se veía físicamente, emitía el aire de un hombre con el que no querías cruzarte.

Al abrir la puerta y antes de que pudiera emitir una sola palabra.

Don Beto: “Tú debes de ser María”-mientras me recorría con la mirada lascivamente –“Tengo cita con tus patrones, voy hacer unas remodelaciones a la casa”- deteniendo su mirada en mis pechos- “Veras María, sé que tu patrón aun no llega, pero andaba por el barrio y decidí pasar de una vez”

Aun no sé por qué razón, me causo una mezcla de gracia y enfado, el hecho que pensara que era la trabajadora doméstica, decidí divertirme un poco con la situación.

Y: “Así, si cometo el patrón, que “Aste” vendría, pásele”- franqueando la puerta.

Don Beto: “Pues anda muchacha indícame el camino” tomándome del brazo para que le diera el tour por la casa.

Mientras recorríamos la casa, podía sentir como me comía con su mirada, lo cual provocaba me sonrojara, un pensamiento cruzaba por mi mente, no podía evitar sentirme impresionada por este ejemplar de hombre, rudo y corriente.

Don Beto: "Sabes chamaca, estoy haciendo este trabajo prácticamente gratis" – mientras hablábamos en mi cocina- "¿Tu sabes por qué?"

Yo: "Pos la vedad no, siñor" -intrigada

Don Beto: "Tu patrona piensa que le estoy haciendo esto como un favor a tu patrón, pero es que el me ofreció algo a cambio como los mejores amigos".

Yo: "¿Qué quieres decir?".

Don Beto: "Que hay otras razones por las que accedí a hacer esto por ti", misteriosamente.

Yo: "¿Cómo qué razones, siñor?" confundida

Don Beto: "Bueno, para hacértelo fácil, tendrás que hacer conmigo lo mismo que haces con tu patrón". Asertivamente

Yo: "Ha que se refiere, el siñor, que le haga de comer?” Coqueta, pensando que era una broma.

Don Beto: "Más bien la que va comer eres tú, chamaca” – con sonrisa lujuriosa

Impactada, pensé para mis adentros. Don Beto insinuaba que María tenía algo que ver con MI Rey, y además el sínico la estaba usando como moneda de cambio por su trabajo. Decidí que debía de saber más, que probablemente no sería una experiencia grata, pero mis celos y curiosidad podían más.

Yo: "Pos oiga Que le ha dicho mi patrón?" lo más seriamente posible.

Don Beto: "MI compadre dijo que hacías muy buen jale, y que estabas buenona, pero ahora no veo a se quedó corto estas muy mamacita.

Yo: “Eso le dijo el siñor, de mi” enfada y llena de celos, pero supongo que Don Beto, pensó que era indignación.

Don Beto: “Y no solo eso, también sé que te gusta ser montada usando la ropa de tu patrona” riendo socarronamente.

Yo: "Eso hace… digo, ¿eso le dijo el patrón?

Don Beto: “Tu tranquila que tengo la sensación de que no obtienes todo lo que una hembra como tu necesita de tu patroncito".

Yo: “Y Aste cree eso, pues que presumido” asqueada de saber lo que María y MI Rey estaban haciendo a mis espaldas.

Don Beto: “Digamos que he estado en el vestidor con tu patrón y pues el…”, agitando su dedo meñique frene a mí.

Me reí y juguetonamente le di un puñetazo en el hombro. Aprovechó la oportunidad para agarrarme por las muñecas y tirar de mí hacia él. Traté de alejarme, pero este hombre me superaba en todos los sentidos. Me pregunte ¿Todo será verdad realmente Mi Rey y María?, ¿Este bastardo realmente me tomaría por la fuerza, pensando que soy María? ¿Sería excitante que me tomara en contra de mi voluntad? Estábamos a unos centímetros de distancia, lo miré a los ojos y me mordí el labio inferior. Cuando continuó mirándome, miré hacia mis pies sumisamente y esperé su próximo movimiento.

Pensé que me iba a besar, podía sentir su cara tan cerca de la mía, aunque no lo estaba mirando. Pero él no me besó, y en su lugar, me empujó hasta ponerme de rodillas. Algunos hombres eligen la sumisión a través de la seducción, otros prefieren obtener la capitulación desde el principio.

