Nuevos relatos publicados: 0

El peor relato porno de la historia

  • 3
  • 9.328
  • 9,47 (17 Val.)
  • 0

¿Te digo la verdad? No tengo ni la más puta idea sobre qué escribir. Estoy totalmente bloqueada. Quizás sea por la falta de sueño, o por el exceso de pensamientos que se agolpan en mi cabeza intentando ser pensado. Siempre que escribo, de fondo suena Taylor Swift. Pero hoy siento que de escucharla no haría más que largarme a llorar. Por eso, suena una lista de reproducción a la que titulé “Para Cami”. Cami, en parte, es la villana de mi relato “Masajes con final feliz”. Digo en parte, porque mi amiga no es una asesina. Pero es una persona especial, por eso le dediqué una lista de más de treinta horas de rock nacional argentino que jamás escuchó. Pero eso no es lo importante.

Propuse una maratón de cinco relatos en cinco días. Te tiré los títulos, pero acá estoy, fallando al segundo día. No me siento preparada para afrontar esos relatos. El sábado, cuando lo pensé, no me pareció demasiado accesible, pero no. El primer relato, sin pecar de soberbia, es tremendo. Me encantó. Lo amo. Creo que “Papá estrena mis tetas nuevas” va a ser un clásico de acá a mil años. Benditos aquellos suscriptos a mi canal de Telegram VIP. ¿Autobombo? Quizás. Pero, de nuevo, eso no es lo importante.

Conocí a Camila de una manera similar al relato de los masajes, aunque sin la parte dramática. Por un momento creí enamorarme de ella, tanto, que hice hasta lo imposible por perderla. Y la perdí, aunque no del todo. Hoy es mi mejor amiga, y está muy arriba en la lista de gente a la que voy a querer por siempre.

Sí, ahora viene lo porno.

Con Cami pasamos dos días de vacaciones en Carlos Paz. Alquilamos un departamento, fuimos al teatro, discutimos. No hubo demasiado sexo, salvo la noche en la que pasé más de media hora chupándole la concha. Todavía siento su sabor en mi paladar cuando cierro los ojos. A pesar de ello, ningún fantasma se asoma durante las largas jornadas de charla, mates y conversaciones pesimistas sobre el mundo. Bueno, no sé qué más.

¿Te chupo la pija? Bueno, dale. Estoy enojada conmigo misma por no poder calentarte, pero déjame probar. Sentate, o quédate parado, me da igual. Yo me arrodillo y te como la pija de un bocado. ¿Te gusta? Yo sé que sí. Te encanta verme así de enojada y de puta. Tranquilo, no voy a morderte. Tan cebada no estoy. Tu pija en mi boca me calma, no lo voy a negar. Tu mirada de temor y lujuria hace que la humedad de mi concha me haga sentir un poco viva. Si, boludo. Viva. Déjame ser un poco dramática. ¿Qué te molesta? ¿Acaso no te estoy chupando la pija mil veces mejor que tu ex? Esa pelotuda de la que tuviste la grandísima suerte de escapar. Y ahora estás conmigo, la boluda que escribe relatos, como si tuviese tiempo libre. Dejá, mis dramas no son tu culpa. Que me esté calentado si es tu culpa y de la hermosa pija que tenés. Ya no me alcanza con solo comerla. Quiero besarla, acariciarla, meterla entre mis tetas y sacudirla con fuerza. Su dureza me hace doler un poco, pero me encanta. Mis tetas grandes y suaves festejan cada vez que te tengo entre ellas. De verdad…

Bien, ya te la chupé y te pajeé con mis tetas. Te encantan mis tetas, ¿verdad? A mí también. Como ya te conté en el relato anterior, puedo pasar horas frente al espejo mirándolas y tocándolas. ¿Qué si me las chupo? Obvio, me encanta chupar tetas. Sobre todo, las mías. No podés creer que sea tan puta, ¿verdad? Acostate en el piso. No importa que esté frio, estoy yo para calentarte. Termino de sacarme toda la ropita y estoy con vos. Me saco la pollerita. No, el short. ¿O preferís que sea un jeans? Bueno, dale. ¿Tanga roja o negra? ¿Roja y negra? ¿De Newells o de Colón? Si a vos te calienta…

Ya desnudita, con todas mis bellezas al aire, me siento despacito sobre tu pija. ¡Estás al palo, papi! ¿Qué estará haciendo Cami? Recién le dije que cuando lea mis mensajes y no pueda responder, que al menos me envíe el emoji de una palmera para saber que está todo ok, y que no está en una capsula a punto de ser inseminada por Aliens. Me dijo que─ ─ Perdón, perdón. Volví. Pongo tu pija entre mis piernas, me froto sobre ella, notando que no das más. ¿Me la querés poner? Tus ojos en llamas gritan que sí. ¿Y para qué está la Martinita si no es para complacerte? Agarró tu pija y la meto lentamente en mi conchita. Mmm… que rico se siente… empiezo a moverme despacito, de atrás hacia adelante, sin meterla hasta el fondo. Amor, que rico que sos, que hermosa pija tenés, ¿por qué no me coges todos los días? ¿Ah, por qué? Decime, hijo de puta. Empiezo a moverme más rápido, intercalando movimientos circulares con sentones. Me encanta como se te van los ojos, como te mordes los labios. Si, hijo de puta. ¿Te gusta cómo te cojo? ¿Sí? ¿Qué nadie te coge como la puta de los relatos? Dale papi, lléname la concha de leche, ¿sí? Dale bebé, dámela toda. ¿Qué ya vas a acabar? ¿Me querés llenar la concha de leche o querés que me la tome? Dale, me la tomo. De un salto me libero de tu pija, me pongo al costado y empiezo a pajearte. ¿Ya viene? Abro la boquita y la espero. Dale, papi, dámela. Sí amor, me la quiero tomar toda.

Acabaste. Que rico. Que rica que es tu leche. Te chupo la pija hasta dejarla seca. Hasta que te duela tanta succión. Me tengo que ir a dormir. Ojalá los dioses quieran que hoy vuelva a soñar con Cami. Chau.

(9,47)