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El voyeur

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Aquí estoy una vez más amparado en la oscuridad. Aprovecho la nocturnidad para espiar las vidas de los demás. A veces es una viejecita dando de comer a su jauría de gatos, otras el grupo de amigos celebrando el gol de su equipo, pero esta noche es distinta. Hoy me fijo en esa chica rubia de la quinta planta, que se pasea por su apartamento casi desnuda. La camisa de corte masculino que lleva como única prenda, deja ver unas bonitas piernas. Se pone de puntillas para alcanzar algo del mueble de la cocina. Un culo perfecto oculto a medias por unas braguitas blancas. El movimiento de sus pechos al caminar me descubre la ausencia de sujetador. Alguien parece que toca a su puerta.

De un salto se ciñe con sus brazos al cuello de su visitante, un joven con un porte imponente. Rodea la cintura del hombre con sus piernas, y mientras él la sujeta por el culo, se funden en un beso prolongado. Esto promete, espero que no apaguen las luces. El tabique del edificio me impide la visión por unos instantes mientras ellos caminan desde el pasillo al salón del apartamento. Ajusto la lente del visor que me permite ver a gran distancia. Ella está ahora sentada en la mesa, y su amante no deja de besarla mientras sus manos se cuelan por debajo de la camisa de la chica. Ella mueve la cabeza para exponer su cuello a la boca de él. En esa posición intuyo la erección abriéndose paso entre las piernas de ella. Me estoy excitando por momentos y tengo que cambiar de posición. De un tirón ella le abre la camisa a su amante, le desabrocha el cinturón, los pantalones caen dejándome ver un cuerpo musculado, definido y brillante. Él no parece tener prisa. Las manos de la rubia se meten por debajo de los bóxer del David de Miguel Ángel, aprieta sus nalgas, sus piernas blancas se enredan en la cintura del chico, y contrastan con el moreno del hombre. Él pasa a la acción.

Se quita sus bóxer y por el visor puedo verle. Un precioso culo redondo, respingón, unas espaldas anchas, brazos fuertes, y sobre todo una verga que desafía la gravedad. Una hermosa polla de un tamaño justo, nada de exageraciones propias de leyendas urbanas. Sin perder el tiempo, despoja a la mujer de su vestimenta primero y de sus bragas después, tumbándola boca arriba sobre la mesa de la sala. El joven se agacha, y mientras ella apoya sus pies sobre las espaldas de su amante, mete su cara entre las piernas de la hembra. El arqueo de su espalda y la boca entreabierta, delatan que su coño está siendo devorado por el Hércules. Se masajea los pechos, mueve la cabeza, no me hace falta imaginar el placer que tiene que estar recorriendo el cuerpo de esa mujer. La escena ocupa el marco redondo de mi visor, lo accesorio no importa, no existe...lo único que vale es la escena de una hermosa mujer recibiendo placer de su amante.

Se pone de pie él, se baja de la mesa ella. Intercambian las posiciones, es el hombre el que se apoya en la mesa y ella se agacha hasta tener frente a su cara el erecto falo. Ahora es ella la que deleita al hombre con una parsimoniosa mamada. El movimiento de adelantar y retrasar la cabeza, lo acompaña con una masturbación que hace que él eche hacia atrás la cabeza. Veo la tensión de sus músculos a la par que la felación se hace más rápida. Acompaña los movimientos de la cabeza de la rubia colocando una mano en su nuca, mientras sigue apoyado en la mesa con la otra. Yo me sigo calentando por momentos. La desesperación parece que invade los dos cuerpos. El aparente poco interés que él tenía al principio, se vuelve ansia.

La coge en volandas y ella se sujeta a su cuello. La apoya contra la pared y la penetra con violencia. Ella grita, sólo espero que ese apartamento esté bien insonorizado. Distingo perfectamente los movimientos de la pelvis masculina empujando contra el cuerpo de la muchacha. El cuerpo de ella se bambolea, sus tetas bailan sin control, parecen estar diciéndose algo. Imagino la conversación más soez posible. La acción dura bastante, “menudo aguante que tienes cabrón” me digo a mí mismo. Aquello no parece tener fin, y los nervios me invaden. La deja en el suelo, y ella le regala otra mamada, esta vez con un pene embadurnado de sus flujos.

Con decisión pero sin violencia, la levanta y la apoya contra la ventana. Esta vez los tengo de frente. ”¡Joooderr!”, pienso de nuevo. La está empotrando por detrás. La cara de ella delata estremecimiento, placer. Con las manos apoyadas sobre el cristal de los ventanales, deja el suficiente hueco para que las manos de él aprieten sus pechos mientras la folla con energía. Las embestidas se vuelven violentas pero entrecortadas, marcando perfectamente el movimiento, lo que delata una eyaculación. Las gotas de semen caen desde la verga al suelo una vez que la sacó del interior de la chica... La luz del salón del ático superior se encienden. Entra un grupo de hombres todos vestidos de oscuro. En el centro otro hombre de pelo canoso, barba y también trajeado. Enfoco el visor.

-Base, aquí rojo 1 -dije por el micro de mi radio portátil-.Tengo al objetivo, disparo limpio. Cambio

-Rojo 1, aquí base. Adelante. Roger.

-Base, aquí rojo 1, recibido alto y claro. Cierro.

Fijé de nuevo el visor. La cara de mi objetivo estaba en el centro de la cruz. Moví el cerrojo de mi fusil Accuracy de 7,62, el cartucho entró en la recámara y volví a fijar a mi objetivo. Quité el seguro, contuve la respiración y apreté ligeramente el gatillo. El silenciador apagó el sonido de la detonación, y al instante pude ver como el hombre caía abatido de un disparo certero en la cabeza. Me arrastré por el suelo de la azotea para no delatar mi posición y me fui por la escalera de incendios.

Lo demás ya no importa.

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