De rodillas, me pregunté ¿qué debo de hacer?, ¿poner en lugar a este desalmado? Para después ajustar cuentas con mi María, ¿Cómo se atrevía a engañarme con María? ¿Aun peor disponer de la pobre chica como su moneda de cambio? Este tipejo intentaba obligar la trabajadora doméstica de su amigo a tener relaciones sexuales. Además, aun no sé si era el enfado contra la infidelidad expuesta de mi marido o el aire dominante de este macho, pero cuanto más trabajaba para forzarme, más me excitaba.,

Don Beto: "Chica inteligente como tú, ¿no sabes qué hacer?" Me miró y resopló.

Pensé que en realidad podría hacer que se detuviera. Sin embargo, no quería, mi marido ofreció a como puta a María y la única María en estos momentos era yo, pues Don Beto tendría a su María.

Yo: "Siñor no sé qué quiere que haga", le dije, inocentemente.

Don Beto: "¡Chingado, chamaca!" el exclamó.

Yo: "Tons, ¿qué tingo que hacer para hacerlo feliz?".

Don Beto "¿Qué tal si empiezas por deshacer esto?", dijo, señalando su cinturón.

Tímidamente le desabroché el cinturón y le bajé la cremallera. Jadeé cuando saqué su pene y lo sostuve en mis manos. Fue increíble, más firme y duro de lo que había imaginado. Gordo con una cabeza rosada brincando fuera del prepucio.

Yo: "Nunca he hecho esto,” tratando de ocultar mi apuro de ponerme su polla en la boca.

Acaricié la polla de Don Beto por unos segundos para que pareciera que tenía miedo de llevármelo a la boca.

Solo cuando comenzó a tirar de mi cabeza hacia él, suavemente envolví mis labios alrededor de su verga. Lo miré e intenté transmitir aprensión, sorpresa y ansiedad. Don Beto parecía muy satisfecho consigo mismo. A medida que su polla se adentraba más en mi boca, me aseguré de lubricar su cabeza con saliva mientras subía y bajaba sobre su palo con mis labios.

Don Beto: "Chingado, tu patrón tenía razón, para ser una aficionada, eres bastante buena".

Salí a tomar aire después de un minuto o dos.

Yo: "¿Se supone que este monstruo debe bajar por mi garganta?" pregunté inocentemente.

Don Beto: "Puede que no te haga la garganta profunda, Chamaca, sigue haciendo lo que estás haciendo".

Luego agarró mi cabeza con fuerza con ambas manos y procedió a follarme violentamente. Si realmente no hubiera tenido experiencia en eso, el episodio habría sido abrumador y aterrador. Hice lo mejor para que fuera bueno y al mismo tiempo parecer avergonzada para él. A pesar de su promesa de no meterlo demasiado profundo, su polla fue demasiado lejos muchas veces, haciéndome atragantarme, ahogarse y agitarme.

Afortunadamente, se corrió después de unos minutos, vaciando el contenido de sus bolas en mi boca y bajando por mi garganta. Se aseguró de que tragara y luego me ofreció su polla para que pudiera limpiarla con mi boca.

Me pregunté si Don Beto sabía que estaba exagerando mi inexperiencia o si creía que estaba corrompiendo a una mujer que era casi increíblemente ingenua y desinformada sobre el sexo.

Don Beto "¿Te gustó?"

Lo miré. No estaba sonriendo, me miraba fijamente, desafiándome. Temí decir algo que hiciera me abofeteara. No podía pensar en nada, así que solo asentí mansamente.

Don Beto: "Buena chica"- acariciando mi cabeza como una cachorrita.

Luego me agarró por el cabello y me arrastró hasta la sala. Todavía estaba de rodillas, y mis rodillas fueron golpeadas y raspadas por el suelo.

Y: "Siñor Don Beto, me lastima."- lloriquee

Don Beto: "Cállate gata, y encuérate"

Y: "Espere, espere, deme chance, pero, pero…"

Don Beto: "Pero nada, mueve ese culo, si bien que tu patrón te coge bien cogida"

Sabía en este punto que me iba a follar sin importar lo que dijera o hiciera, así que pensé en hacerlo más desafiante para él.

