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El perchero

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Oigo tu voz en el dormitorio.

-Cariño mira que perchero he comprado en el IKEA.

Me asomo y te veo con tu batita de seda preferida, esa que te pones cuando tienes hambre, que apenas te tapa las bragas y desabotonada hasta el ombligo, por lo que tus hermosas y generosas tetas se mueven a su libre albedrío, al momento mi pantalón me oprime.

Estás sujetando una barra para perchas, con sonrisa picarona me preguntas:

-¿Te gusta?

-Me encanta... pero por favor no te muevas.

En una fracción de segundo mi imaginación se ha disparado.

-¿Me permites?

Mientras te beso tiernamente en la boca, desato el cinturón de seda de la bata y tú me desabrochas la camisa. Te cojo una mano y con un extremo del cinturón la ato a la barra, lo mismo con la otra mano. Me aparto un poco para admirar tal monumento, tus pechos de menean al compás de tu respiración ya jadeante. Me quito la ropa y me acerco a ti. Me coloco a tu espalda para besarte el cuello y acariciarte desde tu ombligo hasta llegar a tus hermosos senos, notando el endurecimiento de los pezones y me vienen unas ganas locas de mamarlos como un niño glotón. Tus gemidos son escandalosos, por lo que dejo de comerte las tetas para tomar camino del sur, mientras mis manos no dejan de acariciarte, palparte y manosearte las tetas y nalgas, cuidadosamente te quito las bragas a la vez que acaricio tus hermosos muslos y pantorrillas, mi lengua recorre tu geografía con ansia por llegar a tu entrada sagrada y la perla que lo antecede, te lamo, te chupo y te muerdo la perlita mientras no paras de gritar, meto mi lengua todo lo que puedo en tu cueva en un mete y saca frenético, al tiempo te pongo un dedo en tu boca para que lo chupes y lo mojes bien, bajo el dedo y en un suspiro te lo meto en el ojete al tiempo que te viene un intensísimo y prolongado orgasmo.

Te desato y tiernamente te llevo a la cama donde caes rendida pero me dejas que te meta mi polla y te folle delicadamente, te vuelve el deseo al momento y al poco tiempo nos llega una dulce corrida.

Una vez repuesta te incorporas y ves el perchero que ha quedado completamente derrengado, me dices:

-Cariño vístete que nos vamos al IKEA a cambiar esta mierda de perchero.

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