Y: "Ya se la mamé, Ni a mi patroncito le hago eso".

Don Beto: "Él me dijo que eras toda una perrita, pensé que serías un poco más divertida, pero será divertido educarte".

Y: "Me acabo de trague sus mecos, ¿No fue eso suficiente?"

Don Beto: "Eso fue bueno, ahora voy darte lo que una gata como tu ocupa, te la voy a meter bien rico chamaca".

Y: "No, Don, me va doler, lo sé”

Don Beto: "Así es, como muela picada, te va doler, pero no vas a querer que te la saque, gata".

En mi mente me arrepentí de seguir un juego y una pequeña voz en mi cabeza me decía que parara esto, pero mi cuerpo ardía y estaba tan cachondo en este punto que solo quería que me tomara.

Yo: "¿Qué me va a hacer si no me encuero, siñor? ¿Me vas a jalonear de los pelos otra vez?"

Resopló una carcajada.

Yo: "Siñor, dígame, ¿qué va a hacer, pegarme?"

Don Beto; "¿Quieres que te unos chingadazos?"

Yo: "No, eso no, seria capas Aste"- provocadora

Don Beto: "¿No crees que te ponga tus chingadazos?"

Yo: "No, no creo"- poniéndome de pie, frente a él.

Me abofeteó con fuerza en la cara, tan fuerte que me envió volando unos pasos hacia atrás y me tropecé en el suelo. Antes de que pudiera levantarme, estaba sobre mí, abofeteándome la cara y el cuerpo mientras trataba de bloquear sus manos.

Yo: “Está bien, está bien", levantando las manos en señal de rendición. “Me voy a encuerar ".

Me quité los ajustados shorts y luego me quité los calzones, quedando solamente con mi blusa. Don Beto me miró con lascivia. Le gustaba lo que vio y no cambiaría de opinión acerca de querer meterme su vergota en el delicado coño de María, mi coño.

Don Beto: "Quítate todo, gata"- ordenó.

Me quité la blusa y el sostén y me quedé completamente desnuda frente a él. Podía sentir mi corazón acelerado. No podía esperar a sentir su polla dentro de mí.

Don Beto me agarró del pelo otra vez y me inclinó sobre un sillón para que mi trasero sobresaliera, y empujó su polla contra mi entrada. Aunque excitada mi vulva aún no estaba lo suficientemente lubricada.

Y: “No, Don Siñor Beto, despacito no me va entrar". Suplicante

Don Beto: "Como chingados que no, te va entrar toda, gata".

Su polla golpeaba contra la apertura de mi coño, pero no estaba haciendo muchos progresos. Se agarró con fuerza a mis caderas con sus manos y forzó su verga a través de mi dulce capullo.

Y: "Umm"- gruñí cuando su polla se metió dentro. -"¡Por favor, Siñor, duele, mucho, despacito!"

Don Beto: "Chingada madre, chamaquita. Tienes una panochita muy apretada como se ve que no te llena tu patrón bien".

Y: "Mejor vamos a mi habitación y me coge ahí, normal".

Don Beto: "¿Qué es coger normal?"

Y: "Pues así, yo acostada y Aste arriba" inocentemente.

Don Beto: "¿Así es como te coge tu patrón?"

Asentí.

Don Beto: "Tenemos mucho que enseñarte hoy, para que seas una buena gata". Riéndose

Me tomó del brazo, supongo que pensó que podría tratar de huir. Luché contra su agarre, pero no me soltaba.

Don Beto: "No vas a ir a ninguna parte".

Nos dirigíamos a mi alcoba y no la habitación de servicio.

Y: “A donde me lleva?”

Don Beto: “A donde coges con tu patrón”

Ardía internamente de coraje y excitación al escuchar eso, cuando llegamos al dormitorio, me arrojó sobre MI cama. Me puse de espaldas y abrí las piernas.

Don Beto: "Buena chica, ya estás aprendiendo".

Se quitó la ropa y se subió encima de mí. Sentí su tatuado torso, sus brazos también tatuados recorrían mi cuerpo, en sus abdominales sobre salía otras marcar, pero su cuerpo se veía y se sentía como el de un hombre más joven, pero estaba más pintarrajeado que una barda de barrio bravo, lo cual, denotaba la rudeza y peligro que era ese macho.

Y: "Por Dios" sorprendida y temerosa.

Agarró mis manos y las sostuvo por encima de mi cabeza por las muñecas. Los apretó hasta que dolió.

Don Beto: "Te voy a someter a mi voluntad, Vas a dejar de pelear conmigo, entendiste gata".

Me soltó las muñecas y me abofeteó.

Y: “¡Ya! ¡Don Siñor Beto!" I grité. "No voy a ser buena y no voy a pelear".

Don Beto: "Vas a sentir cada centímetro de mí verga, putita, Y hay un montón para que la goces".

Apuntó su polla a mi abertura de nuevo y se empujó con fuerza. Jadeé cuando mi coño cedió a su miembro y sentí que me llenaba.

Don Beto: "Esa es una buena panocha, Me vas a hacer pasar un buen rato".

Y: "Oooh" gemí.

Don Beto: "¿Me vas a hacer pasar un buen rato?".

Y: "Si, sí, siñor".

Don Beto: "¿Lo prometes?".

Y: "Sí, lo prometo"-sumisa.

Don Beto "No quiero que te quedes ahí tirada, No me quiero follar un pez muerto".

Me costaba acostumbrarme a su rudeza. Me miró a la cara y pareció divertido por mi incomodidad. Por mucho que lo deseara, había mordido más de lo que podía masticar. Me sentí estirada hasta el límite y el dolor no disminuía.

Don Beto: "¿Un poco más grande que tu patrón?" con una risa. "No te preocupes, te acostumbrarás".

Don Beto se tomó su tiempo, deslizando lentamente su polla dentro y fuera de mí, hablándome todo el tiempo de una manera inapropiada y grosera.

Don Beto: "Tenía tantas ganas de cogerte desde que llegue".

Y: "Eso es tan malo, siñor, abusar de mi por culpa de mi patrón".

Don Beto: "¿Y qué? Eres una puta. Y tú también me deseabas, ¿No es así? Me di cuenta por la mirada en tus ojos".

Y: "¿Yo? Más bien me asusto, Don siñor Beto."

Don Beto: "Eras una gata mimada" sin dejar de follarme. "La gata mimada en celo del patrón. Lo que necesitabas era que te la cogieran bien cogida".

Y: "Siñor, necesito eso," gemí. "Necesito que me cojan bien cogida".

Don Beto: "Está bien, gata sarnosa. Tú lo pediste."

Comenzó a sacudir su verga dentro de mí con fuerza, lentamente al principio, saliendo y manteniéndose suspendido sobre mí durante unos segundos antes de volver a sumergir su polla. Chocándola contra mi cuello uterino.

Don Beto: "Que pinche panocha tan apretada y suave, tal como me gusta, las gatas"

Don Beto me estaba aplastando absolutamente, haciéndome sentir todo el peso de su cuerpo con cada embestida. Su polla se sentía como un ariete, se sentía más como si me estuviera partiendo en dos en lugar de estirarme, tener su polla dentro era una sensación irreal. Gemí y gemí mientras me follaba.

Don Beto: "¿Así es como te gusta? ¿Te gusta que te coger en la cama de tu patrona?"

Provocándome mis celos, celos hechos coraje, coraje que se transformaba inmediatamente en lujuria vengativa.

Y: "Mi patrón y Aste son malos, solo me corrompen".

Luego comenzó a follarme más fuerte y más rápido, a veces martillando mi coñito. Cada vez que su gran cuerpo chocaba contra mi cuerpo mucho más pequeño, me sacudía como si me estuviera golpeando con una paleta. También sentí dolor en mi vulva, mientras su vergota lo estiraba y golpeaba mi cuello uterino.

Estaba a punto de correrme y Don Beto, al darse cuenta de mi estado, se separó bruscamente de mí. Mientras jadeaba en mi elevado estado de excitación, Don Beto me puso a cuatro patas y se preparó para follarme al estilo perrito.

Y: "NO, así no”

Don Beto: "Tranquila, gata, ya estás bien abierta", dijo, mientras me empujaba a su verga en mi "Te va a encantar".

¿Realmente pensó que nunca había follado en otra posición que no fuera de misionero? Casi me río. Me encantó el hecho de que él pensara que me estaba mostrando las cuerdas, sexualmente hablando. Me di cuenta de que lo emocionaba pensar que me estaba introduciendo por primera vez.

Pero cualquier pensamiento de risa desapareció cuando su pene entró en mí. Dios, esa era una gran polla, pensé mientras me estiraba de nuevo. Don Beto me sujetó por las caderas y lentamente se empujó hacia adentro y hacia afuera. No pude evitar dejar escapar un grito cada vez que se zambullía en mí. Justo cuando estaba a punto de correrme, volvió a sacarse la polla.

Don Beto: "Ven gata, mámame la verga".

Me di la vuelta y puse su polla en mi boca, sorbiendo con avidez el eje que estaba cubierto con mis propios jugos.

Don Beto: “Eso es lo que me gusta ver, Tú sobre tus manos y rodillas, chupando un verga".

No pude evitar maravillarme de lo gruesa y larga que era la polla de este hombre. Realmente lo quería de vuelta en mi coño. Don Beto me puso boca arriba y tiró de mis piernas para que estuvieran contra mi pecho. Mientras me follaba en esa posición, la cama hacía ruidos que nunca antes había escuchado. Temía que Don Beto pudiera romper nuestra cama, y ¿cómo le explicaría eso a Mi Rey?

Don Beto: "Chingado, Mírate, gata tomando mi verga como una puta".

Y: "Cógeme" sollocé. "métemela toda en mi coñito".

Don Beto clavó su polla en mí como si estuviera tratando de clavarme en la cama. Tener a este poderoso hombre tomando el control de mi cuerpo me estaba volviendo loca. Ya había pasado el punto de la rendición total, pero él continuó follándome como si tuviera algo que probar. Fue demasiado para mí y me corrí con fuerza, gritando incontrolablemente de placer. Se detuvo, antes de correrse él mismo.

Don Beto: "¿Cómo estuvo, gatita te gusto?", sarcásticamente después de que dejé de tener un orgasmo.

Los hombres como él siempre son presumidos cuando hacen que una mujer se corra.

Y: "Estuvo bien," provocándolo deliberadamente.

Don Beto: "Ahora si sacaste boleto" beligerante. "Sé que nunca antes te habías corrido así, pedazo de puta".

Y: "Don Siñor Beto, No si crea, Me encantó tener su gran polla en mi cosita".

Don Beto: "Ni madres, te vas a arrepentir".

Me dio la vuelta sobre mi estómago. Se tumbó encima de mí y deslizó su vergota de arriba y abajo entre mis nalgas. Consideré mis opciones sería mucho mejor para mí si él pensara que iba a tomar mi virginidad anal, quizás no sería tan rudo.

Hasta el momento, me había asombrado la voluntad de Don Beto de forzarme a pesar de mi desgana declarada y también por su beligerancia, que parecía surgir de la nada. Su deseo de castigarme por mi actitud parecía inmerecido. Aun así, no podía quejarme porque al menos estaba obteniendo lo que quería sexualmente de él. Me pregunté qué otra sorpresa tenía guardadas.

Don Beto escupió un poco de saliva en sus dedos y me la frotó en el ano. Puso un dedo grueso dentro de mí, y lo sentí tan grande como una polla. Gemí en voz alta cuando su dedo exploró mi culo. Entonces él tenía dos dedos dentro de mí, trabajando vigorosamente.

Don Beto: "¿Gata, Estás lista para tener mi verga en tu pinche culo?"

Y: "Sí, Don siñor Beto, métamela en mi colita".

Separó mis mejillas con sus manos y empujó su polla contra mi esfínter. Cuando Don Beto se obligó a pasar por la estrecha abertura, no pude evitar dejar escapar un grito de dolor. Su gruesa polla me estaba partiendo en dos de una manera que no parecía natural.

Don Beto: "¿Así que te gusta tener una verga dentro de tu pinche culo?"

Y: "Ay, ay, sí, coge mi colita, papi".

Don Beto: "Ya me estas entendiendo, Gata. Dile a tu papi que sientes ahora".

Y: "Te sientes tan grande dentro de mí, papi, métemela, métemela como una puta".

Empezó a follarme el culo con golpes duros y rápidos, y fue excitante. Gemí de placer mientras trabajábamos su polla profundamente en mi culo.

Don Beto: "Trágate toda la verga, pequeña gata cachonda", escupió con hostilidad.

Estaba empezando a darme cuenta de que Don Beto era un hijo de puta enojado. El sexo no lo suavizó, solo sacó a relucir el odio. ¡Y me gustó!!!

Don Beto: "Eres un buen culo” sacando su polla de mí.

Pasó sus manos por mi trasero, sintiéndolo todo alrededor. De repente, me azotó con fuerza, con la mano abierta. ¡Dolió y ardía!!!

Y: "Ay, papi ¡Eso duele!"

Don Beto: "Te encanta", azotándome de nuevo. "Eres una gata sumisa, ¿no?"

Y: "Sí, Don siñor Beto, Soy una buena chica."

Volvió a azotarme, esta vez con tanta fuerza que se me llenaron los ojos de lágrimas. Luego lo hizo, una y otra vez, hasta que mi trasero se sintió como si estuviera en llamas. Sabía que quería que rogara.

Y: "Por favor, papi, detente", gemí. "Haré cualquier cosa que digas".

Don Beto: "Buena gata Ahora haz lo que yo quiera y no tendremos más problemas”.

Levantó mi trasero para que estuviera de rodillas, con la cabeza hacia abajo en la cama.

Don Beto: "Ahora, no me hagas enojar", advirtió.

Me penetro nuevamente por mi culito. No pensé que fuera posible, pero me folló incluso más fuerte que antes. Después de unos minutos, dejó escapar un profundo gemido gutural cuando vaciándose dentro de mí.

Poniéndome de espaldas, me ofreció su polla. Sin dudarlo, me lo metí en la boca y lo limpié.

Don Beto: "Buena gata", mientras lamía su polla. "Esa es una buena gatita".

Se levantó de la cama y empezó a vestirse, mire el reloj de la cómoda, tuve el tiempo justo para ordenar las cosas y recomponerme antes de que Mi Rey llegara a casa del trabajo. Me sentí un poco avergonzado de mí mismo sentado en mis tiernas nalgas golpeadas con Don Beto y sintiendo el semen saliendo de mi culo.

Ya vestido trate de que saliera de mi casa antes de que llegara mi marido, pues tenía cuentas que ajustar con él con respecto a María, pero obviamente no quería que se diera cuenta de mi pequeño desquite.

Y: “Sera mejor que se valla, yo le digo a mi patrón que vino”

Don Beto: “No gatita necesito hablar con él”- sentándose en el sofá de mi sala.

Apenas iba aclarar las cosas, explicar que yo no era María y que sería mejor que saliera de mi casa antes de que llegara Mi Rey, cuando llego el mencionado.

Trate de salir a recibirlo para ganar tiempo, pero Don Beto me tomo del brazo, dejando que mi esposo entrara a nuestra casa.

Don Beto: “Compadre, ¿cómo estás?, ya chequé con TU ESPOSA, la casa y hasta me adelanté REVISÁNDOLE LAS CAÑERÍAS”- sínicamente sin dejarme hablar.

Enmudecida al escuchar eso, todo el tiempo este hijo de su puta madre, sabía quién era yo.

MI Rey: “Pero espera Beto, ¿eso no tendrá costo extra?” Reluciendo su tacañería.

Don Beto: “NO eso va por mi cuenta” mirándome de reojo mientras lo conducía por la casa para explicarle los arreglos que haría.

No pude escuchar una palabra de lo que decía mientras se alejaban, quedándome en shock sentada en mi sala solo sintiendo el ardor emitido por mis glúteos, el palpitar de mi capullito y la humedad que salía de mi ano. Todo lo que dura polla me había hecho un poco antes.

Cuando Mi Rey le dijo a Don Beto que tenía que salir de la ciudad este fin de semana, Don Beto me miró y levantó una ceja. No estaba seguro de lo que significaba, pero me preocupaba que pasaría cuando lo volviera a ver.

Continuación y conclusión… pronto

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ElenaRmz
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